De Dios no sabemos ni podemos saber absolutamente nada. Ni falta que nos hace, porque tampoco necesitamos saber lo que es la vida fisiológica, para poder tener una salud de hierro. La necesidad de explicar a Dios es fruto del yo individual que se siente fortalecido cuando se contrapone a todo bicho viviente, incluido Dios. Cuando el primer cristianismo se encontró de bruces con la filosofía griega, aquellos grandes pensadores hicieron un esfuerzo sobrehumano para “explicar” el evangelio desde aquella arrolladora filosofía. Seguro que ellos se quedaron tan anchos, pero el evangelio quedó hecho polvo.
El lenguaje teológico de los primeros concilios, hoy no lo entiende nadie. Los conceptos metafísicos de “sustancia”, “naturaleza” “persona” etc. no dicen absolutamente nada al hombre de hoy. Es inútil seguir empleándolos para explicar lo que es Dios o como debemos entender el mensaje de Jesús. Tenemos que volver a la simplicidad del lenguaje evangélico y a utilizar la parábola, la alegoría, la comparación, el ejemplo sencillo, como hacía Jesús. Todos esos apuntes tienen que ir encaminados a la vivencia no a la razón. Pero además, lo que la teología nos ha dicho de Dios Trino, se ha dejado entender por la gente sencilla de manera descabellada. Incluso en la teología más tradicional y escolástica, la distinción de las tres “personas”, se refiere a su relación interna (ab intra). Quiere decir que hay distinción entre ellas, solo cuando se relacionan entre sí. Cuando la relación es con la creación (ad extra), no hay distinción ninguna; actúan siempre como UNO. A nosotros solo llega la Trinidad, no cada una de las “personas” por separado. No estamos hablando de tres en uno sino de una única realidadque es relación. Cuando se habla con mucho énfasis de la importancia que tiene la Trinidad en la vida espiritual de cada cristiano, se está dando una idea falsa de Dios. Lo único que nos proporciona la explicación trinitaria de Dios es una serie de imágenes útiles para nuestra imaginación, pero nunca debemos olvidar que son imágenes. Mi relación personal con Dios siempre será como única realidad. Debemos superar la idea deque “crea” el Padre, “salva” el Hijo y “santifica” el Espíritu. Esta manera de hablar es metafórica. Todo en nosotros es obra del único Dios. ¿Qué sentido puede tener, dirigir las oraciones al Padre Creyendo que es distinto del Hijo y del Espíritu? Lo que experimentaron los primeros cristianos es que Dios podía ser a la vez y sin contradicción: Dios que es origen, principio, fuente de todo (Padre); Dios que se hace uno de nosotros (Hijo); Dios que se identifica con cada uno de nosotros (Espíritu). Nos están hablando de Dios que no está encerrado en sí mismo, sino que se relaciona dándose totalmente a todos y a la vez permaneciendo Él mismo. Un Dios que está por encima de lo uno y de lo múltiple. El pueblo judío no era un pueblo filósofo, si no vitalista. Jesús nos enseñó que, para experimentar a Dios, el hombre tiene que aprender a mirar dentro de sí mismo (Espíritu), mirar a los demás (Hijo) y mirar a lo trascendente (Padre). Lo más importante en esta fiesta que estamos celebrando, sería el purificar nuestra idea de Dios y ajustarla cada vez más a la idea que de Él quiso transmitirnos Jesús. Aquí sí que tenemos una amplia tarea por hacer. Como buenos cartesianos, intentamos una y otra vez acercarnos a Dios por vía intelectual. Creer que podemos encerrar a Dios en conceptos, aunque sean los muy sublimes de la filosofía griega, es tan ridículo que no merece la pena gastar un minuto en demostrarlo. La realidad de Dios no podemos comprenderla, no por que sea complicada, sino porque es absolutamente simple y nuestra manera de conocer es analizando y dividiendo la realidad. Toda la teología que se elaboró para explicar la realidad de Dios es absurda, porque Dios ni se puede ex-plicar, ni com-plicar o im-plicar. Dios no tiene partes que podemos analizar por separado. El entender a Dios como Padre, nos conduce por el camino del poder, de la omnipotencia y la capacidad absoluta de hacer lo que se le antoje. Todos los “poderosos de la tierra” han tenido mucho interés en desplegar esa idea de Dios. Según esa idea, lo mejor que puede hacer un ser humano es parecerse a Él, es decir intentar por todos los medios, ser más, ser grande, tener poder. Pero ¿de qué sirve ese Dios a la inmensa mayoría de los mortales que se sienten insignificantes? ¿Cómo podemos proponerles que su objetivo es identificarse con ese