Se echan las manos a la cabeza quienes sostienen que el Papa no ha dicho nada nuevo esta mañana en el Aula Pablo VI. Que en ningún rincón del Catecismo o del Código de Derecho Canónico dice que los divorciados vueltos a casar están excomulgados, que una cosa es no poder comulgar y otra estar fuera de la Iglesia... Y dicen bien. Porque lo importante de las palabras del Papa, como todas las que lleva diciendo desde el inicio de su Pontificado, no están en la alteración -o no- de la ley, sino de anteponer el hombre a la Ley. Ya saben, el hombre al sábado, que diría un tal Jesús al que algunos tienen tan olvidado...
Y es que la revolución que trae Francisco no es la de las normas, sino la de la actitud. La de la misericordia, la de la cercanía, la del abrazo. No la del dogma, el ordeno y mando, la estructura. Aunque haya cambios, que los habrá. Lo relevante no es saber si los divorciados vueltos a casar están o no excomulgados, sino conseguir que, en la práctica, formen parte de la comunidad en igualdad de condiciones al resto de seguidores de Jesús. Tomando cada caso, como el propio Bergoglio explica -no se queden en la frase, para un lado o para otro, escuchen, vean el vídeo (este Papa improvisa mucho, y sus palabras son más de las que aparecen en los discursos oficiales)-. Cualquier otra reducción se me antoja maniquea. Son tiempos de revolución: en las calles, en la política, en la economía, también en la Iglesia. Una revolución de la ternura, de la comprensión, del testimonio de vida coherente, de las puertas abiertas, de considerar al otro miembro de mi propia especie, de mi familia, de mi entorno. De dejar a un lado el descarte, ya sea en las sacristías o en las cárceles al aire libre de Melilla, Calais, Lampedusa, Belén... De abrir de par en par puertas y ventana para que se renueve el aire. Y de aprender a respirar, por supuesto. Que en demasiadas ocasiones se nos ha olvidado. La libertad, como el amor, como la fe en el Dios vivo, hay que conquistarla, y vivirla, día a día. Lo demás, simplemente palabras. Vacías, insulsas, muertas. Como la letras de las leyes que no miran el rostro de la persona en la que se aplican. Esa es la revolución de Francisco. Y la del Evangelio.
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La decisión del papa Francisco de crear un tribunal especial para juzgar a los obispos que encubran casos de pederastia entre sus subordinados merece ser alabada: supone un paso decisivo en la lucha contra los abusos sexuales contra menores en la Iglesia católica.
El gran escándalo público en el que la institución que ahora preside Bergoglio se ha visto envuelta en la última década y media viene tanto de los hechos en sí como del manto de silencio interno que garantizaba la impunidad de los agresores y el desamparo total de las víctimas. En los testimonios de estas se repite sistemáticamente cómo sus denuncias fueron desoídas; y ellas, despreciadas, a veces con el silencio y a veces —aún peor— con absurdos consejos o amenazas. Lo que el Papa ha ordenado crear es precisamente una vía —triple y con final en la Congregación para la doctrina de la fe, el antiguo Santo Oficio— que garantice que las víctimas puedan ser escuchadas y que la investigación afecte tanto a los autores de los abusos como a los obispos que los encubran. Porque son esos obispos encubridores quienes tienen, después de los abusadores, más responsabilidad en los hechos. En una organización tan jerarquizada y vertical como la Iglesia, los prelados cuentan con todo el poder para frenar estas situaciones intolerables. Más allá de las medidas de fuero interno que pueda adoptar la Iglesia, conviene recordar que en los códigos penales de los países democráticos el encubrimiento constituye un delito punible. Los encubridores deben responder ante las leyes civiles, independientemente de las sanciones a las que sean sometidos por las organizaciones a las que pertenezcan. Y esto afecta también a los obispos. Francisco dijo al comienzo de su pontificado que quería pastores que “huelan a oveja”. Con esta medida les deja bien claro además que no pueden ser ni siquiera amigos de los lobos. Francisco piensa en verde. El primer Papa del Sur dedicará su próxima encíclica -la primera atribuible exclusivamente a él, pues Lumen Fidei, firmada por él, es obra de su antecesor- a la ecología y al cuidado del medio ambiente. Se trata del primer texto de este calado -forma parte del Magisterio de la Iglesia, y compromete la infalibilidad papal- escrito por un pontífice.
Su título marca diferencias. Laudato sii (Alabado seas), son las primeras palabras del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís, considerado el primer texto ecológico -y ecologista- de la historia, donde el fundador de los franciscanos, en pleno siglo XIII, apuntaba los principios que hoy defienden los amantes de la naturaleza. Y, del mismo modo, Bergoglio retorna al comienzo de su pontificado. Sus primeras palabras en la misa de su coronación giraban en torno a la necesidad de que el hombre dejara de asesinar al planeta y se convirtiera en “custodio de la creación”. Y precisamente esta expresión -“Sobre el cuidado de la creación”- es el subtítulo de la encíclica, que verá la luz previsiblemente el próximo 16 de junio. Al igual que San Francisco hablaba en su Cántico de “El Hermano Sol, la Hermana Luna, la Hermana Tierra”, el texto de Bergoglio abordará la urgencia de atacar conjuntamente el cambio climático, el hambre, la desigualdad o el impacto de la deforestación y la esquilmación de los recursos naturales en la vida de los seres humanos, especialmente de los más pobres. Después de varios meses de rumores -y mucha polémica, especialmente desde grandes multinacionales, que temen una severa condena por parte del Papa Francisco-, y meses antes de que el Papa hable ante Naciones Unidas, el director de la Librería Editrice Vaticana, Giuseppe Costa, desveló el título este fin de semana, durante la entrega del premio Cardenal Michele Giordano en Roma. “Son muchas editoriales en el extranjero las que se han interesado ya por la publicación de la encíclica en sus países”, ha declarado el director de la editorial oficial del Vaticano, en declaraciones a la agencia SIR de la Conferencia Episcopal Italiana. En el texto ha colaborado un equipo de expertos, liderados por el cardenal Turkson y el teólogo de cabecera del Papa, Víctor Manuel Fernández. Según reveló el teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de los padres de la Teología de la Liberación, Francisco le pidió material para la misma. Algo similar ocurrió con los más famosos teólogos especializados en medio ambiente, como Frei Betto o el obispo de la Amazonía, Pere Casaldàliga. El propio secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, anunciaba hace un mes que Francisco quería presentar su encíclica en la Asamblea General de la ONU, ante la que hablará el próximo 26 de septiembre. Este año, además, se celebran la Conferencia de las Partes o COP 21 de París, donde se analizarán los compromisos para sustituir al fracasado protocolo de Kyoto. ¿Cuáles son los puntos clave de la encíclica? Fuentes que han trabajado con alguno de los textos previos aseguran que el documento papal no solo va a tratar temas propios del medio ambiente, sino también temas relacionados con la tierra, el agua, los alimentos, la pobreza. Francisco también hablará sobre los grupos de poder, las grandes multinacionales que se convierten en “depredadores” del planeta a costa de incrementar la brecha entre ricos y pobres. Para el teólogo Álvaro Ramis, con Laudato sii el Papa quiere abordar seriamente el cambio climático, uniéndolo con la preocupación por la justicia social. “Francisco ha planteado el tema de los desplazados climáticos”, en Asia, África y Latinoamérica, asociando el impacto de la industria en el medio ambiente con la pobreza y los movimientos migratorios. A más pobreza, más desigualdad, y más migración. “Si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros” “Los países del sur no tienen las mismas responsabilidades que los países del norte y deben tener el apoyo financiero para poder enfrentar estos desastres naturales. Debe existir una política de justicia internacional, que dé a los países del sur la capacidad de enfrentar las consecuencias del cambio climático que han originado los países desarrollados”, explicó Ramis. “La naturaleza no es una propiedad de la que podamos abusar a nuestro antojo, ni mucho menos es la propiedad de unos pocos, sino un don de todos, que debemos custodiar. Si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros. ¡Nunca lo olvides!”, ha señalado en algunas ocasiones Francisco quien, rotundo, ha afirmado que “Dios perdona siempre; los hombres, algunas veces; la naturaleza, nunca”. Se va. Se está yendo desde hace meses. En pocas fechas, será un recuerdo. Duro y fuerte, pero recuerdo. Aunque quiso quedar para la posteridad, dejando una marca indeleble en el sky line madrileño. Ahora sabe que no podrá hacerlo. El Tribunal Supremo ha tumbado definitivamente el proyecto de "minivaticano" del cardenal Rouco Varela en Las Vistillas.
