Todo Intereclesial tiene un esquema similar, que se va concretizando dependiendo de la temática escogida, el lugar donde es celebrado y el momento histórico. Este 13º Intereclesial de las CEBs no es diferente y ya hemos entrado en la dinámica del encuentro. Pero ¿qué significa este Intereclesial para la diócesis de Crato, a la que pertenece Juazeiro do Norte?
A esta pregunta me respondía el Padre Vileci Basilio Vidal, coordinador general del Intereclesial. Él dice que este encuentro es importante para toda la Iglesia de Brasil que está discutiendo el Documento 104 de la CNBB, “Parroquia como comunidad de comunidades”. Está ayudando a la diócesis de Crato a hacer de la parroquia una red de comunidades articuladas entre sí, donde la referencia de la parroquia no es la Iglesia matriz y si las comunidades, lugar de la acción misionera, de realizar los trabajos pastorales y donde se empieza un proceso de cambio a partir de la organización popular. También destaca a partir del lema “Romeros en el campo y en la ciudad”, la importancia de la religiosidad popular, quebrando el paradigma que considera la religiosidad popular como alienante, cuando en realidad esta forma parte de la religiosidad de la gente sencilla, de los habitantes de las zonas rurales, de las periferias de las ciudades, de gente que peregrina en busca de lo Sagrado, animando la mística de la liberación de las comunidades. El Padre Vileci señala que hace mucho tiempo que se habla poco de CEBs, destacando que son el lugar donde se vive la experiencia de fe marcada por cuatro puntos fundamentales: la fe, articulada a través de los estudios bíblicos; la espiritualidad, que nos ayuda en las celebraciones a fortalecer nuestra fe articulada con la vida de la gente y celebrar esa vida; la comunión, que se hace realidad en los consejos comunitarios que sirven como base de organización; la misión, que expresa en las pastorales, en la lucha por la defensa de la vida, en las asociaciones en pro de acciones sociales concretas. Podríamos decir que esto es un resumen de buena parte de lo que fue desarrollado a lo largo de este día, que comenzó desayunando en la casa de la familia que me acoge, junto con otros tres delegados. Allí vi una vez más lo que significa el Padre Cícero para esta gente, en las palabras de la señora de la casa, que decía: “Algún día será construida la Iglesia del Padre Cícero” (aquel que fue y continua excomulgado por la Iglesia Católica). Al juntarnos en el lugar de la asamblea general (somos más de cuatro mil personas) empezamos con una oración propia de los romeros, el Oficio de Romería, hecha sin prisa, con la participación activa de todo mundo, con alegría, en ese clima de fiesta propio de todo encuentro de CEBs. Después de este momento de oración, el testimonio de cinco personas nos ayudó a reflexionar sobre algunas de las problemáticas más sangrantes en Brasil. El primero a hablar fue un indígena del pueblo kaiowa-guaraní, del estado de Mato Grosso do Sul, duramente perseguidos en estos últimos años por los grandes terratenientes, apoyados por buena parte de la clase política. Nos hablaba sobre la demarcación de las tierras indígenas y nos decía que “la tierra para nosotros no es comercio, es nuestra madre”, que hay otra forma posible de vivir, que la Madre no se vende, se la cuida, que la naturaleza no es para ser explorada, es para ser admirada. Esto me trajo a la memoria lo que fue abordado en el 12º Intereclesial, realizado en 2009 en Porto Velho, que forma parte de la región amazónica. Por eso entrevisté al Padre Luis Ceppi, coordinador general de aquel encuentro, quien resaltaba algunas propuestas que entonces surgieron y que son hoy inolvidables, como es la cuestión ecológica, que es más que tener mucho o poco y nos debe llevar a una convivencia pacífica con la obra del Creador y a descubrir que la tierra debe ser salvaguardada. Otra cuestión que surgió de aquel Intereclesial fue el hecho de descubrir que hay varias civilizaciones, varias realidades religiosas y eclesiales, que la pluralidad no es uniformidad, que debemos dejar que cada nación se desenvuelva y crezca a partir de la propia capacidad organizativa. También destacó los problemas relacionados con la tierra y como ya 250 millones de personas en el mundo han tenido que salir de su hábitat como consecuencia de los cambios climáticos. En consecuencia de todo esto no podemos ser una civilización, una