Dios? Por fortuna Jesús nos dice todo lo contrario, y el AT también, porque su Dios, empieza por estar al lado, no del faraón, sino del pueblo esclavo. Un Dios que premia y castiga, es verdaderamente útil para mantener a ralla a todos los que no se quieren doblegar a las normas establecidas. Machacando a los que nos se amoldan, estoy imitando a Dios que hace lo mismo. Cuando en nombre de Dios prometo el cielo (toda clase de bienes) estoy pensando en un dios que es amigo de los que le obedecen. Cuando amenazo con el infierno (toda clase de males) estoy pensando en un dios que, como haría cualquier mortal, se venga de los que no se someten. Pensar que Dios utiliza con el ser humano el palo o la zanahoriacomo hacemos nosotros con los animales que queremos domesticar, es hacer a Dios a nuestra imagen y semejanza y ponernos a nosotros mismos al nivel de los animales. Pero resulta que el evangelio dice todo lo contrario. Dios es amor incondicional y para todos. No nos ama porque somos buenos sino porque Él es bueno. No nos ama cuando hacemos lo que Él quiere, sino siempre. Tampoco nos rechaza por muy malos que lleguemos a ser. Un dios “que está en el cielo”, puede hacer por nosotros algo de vez en cuando, si se lo pedimos con mucha insistencia y lo merecemos. Pero el resto del tiempo nos deja abandonados a nuestra suerte. Pero ese miedo a que nos abandone a nuestra suerte es muy útil para que los que actúan en su nombre nos obliguen a obedecer sus directrices. El Dios de Jesús está en lo hondo de nuestro ser identificado con nosotros mismos. Siendo el AMOR en nosotros no puede admitir intermediarios. Esto no es útil para ningún poder o institución. Pero ese es el Dios de Jesús. Ese es el Dios que siendo Espíritu, tiene como único objetivo llevarnos a la plenitud de la verdad. Y aquí “Verdad”, en contra de lo que se piensa, no es conocimiento sino Vida. El Espíritu nos empuja a ser verdad, ser auténticos. Un Dios condicionado a lo que los seres humanos hagamos o dejemos de hacer, no es el Dios de Jesús. Esta idea de que Dios solamente nos quiere cuando somos buenos, repetida durante tres mil años, ha sido de las más útiles a la hora de conseguir la docilidad del ser humano a intereses de jerifaltes o de grupos. Esta idea, radicalmente contraria al evangelio ha provocado más sufrimiento y miedo que todas las guerras juntas. Sigue siendo la causa de las mayores ansiedades que no dejan a las personas ser ellas mismas. Cada vez que predico que Dios es amor incondicional, viene alguien a recordarme: pero es también justicia. Y esa justicia quiere decir para ellos: ¿Cómo puede querer Dios a ese desgraciado pecador igual que a mí, que cumplo todo lo que Él mandó? Lo que acabamos de leer del evangelio de Jn, no hay que entenderlo como una profecía de Jesús antes de morir. Se trata de la experiencia de los cristianos que llevaban setenta años viviendo esa realidad del Espíritu dentro de cada uno de ellos. Ellos saben que gracias al Espíritu tienen la misma Vida de Jesús. Es el Espíritu el que haciéndoles vivir, les enseña lo que es la Vida. Esa Vida es la que desenmascara toda clase de muerte (injusticia, odio, opresión). La experiencia pascual consistió en llegar a la misma vivencia interna de Dios que tuvo Jesús. Lo que intentó Jesús con su predicación y con su vida, fue hacer partícipes a sus seguidores de esa vivencia. Meditación-contemplación Hoy lo mejor será recordar unas estrofas de S. Juan de la Cruz Entreme donde no supe, / y quedeme no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo. Yo no supe donde entraba, / pero cuando allí me vi, / sin saber donde me estaba, / grandes cosas entendí; / no diré lo que sentí, / que me quedé no sabiendo, / toda sciencia trascendiendo. Estaba tan embebido, / tan absorto y agenado, / que se quedó mi sentido / de todo sentir privado, / y mi espíritu dotado / de un entender no entendiendo. / Toda sciencia trascendiendo. El que allí llega de vero / de sí mismo desfallece; / cuanto sabía primero / Mucho bajo le parece, / y su sciencia tanto crece, / que se queda no sabiendo, / Toda sciencia trascendiendo. Este saber no sabiendo / es de tan alto poder, / que los sabios arguyendo / jamás lo podrán vencer, / que no llega su saber / ano entender entendiendo, / Toda sciencia trascendiendo. Y si lo queréis oír, / consiste esta suma sciencia / en un subido sentir / De la divinal esencia; / es obra de su clemencia / hacer quedar no entendiendo, / Toda sciencia trascendiendo.