El megaproyecto del purpurado, que pretendía arramblar con 19.0000 metros cuadrados de suelo público para construir edificios, una biblioteca privada, garajes para financiar los costes y buena parte de su otro sueño -éste cumplido a medias-, la gran Universidad Eclesiástica San Dámaso, se ha derrumbado gracias al impulso de los madrileños. Estamos de enhorabuena. Atrás quedaron los días en los que se anunciaba a bombo platillo la consecución de los acuerdos, las obras iniciadas pese a sentencias contrarias, la movilización de todo un barrio. Rouco no pasará precisamente a la historia como el hombre que destrozó las Vistillas. No pudo hacerlo. Eso sí: pasará a la historia por otras cuitas. Ya habrá tiempo, no demasiado lejos, de recordarlas. Mis respuestas al cuestionario del Papa por: Jesús Bastante Liébana, Periodista. Seguidor de Jesús11/9/2013 Las cosas se están moviendo, y mucho. La reforma que Francisco pretende para la Iglesia no es mera retórica, ni se queda en gestos, ni siquiera es producto de su ejemplo personal o su audacia. Bergoglio está apostando por una Iglesia inclusiva, en primera persona del plural, en el que el “Nosotros” sea algo más que una palabra vacía de contenido. Y ha llegado el momento de que “Nosotros”, los que formamos parte de la Iglesia, hagamos algo.
Días antes de arrancar el Cónclave, escribí un post en este blog en el que soñaba con que había llegado la hora de dejar que Cristo saliera de su encierro. Hoy, este día, parece cada día más cercano. Francisco ha dado un gran paso en ese sentido, enviando un completo cuestionario para que obispos, parroquias y cristianos de base den su opinión acerca de cuestiones de suma importancia. Desde los divorciados vueltos a casar a las uniones gay, pasando por la pastoral familiar, el uso de preservativos o la paternidad responsable. No se trata de meras palabras, o deseos sin base real. Dentro de un año, se llevará a cabo un Sínodo Extraordinario sobre pastoral familiar. Y estos temas estarán sobre la mesa. Y se tomarán decisiones. Y, por primera vez en mucho tiempo –probablemente, por primera vez desde el Concilio-, todos los seguidores de Jesús tenemos voz. Y capacidad para opinar, y para que nuestra voz sea escuchada. Francisco nos ha planteado 38 preguntas, muy concretas. Vamos a tomarnos la molestia de contestarlas. Y de hacérselas llegar al Papa. Ya ha pasado el tiempo de quejarnos por las decisiones que otros toman por nosotros, de denunciar que en la Iglesia únicamente deciden las jerarquías o movimientos. Por primera vez en mucho tiempo, nos han preguntado. Y creo sinceramente que nuestro deber es contestar. Por si a alguien le interesa, aquí van mis respuestas al cuestionario del Papa. 1.- Sobre la difusión de la Sagrada Escritura y del Magisterio de la Iglesia sobre la familia, a) ¿Cuál es el conocimiento real de las enseñanzas de la Biblia, de la (encíclica) ‘Gaudium et Spes’, de la ‘Familiaris consortio’ y de otros documentos del magisterio postconciliar (Vaticano II) sobre el valor de la familia según la Iglesia Católica? ¿Cuál es la formación de nuestros fieles para la vida familiar según las enseñanzas de la Iglesia? Muy precario. Desafortunadamente, los documentos eclesiales carecen de un lenguaje que los hagan comprensibles para el común de los fieles. Que la familia es una institución de inestimable valor no hay quien lo dude hoy. El problema no es tanto la formación de los fieles –que sí resulta muy mejorable- sino las propias enseñanzas de la Iglesia, que no encuentran acomodo con la realidad de la sociedad contemporánea. b) Allí donde la enseñanza de la Iglesia es conocida, ¿es aceptada integralmente? ¿Hay dificultades en ponerla en práctica? ¿Cuáles? No, no lo es. No son tanto las dificultades externas –que no existen en la práctica, al menos en Occidente- cuanto la desconexión de algunas de esas enseñanzas con la práctica del Evangelio. La actual pastoral familiar está trufada de prohibiciones y un completo listado de pecados, y en la misma apenas cuentan términos como “misericordia”, “acogida” o “diálogo”. Resulta muy difícil entender que la actual pastoral familiar se centre en el uso o no de preservativos, en la prohibición de relaciones sexuales antes del matrimonio, en una castidad mal entendida y represora y en la concepción de todo lo relativo al sexo como pecaminoso. Una pastoral familiar sana debe basarse en el respeto y la libertad. c) ¿Cómo es difundida la enseñanza de la Iglesia en el contexto de los programas pastorales en el ámbito nacional? ¿diocesano, parroquial? ¿Qué catequesis se hace sobre la familia? En España, lamentablemente, los programas pastorales y catequéticos de familia se basan en la represión y no en la propuesta. Son un listado de prohibiciones y de pecados, cuando el valor de la familia está precisamente en su capacidad de acogida, de inclusión y de ayuda en cualquier circunstancia. Si planteamos la familia cristiana como la única posible frente a otras formas de familia que han de ser poco menos que ninguneadas, estaremos cometiendo una grave injusticia y, lo que es peor, estaremos incapacitando a los futuros padres a afrontar, desde la fe, algunas problemáticas. Con la doctrina sobre la familia que hoy plantean los obispos españoles, unos padres con un hijo homosexual prácticamente estarían abocados a romper todo vínculo con él si decide vivir en pareja con otra persona. d) ¿En qué medida -concretamente sobre qué aspectos-tal enseñanza es realmente conocida, aceptada, rechazada y/o criticada en ambientes extra eclesiales? ¿Cuáles son los factores culturales que obstaculizan la plena recepción de la enseñanza de la Iglesia sobre la familia? Es evidente que la cultura actual no refleja los postulados defendidos históricamente por la institución. Pero lo que resulta más sangrante son los obstáculos de la enseñanza de la Iglesia para la vida en sociedad. Defender los valores de la familia cristiana no tienen por qué suponer expresamente el ataque a otras formas de entender o vivir la familia o las relaciones. Y lamentablemente, eso sucede. Hay toda una panoplia de declaraciones de obispos y grupos ultraconservadores acerca de esto. 2.- Sobre el matrimonio de acuerdo con la ley natural… a) ¿Qué lugar ocupa el concepto de ley natural en la cultura civil, tanto en ámbito institucional, educativo y académico, como en ámbito popular? ¿Qué ópticas antropológicas se sobreentienden en este debate sobre el fundamento natural de la familia? Desde mi óptica, la familia está fundada sobre la base de personas que se aman y que deciden vivir una vida en común, orientada a la vida y a la construcción de una sociedad más humana y solidaria. La familia es el ámbito en el que se educa en la fe y en el respeto, donde encontrar refugio en los momentos de dificultad. Una institución indispensable y reconocida por el ordenamiento jurídico y las leyes. Sin familia, no existiría sociedad. El fundamento natural de la familia es obvio, como lo es la propia vida humana o las relaciones humanas desde que el mundo es mundo. Existe familia antes que existiera la Iglesia católica. Y existirá la familia incluso en el hipotético caso de que la Iglesia dejara de existir. b) El concepto de ley natural con relación a la unión entre el hombre y la mujer ¿es comúnmente aceptado como tal de parte de los bautizados en general? Creo que sí. La unión hombre y mujer está dentro de la ley natural. Lo que no me queda claro es si determinadas actuaciones de la Iglesia institucional entienden la ley natural en lo relativo a las relaciones entre un hombre y una mujer. c) ¿Cómo es contestada en la práctica y en la teoría la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer en vistas de la formación de una familia? ¿Cómo es propuesta y profundizada en los organismos civiles y eclesiales? No veo ningún problema. Los organismos civiles, en nuestro país, respetan y promueven las uniones entre hombre y mujer, ya sea dentro del matrimonio religioso, civil o las uniones de hecho. En cambio, la Iglesia no reconoce otra unión que la matrimonial sacramental. d) En el caso de que pidan el matrimonio los bautizados no practicantes o quienes se declaran no creyentes, ¿cómo afrontar los desafíos pastorales que derivan de ello? Insisto: el matrimonio existe antes incluso de que se creara la Iglesia. Los desafíos de cualquier pastoral, incluyendo la matrimonial, tienen que estar basados en el respeto y en el trato personalizado de cada caso. La iglesia tiene el derecho y el deber de proponer su modelo de vida matrimonial, de educación de los hijos y de vida cristiana. El auténtico desafío está, en mi opinión, en entender que la propuesta no puede ser una imposición. La imposición de las ideas no puede estar más alejada del Evangelio. 