Tal vez la valentía lleve a Francisco a abordar temas y asuntos que otros no se atreverían. Así que podemos deducir, con cierta lógica, que la valentía, que a algunos parecería inclinarse hacia la imprudencia, hace que personas que deben tomar decisiones, acaben siendo más eficaces que los que no actúan, por miedo, falsa prudencia o indolencia. Fue Santo Tomás de Aquino el que clavó certeramente la definición de prudencia, seguramente la mejor, más concisa, clara uy concreta que se conoce. “Prudentia est recta ratio agibilium”, que traduciendo respetando el sentido, mejor que la pura literalidad, quiere decir en español, “idea recta (o apropiada) de las cosas que se van a hacer”. Lo que quiere decir que si no hay voluntad de hacer nada, las persona no es prudente, le falta el objetivo. Es por lo que nuestro gran y agudo profesor de Historia de la Iglesia, P. Miguel Pérez del Valle, ss.cc., hablando de Felipe II se preguntaba, ¿”Rey prudente, o indeciso”?
Este papa no hace aspavientos ni proclamas de ecumenismo: simple y sencillamente, hace Ecumenismo. Es verdaderamente “conciliar”, y observando que entre el Derecho Canónico de las Iglesia ortodoxa, CCEO, y el de la Iglesia Católica, CIC, hay desacuerdos y desfases que no ayudan a resolver matrimonios cuyos miembros pertenecen a ambas iglesias, o a una de ellas, en lugares donde no se encuentran ministros de la otra, ha actuado sin miedo a las críticas que, seguro, irían a producirse. Así que ha alterado 10 cánones del CIC para facilitar las diligencias para esos matrimonios mixtos. El Papa era consciente de que mover algo que la tradición, mal entendida, va consagrando, es complicado, y puede producir roces, malas caras y, desgraciada, y muy poco evangélicamente, hasta enemistades y malentendidos. Quiero salir al paso de una confusión que me ha parecido encontrar en el artículo de Religión Digital (RD), firmado por Jesús Bastante, y titulado “Francisco modifica el Derecho Canónico para permitir a laicos celebrar matrimonios en ausencia de sacerdote”. En este título lo que sobra, o no es correcta, es la palabra “modifica” , porque como voy a mostrar el Papa no modifica nada en ese asunto. Tampoco nos vamos a pasar en los elogios al papa argentino, porque cuando los elogios son excesivos o desmerecidos, se hace flaco favor al elogiado. Se trata del canon 1112, que decía así: “1112 § 1. Donde no haya sacerdotes ni diáconos, el Obispo diocesano, previo voto favorable de la Conferencia Episcopal y obtenida licencia de la Santa Sede, puede delegar a laicos para que asistan a los matrimonios”. Esta redacción es anterior a los cambios que ha realizado el papa Francisco. Y en ella ya se contemplaba la posibilidad, con determinadas condiciones, de que los laicos pudieran recibir la delegación para asistir, es decir, para ser testigos necesarios de la Iglesia en la celebración del Matrimonio. Porque ya sabemos que los ministros del sacramento son los novios. Lo único que ha cambiado en ese canon es el remate final, “firmo praescripto can. 1108 § 3.”, que significa “quedando firme cuanto se dispone en el canon 1108 & 3.”. Ahora veremos qué es lo que dispone el canon 1108, con la modificación propuesta, que con la nueva redacción queda así en su & 3º: “& 3º Sólo el sacerdote asiste válidamente al matrimonio entre dos partes orientales, o entre una latina y otra parte oriental, católica o no católica”. Es decir, que la delegación a laicos no se puede hacer en el caso de los matrimonios mixtos a los que se refiere. Posiblemente el legislador quiso dejar bien claro el asunto ante las supuestas reticencias de la Iglesia Ortodoxa. Pero no colguemos más laureles de los que ya tiene y merece el papa Francisco.
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Entrevista a Bruce Lipton, doctor en biología molecular.
Reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curar de la energía, mucho más eficaz que los medicamentos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en cuenta lo “alérgicos” que son los científicos a los temas trascendentales. Es doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre. Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como La biología de la creencia y La biología de la transformación. Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan? Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células. ¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina? Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, las células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?”. ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel! ¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar? Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno. En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil? No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo. ¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso. Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia. Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración. He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se intefiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario. Eso significa que el estrés nos hace enfermar, ¿no? Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual. Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía. Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico. Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud? La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos…, pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocebo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas. Y eso enlaza con la física cuántica. Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado. Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente. ¿Por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento? Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo. Pero no lo podemos controlar. Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida. Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres! La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal. ¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida? Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por qué sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido. Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad? Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis células y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí. ¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu? Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano. El capítulo 16 de Lucas comienza indicando que la parábola de administrador infiel va dirigida a los discípulos; pero al final de la narración dice: “estaban oyendo esto los fariseos que son amates del dinero”. Esta frase nos indica la falta de precisión a la hora de determinar los destinatarios de esta parábola y la del rico Epulón que leeremos el domingo que viene. Debemos tener en cuenta que a las primeras comunidades cristianas solo pertenecieron pobres. Solamente a principios del s. II se empezaron a incorporar personas importantes de la sociedad. Si los evangelios se hubieran escrito unos años más tarde, seguramente se hubiera matizado mucho más el lenguaje sobre las riquezas.