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Jesús mostraba cierta predisposición a dejarnos intrigados y con ganas de más: voy a prepararos un lugar…, donde yo voy no podéis venir… Frases que hemos escuchado en el tiempo pascual que nos hablan de que todavía queda algo pendiente y por descubrir. En la lectura del domingo 22 de mayo, tras la experiencia pasada de Pentecostés, cuando todo parecía ya colmado, insiste: muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora.
El Señor ha muerto y resucitado –lo hemos presenciado y certificado–, y san Pablo nos recuerda en la segunda lecturaque ya hemos recibido la justificación por la fe –lo creemos y anunciamos porque “está hecho”–; ¿qué nos falta? ¿Qué más se puede pedir o esperar? La muerte está vencida, la gracia derramada, la Ley superada. ¿Es que hay algo más? Lo cierto es que, conociendo a este Dios, todo es posible. La Buena Noticia es inagotable, continuamente trae algo nuevo, siempre va a más. Existen múltiples motivos para celebrar. Jesucristo nos ha regalado incontables momentos para el recuerdo. Y sin embargo, en este texto el evangelista recoge algunas de las palabras del Maestro a las que conviene prestar especial atención, porque en ellas nos presenta abiertamente “el corazón de su corazón”, ese “todavía más”, su secreto no tan guardado, pero sí reservado, aquello por lo que nuestra alegría está llamada a crecer sin término: su pertenencia a un Dios que es Trinidad. Que hay un Padre por el que ha venido al mundo en estado de puro desvelo por nosotros; que su Hijo es nuestro mejor amigo y aliado, que lo ha dado todo por rescatarnos de nuestros abismos; que existe un “tercero en concordia” –porque no hay dos sin tres–, un Espíritu alentador, que nos ayuda a entender poco a poco esta sorprendente Vida Divina que nos parece ajena, y que sin embargo puede convertirse en nuestra mejor fuente de inspiración. La Trinidad es motivo de celebración y tiene algo que decirnos a nuestras vidas. Porque nos presenta a un Dios plagado de rasgos sugerentes y atractivos. Absolutamente ejemplar. Un Dios que no es un “solitario” porque todo lo comparte (con nosotros y también entre las tres Personas divinas); que no va por libre, a su aire, sino que nos hace dignos y libres (porque cuenta con todos, ellos incluidos, para su “plan de acción” previo consentimiento); y que “se muere” literalmente por darse y comunicar lo mejor de sí mismo, su intimidad. Y en esas está el Espíritu, el encargado de conducirnos a conocer y gustar esa verdad insondable e infinita de un amor que, por ser “a Tres”, se multiplica. Cada Persona tiene su momento, y este es el de la Tercera Persona de la Trinidad. Ahora que el Hijo ya “ha hecho lo suyo”, le toca el turno a quien más se nos escapa, pero quien mejor conoce lo que ha sucedido. Él es quien sabe la identidad del Padre y el Hijo, el vínculo que los une, la naturaleza del amor infinito propio de Dios; quien se ha hecho cargo del “más difícil todavía”: darnos unos ojos y un corazón nuevos que nos permitan ver y reconocer la victoria del Señor; a quien debemos invocar una y otra vez, para que no solo conozcamos lo que está pasando, sino además la maravilla de lo que nos tiene preparado y está aún por venir. La sociedad israelí del siglo XXI ( 80% de judíos frente a un 20% de población árabe), sería un crisol de razas, costumbres, lenguas y valores que tan sólo tendrían en común su origen judío y en la que se estaría produciendo un golpe de mano silencioso de una minoría ultra ortodoxa (los “haredim” que aunque tan sólo representan el 10% de su población serían un Estado dentro del Estado) para fagocitar todas las áreas sensibles del poder del Estado judío (Interior, Vivienda, el Mosad y los mandos del Tzáhal o Ejército judío) e intentar imponer la “Halajá” o ley judía a más del 40% de población que se declara laica, segmento de filiación europea , inmersa en la cultura y modo de vida occidentales y que desea ser regida por la ley civil como en las demás democracias formales occidentales.