3.- La pastoral de la familia en el contexto de la evangelización. a) ¿Cuáles son las experiencias surgidas en los últimos decenios en orden a la preparación al matrimonio? ¿De qué manera se ha intentado estimular el deber de evangelización de los esposos y de la familia? ¿De qué manera promocionar la conciencia de la familia como “Iglesia doméstica”? imprescindible una pastoral matrimonial que pusiera énfasis en la familia como “iglesia doméstica!, el lugar donde se vive la fe y el Evangelio, en el que se suma, se propone y se vive la fe con esperanza y alegría. Creo que en todo este debate, incluso en la formulación de algunas de las preguntas, se cae en el error de entender las familias cristianas únicamente desde una óptica, que en mi opinión resulta muy pobre. No debería existir un “cliché” sobre lo que significa familia cristiana. Sí es cierto que, en los últimos tiempos, la preparación al matrimonio es mínima, se reduce a un brevísimo y conciso curso prematrimonial, y no se tienen en cuenta las experiencias profundas de convivencia previas a una unión matrimonial. La convivencia es más difícil de lo que parece, y estar preparado para ello no debería reducirse a llegar célibe al matrimonio o entender el sexo únicamente como objeto de procreación. Entiendo que esta respuesta es algo reduccionista y caricaturiza el trabajo que realizan en muchos lugares muchos matrimonios cristianos, pero lo cierto es que la imagen que llega a la sociedad es ésta. Y hay que conocerla y tratar de modificarla. b) ¿Se ha conseguido proponer estilos de plegaria en familia que consigan resistir a la complejidad de la vida y cultura actuales? Lamentablemente no. Aunque es cierto que cada vez son más las editoriales o proyectos pastorales que promueven las oraciones antes de acostarse, las bendiciones de mesa en familia o la participación de los niños en la vida de la Iglesia. c) En la crisis actual entre generaciones, ¿cómo las familias cristianas han sabido realizar la propia vocación de transmisión de la fe? En la medida en que éstas han aportado su experiencia normalizada en sociedad, es positivo. La propuesta de la familia cristiana sigue teniendo vigencia y validez en el mundo de hoy, dentro de las distintas propuestas culturales y sociales. La transmisión de la fe, en la mayor parte de las ocasiones en esta sociedad, se da a través del ejemplo de vida y un conjunto de valores que sirven para la convivencia. d) ¿En qué manera las Iglesias locales y los movimientos de espiritualidad familiar han sabido crear caminos ejemplares? Todos esos caminos son válidos y, posiblemente, efectivos. El riesgo, con todo, es el de creer que su camino es el único válido para una familia cristiana. e) ¿Cuál es la aportación específica que parejas y familias han conseguido dar respecto a la difusión de una visión integral de la pareja y de la familia cristiana que sea actualmente creíble? Insisto: el mejor modelo es el del ejemplo de vida. Es imposible un único modelo para cualquier circunstancia. El modelo de la familia de Nazaret puede serlo, en tanto en cuanto sirve para hablarnos de un matrimonio con hijos que vivía y trabajaba en la sociedad de la época. No serviría si planteamos que una familia del siglo XXI debe vivir exactamente como lo haría otra de la Jerusalén del siglo I f) ¿Qué atención pastoral ha manifestado la Iglesia para apoyar el camino de las parejas en la formación y de las parejas en crisis? El del intento de la reconciliación y el perdón mutuos, basado en el amor y la comprensión. Una atención válida, que sin embargo se queda coja en el momento en que las parejas o formación o en crisis no son capaces de superar los obstáculos y se rompen. Aquí se produce una especie de “vacío” por parte de la institución, que deja solas y desamparadas a muchas de estas personas que se atreven a dar un paso duro y difícil como puede ser una separación o un divorcio. 4.- Sobre la pastoral para afrontar algunas situaciones matrimoniales difíciles, a) La convivencia “ad experimentum” (experimental), ¿es una realidad pastoral de relieve en la Iglesia particular (local)? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? No, no lo es. Pero debería serlo. La convivencia experimental se antoja fundamental antes de dar un paso de la relevancia del matrimonio, que está orientado a la permanencia y la formación de una familia b) ¿Existen uniones libres de hecho, sin reconocimiento ni religioso ni civil? ¿Hay datos estadísticos fiables? Por supuesto. Es una realidad asentada y hasta cierto punto necesaria en un momento de la vida, especialmente en la juventud. c) Los separados y divorciados que se vuelven a casar ¿son una realidad pastoral relevante en la Iglesia particular? ¿En qué porcentaje se podría estimar numéricamente? ¿Cómo se afronta esta realidad a través de programas pastoral adecuados? Desgraciadamente, se trata de una realidad absolutamente desatendida por la Iglesia actual. Cada vez son más los matrimonios o las uniones que fracasan, y resulta una injusticia y un antisigno que no se les permita volver a amar y querer formar una familia según los conceptos del Evangelio y el ejemplo de Cristo. Se convierten en seres estigmatizados y que acaban por abandonar la fe, después de que la institución les expulse de la práctica sacramental. d) En todos estos casos, ¿cómo viven los bautizados sus irregularidades? ¿Son conscientes de ellas? ¿Manifiestan simplemente indiferencia? ¿Se sienten marginados y viven con sufrimiento la imposibilidad de recibir los sacramentos? Por supuesto que se sienten marginados. Porque lo están. La indiferencia sólo viene después de mucho tiempo, cuando comprueban que su madre, la Iglesia, les abandona o les trata como seres apestados. e) ¿Cuáles son las peticiones que las personas divorciadas y vueltas a casar dirigen a la Iglesia, respecto a los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación? Entre las personas que se encuentran en esta situación, ¿Cuántas piden estos sacramentos? Me consta que son muchos los cristianos que, habiendo vivido una experiencia tan dolorosa como una separación o un divorcio –casi siempre traumática-, se refugian en su fe para poder empezar de nuevo. Cuando, pasado el tiempo, encuentran otra persona que llena su corazón y con la que compartir una vida y una familia, y comprueban que no pueden vivir su fe dentro de la Iglesia, se sientan traicionados. Es preciso y urgente una actitud de apertura hacia estas personas. Es necesario, diría que imperioso, cambiar la normativa y permitir a los divorciados vueltos a casar la participación en la Eucaristía, después de un discernimiento personal –tal vez también comunitario- sobre la licitud moral de su opción. f) ¿La simplificación de la praxis canónica, respecto al reconocimiento de la declaración de anulación del vínculo matrimonial podría ofrecer una real contribución positiva para la solución de los problemas de las personas implicadas? En caso afirmativo, ¿de qué manera? El propio Papa lo señaló recientemente, y también el arzobispo Müller: cada vez parece más claro que muchas personas se casan sin estar lo suficientemente preparadas. La anulación matrimonial sigue siendo una opción cara, dificultosa, dolorosa y lenta. Hay que agilizar los procesos canónicos, que no son un plato de gusto para nadie. g) ¿Existe una pastoral para acercarse a estos casos? ¿Cómo se desarrolla tal actividad pastoral? ¿Existen programas sobre ello en ámbito nacional y diocesano? ¿Cómo se anuncia a separados y divorciados vueltos a casar la misericordia de Dios y cómo se concreta el sostén de la Iglesia en su camino de fe? Lamentablemente, no existen, salvo casos contados –como en la diócesis de Barcelona- actividades pastorales que integren a las personas divorciadas y vueltas a casar, y mucho menos desde un concepto de pastoral familiar. Estas personas y sus hijos no son consideradas familias en el sentido “católico” de la palabra, con lo cual jamás podrán sentirse integrados en plenitud. La misericordia de Dios, lamentablemente, no siempre se traduce en la Iglesia. 5.