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No estás lejos del reino de Dios por: África de la Cruz

11/8/2018

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En otra ocasión, aquí en Feadulta, comenté la primera parte de este Evangelio. Entonces era la versión de Mt 22, 34-40. Su contenido, en síntesis, era: El amor a Dios y el amor al prójimo son un mismo y único amor y mandamiento. Dos en uno. No podemos amar a Dios a quien no vemos si no amamos al hermano a quien vemos. Hoy voy a centrar mi reflexión en la segunda parte del texto de Marcos. El levita acepta la respuesta de Jesús a su pregunta sobre el primer mandamiento: Muy bien, Maestro, tienes razón …..Y ante la conclusión que saca el levita de que el amor a Dios y al prójimo vale más que todos los holocaustos y sacrificios, Jesús, viendo que había respondido sensatamente (con Sabiduría), le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”.
En el texto conciso de Marcos se refleja con precisión la evolución de todo proceso de enseñanza-aprendizaje: A una pregunta interesada le sigue una respuesta documentada. Luego el aprendiz reconstruye y elabora lo enseñado y saca su conclusión. Por último, el maestro evalúa el resultado y ofrece retroalimentación acerca del trabajo ya realizado y abre la puerta a futuros aprendizajes. El escriba, que sabe mucho sabe también que le falta mucho por saber y quiere saber más. Por eso hace la pregunta necesaria ante tanto mandamiento ¿cuál es el primero, el más importante, el principal? Para él es una pregunta interesante. La respuesta que le da el Maestro es sabia y novedosa. Une dos fragmentos de la Ley, Deuteronomio y Levítico. Los une y sintetiza. No hay mandamiento (en singular) mayor que éstos (amor a Dios y al prójimo). Ha sido una buena enseñanza. Veamos cómo ha sido el aprendizaje. Al levita la respuesta le parece correcta, adecuada a lo que él ya sabía sin saberlo y, por su cuenta une la Ley y la religión: El amar vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Amar es más importante que cumplir. Esta respuesta sí que merece una Matrícula de Honor. Así lo reconoce el Maestro: No estás lejos del Reino de Dios. Evaluación positiva de lo aprendido y puerta abierta a nuevas búsquedas y aprendizajes. Lo que le queda por aprender al maestro de la Ley es qué sea el Reino de Dios. No lo dice Marcos. Suspende el relato para que nosotros lo continuemos. Pero el proceso de aprendizaje continúa aunque no quede constancia literal de ello. Seguro que el escriba siguió dándole vueltas al asunto en su cabeza. Y nosotros también vamos a hacerlo.
El que ama a Dios y al prójimo con todo su ser no está lejos del Reino de Dios. Pero, en positivo, estar cerca y entrar en el Reino de Dios y pertenecer a él y trabajar por él suena a que es un proceso que hay que seguir paso a paso. ¿Cómo? Vamos a partir de lo que ya sabemos: Dos principios y cinco conclusiones.
1.-Lo primero y más importante en la vida es amar. Si Dios es amor nosotros también. Somos amor como Dios es amor. Nuestro ser verdadero y profundo es amar. Es nuestra esencia y necesidad básica: Amar y ser amados. El amor es la fuerza que nos constituye como “humanos”. En la evolución de la especie humana, a más cerebro e inteligencia más humanidad, por socialización. Y esto antes de que nacieran las religiones. El cuidado del débil fue precoz en la evolución humana. La prueba está en los yacimientos de Atapuerca y el museo de la Evolución en Burgos. Según estos hallazgos, se puede comprobar que además de la inteligencia técnica para hacer herramientas, el hombre primitivo poseía una inteligencia social que le facilitaba la solidaridad con el más débil. Por tanto, en el diseño del perfil humano está el ser en relación con otros, ser para otros, abierto a los otros. Conclusión: A más cerebro más inteligencia técnica y social, más humanidad solidaria. Castillo: “El amor, la bondad, el afecto, la ayuda mutua, sin otro interés que aliviar el dolor o aumentar la felicidad de los demás seres humanos, esto es lo que nos humaniza, lo que nos hace más inteligentes”. Etty Hillesum: “El amor salva”.
2.-El Reinado de Dios en la tierra es una buena noticia para los hombres. Es el Evangelio que predicó Jesús de Nazaret. En la vida y mensaje de Jesús sabemos lo que Dios quiere para nosotros. Una vida más digna, sana y dichosa para todos es el sueño de 
Dios para la humanidad (Pagola). Como dice el texto del canto que repetimos en la Litúrgia “tu reino es vida, tu reino es verdad; tu reino es justicia, tu reino es paz; tu reino es gracia, tu reino es amor; venga a nosotros tu reino, Señor”. A esto hay que añadir que el Reinado de Dios es: libertad, fraternidad e igualdad.
A partir de estos principios saquemos alguna de sus consecuencias o conclusiones:
1.- Relación entre amar, Reinado de Dios y logro de la plenitud humana. Entrar en el Reino de Dios es salvarse. Y trabajar por él es la plenitud humana. Entrar en el Reinado de Dios es cumplir el anhelo más profundo del ser humano: plenitud y felicidad. Estar cerca, entrar, pertenecer y trabajar en y por el Reinado de Dios.
2.- Reinado de Dios en la tierra es la misión que Jesús asumió en su vida y enseñó a sus discípulos a que lo imitaran. Jesús, en sus dichos y hechos, buscó la dignidad, humanidad, justicia, felicidad para todos los que le escuchaban. Quería liberarles de las esclavitudes que los deshumanizan y hacen sufrir.
3.- No puedo ser cristiano sin participar en el proyecto de Jesús de Nazaret. El proyecto de Jesús es el Reino de Dios. El mío también. Jesús nos invita a entrar en el Reino de Dios y su justicia, querer el bien del otro, desear y facilitar su felicidad, ser compasivos, sufrir con el que sufre y gozar con el que goza. Compasión y misericordia, comunión.
4.- El Reinado de Dios es un proceso coextensivo, en espacio y tiempo, con la humanidad. Mientras haya hombres sobre la tierra habrá que trabajar para que el mundo sea cada vez más habitable y humano para todos.
5,- Vivir para el Reinado de Dios da sentido a mi vida. Responde a la pregunta ¿Para qué estoy aquí? Jesús vivió para el Reino de Dios. Envió a sus discípulos a anunciar y propiciar el Reinado de Dios. Trabajar en y por el Reinado de Dios da sentido a la existencia. Da razones para levantarse cada mañana. Aunque exige renuncia y entrega merece la pena. Como siempre acabo diciendo Ponlo a prueba y si encuentras algo mejor cómpralo.
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