Racismo, xenofobia y manipulación del miedo El estadounidense Harold Lasswell (uno de los pioneros de la “mass comunicación research”), estudió después de la Primera Guerra Mundial las técnicas de propaganda e identificó una forma de manipular a las masas ( teoría de “la aguja hipodérmica o bala mágica”), teoría plasmada en su libro “Técnicas de propaganda en la guerra mundial (1.927) y basada en “inyectar en la población una idea concreta con ayuda de los medios de comunicación de masas para dirigir la opinión pública en beneficio propio y que permite conseguir la adhesión de los individuos a su ideario político sin tener que recurrir a la violencia”.(defensa de la sacrosanta seguridad de Israel). Por su parte,Edward L. Bernays, sobrino de Sigmund Freud y uno de pioneros en el estudio de la psicología de masas, en su libro “Cristalizando la opinión pública”, desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento. Así,según sus palabras “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía ”, por lo que la propaganda del establishment sionista será dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustentan, sirviéndose de la dictadura invisible del temor al Tercer Holocausto, proceda de Hamás, de Hezbolá o de Irán. Sin embargo,la teórica política judío-alemana Hannah Arendt en su libro “Eichmann en Jerusalén”, subtitulado “Un informe sobre la banalidad del mal”, nos ayudó a comprender las razones de la renuncia del individuo a su capacidad crítica (libertad) al tiempo que nos alerta de la necesidad de estar siempre vigilante ante la previsible repetición de la “banalización de la maldad” por parte de los gobernantes de cualquier sistema político, incluida la sui-genéris democracia judía, pues según Maximiliano Korstanje “el miedo y no la banalidad del mal, hace que el hombre renuncie a su voluntad crítica pero es importante no perder de vista que en ese acto el sujeto sigue siendo éticamente responsable de su renuncia” . Así, la sociedad israelí en su inmensa mayoría sería cómplice silenciosa y colaboradora necesaria en la implementación del sentimiento xenófobo contra la población árabe-israelí (según la encuesta sobre derechos civiles ”Association for Civil Rights in Israel Annual Report for 2007” publicada por el diario Haaretz ,“ el número de judíos que manifiestan sentimientos de odio hacia los árabes se ha doblado y el 50% de los judíos israelíes se opondrían ya a la igualdad de derechos de sus compatriotas árabes) y en el incremento del régimen de apartheid en los guetos palestinos de Cisjordania y Gaza en los que la población palestina estaría sometida al régimen jurídico-militar en lugar de depender del poder civil como la israelí, síndrome conocido como “la burbuja de Tel Aviv”. Asimismo, según aurora-israel.co.il, alrededor de mil israelíes oriundos de Etiopía bloquearon el acceso a Jerusalén y su principal arteria para denunciar la persistencia “de racismo y violencia hacia los israelíes etíopes” al grito de “Israel será como Baltimore” tras dos incidentes de manifiesta brutalidad policial contra jóvenes de esta comunidad. Más de 120.000 judíos etíopes fueron traídos a Israel, desde que los rabinos principales determinaron en 1973 que la comunidad tenía raíces bíblicas y aunque algunos judíos etíopes son actualmente diputados del Parlamento (Knéset) y oficiales en el ejército, las quejas por la discriminación en las escuelas y en los barrios son numerosas y la psicosis reinante en la sociedad israelí aunado con la xonofobia que habita en el subconsciente colectivo sionista habría tenido como desenlace el brutal linchamiento del joven eritreo Haptum Barhum. ¿Hacia el final de la “revolución laica”? Tras la firma de los pactos de gobierno con los partidos ultra ortodoxos Judaísmo Unido de la Torá y Shas, que dieron paso a un ejecutivo de fuerzas nacionalistas y religiosas, Netanyahu va a eliminar de un plumazo la “revolución laica” iniciada en la anterior legislatura por Yanir Lapid. Así, según el diario Yediot Aharonot, Netanyahu se ha comprometido a congelar una serie de reformas emprendidas por el anterior Ejecutivo sobre recortes económicos entre la comunidad ultra ortodoxa, modificar las reformas en las leyes de conversión y en la ley de enrolamiento universal, que por primera vez forzaba a cerca de 60.000 haredim (ultra ortodoxos) a entrar en el Ejército debido a la ola de protestas sociales de una clase media que se quejaba de los exagerados privilegios que éstos recibían a pesar de no contribuir “ ni a las arcas públicas ni al “peso” de la seguridad nacional”. Ello conllevará según un fustrado Lapid en declaraciones