- Sobre las uniones de personas del mismo sexo… a) ¿Existe en vuestro país una ley civil que reconozca las uniones de personas del mismo sexo equiparadas de alguna manera al matrimonio? Sí, desde 2005. b) ¿Cuál es la actitud de las Iglesias particulares y locales tanto frente al Estado Civil promotor de uniones civiles entre personas del mismo sexo, como frente a las personas implicadas e este tipo de unión? Francamente mejorable. La Iglesia española ha protagonizado manifestaciones contra el matrimonio gay, haciendo declaraciones que se alejan del Evangelio clamorosamente, y dando ejemplo de una absoluta falta de misericordia y de sentido cristiano. Las convocatorias de encuentros de la “familia cristiana” en la plaza de Colón de Madrid o las sucesivas declaraciones de algunos obispos respecto al asunto retratan una realidad de la Iglesia española, absolutamente politizada y unida a unos valores que nada tienen que ver con la tolerancia, el diálogo y el amor por el prójimo por el que el mensaje de Jesús es, aún hoy, un mensaje válido para la construcción de una sociedad mejor. c) ¿Qué atención pastoral es posible tener hacia las personas que han elegido de vivir según este tipo de uniones? La misma que para cualquier bautizado. Conozco grupos de gays cristianos que tratan de vivir su fe y de incluir en ella su forma de vivir su sexualidad. El gran problema viene a la hora de considerar a los homosexuales como desviados, enfermos, poco menos que condenados al fuego eterno, siguiendo una interpretación excesivamente rigorista de algunos textos del Antiguo Testamento y San Pablo. Jesús jamás tuvo una palabra contra aquellos que pensaban o sentían de otro modo. d) En el caso de uniones de personas del mismo sexo que haya adoptado niños, ¿cómo comportarse en vistas de la transmisión de la fe? En primer lugar, normalizando la presencia de uniones homosexuales dentro de la Iglesia. Esto no supone que la Iglesia deje de proponer el modelo de familia cristiana como válido, respetable y bueno para el mundo de hoy, pero sí que la respuesta para otras realidades sea el anatema. Sea como fuere, los niños que nacen fruto de esas uniones –ya sea adoptados, con madres de alquiler u otras propuestas-, ¿qué culpa tienen de lo que hayan hecho o dejado de hacer sus padres, aun suponiendo que hubieran hecho algo malo? Es inaceptable esta condena por extensión. 6.- Sobre la educación de los hijos en el sino de situaciones matrimoniales irregulares… a) ¿Cuál es en estos casos la proporción estimada de niños y adolescentes con relación a los niños nacidos y crecidos en familias regularmente constituidas? Actualmente, muy baja b) ¿Con qué actitud los padres se dirigen a la Iglesia? ¿Qué solicitan? ¿Solo los sacramentos o también la catequesis y la enseñanza en general de la religión? Fundamentalmente, aceptación y acogida. Sin estas dos actitudes, difícilmente podremos hablar de algo más concreto. Los sacramentos han de vivirse en el día a día. Y antes que enseñar los preceptos de una religión se ha de vivir el amor y la misericordia. “Mirad cómo se aman” debería ser el primer axioma, en lugar de “Cumple estas normas”. Si no, acabaremos como el joven rico. c) ¿De qué manera las Iglesias particulares se acercan a la necesidad de los padres de estos niños para ofrecer una educación cristiana a los propios hijos? Actualmente, y salvo casos aislados, de ningún modo. d) ¿Cómo se desarrolla la práctica sacramental en estos casos: la preparación, administración del sacramento y el acompañamiento? Actualmente, y salvo casos aislados, de ningún modo. 7.- Sobre la apertura de los esposos a la vida… a) ¿Cuál es el conocimiento real que los cristianos tienen de la doctrina de la (encíclica) “Humanae Vitae” sobre la paternidad responsable? ¿Qué conciencia hay de la evaluación moral de los distintos métodos de regulación de los nacimientos? ¿Qué profundizaciones se podrían sugerir sobre ello desde el punto de vista pastoral? Muy pequeño. La visión que se tiene de la doctrina eclesiástica sobre la paternidad responsable es, básicamente, la prohibición de cualquier uso de preservativos. Antes que plantear las prohibiciones habría que escuchar propuestas y entender qué significa realmente paternidad responsable, que en ningún caso debe ser “tener todos los hijos que Dios quiera”. Como si supiéramos qué es lo que Dios quiere en este campo, como si esa tesis no hubiera traído abandonos y maltratos. b) ¿La doctrina moral es aceptada? ¿Cuáles son los aspectos más problemáticos que hacen difícil su aceptación en la mayoría de las parejas? La doctrina moral es un compendio, en la mayor parte de los casos, de prohibiciones absurdas planteadas por personas que jamás –en teoría- han tenido que afrontar estas cuestiones. El problema es que se hace doctrina sobre parejas sin tener en cuenta a las parejas. c) ¿Qué métodos naturales se promueven de parte de la Iglesias particulares para ayudar a los cónyugues a poner en práctica la doctrina de la “Humanae vitae”? Teniendo en cuenta que la apertura a la vida es un factor necesario para una vida conyugal sana, y para el sostenimiento de cualquier sociedad, hay que decir que la mayor parte de los “medios naturales” que se proponen, especialmente la abstinencia, son rotundamente antinaturales. El sexo, también dentro del matrimonio, es una expresión de amor hacia la otra persona. d) ¿Qué experiencia hay sobre esta cuestión en la praxis del sacramento de la penitencia y en la participación en la eucaristía? Creo que en este punto hay que diferenciar claramente sobre el uso de preservativos o la práctica sexual previa al matrimonio, que en mi opinión no deberían suponer un paso por el sacramento de la penitencia o la ausencia de la Eucaristía siempre y cuando la propia conciencia tome en consideración que se trata de actos consentidos, deseados y responsables, y otras cuestiones, mucho más delicadas, como la interrupción del embarazo, que comportan una gravedad moral y física mucho mayores. e) ¿Qué contrastes se evidencian entre la doctrina de la Iglesia y la educación civil a este respecto? La doctrina oficial de la Iglesia está actualmente a años luz de una visión normalizada y social en este punto. f) ¿Cómo promover una mentalidad mayormente abierta a la natalidad? ¿Cómo favorecer el aumento de los nacimientos? Dejando de considerar el sexo como algo pecaminoso y proponiendo una auténtica paternidad responsable, y colaborando para que las familias tengan las circunstancias económicas y sociales adecuadas para que la natalidad sea un acto realmente responsable. La lógica del Evangelio lleva a tener todos los hijos que puedan tenerse, y que éstos sean deseados y vengan a un mundo donde puedan tener un futuro. 8.- Sobre la relación entre la familia y la persona, Jesucristo revela el misterio y la vocación del hombre: ¿la familia es un lugar privilegiado para que esto suceda? Indudablemente sí. ¿Cuáles situaciones críticas de la familia en el mundo actual pueden constituir un obstáculo para el encuentro de la persona con Cristo? Los divorciados vueltos a casar, las situaciones de maltrato, el machismo, las uniones civiles, la convivencia prematrimonial, la pobreza, la educación en valores, la falta de participación en la vida eclesial… ¿En qué medida la crisis de fe que pueden sufrir las personas inciden en su vida familiar? En la medida en que la fe forma parte de la vida de cada hombre y mujer, y en la medida en que somos seres sociales, cualquier crisis de fe incide en la vida familiar y social 9.- Otros desafíos y propuestas. ¿Existen otros desafíos y propuestas respecto a los temas tratados en este cuestionario, que sean consideradas como urgentes o útiles de parte de los destinatarios? Fundamentalmente, que las respuestas que se den a este cuestionario, sean las que sean, puedan ser tenidas en cuenta para la construcción de una Iglesia más participativa, más inclusiva, más pendiente de los sufrimientos y anhelos del hombre y la mujer de hoy. El verdadero desafío es volver a colocar la Iglesia en el centro. Finalmente, agradecer este tipo de iniciativas, y desear que tengan un fruto en forma de decisiones que abran a la Iglesia a una auténtica pastoral familiar, que afronte los desafíos con valentía e inclusión, como lo haría Jesús, el Resucitado, el motor que habría de movernos y que nos dijo que allí donde dos o más estén reunidos en su nombre, ahí estará él. “Hacen falta obispos que amen la pobreza y que no tengan psicología de príncipes”