Iglesia, de primeros auxilios, debemos volvernos protagonistas de nuevas civilizaciones a partir de la terna tierra, humanidad, Dios. Descubrir, siguiendo el ejemplo de las culturas tradicionales, que debemos trabajar para vivir y no vivir para trabajar, reflexionando sobre el uso que hacemos del tiempo. Un joven de Maraba, estado de Pará, región Norte, nos hablaba sobre el exterminio de los jóvenes, muchas veces por la propia policía, exterminando especialmente a los negros pobres de los barrios periféricos. ¿Cómo transformar esta cultura de muerte en la civilización del amor? Damiana, una agricultora del estado de Ceará, donde acontece el encuentro, nos hablaba de la agricultura familiar frente al agro negocio, mostrando la falta de condiciones para vivir y plantar. Frente a esto denuncia los abusos de las grandes multinacionales, beneficiadas por los grandes emprendimientos gubernamentales. Acababa expresando una idea que forma parte la vida de la gente del campo de hoy: “saber que teníamos todo y hoy no tenemos nada”. Vilma, recicladora de Belo Horizinte, una de las grandes ciudades brasileñas, nos hablaba sobre la recogida selectiva de basura, actitud que no forma parte de los hábitos brasileños. Poco a poco han pasado de ser visto como mendigos a ser vistos como trabajadores y a adquirir los derechos propios de estos. Nos llamaba a renovar la mente para adoptar esta actitud de recogida selectiva. Antonio, del estado de São Paulo nos hacía caer en la cuenta de los problemas en el reconocimiento de las tierras de los quilombos, lugares donde los negros vivieron después del fin de la esclavitud y que poco a poco fueron perdiendo, denunciando la falta de escucha por parte de las autoridades políticas. Después de esto, el análisis socio-político comenzaba con una frase famosa de Don Helder Cámara: “Cuando ayudo a los pobres me llaman santo, cuando pregunto por qué son pobres me llaman comunista”. En este análisis fuimos desafiados a entender la realidad social en la que vivimos, una sociedad desigual e injusta, y a partir de ahí encarar el desafío de realizar las grandes y profundas mudanzas estructurales que la sociedad brasileña necesita, sabiendo que es difícil pero recordando las palabras del Papa Francisco que nos dice que los desafíos del mundo de hoy son muchos y muy grandes, pero que los desafíos existen para ser superados, sin dejarnos superar por un espíritu de desánimo que nos lleve a pensar que otro mundo no es posible, teniendo audacia para conseguir este propósito, procurando que este Intereclesial sea momento para intercambiar semillas que un día puedan dar frutos en defensa de la Vida. Al respecto no podemos olvidar la historia de la región nordeste donde acontece este encuentro, ni las figuras del Padre Ibiapina, Antonio Conselheiro, Ze Lourenço y el Padre Cicero, que crearon comunidades organizadas a partir del espíritu de las primeras comunidades cristianas, germen de las CEBs. Ellos, especialmente Ibiapina, supo traducir a su época y a la realidad en que vivió los mandamientos que deben hacer parte de la vida de todos los creyentes: el amor a Dios y al prójimo. Y a partir de ahí ¿cuál es nuestra contribución como comunidades en la construcción de la justicia, del Reino de Dios? Por la tarde nos dividimos en grupos, llamados de ranchos, en referencia a los lugares donde se hospedan los romeros cuando vienen a Juazeiro y en grupos menores llamados sombreros, prenda imprescindible para que todo romero pueda soportar el sol escaldrante de estas tierras. Las temáticas tratadas fueron siete: CEBs y espiritualidad romera; CEBs en el campo y en la ciudad; CEBs y el protagonismo de la Juventud; CEBs al servicio de la Vida; CEBs y la práctica de la Justicia; CEBs y vocación profética y CEBs y compromiso misionero. Participé de un momento de CEBs y la práctica de la Justicia y fue destacado que la Justicia que debemos buscar es la justicia de inspiración bíblica, que es hacer valer los derechos de los pobres y oprimidos, de las víctimas, elemento que está en la base del Evangelio de Jesucristo. La verdad es que todo Intereclesial, este es el segundo en el que participo, es un no parar, una continua reflexión, encuentro, celebración. Esto es importante pues va a alimentar a lo largo de estos años que se aproximan la vida de las comunidades en las que cada uno camina y vive su fe.
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