al diario Yediot Aharonot que “ los ultra ortodoxos podrán seguir sin reconocer al Estado de Israel, obtener miles de millones de los contribuyentes y vivir sin trabajar”, con lo que continuará la implementación de un régimen teocrático bajo el control del Gran Rabino en el que los ultraortodoxos serán la casta dominante a pesar de ser una minoría, aunque ya en la actualidad, serían una casta ociosa (6 de cada 10 no trabaja y se dedican al estudio del Torá) que gozaría de prebendas y privilegios, que tendría a la población laica como siervos para sufragar su manutención, sanidad y educación así como la defensa de las fronteras de Israel y que impondría sus leyes al 43% de población laica, de lo que sería paradigma el hecho de que el Estado israelí no permite el matrimonio civil. El declive del Estado de Bienestar en Israel afectaría pues únicamente a la población laica y urbana , por lo que en el 2011 unos 250.000 jóvenes iniciaron una protesta en Tel Aviv en el 2011 contra las políticas sociales de Netanyahu y en demanda de vivienda, planificación, políticas para el mercado laboral, salud y educación pública, debiendo recurrir Netanyahu de nuevo a la manipulación del miedo para obviar el colapso del Estado de Bienestar de Israel (secuestro del soldado Gilad Shalit). Además, en los últimos años estaríamos asistiendo a una cruzada silenciosa inoculada por las enseñanzas patógenas de ciertos rabinos ultraortodoxos israelíes contra la comunidad gay y lesbiana, de lo que sería paradigma el reciente ataque por parte de un judío ultraortodoxo contra la Marcha del Orgullo Gay en Jerusalén, atentado que mereció la reprobación del rabino ortodoxo Shmuel Herzfeld quien en una vigilia en Washington exigió a los judíos ortodoxos “que reflexionen sobre si la retórica de la comunidad ortodoxa contribuye a este tipo de violencia”. La traición de Netanyahu a los postulados de Herzl Theodor Herzl es considerado el Padre del actual Estado de Israel y fundador del sionismo y en su libro “El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía”, propuso la creación de un Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo al tiempo que promovió la creación de la OSM (Organización Sionista Mundial) y en su obra “La vieja Nueva Tierra”(1902), sienta las bases del actual Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y próspera en la que se proyectaba al pueblo judío dentro del contexto de la búsqueda de derechos para las minorías nacionales de la época que carecían de estado, como los armenios y los árabes. Sin embargo, aurora-israel.co/il, denuncia que “ la política aislacionista del primer ministro, Biniamín Netanyahu, parece estar en las antípodas de los fundadores del sionismo, tales como Teodoro Herzl y Chaim Weizmman, que incluyeron al movimiento dentro del espectro progresista en el campo de la diplomacia, con lo que la pregunta es si puede revertirse peligroso el aislamiento diplomático de Israel con una política que sea contraria al inmovilismo y el encerramiento”. Además, según el “Informe anual de los abusos contra los Derechos Humanos” realizado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, con el Gobierno de Netanyahu se habría iniciado una peligrosa vulneración de los DD.HH. por parte del Tzáhal o Ejército israelí “ fruto del uso excesivo de la fuerza contra los palestinos en los territorios ocupados. Así, 149 palestinos habrían muerto a manos de las fuerzas israelíes en el 2015 de los cuales sólo 77 de los fallecidos fueron muertos en ataques lanzados y el resto habría sido injustamente asesinados en manifestaciones o por daños colaterales durante las operaciones de rutina” al tiempo que critica “la política de detención arbitraria, la tortura y el abuso asociado a menudo con la impunidad para los militares israelíes”. Dicho extremo estaría refrendado por las declaraciones del subcomandante de las Fuerzas Armadas israelíes, Yair Golan , quien en un discurso pronunciado el Día del Recuerdo del Holocausto afirmó que “hay vestigios de las espeluznantes tendencias de la Alemania nazi en el Israel actual” y que “no todo lo que hacemos es correcto” haciendo referencia al incidente ocurrido en Hebrón en el que un soldado israelí remató a un palestino herido y tumbado en el suelo. Los colonos y el declive del Estado de Bienestar Según el censo elaborado por el Ministerio de Interior israelí, cuando se suscribieron los Acuerdos de Oslo (1.993), unos 250.000 colonos poblaban los territorios ocupados mientras que en la actualidad serían más de 700.000 colonos que extenderían sus tentáculos por Cisjordania (140 asentamientos entre los