Arremete contra los que quieren una Iglesia basada “sólo en la disciplina y la seguridad doctrinal” Una Iglesia inclusiva, coordinada, menos preocupada en condenar y más en proponer actitudes de conversión. Sin más ideología que la del mensaje del Evangelio. Y con obispos “que amen la pobreza, y que no tengan psicología de príncipes”. Este es el núcleo del discurso, uno de los más largos de este viaje, que Francisco acaba de dar a la cúpula del CELAM. Ante los obispos latinoamericanos, Francisco ha vuelto a arremeter contra las “tentaciones” de la Iglesia actual, que van desde la autorreferencialidad hasta el carrerismo, pasando por las dinámicas de ideologización la excesiva doctrina y el clericalismo. Una tentación de la que no se libran los pastores, bromeó el Papa. “Desde el obispo para abajo, todos van a ser tentados… ¡Sí, sí, aquí no se salva nadie!”, apuntó el Papa, quien reclamó que “los obispos deben ser pastores”. Francisco ha declarado dos “objetivos urgentes” para la Iglesia, en Latinoamérica y en todo el mundo: “renovación interna de la Iglesia y el diálogo con el mundo actual”. En el primer punto, el Papa ha denunciado las “estructuras caducas”, para que el trabajo de evangelización “sea más pastoral que administrativo”. Tomando como base el Documento de Aparecida, el Papa ha reclamado una mayor relevancia de los consejos pastorales, diocesanos y parroquiales, así como de las comunidades de base. “Es un problema de actitudes y de reforma de vida”. Seguidamente, y tras instar a los obispos a no cansarse de dialogar con el mundo, Francisco alertó de las “tentaciones” por las que pasa la Iglesia. Señaló varias: “la ideologización del mensaje evangélico”, a través de “el reduccionismo socializante”, “la ideologización psicológica”, la “propuesta gnóstica” comandada por los “católicos ilustrados” y la “propuesta pelagiana”, de aquellos que “buscan una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas, en la seguridad doctrinal o disciplinaria”. También arremetió Francisco contra el “clericalismo”, que explica, “en gran parte, la falta de adultez y de cristiana libertad en buena parte del laicado latinoamericano”. Frente a ello, la experiencia de “el católico como pueblo”, los grupos bíblicos, las comunidades eclesiales de base y los Consejos pastorales. Francisco reflexionó sobre el papel de los obispos. “Han de ser pastores, cercanos a la gente, padres, hermanos, pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, tanto interior como exterior”, afirmó. “Deben ser hombres que no tengan psicología de príncipes, que no sean ambiciosos, que sean esposos de una iglesia sin estar a la expectativa de otra, esperando la promoción. Deben velar por la esperanza de su pueblo”, añadió. Discurso del Papa Francisco en el encuentro con el Comité de coordinación del CELAM en el Centro de Estudios de Sumaré (Río de Janeiro, 28 de julio de 2013) 1. Introducción Agradezco al Señor esta oportunidad de poder hablar con ustedes, hermanos Obispos, responsables del CELAM en el cuatrienio 2011-2015. Hace 57 años que el CELAM sirve a las 22 Conferencias Episcopales de América Latina y El Caribe, colaborando solidaria y subsidiariamente para promover, impulsar y dinamizar la colegialidad episcopal y la comunión entre las Iglesias de esta Región y sus Pastores. Como Ustedes, también yo soy testigo del fuerte impulso del Espíritu en la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y El Caribe en Aparecida, en mayo de 2007, que sigue animando los trabajos del CELAM para la anhelada renovación de las iglesias particulares. Esta renovación, en buena parte de ellas, se encuentra ya en marcha. Quisiera centrar esta conversación en el patrimonio heredado de aquel encuentro fraterno y que todos hemos bautizado como Misión Continental. 2. Características peculiares de Aparecida Existen cuatro características que son propias de la V Conferencia. Son como cuatro columnas del desarrollo de Aparecida y que le dan su originalidad. 1) Inicio sin documento Medellín, Puebla y Santo Domingo comenzaron sus trabajos con un camino recorrido de preparación que culminó en una especie de Instrumentum laboris, con el cual se desarrolló la discusión, reflexión y aprobación del documento final. En cambio, Aparecida promovió la participación de las Iglesias particulares como camino de preparación que culminó en un documento de síntesis. Este documento, si bien fue referencia durante la Quinta Conferencia General, no se asumió como documento de partida. El trabajo inicial consistió en poner en común las preocupaciones de los Pastores ante el cambio de época y la necesidad de recuperar la vida discipular y misionera con la que Cristo fundó la Iglesia. 2) Ambiente de oración con el Pueblo de Dios Es importante recordar el ambiente de oración generado por el diario compartir la Eucaristía y otros momentos litúrgicos, donde siempre fuimos acompañados por el Pueblo de Dios. Por otro lado, puesto que los trabajos tenían lugar en el subsuelo del Santuario, la “música funcional” que los acompañaba fueron los cánticos y oraciones de los fieles. 3) Documento que se prolonga en compromiso, con la Misión Continental En este contexto de oración y vivencia de fe surgió el deseo de un nuevo Pentecostés para la Iglesia y el compromiso de la Misión Continental. Aparecida no termina con un Documento sino que se prolonga en la Misión Continental. 4) La presencia de Nuestra Señora, Madre de América Es la primera Conferencia del Episcopado Latinoamericano y El Caribe que se realiza en un Santuario mariano. 3. Dimensiones de la Misión Continental La Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las estructuras eclesiales. El “cambio de estructuras” (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionariedad. De aquí la importancia de la misión paradigmática. La Misión Continental, sea programática, sea paradigmática, exige generar la conciencia de una Iglesia que se organiza para servir a todos los bautizados y hombres de buena voluntad. El discípulo de Cristo no es una persona aislada en una espiritualidad intimista, sino una persona en comunidad, para darse a los demás. Misión Continental, por tanto, implica pertenencia eclesial. Un planteo como éste, que comienza por el discipulado misionero e implica comprender la identidad del cristiano como pertenencia eclesial, pide que nos explicitemos cuáles son los desafíos vigentes de la misionariedad discipular. Señalaré solamente dos: la renovación interna de la Iglesia y el diálogo con el mundo actual. Renovación interna de la Iglesia Aparecida ha propuesto como necesaria la Conversión Pastoral. Esta conversión implica creer en la Buena Nueva, creer en Jesucristo portador del Reino de Dios, en su irrupción en el mundo, en su presencia victoriosa sobre el mal; creer en la asistencia y conducción del Espíritu Santo; creer en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y prolongadora del dinamismo de la Encarnación. En este sentido, es necesario que, como Pastores, nos planteemos interrogantes que hacen a la marcha de las Iglesias que presidimos. Estas preguntas sirven de guía para examinar el estado de las diócesis en la asunción del espíritu de Aparecida y son preguntas que conviene nos hagamos frecuentemente como examen de conciencia. 1. ¿Procuramos que nuestro trabajo y el de nuestros Presbíteros sea más pastoral que administrativo? ¿Quién es el principal beneficiario de la labor eclesial, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad? 2. ¿Superamos la tentación de atender de manera reactiva los complejos problemas que surgen? ¿Creamos un hábito pro-activo? ¿Promovemos espacios y ocasiones para manifestar la misericordia de Dios? ¿Somos conscientes de la responsabilidad de replantear las actitudes pastorales y el funcionamiento de las estructuras eclesiales, buscando el bien de los fieles y de la sociedad? 3. En la práctica, ¿hacemos partícipes de la Misión a los fieles laicos? ¿Ofrecemos la Palabra de Dios y los Sacramentos con la clara conciencia y convicción de que el Espíritu se manifiesta en ellos? 4. ¿Es un criterio habitual el discernimiento pastoral, sirviéndonos de los Consejos Diocesanos? Estos Consejos y los Parroquiales de Pastoral y de Asuntos Económicos ¿son espacios reales para la participación laical en la consulta, organización y planificación pastoral? El buen funcionamiento de los Consejos es determinante. Creo que estamos muy atrasados en esto. 5. Los Pastores, Obispos y Presbíteros, ¿tenemos conciencia y convicción de la misión de los fieles y les damos la libertad para que vayan discerniendo, conforme a su proceso de discípulos, la misión que el Señor les confía? ¿Los apoyamos y acompañamos, superando cualquier tentación de manipulación o sometimiento indebido? ¿Estamos siempre abiertos para dejarnos interpelar en la búsqueda del bien de la Iglesia y su Misión en el mundo? 