Para entrar en la comprensión de la parábola solo hace falta un poco de sentido común. Jesús hablaba para que le entendiera la gente sencilla. Hay explicaciones que me parecen demasiado rebuscadas. Por ejemplo: Que el administrador, cambiando los recibos, no defrauda al amo, sino que renuncia a su propia comisión. No parece verosímil que el administrador se embolsara el 50% de los recibos de su señor. Otra explicación que me parece demasiado alambicada es que el administrador hizo lo que tenía que hacer, es decir, ceder sus bienes a los que no pueden pagar su deuda. Entonces resulta que hace lo que debía hacer por su cuenta el dueño. Por eso es alabado el administrador. En este caso perderían sentido las sentencias finales del relato. Seguramente Lc ya modifica el relato original, añadiendo el adjetivo de “injusto”, tanto para el administrador, como para el dinero. Este añadido dificulta la interpretación de la parábola. En primer lugar porque no se entiende que se alabe a un injusto. En segundo lugar, porque podemos devaluar el mensaje al pensar que se trata de desautorizar solo la riqueza conseguida injustamente. La riqueza injusta se descalifica por sí misma. En el relato, se trata de la riqueza que, aunque sea “justa”, puede convertirse en dios (ídolo). Debemos evitar toda demagogia barata. Pero tampoco podemos ignorar el mensaje evangélico. En este tema, ni siquiera la teoría está muy clara. Hoy, menos que nunca, podemos responder con recetas a las exigencias del evangelio. Cada uno tiene que encontrar la manera de actuar con sagacidad para conseguir el mayor beneficio, no para su falso yo sino para su verdadero ser. Si somos sinceros, descubriremos que en nuestra vida, confiamos demasiado en las cosas externas, y demasiado poco en lo que realmente somos. Con frecuencia, servimos al dinero y nos servimos de Dios. Le llamamos Señor, pero el que manda de verdad es el dinero. Justo lo contrario de lo que nos pide Jesús. Encontramos en los evangelios una diferencia notable con la tradición bíblica. Tanto en todo el AT como en tiempo de Jesús, las riquezas eran consideradas como un don de Dios. Solo los profetas arremeten contra la riqueza que se ha conseguido con injusticia. Este matiz desaparece en los evangelios y se considera la riqueza, sin más, contraria al Reino. En las parábolas, no hay que tomar al pie de la letra cada uno de los detalles que se narran; hay que entrar en la intención del que la narra. Al contrario que la alegoría, en la parábola se trata de una sola enseñanza que hay que sacar del conjunto del relato. El relato nos obliga a sacar una moraleja que nos haga cambiar de actitud vital. Ésta en concreto, no está invitándome a ser injusto, sino a sentarme y echar cálculos, para elegir lo que de verdad sea mejor para mis auténticos intereses. El administrador calculador, trataba de conseguir ventajas materiales. A nosotros se nos invita a ser sagaces para sacar ventajas espirituales. No hacen falta muchas cavilaciones para darse cuenta de que ponemos mucho más interés en los asuntos materiales que en los espirituales, no solo por el tiempo que les dedicamos, sino sobre todos por la intensidad de nuestra dedicación. Es lamentable que personas muy inteligentes y con varias carreras, tengan un nivel de conocimientos religiosos propios de un niño de primera comunión. En religión, lo único que se nos exigía era “creer”. Los hijos de este mundo son más sagaces con su gente que los hijos de la luz. Estafrase explica el sentido de la parábola. No nos invita a imitar la injusticia que el administrador está cometiendo, sino a utilizar la astucia y prontitud con que actúa. Él fue sagaz, porque supo aprovecharse materialmente de la situación. A nosotros se nos pide ser sabios, para aprovecharnos de todo, en orden a una plenitud espiritual. Hoy la diferencia no está entre los hijos del mundo y los hijos de la luz. La diferencia está en la manera que todos los cristianos tenemos de tratar los asuntos mundanos y los asuntos religiosos. No podéis servir a Dios y al dinero. No está bien traducido. El texto griego dice mamwna. Mammón era un dios cananeo, el dios dinero. No se trata, pues, de la oposición entre Dios y un objeto material, sino de la incompatibilidad entre dos dioses. No podemos pensar que todo el que tiene unos millones en el banco o tiene una finca, está ya condenado. Servir al dinero significaría que toda mi existencia esta orientada a los bienes materiales. Sería tener como objetivo de mi vida el hedonismo, es decir, buscar por encima de todo el placer sensorial y las seguridades que proporcionan las riquezas. Significaría que he puesto en el centro de mi vida, el falso yo y buscar la potenciación y seguridades de ese yo; todo lo que me permita estar por encima del otro y utilizarlo en beneficio propio. Podemos dar un paso más. A Dios no le servimos para nada. Si algo dejó claro Jesús fue que Dios no quiere siervos sino personas libres. No se trata de doblegarse con sumisión externa, a lo que mande desde fuera un señor poderoso. Se trata de ser fiel al creador, respondiendo a las exigencias de mi ser, desplegando todas las posibilidades de ser. Servir a un dios externo que puede premiarme o castigarme, es idolatría y, en el fondo, egoísmo. Hoy podemos decir que no debemos servir a ningún “dios”. Al verdadero Dios solo se le puede servir, sirviendo al hombre. Aquí está la originalidad del mensaje cristiano. Donde las religiones verdaderas o falsas ponen “Dios”, Jesús pone “hombre”. Es curioso que ni siquiera cuestionemos que lo que es legal puede no ser justo. Puesto que lo que tengo lo he conseguido legalmente, nadie me podrá convencer de que no es exclusivamente mío. Además, el dinero es injusto, no solo por la manera de conseguirlo, sino por la manera de gastarlo. Las leyes que rigen la economía, están hechas por los ricos para defender sus intereses. No pueden ser consideradas justas por parte de aquellos que están excluidos de los beneficios del progreso. Unas leyes económicas que potencian la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos, mientras grandes sectores de la población viven en la miseria e incluso mueren de hambre, no podemos considerarla justa. Lo que nos dice el evangelio es una cosa obvia. Nuestra vida no puede tener dos fines últimos, solo podemos tener un “fin último”. Todos los demás objetivos tienen que ser penúltimos, es decir, orientados al último (haceros amigos con el dinero injusto). No se trata de rechazar esos fines intermedios, sino de orientarlos todos a la última meta. La meta debe ser “Dios”. Entre comillas por lo que decíamos más arriba. La meta es la plenitud, que para el hombre solo puede estar en lo trascendente, en lo divino que hay en él. Ganaros amigos con el dinero injusto. Es una invitación a poner todo lo que tenemos al servicio de lo que vale de veras, nuestro verdadero ser, también la riqueza material que nos pertenece.Utilizamos con sabiduría el dinero injusto, cuando compartimos con el que pasa necesidad. Lo empleamos sagazmente, pero en contra nuestra, cuando acumulamos riquezas a costa de los demás. Nunca podremos actuar como dueños absolutos de lo que poseemos. Somos simples administradores. Hace poco tiempo oí a De Lapierre decir: Lo único que se conserva es lo que se da. Lo que no se da, se pierde. Meditación-contemplación No podéis servir al Dios de Jesús y al dios dinero Jesús no dice que no “debéis”, sino que no “podéis”... Es inútil que sigamos intentándolo. Lo que “tenemos” debemos subordinarlo a lo que “somos”. ........................ Todo lo que no potencie el ser, es secundario. Lo único esencial es nuestro verdadero ser. Lo material, lo biológico, debe ser el soporte de nuestra Vida espiritual; no debemos rechazarlo como malo, sino utilizarlo bien. ........................... Si el valor supremo para mí es el dinero o el poder, mi corazón estará pegado a esas seguridades. Si he descubierto el “tesoro” escondido en lo hondo de mi ser, el resto quedará iluminado por su brillo. Jesús cerró el periódico y miró al grupo:
‒ Voy a contaros una historia. Un partido político tenía un administrador que aprovechaba las donaciones para aumentar su cuenta personal en Suiza. Enterado de que sospechaban de su gestión, se dijo: “Me van a echar del partido, incluso es posible que me denuncien. En la oposición no me darán trabajo, los bancos tampoco. ¿Qué puedo hacer? Iré anotando en una libreta todos los datos que puedan inculpar a los jefes del partido, amenazaré con publicarlos en la prensa, y ante el miedo de que se conozcan me dejarán tranquilo. Luego me iré a una isla del Caribe a disfrutar el resto de mi vida. Se les quedó mirando y les preguntó. ‒ ¿Qué os parece ese administrador? ‒ Que es un… Pedro se cortó a tiempo, pero era claro lo que seguía. ‒ Depende del partido al que robase ‒ comentó irónico Bartolomé. ‒ Eso lo hacen casi todos ‒ opinó Tomás. ‒ ¿Alguien está a favor del administrador? Ninguno parecía de acuerdo y Jesús continuó. ‒ Voy a contaros ahora otra historia, pero esta vez de un terrateniente. Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Jesús hizo una pausa y les preguntó: ‒ ¿Sabéis cuál fue la reacción del terrateniente? ‒ Lo denunció para que lo metieran en la cárcel. Los ricos son unos… ‒ Te equivocas, Felipe. Alabó lo astuto que había sido. Felipe lo miró incrédulo. ‒ ¿Y a ti te parece bien? ‒ Me parece estupendamente. Es un ejemplo para todos. Pedro se rascó la cabeza y comentó escéptico. ‒ ¿Quieres que nos dediquemos a robar? ‒ Quiero que os dediquéis a utilizar el dinero con astucia. ¿Por qué hizo el administrador esas trampas? ¿Qué pretendía? ‒ Encontrar trabajo cuando lo echaran ‒ sugirió Sara. ‒ Algo parecido ‒ respondió Jesús‒. Cuando os conté la historia usé una expresión distinta: lo que quiere es que alguien me reciba en su casa. ¿Os dais cuenta de por dónde voy? ‒ No. Jesús suspiró hondo. No acababa de acostumbrarse a la poca inteligencia de sus discípulos. ‒ Vosotros sois como el administrador. Más pronto o más tarde, tendréis que dar cuenta de cómo habéis administrado el dinero. ‒ El dinero, no. Nuestro dinero ‒ se atrevió a corregir Leví. ‒ Vuestro dinero, no. El dinero de Dios. Todo lo que tenemos es de Dios, y nos lo confía para que lo administremos. Podemos derrocharlo alegremente, y nos pedirá cuentas por ello. Y podemos darlo a otros, como el administrador del terrateniente, y nos ganaremos amigos que nos paguen un viaje al Caribe. ‒ El Caribe es el cielo, ¿verdad? ‒ bromeó María. ‒ Efectivamente. Y para pagar ese viaje no se puede ahorrar. Al contrario, hay que gastarse el dinero entregándolo al que lo necesita. ‒ Yo prefiero pagarme el viaje por mi cuenta. ‒ Imposible. Son otros los que tienen que pagar por ti. ‒ Lo que yo no entiendo ‒cortó Felipe‒ es eso de que el dinero no es mío. La panadería le costó a mi padre muchos años de trabajo y sacrificio. ‒ La panadería de tu padre, la furgoneta de Judas, todo, son cosas pequeñas, sin valor. Lo verdaderamente valioso es disfrutar de una habitación en el hotel del Caribe. Pero si no administras bien los bienes que te encomiendan en esta vida, no se fiarán de ti, y no te permitirán entrar en el hotel. Pedro se acarició la barba. ‒ Muy complicado todo eso, maestro. ‒ ¿Es que no lo entiendes, o que no quieres entenderlo? La ironía de la parábola La segunda de las dos parábolas anteriores, que reproduce literalmente el texto del evangelio de Lucas, escandaliza a mucha gente porque Jesús termina alabando al administrador sinvergüenza. Pero las dificultades para entenderla parten de otros presupuestos en los que se basa Jesús, y que van en contra de nuestra forma de ver: 1. Nosotros no somos propietarios sino administradores. Todo lo que poseemos, por herencia o por el fruto de nuestro trabajo, no es propiedad personal sino algo que Dios nos entrega para que lo usemos rectamente. 2. Esos bienes materiales, por grandes y maravillosos que parezcan, son nada en comparación con el bien supremo de “ser recibido en las moradas eternas” (el hotel del Caribe). 3. Para conseguir ese bien supremo, lo mejor no es aumentar el capital recibido sino dilapidarlo en beneficio de los necesitados. La ironía de la parábola radica en decirnos: cuando das dinero al que lo necesita, tú crees que estás desprendiéndote de algo que es tuyo. En realidad, le estás robando a Dios su dinero para ganarte un amigo que interceda por ti en el momento decisivo. La idolatría del dinero El evangelio de este domingo termina con unas palabras muy famosas: Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Jesús no parte de la experiencia del pluriempleo, donde a una persona le puede ir bien en dos empresas distintas, sino de la experiencia del que sirve a dos amos con pretensiones y actitudes radicalmente opuestas. Es imposible encontrarse a gusto con los dos. Y eso es lo que ocurre entre Dios y el dinero. Estas palabras de Jesús se insertan en la línea de la lucha contra la idolatría y defensa del primer mandamiento ("no tendrás otros dioses frente a mí"). El AT es en gran parte una condena de los dioses paganos y de los ídolos, que aparecían como rivales del único Dios verdadero. Al principio, los israelitas pensaban que los únicos rivales de Dios eran los dioses de los pueblos vecinos (Baal, Astarté, Marduk, etc.). Pero los profetas les hicieron caer en la cuenta de que los rivales de Dios pueden darse en cualquier terreno, incluido el económico. Para Jesús, la riqueza puede convertirse en un dios al que damos culto y nos hace caer en la idolatría. Naturalmente, ninguno de nosotros acude a un banco o una caja de ahorros a rezarle al dios del dinero, ni hace novenas a los banqueros. Pero, en el fondo, podemos estar cayendo en la idolatría del dinero. Según el Antiguo y el Nuevo Testamentos, al dinero se le da culto de tres formas: 1) mediante la injusticia directa (robo, fraude, asesinato, para tener más). El dinero se convierte en el bien absoluto, por encima de Dios, del prójimo, y de uno mismo. Este tema lo encontramos en la primera lectura, tomada del profeta Amós. 2) mediante la injusticia indirecta, el egoísmo, que no hace daño directo al prójimo, pero hace que nos despreocupemos de sus necesidades. El ejemplo clásico es la parábola del rico y Lázaro, que leeremos el próximo domingo. 3) mediante el agobio por los bienes de este mundo, que nos hacen perder la fe en la Providencia. Unos casos de injusticia directa: Amós 8, 4-7 Amós, profeta judío del siglo VIII a.C. criticó duramente las injusticias sociales de su época. Aquí condena a los comerciantes que explotan a la gente más humilde. Les acusa de tres cosas: 1) Aborrecen las fiestas religiosas (el sábado, equivalente a nuestro domingo, y la luna nueva, cada 28 días) porque les impiden abrir sus tiendas y comerciar. Es un ejemplo claro de que “no se puede servir a Dios y al dinero”. 