Tema muy de actualidad: la Pederastia. Vamos al fondo. Hay muchos errores cometidos. Y sobre todo, mucho daño a miles de personas. Eso requiere castigo. Más bien diría reparación. Hay que emplear todo el dinero y los medios posibles para reparar a las víctimas y hacer lo posible para que se puedan recuperar. Y por supuesto, una selección muy rigurosa en este campo de la sexualidad y afectividad, a la hora de aceptar a personas para la vida clerical y religiosa. Es preferible que no haya curas, a que los haya en estas condiciones.
Una consecuencia radical: hay que habilitar en cada diócesis y congregación un equipo psicológico que trabaje con el clero. Pero sobre todo, hoy quiero fijarme en un aspecto. El perdón a estas personas que han cometido esos crímenes. Tienen que pagar lo hecho, tienen que dejar sus puestos, tienen que asumir toda la responsabilidad. Pero creo que no harán nada positivo si no se sienten queridos y perdonados. Sin quitar nada al castigo y sus consecuencias. Bajando hoy de celebrar la eucaristía en la cárcel, he estado pensando: Creemos en un Dios Padre y Madre que ama a todos tal y como somos. La periferia de la misma iglesia es ésta: los pecados y los delitos. No para soslayar la realidad, sino para que esas personas, verdugos de tanta iniquidad, sientan no obstante que Dios les ama y nosotros también. El papa ha reconocido los hechos y ha pedido perdón. Con toda la maldad que hay en los hechos, no obstante necesitamos ser la Iglesia de Jesús. Y al mismo Judas, Jesús le trata de amigo. Esto me produce un sentimiento de profunda humildad. Esto es parte de la Iglesia de Jesús (¿santa y pecadora?) Aceptemos ante la historia y ante los jueces nuestro profundo fracaso, nuestra debilidad. Seamos capaces de tomar este asunto, y si es preciso, borremos la idea de que somos los mejores, de que somos testigos del evangelio. Me siento decepcionado pero me acojo una vez más a la misericordia de Dios. Siento que la Iglesia tenemos un problema de raíz. Es nuestra mala relación con el sexo. Creo que es necesario un nuevo planteamiento: curas casados libremente, sexualidad libremente escogida y vivida, afectividad educada y desarrollada y ver el servicio sacerdotal partiendo de personas realizadas humana, psicológica y espiritualmente. Hemos fallado en lo fundamental. Hemos intentado vivir en el poder, el prestigio, las pelas y el placer. Las “cuatro pes”. La solución nos la dan millones de personas viviendo el servicio a los más pequeños desde la sencillez, el servicio, la austeridad y la alegría. Como iglesia nos sentimos pecadores y desde las cenizas de nuestros fallos, podemos resurgir en Jesús muerto y resucitado. Es difícil amarlos. Pero es el camino de Jesús.
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