6. Los agentes de pastoral y los fieles en general ¿se sienten parte de la Iglesia, se identifican con ella y la acercan a los bautizados distantes y alejados? Como se puede apreciar aquí están en juego actitudes. La Conversión Pastoral atañe principalmente a las actitudes y a una reforma de vida. Un cambio de actitudes necesariamente es dinámico: “entra en proceso” y sólo se lo puede contener acompañándolo y discerniendo. Es importante tener siempre presente que la brújula, para no perderse en este camino, es la de la identidad católica concebida como pertenencia eclesial. Diálogo con el mundo actual Hace bien recordar las palabras del Concilio Vaticano II: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo (cf. GS, 1). Aquí reside el fundamento del diálogo con el mundo actual. La respuesta a las preguntas existenciales del hombre de hoy, especialmente de las nuevas generaciones, atendiendo a su lenguaje, entraña un cambio fecundo que hay que recorrer con la ayuda del Evangelio, del Magisterio, y de la Doctrina Social de la Iglesia. Los escenarios y areópagos son de lo más variado. Por ejemplo, en una misma ciudad, existen varios imaginarios colectivos que conforman “diversas ciudades”. Si nos mantenemos solamente en los parámetros de “la cultura de siempre”, en el fondo una cultura de base rural, el resultado terminará anulando la fuerza del Espíritu Santo. Dios está en todas partes: hay que saber descubrirlo para poder anunciarlo en el idioma de esa cultura; y cada realidad, cada idioma, tiene un ritmo diverso. 4. Algunas tentaciones contra el discipulado misionero La opción por la misionariedad del discípulo será tentada. Es importante saber por dónde va el mal espíritu para ayudarnos en el discernimiento. No se trata de salir a cazar demonios, sino simplemente de lucidez y astucia evangélica. Menciono sólo algunas actitudes que configuran una Iglesia “tentada”. Se trata de conocer ciertas propuestas actuales que pueden mimetizarse en la dinámica del discipulado misionero y detener, hasta hacer fracasar, el proceso de Conversión Pastoral. 1. La ideologización del mensaje evangélico. Es una tentación que se dio en la Iglesia desde el principio: buscar una hermenéutica de interpretación evangélica fuera del mismo mensaje del Evangelio y fuera de la Iglesia. Un ejemplo: Aparecida, en un momento, sufrió esta tentación bajo la forma de asepsia. Se utilizó, y está bien, el método de “ver, juzgar, actuar” (cf. n. 19). La tentación estaría en optar por un “ver” totalmente aséptico, un “ver” neutro, lo cual es inviable. Siempre el ver está afectado por la mirada. No existe una hermenéutica aséptica. La pregunta era, entonces: ¿con qué mirada vamos a ver la realidad? Aparecida respondió: Con mirada de discípulo. Así se entienden los números 20 al 32. Hay otras maneras de ideologización del mensaje y, actualmente, aparecen en Latinoamérica y El Caribe propuestas de esta índole. Menciono sólo algunas: a) El reduccionismo socializante. Es la ideologización más fácil de descubrir. En algunos momentos fue muy fuerte. Se trata de una pretensión interpretativa en base a una hermenéutica según las ciencias sociales. Abarca los campos más variados, desde el liberalismo de mercado hasta la categorización marxista. b) La ideologización psicológica. Se trata de una hermenéutica elitista que, en definitiva, reduce el “encuentro con Jesucristo” y su ulterior desarrollo a una dinámica de autoconocimiento. Suele darse principalmente en cursos de espiritualidad, retiros espirituales, etc. Termina por resultar una postura inmanente autorreferencial. No sabe de trascendencia y, por tanto, de misionariedad. c) La propuesta gnóstica. Bastante ligada a la tentación anterior. Suele darse en grupos de élites con una propuesta de espiritualidad superior, bastante desencarnada, que termina por desembarcar en posturas pastorales de “quaestiones disputatae”. Fue la primera desviación de la comunidad primitiva y reaparece, a lo largo de la historia de la Iglesia, en ediciones corregidas y renovadas. Vulgarmente se los denomina “católicos ilustrados” (por ser actualmente herederos de la Ilustración). d) La propuesta pelagiana. Aparece fundamentalmente bajo la forma de restauracionismo. Ante los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no tienen capacidad significativa. En América Latina suele darse en pequeños grupos, en algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias a la “seguridad” doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente es estática, si bien puede prometerse una dinámica hacia adentro: involuciona. Busca “recuperar” el pasado perdido. 2. El funcionalismo. Su acción en la Iglesia es paralizante. Más que con la ruta se entusiasma con la “hoja de ruta”. La concepción funcionalista no tolera el misterio, va a la eficacia. Reduce la realidad de la Iglesia a la estructura de una ONG. Lo que vale es el resultado constatable y las estadísticas. De aquí se va a todas las modalidades empresariales de Iglesia. Constituye una suerte de “teología de la prosperidad” en lo organizativo de la pastoral. 3. El clericalismo es también una tentación muy actual en Latinoamérica. Curiosamente, en la mayoría de los casos, se trata de una complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico le pide por favor que lo clericalice, porque en el fondo le resulta más cómodo. El fenómeno del clericalismo explica, en gran parte, la falta de adultez y de cristiana libertad en buena parte del laicado latinoamericano. O no crece (la mayoría), o se acurruca en cobertizos de ideologizaciones como las ya vistas, o en pertenencias parciales y limitadas. Existe en nuestras tierras una forma de libertad laical a través de experiencias de pueblo: el católico como pueblo. Aquí se ve una mayor autonomía, sana en general, y que se expresa fundamentalmente en la piedad popular. El capítulo de Aparecida sobre piedad popular describe con profundidad esta dimensión. La propuesta de los grupos bíblicos, de las comunidades eclesiales de base y de los Consejos pastorales va en la línea de superación del clericalismo y de un crecimiento de la responsabilidad laical. Podríamos seguir describiendo algunas otras tentaciones contra el discipulado misionero, pero creo que éstas son las más importantes y de más fuerza en este momento de América Latina y El Caribe. 5. Algunas pautas eclesiológicas 1. El discipulado-misionero que Aparecida propuso a las Iglesias de América Latina y El Caribe es el camino que Dios quiere para este “hoy”. Toda proyección utópica (hacia el futuro) o restauracionista (hacia el pasado) no es del buen espíritu. Dios es real y se manifiesta en el “hoy”. Hacia el pasado su presencia se nos da como “memoria” de la gesta de salvación sea en su pueblo sea en cada uno de nosotros; hacia el futuro se nos da como “promesa” y esperanza. En el pasado Dios estuvo y dejó su huella: la memoria nos ayuda a encontrarlo; en el futuro sólo es promesa… y no está en los mil y un “futuribles”. El “hoy” es lo más parecido a la eternidad; más aún: el “hoy” es chispa de eternidad. En el “hoy” se juega la vida eterna. El discipulado misionero es vocación: llamado e invitación. Se da en un “hoy” pero “en tensión”. No existe el discipulado misionero estático. El discípulo misionero no puede poseerse a sí mismo, su inmanencia está en tensión hacia la trascendencia del discipulado y hacia la trascendencia de la misión. No admite la autorreferencialidad: o se refiere a Jesucristo o se refiere al pueblo a quien se debe anunciar. Sujeto que se trasciende. Sujeto proyectado hacia el encuentro: el encuentro con el Maestro (que nos unge discípulos) y el encuentro con los hombres que esperan el anuncio. Por eso, me gusta decir que la posición del discípulo misionero no es una posición de centro sino de periferias: vive tensionado hacia las periferias… incluso las de la eternidad en el encuentro con Jesucristo. En el anuncio evangélico, hablar de “periferias existenciales” descentra, y habitualmente tenemos miedo a salir del centro. El discípulo-misionero es un descentrado: el centro es Jesucristo, que convoca y envía. El discípulo es enviado a las periferias existenciales. 