2) Recurren a trampas para enriquecerse: disminuyen la medida (el kilo de 800 gr), aumentan el precio (el paso de la peseta al euro fue un ejemplo que pasará a la historia) y falsean la balanza. 3) El comercio humano, reflejado en la compra de esclavos, que se pueden conseguir a un precio ridículo, “por un par de sandalias”. Hoy se dan casos de auténtica esclavitud (como los chinos traídos para trabajar a escondidas en fábricas de sus compatriotas) y casos de esclavitud encubierta (invernaderos de Almería; salarios de miseria aprovechando la coyuntura económica, etc.). Como en otras ocasiones, en esta parábola Dios se convierte en el único Señor capaz de misericordia y perdón y por eso es el único al que merece la pena servir. Entusiasmados/as por esta Buena Noticia solo es posible actuar con los demás del mismo modo y vivir con la misma pasión y audacia de aquellos que inteligentemente buscan salir de una situación comprometida, pero con una razón diferente: impulsar el Reino y su justicia… responder a Dios padre y madre que ha puesto su confianza en nosotras/os para a su lado cambiar el mundo.
Esta parábola, aunque dirigida a los discípulos/as, está en el contexto más amplio de la confrontación de Jesús con los fariseos, caracterizados por Lucas como avaros y predispuestos a ridiculizar las enseñanzas de Jesús. El relato nos presenta la historia de un propietario rico que tiene un administrador que gestiona sus propiedades, pero que ha abusado de su confianza. La narración nos sitúa en la realidad socio-económica de la Palestina romana del siglo I cuyas peculiaridades nos pueden ayudar a entender no solo los detalles de la narración, sino el cómo y por qué Jesús la presenta a sus compañeros/as. Contexto socio-económico de la parábola Los administradores que gestionaban las propiedades de un señor tenían autoridad para negociar en nombre de su amo. Generalmente su sueldo procedía de las comisiones que recibían por las transacciones realizadas, aunque, especialmente en el caso de los préstamos podían recibir de los deudores un pago “bajo cuerda” para favorecer un buen trato su parte. En la ley tradicional israelita la mala gestión el administrador suponía su inmediato despido y un castigo ejemplar, que podía incluir la cárcel obligándoles a restituir lo perdido, pues para el mundo antiguo una actuación de este tipo suponía además de pérdidas económicas, un daño al honor de su amo. En el caso de nuestra parábola sorprende que el castigo solo sea el despido y no haya ningún otro tipo de sanción permitiendo que el administrador pueda plantearse la búsqueda de otro trabajo. El administrador para recuperar la normalidad de su vida intenta buscar el favor de otra persona antes de que se haga público su despido (Lc 16,4). Las sociedades del mediterráneo del siglo I basaban sus interacciones en el sistema de patronazgo que se constituía a través de relaciones de reciprocidad entre gente de distinto nivel social: una persona de clase inferior que está en apuros (llamada cliente) hace frente a sus necesidades recurriendo a los favores de una persona de estatus superior, ben situada (llamada patrón). Al recibir el favor, el cliente promete implícitamente devolvérselo al patrón cuando y como éste lo determine. Al conceder un favor, el patrón promete a su vez implícitamente estar abierto a ulteriores peticiones, en momentos no especificados. (Bruce J. Malina, Richard L. Rohrbaugh, Los Evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I : comentario desde las ciencias sociales , Verbo Divino 1996, 399-400). El empleado cuando se le exige que presente sus cuentas lo lleva a cabo de tal manera que le permita favorecer a los arrendatarios de su amo de modo que puedan constituirse en sus posibles patronos futuros. Su estrategia es actuar en nombre de su amo reduciendo la deuda a la mitad y así canjearse el favor de los deudores que podrían acogerlo en sus casas y favorecerlo lo que le permitiría mantener su status y asegurar su subsistencia. Además, la sagacidad de su actuación le permitirá favorecer también el honor del Señor al que servía. El amo había sido bueno con él al no castigarlo severamente, pero ha de aceptar su última gestión: Si no asume las reducciones de las deudas que gestionó su administrador la gente lo considerará falto de honor, pero si la acepta, aun perdiendo bienes, se le alabará por su generosidad. Dada la importancia de la estima publica que existía en estas sociedades, el amo seguramente optará por aceptar y de este modo ambos saldrán beneficiados. Jesús como narrador de la parábola En la narración de la parábola llama la atención Jesús al presentar esta situación, ficticia pero familiar a sus oyentes está buscando provocar su reacción ante la actuación de los personajes. En primer lugar, llama la atención la misericordia del amo con su empleado al que solo expulsa sin añadirle ningún otro castigo además de alabar su conducta inteligente. Lo inusual de este comportamiento permite a Jesús visibilizar dos realidades para el muy importantes. Por un lado, sin duda está pensando en Dios cuando describe al propietario y por eso lo presenta actuando con justicia y sin venganza. Por otro, el administrador se convierte en modelo de actuación para sus discípulos/as recordándoles que, para caminar por los senderos del reino, también hay que ser inteligentes y audaces. Esta perspectiva del relato es provocadora, pero eso es lo que Jesús con frecuencia pretende con sus parábolas, despertar las conciencias, cuestionar y provocar el cambio. El final de la parábola (Lc 9-13) es claramente un añadido posterior que interpreta de una forma concreta el relato y que se construye a partir de una serie de sentencias que intentan clarificar el sentido del texto y suavizar su provocación. De este modo se resaltan consecuencias de tipo ético, como son la honestidad y la fidelidad, pero visibilizando los aspectos sociales y sus implicaciones teológicas. Jesús, en su mensaje sobre el reino de Dios invita con frecuencia a romper con las reglas habituales de conducta en su sociedad, pero no por una simple razón de contraculturalidad, sino porque muchas veces esas normas se sustentan en creencias religiosas que sitúan a Dios del lado de los ricos y poderosos justificando así la injusticia con los/as más desfavorecidos/as. La provocación quiere mostrar plásticamente que Dios no entra en ese juego, sino que por el contrario está siempre del lado de los y las que no tienen quien los/as defienda y los/as acoja. Como en otras ocasiones, en esta parábola Dios se convierte en el único Señor capaz de misericordia y perdón y por eso es el único al que merece la pena servir. Entusiasmados/as por esta Buena Noticia solo es posible actuar con los demás del mismo modo y vivir con la misma pasión y audacia de aquellos que inteligentemente buscan salir de una situación comprometida, pero con una razón diferente: impulsar el Reino y su justicia… responder a Dios padre y madre que ha puesto su confianza en nosotras/os para a su lado cambiar el mundo. Cuando se vive desde el corazón por: Matilde Moreno, Religiosa del Sagrado Corazón (Haití)9/15/2016 Cuando se vive desde el corazón, se escucha con paciencia, se mira con complicidad, se toca con ternura, se sufre con fortaleza, se asume el riesgo con naturalidad, se mezcla la vida con la de otros y se avanza en comunidad de proyectos solidarios.
