A veces no me es fácil explicar con qué imagen de Dios uno viene programado. Una veces siento que, en general, estoy hecho de la imagen de un Dios que mucho nos quiere y nos quiso de niños, pero es como un Dios jubilado, al que en muchos casos no puedo ir con mis problemas domésticos y me la tengo arreglar solo.
Otras veces, veo que esta imagen se comparte con cierta cultura popular que exagera y ve a Dios como un bombero, al que hay que recordar sólo en los incendios. En no pocos casos percibo, en algunos ambientes, y no solo en la cárcel, a un Dios medio policía, que esta sólo para censurarnos, cuando nos dejamos tomar por un placer que a veces se nos torna inmanejable. Cuando papá cumplió ochenta años y le hicimos una fiesta sorpresa, en la que se conmovió entre abrazos con sus hijos y sus nietos, hubo un momento de máxima conmoción. Dirían los psicólogos transpersonalistas una “experiencia cumbre” Fue cuando abrazó y se dejó abrazar por un hermano de sangre, que se había distanciado por esas cosas de la vida. Allí, en los ojos de papá, vi el Dios que nos enseñó Chiara Lübich, que fundamentalmente se complace por el amor recíproco, cuando llegamos a amarnos con la intensidad de los que dan la vida casi espontáneamente. Dos experiencias me han pasado en estos dos últimos años que me hicieron comprender que también estoy hecho de aquel camino espiritual que nos enseñara Chiara, que nos hace ver que siempre por el dar y recibir estamos en la Trinidad. Y ésta no nos hace faltar nada. Si estamos en el amor también podemos percibir e intuir cosas como si Dios hubiera visto por los ojos nuestros La primera me paso en mi trabajo en el parque Pereyra Iraola, en una capilla sobretodo turística, que en el invierno pasado, con la gripe A, estuve a punto de cerrar. No podía pagarle a las personas que limpiaban el templo; ya que no venia gente por la prohibición de ir a los lugares cerrados. Pensé que había que confiar en serio y no dejar a estas personas sin trabajo. Recuerdo aquel día en que me afirmé en la idea de construir un salón más para la catequesis. En el momento que salía para saber dónde hacer el salón, pasó el padre de un chico de catequesis que justamente era el director de Obras Públicas de la Provincia, que me dio, esa misma noche, todo el material para construir. Al otro día, a la mañana, me puse a ver qué padre de catequesis podía ser albañil y golpearon la puerta. Era un señor muy feliz, diciéndome que la virgen le había otorgado un favor y que él, para cumplir su promesa, quería ponerse a nuestro servicio No sólo era albañil; tenía una empresa constructora. En definitiva, en el peor momento del año, me hicieron en dos meses, un hermoso salón, climatizado, que hoy disfruta toda lo comunidad Comprendí así que Dios puede construir su templo con nosotros y que su amor y el nuestro, pueden hacer cosas insólitas en los momentos más difíciles. La segunda cosa extraña que me pasó, fue que un amigo vino hacerme una consulta porque había dejado embarazada a su pareja. Sus hijos no aceptaban aquella relación porque su difunta madre se había enfermado, cuando supo de ella Todo era muy complicado para los chicos, que jamás aceptarían al próximo medio hermano. La nueva pareja estaba en una profunda crisis por todos juzgada. Él, mi amigo, estaba muy criticado por sus hijos, que tampoco querrían compartir afectos y herencia. Lo escuché y traté de ponerme en su lugar. Que se sintiera amado por mi, acallando los discursos antibortistas o abortista de mi formación de cura o de bioeticista, que me vienen por las diversas formaciones que recibí en mi vida. Y en un momento me vino como una visión extraña y le dije:- vos sabés que dentro de un año, veo a tus hijos adolescentes, jugando con nuevo hermano que gatea en living de tu casa de fin de semana. Me dijo: -vos estás loco; eso es imposible Hace dos semanas vino conmocionado, porque había visto a sus dos hijos, llenos de felicidad, jugando con su nuevo hermano, que gateaba en la alfombra del living de su casa de fin de semana. El nuevo hijo de mi amigo se llama Teo y yo tuve la impresión que lo vi vivir feliz un año antes porque a veces en serio puedo ver con los ojos de “Teo” A veces Dios es víctima de nuestra cultura, que lo ve como un relojero que da cuerda y desaparece y otras veces con puentes de comunicación, como los de Chiara Lübich nos llena de fascinación, porque El va haciendo los cielos nuevos y la tierra nueva, con nosotros, y nada es más hermoso que ser su compañero de viaje.
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