2. La Iglesia es institución pero cuando se erige en “centro” se funcionaliza y poco a poco se transforma en una ONG. Entonces, la Iglesia pretende tener luz propia y deja de ser ese “misterium lunae” del que nos hablaban los Santos Padres. Se vuelve cada vez más autorreferencial y se debilita su necesidad de ser misionera. De “Institución” se transforma en “Obra”. Deja de ser Esposa para terminar siendo Administradora; de Servidora se transforma en “Controladora”. Aparecida quiere una Iglesia Esposa, Madre, Servidora, facilitadora de la fe y no controladora de la fe. 3. En Aparecida se dan de manera relevante dos categorías pastorales que surgen de la misma originalidad del Evangelio y también pueden servirnos de pauta para evaluar el modo como vivimos eclesialmente el discipulado misionero: la cercanía y el encuentro. Ninguna de las dos es nueva, sino que conforman la manera cómo se reveló Dios en la historia. Es el “Dios cercano” a su pueblo, cercanía que llega al máximo al encarnarse. Es el Dios que sale al encuentro de su pueblo. Existen en América Latina y El Caribe pastorales “lejanas”, pastorales disciplinarias que privilegian los principios, las conductas, los procedimientos organizativos… por supuesto sin cercanía, sin ternura, sin caricia. Se ignora la “revolución de la ternura” que provocó la encarnación del Verbo. Hay pastorales planteadas con tal dosis de distancia que son incapaces de lograr el encuentro: encuentro con Jesucristo, encuentro con los hermanos. Este tipo de pastorales a lo más pueden prometer una dimensión de proselitismo pero nunca llegan a lograr ni inserción eclesial ni pertenencia eclesial. La cercanía crea comunión y pertenencia, da lugar al encuentro. La cercanía toma forma de diálogo y crea una cultura del encuentro. Una piedra de toque para calibrar la cercanía y la capacidad de encuentro de una pastoral es la homilía. ¿Qué tal son nuestras homilías? ¿Nos acercan al ejemplo de nuestro Señor, que “hablaba como quien tiene autoridad” o son meramente preceptivas, lejanas, abstractas? 4. Quien conduce la pastoral, la Misión Continental (sea programática como paradigmática), es el Obispo. El Obispo debe conducir, que no es lo mismo que mandonear. Además de señalar las grandes figuras del episcopado latinoamericano que todos conocemos quisiera añadir aquí algunas líneas sobre el perfil del Obispo que ya dije a los Nuncios en la reunión que tuvimos en Roma. Los Obispos han de ser Pastores, cercanos a la gente, padres y hermanos, con mucha mansedumbre; pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad ante el Señor, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida. Hombres que no tengan “psicología de príncipes”. Hombres que no sean ambiciosos y que sean esposos de una Iglesia sin estar a la expectativa de otra. Hombres capaces de estar velando sobre el rebaño que les ha sido confiado y cuidando todo aquello que lo mantiene unido: vigilar sobre su pueblo con atención sobre los eventuales peligros que lo amenacen, pero sobre todo para cuidar la esperanza: que haya sol y luz en los corazones. Hombres capaces de sostener con amor y paciencia los pasos de Dios en su pueblo. Y el sitio del Obispo para estar con su pueblo es triple: o delante para indicar el camino, o en medio para mantenerlo unido y neutralizar los desbandes, o detrás para evitar que alguno se quede rezagado, pero también, y fundamentalmente, porque el rebaño mismo también tiene su olfato para encontrar nuevos caminos. No quisiera abundar en más detalles sobre la persona del Obispo, sino simplemente añadir, incluyéndome en esta afirmación, que estamos un poquito retrasados en lo que a Conversión Pastoral se refiere. Conviene que nos ayudemos un poco más a dar los pasos que el Señor quiere para nosotros en este “hoy” de América Latina y El Caribe. Y sería bueno comenzar por aquí. Les agradezco la paciencia de escucharme. Perdonen el desorden de la charla y, por favor, les pido que tomemos en serio nuestra vocación de servidores del santo pueblo fiel de Dios, porque en esto se ejercita y se muestra la autoridad: en la capacidad de servicio. Muchas gracias. Carlos Escudero Freire acaba de publicar con Ediciones El Almendro "El Evangelio es profano", libro que dedica al Papa y a la jerarquía eclesiástica, pidiéndoles "que inicien el largo proceso de dejar el judaísmo y convertirse al Evangelio".
El autor rechaza "lo sagrado" porque "no es gratuito, tiene contraprestaciones", y además explica que "Jesús luchó contra lo sagrado como forma de opresión". Por último, opina que "la jerarquía eclesiástica está incapacitada para entender el Evangelio porque está viviendo en estructuras de poder y dominio", y critica que nos hayan enseñado "una teología del temor en vez de una teología de la felicidad". ¿Por qué es profano el Evangelio? Lo profano es contrario a lo sagrado, y lo sagrado es patrimonio propio de todas las religiones. Pero el Evangelio no es una religión más, es un estilo de vida nuevo: el que llevó Jesús, y el que nos ha dejado a sus seguidores. Jesús realmente no fundó nada sagrado, es más, luchó contra las instituciones sagradas de su tiempo porque oprimían y marginaban a la gente. El que estaba en el centro de su mensaje era el ser humano, y dentro del ser humano, los más pobres y desfavorecidos. ¿Por eso en la portada del libro aparece el samaritano? Es el buen samaritano de Van Gogh. Ésa es una de las parábolas en las que se demuestra que lo profano, que es lo que pertenece a la vida normal de la gente, a los avatares de la vida, a todo lo que significa compartir penas y alegrías, cuenta más que lo sagrado. Porque el sacerdote y el levita pasaron de largo, y dejaron el herido desangrándose en el camino, seguramente porque tenían prisa por llegar al templo a realizar sus ritos sagrados. Pero el samaritano, que era despreciado por los judíos por ser hereje y pagano, es el que se compadece y tiene misericordia del que se estaba desangrando, y lo atiende. Dedica usted el libro al Papa y a la jerarquía eclesiástica y les pide que inicien el "largo proceso de dejar el judaísmo y convertirse al Evangelio". Exacto. Después de mucha reflexión y de haber dado vueltas a estos temas, he visto con cierta claridad (porque no podemos dogmatizar, como el Papa) que la alta jerarquía eclesiástica sigue las líneas principales del judaísmo en lo sagrado. Con lo sagrado nos han marcado a todos como con un hierro candente. Lo llevamos dentro y es muy difícil que nos desprendamos de ese sentimiento, convicción o manera de ver la vida. Pero el Evangelio no va por ahí. El Evangelio es el estilo de vida de acuerdo a los principio del reinado de Dios, que comienza a ser proclamado y realizado por Jesús de Nazaret. Son principios que no tienen que ver con el judaísmo, que lo superan totalmente. El cristianismo no viene a completar el judaísmo, como muchos teólogos nos han hecho ver, sino que inicia algo radicalmente nuevo. ¿Pero no forma lo sagrado parte también de nuestro ADN? Una cosa es lo sagrado, que pertenece a nuestra horizontalidad, a la vida normal de la gente, y que ha surgido en todas las religiones: gente que se ha interpuesto con ritos, con sacrificios, con lugares sagrados, con altares y con templos, para ser intermediarios entre Dios y los hombres; y otra cosa muy distinta es lo divino, lo trascendente, que eso sí está en el Evangelio, y es gratuito. Todo es gratuidad de Dios, don para nosotros. Mientras que lo sagrado tiene contraprestaciones. Ahí está la diferencia. El Evangelio es divino porque Jesús es Hijo de Dios, pero Jesús no creó una religión más. Precisamente luchó contra lo sagrado como opresor de la gente. ¿Y qué debe hacer la Iglesia para convertirse al Evangelio? Yo no soy quién para dar un consejo total a la Iglesia. La controversia está siempre con la alta jerarquía eclesiástica, y yo lo que tengo muy claro es que en el Evangelio hay una serie de pasajes clave, que son los que nos tienen que iluminar. La gente normal y sencilla es la que entiende mejor el Evangelio, y no las altas jerarquías. Además, a mi manera de ver, la jerarquía eclesiástica está incapacitada para entender el Evangelio porque está viviendo en estructuras de poder y dominio sobre la gente, rechazando cosas tan claras como que la mujer debe ser incorporada de forma total a la Iglesia. ¿Representan una dinámica de poder en vez de