Isa Sola (religiosa de Jesús y María), nuestra amiga y compañera de sueños, proyectos y lucha, vivía desde el corazón y contagiaba la fuerza poderosa de su amor y de su entrega a quienes tuvimos el privilegio de conocerla y compartir un cachito del camino. Nos conocimos en 2008, cuando vino a Haití, llena de empuje y necesidad de servir donde hiciese falta. Su condición de maestra y enfermera le abrieron muchas puertas. Desde el principio vimos que compartir búsquedas, alegrías y fracasos, nos impulsaba a las dos a seguir adelante, al servicio de este pueblo tan querido. En esa época yo llevaba seis años en Haití y el trabajar en Fe y Alegría me había abierto a muchos conocimientos y contactos. Isa se hizo muy pronto con toda la red de recursos que necesitaba para ayudar a la reconstrucción y formación del profesorado de unas escuelitas rurales, realmente necesitadas, en una zona cercana a Balan, donde estaba la primera escuela de Fe y Alegría en Haití. Más tarde, el terremoto de 2010, fue un gran punto de inflexión en su vida, como lo fue en muchas personas que, a la vista de la muerte de tanta gente querida, nos preguntamos: ¿Para qué se me regala la vida de nuevo? Su trabajo por ayudar a las víctimas del desastre fue indescriptible. Ella misma lo dio a conocer en su momento. En los primeros días trabajó en el hospital amputando y recomponiendo lo imposible. Después puso en marcha un taller de prótesis para remediar, en lo posible, las pérdidas de tantos lisiados. El taller ya está en manos haitianas y esta es su esperanza de supervivencia. Al cabo de un tiempo organizó una clínica móvil que recorre los rincones más alejados del país, donde la atención médica no llega. Este trabajo no lo hace sola, le acompañan un grupo de Hermanas del Corazón de María y otro de excelentes colaboradores, profesionales haitianos, que comparten su espíritu misionero: la Familia de Jesús María. En estos últimos años surgió un nuevo sueño: la construcción y organización de una escuela que, bajo su dirección, formaría parte de la red de Fe y Alegría, junto con un dispensario que llevarían las hermanas del Corazón de María. La zona elegida, Onaville, está habitada, en su gran mayoría, por familias que lo perdieron todo en el terremoto y que han construido ahí sus chabolas. Detrás de estas cuatro pinceladas sobre la vida de Isa, quiero subrayar algo que ella se enfadaría si no lo hago y que en justicia debemos al pueblo haitiano. Isa fue asesinada, cierto, pero esto no quiere decir que el pueblo haitiano sea un pueblo de asesinos. Nada más lejos de la realidad. En el pueblo haitiano hay gente de todas clases como en todas partes del mundo. Yo quiero testimoniar lo que en mis 14 años de vida eh Haití he aprendido. El pueblo haitiano es un pueblo que ha pagado muy caro el haber sido el primer pueblo esclavo que logra su independencia. Aquí están muchas de las causas de su pobreza, de su vida política y social frágil y convulsa. Es un pueblo luchador, acogedor, valiente, noble y resiliente. Un pueblo que merece todos los esfuerzos que cualquier persona de buena voluntad, haitiana o extranjera, pueda hacer por el crecimiento de la dignidad, la paz y la justicia en esta sociedad maltrecha. Este servicio lúcido y consciente al pueblo haitiano, es lo que a Isa le hizo ir dando su vida día a día, es lo que a tantas personas nos impulsa a dar nuestra vida día a día. El 2 de septiembre, Isa terminó de dar su vida, que ya había sido entregada y gastada por amor a un pueblo que fue su patria durante estos últimos años. Isa, durante toda su vida, corrió al encuentro de Aquel a quien seguimos y por quién vivimos: el Resucitado, el Vencedor de la muerte, El Cómplice, el Compañero, el Dios del Corazón roto, Jesús de Nazaret, el Hombre del Pueblo que va delante de nosotros: “No temáis, yo he vencido a la muerte”. “Lo que hacéis por uno de estos mis hermanos más pequeños…” Gracias Isa, por seguir siendo amiga y compañera. Amén, Aleluya, Ayibobo. “Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber”. Con estas palabras se inicia el libro primero de la Metafísica de Aristóteles, quien se inspiraría seguramente mirando a las estrellas en las noches luminosas que abundan en lo que hoy llamamos Grecia. Yo también me he puesto a observar estrellas en una noche de verano, entre las pocas que se ven en nuestro firmamento vasco. Y pensaba sobre el hecho de que puede llevar muerta cientos de años dada la distancia que existe con estos astros luminosos. Qué grande es captar la luz de estrellas que están a millones de años luz de la Tierra. Imbuido en esta reflexión, sentí la grandeza del universo desde la pequeñez humana hasta interiorizar que la clave de la felicidad es la verdadera humildad, la única fuente de la que mana la capacidad de asombro.
Curiosamente, y a pesar de que la humildad es fácil de denigrar (actitud propia de gente débil, etc.), nadie insulta ni desprecia a otro llamándole “humilde”. A lo sumo, se tolera como eufemismo pero no como algo degradante, quizá porque todos sabemos que tras la humildad se esconde la verdadera grandeza. Aunque nuestras limitaciones la proyecten como virtud inalcanzable. Una persona humilde no se siente auto-suficiente; sus códigos de conducta están alejados de los de la propia conveniencia egoísta. La humildad, en cambio, nos predispone a cuestionar aquello que hasta ahora habíamos dado por cierto, incluida la percepción de las estrellas. Y no se deja manipular como muestra la paradoja de que, cuando manifestamos humildad intencionadamente, se corrompe y desaparece; ya no es modestia. La coletilla “en mi humilde opinión” no es más que nuestro orgullo disfrazado que choca con la máxima de esta virtud: no se predica, se practica. Merece la pena aprovechar alguna de las noches veraniegas que quedan para contemplar el cielo mientras sentimos admiración ante la creación asombrosa de Dios que al mostrarnos nuestra pequeñez puede hacernos más grandes por dentro. La mariposa recordará siempre que fue gusano, recordaba Mario Benedetti; la mariposa no lo recordaba para desvalorizarse sino porque quería sentir el gozo de reafirmarse en la maravilla que supone la transformación cuando trabajamos humildemente por ella. El cosmos nos puede hacer humildes ante su infinitud de dimensiones inabarcables para la mente humana. Es algo que no podemos contenerlo mentalmente porque la realidad supera nuestra capacidad. No estamos en un cosmos inmutable que cabe en nuestra realidad minúscula, sino en una especie de cosmogénesis o inmensa secuencia de eventos interconectados en el desarrollo del universo cuyas magnitudes aconsejan humildad: Leo que se llevan contabilizadas 80.000 millones de galaxias. Y cada una de ellas, alberga cientos de miles de millones de soles como el nuestro en los que, a su vez, cabrían un millón de planetas como el nuestro. Cuando podemos ver una estrella como un lejano puntito, tenemos que imaginarnos su enorme tamaño para verlas a simple vista. Hay que tener en cuenta que una distancia normal entre dos estrellas es de diez años luz, unos cien millones de kilómetros… ¡entre dos estrellas! Solo en la oscuridad puedes ver las estrellas, decía Martin Luther King; y si despojamos a la frase de su sentido metafórico profundo, puede ayudar a ponernos en situación ante lo que abarca la vista y alcanza la imaginación ante el firmamento: en la medida que reconocemos lo poco que somos y podemos, eso que facilita nuestro deseo de buscar más; no es necesario utilizar la arrogancia. El evangelio y la historia nos muestran las consecuencias cuando optamos por la dirección contraria. Estamos en un momento en el que es difícil tener ideas rotundas sobre la civilización Occidental. Hasta hace pocos años, era mayoritario el sentir de que nuestra civilización es la que ha aportado más frente a la barbarie de otros pueblos. A lo sumo, reconocíamos como grandes civilizaciones a las que dejaron hace mucho tiempo de serlo: azteca, inca, maya, egipcia, ateniense, romana, el islam de hace muchos siglos, las civilizaciones orientales… No tenía tanta importancia el colonialismo ni las consecuencias negativas que dejamos por doquier ni los aciertos de las demás formas de entender la existrencia. El fulgurante ascenso, se debió en parte al empleo de la fuerza en nombre de los grandes valores occidentales, sin importarnos mucho esgrimir a los clásicos y a los valores cristianos para imponer la cultura actual dominante y globalizada del capital y las finanzas, dejando lo importante reducido a un mero maquillaje que ya no resiste un hervor.
Estábamos satisfechos con haber logrado ser la civilización de referencia con muchos logros para el bienestar de las personas, lo cual es bien cierto. Ahora, sin embargo, las cosas no están tan claras a la vista de los resultados globales que la hijuela neoliberal consumista está ocasionando incluso entre nuestras propias filas. ¿Los pueblos colonizados en Suramérica, Centroamérica, África y Asia, han mejorado su situación, o viven en permanente colonialismo adaptado al siglo XXI? ¿Occidente mismo, ha ido a mejor? El haber generado culturas brillantes no nos permite aplastar a las de los demás ¿Qué hemos hecho buscando nuestros intereses a espada y fuego? Cuando los pueblos de las Cruzadas eran bastante bárbaros, los del islam de Oriente Próximo fueron los inventores de la tolerancia. Esto no gusta recordarlo pero no lo digo yo, sino el gran antropólogo Claude Lévi-Strauss en uno de sus trabajos para la Unesco. Luego vino de seguido la denuncia del peligro de la uniformidad rampante, siendo él pionero en alertarnos de lo que empezamos ahora a estar ahítos: “La humanidad se está instalando en el monocultivo, Se dispone a producir civilización en masa, igual que remolachas. En su menú habitual ya solo habrá ese plato”. Cualquiera que viaje un poco por las principales capitales occidentales y de cada vez más lugares del planeta, verá cumplida la profecía de Lévi-Strauss ante la visión de las mismas cadenas comerciales de tiendas, hoteles, restaurantes y otras tantas franquicias que están acabando con las singularidades de las culturas locales. Y junto a esta laminación que deja en pañales las técnicas de asimilación cultural que utilizaban los romanos, vemos con desazón que el mundo tampoco así va mejor, con demasiados avisperos removidos sin respeto ninguno a otras civilizaciones menores y sin valorar las consecuencias de tanta codicia. Ya no estamos tan seguros de que la actual civilización occidental sea la mejor a no ser porque las demás están diezmadas por la presión económica y militar o son aliados a cambio de permitirles gozarse en su dictadura. Sospechamos que deberíamos reinventarnos antes de que nuevas hornadas bárbaras aprovechen nuestra decadencia. Ya no podemos estar tan seguros de que el poder omnímodo militar y financiero sea una garantía para siempre; el terrorismo internacional, las grandes migraciones de exilados, las tensiones cada vez mayores en la geopolítica mundial… todo eso cuesta una bimillonada para mantener al mundo convertido en un monopoly una vez que los grandes valores han sido echados por la borda. Podemos cambiar la ciaboga, claro, pero es más fácil la huida hacia adelante. La misma Unión Europea no deja de