servicio? Claro. Jesús quiso grabar la solidaridad y el servicio a fuego en sus discípulos, mientras que el poder lo rechazó para siempre, aunque fue la tentación de toda su vida. Es usted experto en Lucas, que es uno de los evangelistas que más aborda la infancia de Jesús. Sí, hay sólo dos Evangelios que hablan de la infancia: el de Mateo y el de Lucas, que fueron encontrados ambos en comunidades cristianas, años después de la muerte y la resurrección de Jesús. Son completamente distintos, no se parecen en nada. El Evangelio de Lucas empieza con Juan Bautista en el capítulo III, y es el que contiene la teología más desarrollada. Lucas tuvo más tiempo para repensar el tema de Jesús a través del prisma de la resurrección. ¿Jesús resucitó, tuvo que resucitar...? ¿Se puede considerar esto un hecho histórico? Bueno, es un tema muy complejo. Desde luego que no es un acontecimiento histórico en sentido estricto, porque no ha habido testigos de la resurrección. Es un tema que no se puede hacer empírico y demostrable, pero sí está claro que los discípulos, los apóstoles, las mujeres, (en definitiva, los más cercanos a Jesús) tuvieron una experiencia muy relevante de que Jesús estaba vivo después de haber sido ajusticiado. Jesús se fue manifestando de mil maneras, y esa experiencia la captaron los discípulos, y recibieron ánimos para contar el mensaje de Jesús, que ellos mismos fueron entendiendo mejor poco a poco, como Pedro. En el primer Pentecostés se nombran todos los pueblos conocidos en la tierra desde Mesopotamia hasta el Occidente, para indicar la universalidad de la venida de Jesucristo. Si Jesús no hubiera resucitado, ¿estaríamos hoy hablando del Evangelio y del cristianismo? Si no hubiera resucitado, poco a poco se hubiera diluido todo, porque el miedo que tenían los discípulos les llevó a negarle y a encerrarse. Si Jesús no se hubiera manifestado de la forma que fuera, posiblemente hubiera terminado el cristianismo y no estaríamos ahora hablando de Jesús de Nazaret. ¿Cuál es el Jesús en el que cree Carlos Escudero? El Jesús de Nazaret que muestran los Evangelios, que fue resucitado por el Padre y que nos envió su propio Espíritu, que nos ayuda a comprenderle de una forma más plena y más profunda y que nos hace también ser discípulos suyos y llevar su mensaje hasta la confines de la tierra, como dicen los Hechos de los Apóstoles. ¿Cree que hay mucha diferencia entre ese Jesús y el que "nos han vendido" a lo largo de la historia? Yo creo que sí, que hay bastante diferencia, porque nos han ido vendiendo un Jesús de dogmas, de los siglos IV o V, que lanzaron los ortodoxos contra los heterodoxos (por llamarlos así), y que no tienen mucho que ver con el contenido del Evangelio. Eran momentos históricos en que los mismos emperadores (como Constantino) iniciaban un Concilio, buscaban la unidad del Imperio y daban prebendas al emperador. Esa dialéctica entre los ortodoxos y los heterodoxos se manifestó a través de los siglos, y esto fue lo que nos fue enseñando la Iglesia oficial: sus tradiciones, que no son la tradición de Jesús, sino las tradiciones de una Iglesia de poder y dominio. Es decir, el derecho canónico frente al Evangelio. Por eso en este momento no creo en la Iglesia jerárquica, que todavía está defendiendo con sus hechos estos principios de poder y dominio. ¿Y no se podría buscar un punto de encuentro? Porque desde el otro lado, a las personas "heterodoxas" se las contempla como personas que no están siguiendo el mensaje de Jesús, del mismo modo. Hay muchas cosas que nos separan y que lo hacen difícil. La primera es que la alta jerarquía oficial de la Iglesia se cree que tiene toda la verdad sólo ella. Entonces, no dialogan. Lo segundo es que esta Iglesia está mirando al pasado, en lugar de mirar la presente y al futuro. Y en tercer lugar, porque esta Iglesia nos ha enseñado y nos sigue enseñando una teología del temor en vez de una teología de la felicidad y de la alegría. Jesús no es un mediador entre Dios y los hombres, sino que está en el lugar del Padre. Más que Dios encarnado, como dice la Trinidad, yo diría que Jesús es Hijo de Dios, en su sentido pleno y único. Por eso Jesús tenía un acceso exclusivo al Padre, a los secretos del Padre, y nos reveló cosas que sólo Él entendía y comprendía. Dios lo resucitó para que siguiera siendo fuente de salvación y piedra angular en la Iglesia. ¿No es un poco triste que los que nos decimos seguidores de Jesús estemos enfrentados incluso en lo esencial? Efectivamente, es muy triste porque Jesús quiso y pidió la unidad de los creyentes, de sus seguidores. Pero es que lo que defiende la jerarquía de la Iglesia de España tiene muy pocos puntos de encuentro, son tangenciales, van a lo fundamental. Y en lo fundamental estamos separados. Es triste, pero hay que decirlo. Tenemos que promover una teología del amor, como las Bienaventuranzas; y no de la tristeza, del infierno y del purgatorio, cuando todos esos dogmas han ido cayendo uno detrás de otro. Lo primero es proclamarlo con nuestras vidas, y luego con nuestro mensaje. Como los discípulos de Emaús, que dicen que Jesucristo fue un profeta de obras, y de palabras. Primero lo que hizo, y luego lo que enseñó. "Es muy importante compensar el dolor con el amor. Y ese equilibrio te hace ver la vida con optimismo". La frase no es mía, sino del genialAntoni Tàpies, que anoche nos dejó. Es imposible entender la obra del artista catalán sin la presencia de su mujer, Teresa. Su compañera de camino y, en buena medida, la responsable de que Tàpies fuera Tàpies. Viene todo esto a cuento de la oportunidad de recordar, ahora que llueve, que el dolor, el sufrimiento, la tristeza, la indignidad, pueden ser vencidos, compensados, iluminados por la fuerza del amor. Y de la compañía.
El pasado domingo escuchábamos a Jesús expulsando demonios, dando comienzo a la lucha por el Reino. En el Vaticano, esta misma semana, estamos asistiendo a un magnífico ejemplo de perdón, amor y reconciliación. Que nada tiene que ver con la exigencia de justicia, ni sustituye a ésta. Más bien, la implementa. El simposio sobre pederastia que se está celebrando en la Gregoriana puede ser la pieza clave para acabar de una vez por todas con esta lacra, y conseguir que la institución pueda levantar cabeza con cierta credibilidad. Nos jugamos mucho. Pero sólo lo lograremos mirando desde los ojos del amor, de la cercanía, de la caricia y del apoyo. De nada sirve tratar de arreglar los problemas solo, pues el mundo sigue moviéndose entretanto. Y no nos espera. Hay que encontrar, como también decía Tàpies, el equilibrio. Ése que lleva a la felicidad que, como todo en esta vida -como la fe, como el perdón, como la construcción del Reino-, no está completa si no es compartida. Me dirán que es un tanto arriesgado mezclar al artista catalán con el simposio vaticano, y tal vez tengan razón. Quizá únicamente me mueve un criterio de oportunidad. Pero tal vez, sólo tal vez, la frase de Tàpies pueda ser perfectamente aplicable a nuestra vida como creyentes. Una vida marcada por el sufrimiento, por la duda, por el dolor... y por la esperanza marcada en el amor. En el amor compartido y por compartir. Ése que acaba sortea cualquier frontera, por alta y robusta que sea. El amor de aquel que partió, repartió y compartió su cuerpo y sangre con nosotros. Y que haciéndolo venció a la Muerte, al dolor, al fracaso y a la tristeza. Descanse en paz Antoni Tàpies El Gobierno de Mariano Rajoy ha desmantelado la herencia de Zapatero. Sólo queda el tema del matrimonio gay, que no van a tocar hasta que haya sentencia del Constitucional, pero ya han anunciado reformas en la Ley del Aborto y la enésima reforma educativa de nuestra democracia, con la modificación de la polémicaEducación para la Ciudadanía. Nada que no esperásemos.
A falta de conocer los términos finales de la propuesta, el hecho de que las menores de edad necesiten consentimiento para abortar no nos parece una mala noticia. Era uno de los grandes fallos de la reforma socialista, así como considerar el aborto "un derecho" y no un mal menor. En cuanto a EpC, mucho nos tememos que la nueva asignatura volverá a ser arma arrojadiza. Con todo, lo más grave es que, entretanto, vamos cambiando de sistema educativo como quien cambia de camisa, y quienes pagan el pato son nuestros estudiantes y profesores. En fin, todo el sistema docente. Y la casa sin barrer. |
Jesus Bastante
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