sorprendernos por su miopía ante los grandes retos que tenemos planteados como parte que somos de esa civilización que fue la más grande en todos los sentidos, y ahora se desvanece en un consumismo que ya se ha convertido en el principal signo de esta civilización y que puede acabar con los recursos del planeta. Muchos siguen viendo la botella medio llena, pero su ejercicio de lectura positiva de la realidad no deja de ser otra cosa que el recuento de los muebles que nos quedan… a punto de ser inutilizados ante la deriva social que llevamos. Y encima se confunden con los que luchan de verdad por cambiar las cosas a mejor. Es lo que tiene la decadencia, que al ser cuesta abajo es difícil cambiar la inercia y quien más quien menos, estamos entrampados en esta cultura neoliberal de castillos de intereses que han desacreditado lo mejor del legado recibido del pasado. ¿Despertaremos de una vez? Stephen Hessel nos dijo aquello de ¡Indignaos!, sin violencia pero luchando por un mundo mejor. Más actual aunque no en el tiempo cronológico, Jesús de Nazaret debe ser el referente para el crsitiano ¿Cuál es el papel de los cristianos, jerarquía y laicos? ¿Negar la mayor? ¿Pasar de perfil porque no es nuestro negociado? ¿Ser cómplices? ¿Ser profetas? ¿Qué haría Jesús en mi lugar? “Jesús: viene al mundo: no tiene casa, ni institución, ni refugio, ni vida propia individual. Se presenta como “el hombre”, así sin determinación que lo encierre en un grupo. El mismo no hace fundación alguna, no crea una moral ni una doctrina ni un sistema social o político, sino que abre las fronteras de todo esto. Su moral consiste en abrir las fronteras de la moral de su pueblo; su doctrina consiste en superar las doctrinas, los dogmas, los límites de su pueblo en todo su aspecto cultural. Lo hemos hecho referencia de una ortodoxia, pero nunca anunció un catecismo ni fundó un culto. Ni siquiera la cena es un culto instituido sino un llamado a los discípulos a reunirse en un memorial vivo y fraterno, muy lejos de las rúbricas del templo.
Entonces ¿qué misión es la que se le ha encargado? Aquella que realiza por su palabra, su testimonio, su muerte y su resurrección. La obra de Jesús no consiste en manejar las fuerzas del universo ni actuar mediante la autoridad en la sociedad humana. Su acción consiste en dirigirse al hombre para que actúe bajo el Espíritu que está en él. La palabra de Jesús alcanza al corazón del hombre, le hace levantarse, surgir de nuevo, resucitar del pecado para una vida nueva. Jesús no crea cosas nuevas sino que hace que las cosas antiguas se vuelvan nuevas. Y su palabra es eficaz a pesar de la muerte. La actuación de Jesús es lucha y en esa lucha la muerte lo derrota: la palabra es vencida por el mal. Dios no interviene creándole una zona de refugio. Jesús está en medio de los hombres expuesto a todos los asaltos. Sin embargo, Dios da la fuerza a la palabra por medio de la resurrección. ¡Esa es la respuesta de Dios; ése es el signo dado a la humanidad! El crucificado se transforma en vencedor. Su palabra, repetida por el Espíritu, tiene fuerza y logra establecer las simientes del reino, camina y crece en el mundo. Va levantando a la humanidad por medio de la simiente de la libertad y la fraternidad. Donde están esas semillas están el Padre y el Hijo y el Espíritu, actuando. Donde hay salvación temporal hay también salvación eterna” (Comblin). El debate del burkini no debería haberse producido tal como lo ha hecho por varias razones: creo que una forma muy extendida de racismo, de desprecio por culturas diferentes, es confundir todo lo que nos parece raro: todo es taparse, todo es lo mismo. Y así, lo mismo es el Hiyab (pañuelo o velo) que el burka, todo es "velo". El hiyab no tiene que ver con el el burka, sino que es un pañuelo que cubre la cabeza y con el que se puede hacer una vida completamente normal. Que las mujeres adultas tienen derecho a llevar hiyab, está fuera de dudas.
El derecho a llevar la cabeza cubierta y a ocultar las formas corporales, por más sexista que sea, está protegido por la libertad religiosa y por el derecho a la propia imagen. El burkini es un traje muy parecido a los que viste la gente que hace surf. Exactamente ¿qué derecho o que norma se está vulnerando al vestirse toda entera de neopreno al ir a la playa? La respuesta a esta pregunta creo que es importante. ¿Es sexista taparse el cuerpo o la cabeza por pudor religioso? Pues sí lo es, como muchas de nuestras costumbres y también de nuestras vestimentas diferenciadas. Casi todo lo que nosotras tengamos que hacer para ganar valoración o consideración, y ellos no, es sexista. Somos depositarias del pudor y ellos no, somos depositarias de las tradiciones con nuestras vestimentas y ellos no, somos objetos sexuales y ellos no, pero esa es, ahora, otra cuestión. Podemos y debemos legislar contra la obligatoriedad y a favor de la libertad de elegir de todas las mujeres, y debemos proteger a aquellas que eligen en contra de la voluntad de sus parientes o su (nuestra) cultura. Proteger la libertad incluye proteger la de quienes hacen cosas que no compartimos, que no nos gustan o que, incluso, hacen cosas en contra de lo que creemos que son sus verdaderos intereses; me temo que la democracia es eso. No puedo en este artículo explicar cuáles creo que deben ser los límites a la libertad, pero los hay. Si bien la libertad religiosa es importante, proteger activamente la igualdad entre hombres y mujeres debe tener como poco el mismo valor. El Estado, así, tiene que moverse entre la complicada defensa de la libertad religiosa y la defensa de la igualdad de género. Islamofobia Pero, en todo caso, resulta que en Europa sí hay un problema grave de racismo y xenofobia islamófoba. Lo suficientemente grave como para que nos lo tomemos en serio y como para ser beligerantes ante cualquier avance. No hay otra razón para que en Francia se prohíba el burkini que no sea alentar políticamente la xenofobia. El debate europeo sobre la vestimenta de las mujeres musulmanas se ha dado siempre en nombre de la seguridad y nunca de la igualdad y esos dirigentes que tratan de prohibir el burkini son los mismos que mantienen trato más que amigable con países que segregan y torturan a las mujeres. Son los que no mueven un dedo por acabar con otras instituciones y prácticas sexistas que padecemos las mujeres europeas así que está más que claro que el debate del burkini no es más que una excusa para ganar votos o para alentar la xenofobia y el racismo. Eso debería bastar para que fuéramos muy críticas con ese empeño. Tenemos que ser capaces de matizar y no usar la brocha gorda porque en las circunstancias actuales no condenar el racismo siempre que se produce es alentarlo. No obstante, dejó de tratar sobre el burkini y se volcó hacia lo de siempre, muticulturalismo / universalismo; libertad de elección / estructura opresiva y aleteando siempre debajo el oportunismo racista de los de siempre. La manera de luchar contra el fascismo y el racismo no puede ser un relativismo completamente acrítico. Parece evidente que igual que existe la xenofobia y el fascismo europeo, existe un fascismo islamista que se está extendiendo y que propone, entre otras cosas y de manera muy importante, un patriarcado extremo y brutal. El velo integral estaba desapareciendo en aquellos países en los que había dejado de ser obligatorio y que estaban transitando hacia una mayor secularización cultural e igualdad de género. La manera en que todos los proyectos democráticos árabes han sido abortados desde hace décadas por las potencias occidentales es tema para otro artículo, pero tiene mucho que ver con lo que aquí tratamos. El resultado es el crecimiento de un fundamentalismo religioso de corte fascista que ha generado un aumento del velo integral incluso en mujeres que viven fuera de sus países de origen o que se convierten no ya al Islam, sino directamente al wahabismo. Y eso está ocurriendo para desesperación de muchas mujeres árabes que se dejaron la vida luchando contra el integrismo religioso. Muy a menudo frivolizamos y no damos la suficiente importancia a las vidas y a las luchas de las mujeres que sufren en los países en los que se está imponiendo, con ayuda de occidente, el fundamentalismo wahabista. ¿Dónde nos situamos cada una de nosotras en esa lucha? Parece que a veces pensemos que las mujeres musulmanas o de cultura islámica están más habituadas que nosotras al burka, "allá ellas y sus costumbres". Eso es también una forma brutal de racismo en la que incurrimos a menudo, como, por cierto, nos acusan en muchas ocasiones feministas árabes que llevan toda la vida luchando contra el fundamentalismo religioso. ¿Dónde nos situamos en esa pelea? El miedo al etnocentrismo no puede impedirnos defender la universalidad de los derechos humanos, uno de los cuales es el derecho de las mujeres a la igualdad. Y nos importa, no solo por solidaridad con ellas, sino por nosotras mismas. No creo que haya un ellas y un nosotras. Primero, muchas de esas mujeres son europeas, nacidas y educadas aquí, somos nosotras mismas; y segundo porque el patriarcado es universal y el destino de todas las mujeres está entrelazado. Que exista mucho sexismo en nuestra propia cultura no nos imposibilita a las feministas para debatir o criticar el sexismo en otras culturas, no digamos ya formas de sexismo que crecen entre nosotras; como entrelazados están todos los fascismos, por cierto. Me parece sospechoso que el relativismo se aplique siempre mucho menos cuando hablamos de la defensa de la mayoría de los derechos humanos, y mucho más cuando hablamos de costumbres, leyes, instituciones, que afectan a las mujeres. No suelo escuchar lo del pensamiento colonialista cuando hablamos de igualdad económica, por ejemplo, o de pobreza, de derechos lgtb, cuando nos posicionamos con determinados pueblos minoritarios, cuando hablamos de injusticia ecológica, que cuando hablamos de mujeres. De todos los derechos humanos parece que los de las mujeres son siempre los más relativos. Creo que el miedo al etnocentrismo no puede paralizar la crítica a las violaciones de los derechos humanos de las mujeres en otras culturas, y esas mujeres a su vez pueden y deben alertarnos sobre el sexismo que nosotras hemos naturalizado y a veces no vemos. Finalmente, este tema como la mayoría de los debates feministas contemporáneos, parece pivotar sobre el binomio libre elección / constricción estructural. Simplificando dolorosamente lo que es un tema de enorme complejidad también, diría que es absurdo no reconocer las estructuras sociales, culturales, económicas, todas ellas patriarcales, y las instituciones que oprimen y dirigen una parte importante de nuestros comportamientos, pensamientos e ideología. Más absurdo aún es cuando esto se hace desde posiciones de izquierdas que llevan toda la vida tratando de visibilizar, precisamente, esas estructuras y ese sistema en el que el poder anida. Si aplicáramos el concepto de libre elección nuda a otras cuestiones sociales haríamos desaparecer las estructuras y los constreñimientos sistémicos que obligan a las personas a hacer determinadas elecciones que, finalmente, no son tales. Esto que se ve muy claro cuando hablamos de clase o raza, no se ve tan claro cuando hablamos de mujeres cuya supuesta libre elección hace desaparecer cualquier estructura opresiva o sistémica. Pero, al mismo tiempo, sabiendo esto, es imposible no reconocer hoy día a las mujeres un gran espacio de agencia y libre elección. E infantilizar a las mujeres musulmanas lo hacemos muy a menudo. Las mujeres que se ponen las prendas que debatimos, nos gusten más o menos, son adultas, argumentan, reivindican derechos fundamentales también; son universitarias, trabajan, estudian, discuten con sus maridos, son creyentes y toman sus propias decisiones, como nosotras. No es posible, literalmente no es posible, no escucharlas. Mucha o poca, mediatizada más o menos, dirigida más o menos, constreñida por el patriarcado y el capitalismo, como las de todos, ese espacio de agencia individual tiene que ser reconocido y cualquier proyecto emancipador tiene que tenerlo en cuenta. Hablamos con ellas, discutimos con ellas, pero no es posible hablar sobre ellas como si ellas no estuvieran. Todas y cada de una de nosotras y nosotros construimos nuestras vidas en el vértice entre lo que queremos hacer, lo que podemos hacer y lo que creemos que queremos hacer. Tenemos que contar con eso y trabajar a partir de eso. Terminaré diciendo que entiendo que estos debates son muy virulentos porque las mujeres sentimos que estamos debatiendo sobre nuestras propias vidas; no es algo ajeno ni teórico, son nuestras vidas las que están en juego. Creo que ante cuestiones de esta trascendencia hay que admitir las dudas, los grises y los matices y luchar por no caer en cierto fundamentalismo del debate, que también se da mucho. |
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