que descollarían Hebrón y en especial el valle del Jordán que domina la mitad fértil de río y sería una verdadera avanzadilla para controlar la frontera de Jordania) además de Jerusalén Este y los Altos del Golán, aunado con la prevista culminación del Muro de Cisjordania que incluiría aproximadamente el 10% del territorio de Cisjordania, incluida Jerusalén Este donde unas 60.000 casas palestinas podrían ser demolidas al carecer de permisos oficiales. Así, antes de las recientes elecciones, Netanyahu reafirmó “el derecho del pueblo judío a construir en Jerusalén”, (lo que se traduciría en la construcción de 1.000 nuevas viviendas en Jerusalén Este), pues según sus palabras “hasta los palestinos saben que esos lugares quedarán bajo la soberanía israelí bajo cualquier tipo de arreglo” . Desde que en 1967 el Partido Laborista impulsó los asentamientos, el Estado israelí se habría gastado la friolera cifra de 7.500 millones € y según denuncia Maayan Geva, de B´Tselem, (Centro israelí de información sobre derechos humanos en los Territorios Ocupados) “dicha política ha consumido el presupuesto para educación, bienestar social e investigación no armamentística” y ha ayudado “a aumentar la pobreza, con casi un millón de personas por debajo del umbral mínimo, entre ellas, el 30% de la población infantil” por lo que no es de extrañar que con el azote de la crisis , desde 2007 se haya registrado un crecimiento anual de su población de entre el 5 y el 10%, (dos veces más rápido que en el conjunto nacional). Dado que el 75% de los colonos son ultra ortodoxos (más de 500.000), en los últimos años se habría desarrollado en los territorios ocupados de Palestina una peligrosa simbiosis entre los líderes políticos de los colonos y los rabinos que han predicado durante décadas su oposición a cualquier compromiso territorial con los palestinos y han tratado de dar una justificación religiosa a la ilegal ocupación israelí de los territorios palestinos. Así, rabinos extremistas israelíes entrenarían a los colonos en escuelas ubicadas en los asentamientos construidos ilegalmente en Cisjordania y la ciudad de Al-Quds (Jerusalén) para que cometan actos terroristas contra los palestinos de la ocupada Cisjordania (Ataques de Odio y Venganza), según ha informado los servicios de seguridad general de Inteligencia judío (Shabak) en un informe publicado en la página Web ‘Israelí Central Issues’, no siendo descartable la agudización de la fractura civil en los próximos años, preludio de una posterior deriva totalitaria de la actual democracia israelí que tendrá su culminación con la instauración en el Estado israelí de un régimen teocrático-militar lo que conllevará que amplios sectores de la juventud laica y urbana israelí deban optar por engrosar la lista de colonos teledirigidos por los haredim o emigrar a Occidente para escapar de la distopía teocrática-militar israelí de la próxima década. En otros tiempos dichosos, cuando la existencia personal no pendía de la incertidumbre la infancia, la juventud, la madurez y la vejez transcurrían más o menos de acuerdo a las previsiones sociales y a los cálculos hechos en cada familia… Y entonces, cuando en la inmensa mayoría de los casos las necesidades básicas estaban cubiertas, cuando hacer un oficio o una carrera se correspondían con lo que llamaban porvenir, era razonable que la infancia estuviese sujeta a la obediencia, que de la juventud se esperase su deber de rebelarse sin producir por ello en la sociedad grave quebranto, que la madurez comprendiese la importancia del ahorro y las ventajas de la sobriedad y que la vejez se adaptase a las circunstancias y a su ya precaria salud…
Pero en estos tiempos en que la misma inmensa mayoría vive esas mismas etapas en grado gravemente inestable; con una educación irregular y desigual entre el aturdimiento y la perplejidad, cuando niños; con unas expectativas muy inciertas cuando jóvenes hasta el punto de que muchos desearían seguir en la niñez; cuando el viejo se empeña en no querer serlo y el maduro tiembla ante la idea de ser viejo… más pronto que tarde asoma el absurdo de la vida. Y lo digo -se acabó el autoengaño- porque la sensación de absurdo está detrás de toda la apariencia, y el desatino se revela vivamente cuando cada mochuelo se retira a su olivo; unos para esconder la depresión y la desesperación, y otros para rumiar la náusea y soportar el tedio que acaban provocando los excesos que son resultado de la fatal desigualdad social. A estas alturas de la historia de la civilización occidental, es evidente que esa Europa Unida tramposa, hace ya al menos cuatro décadas, asignó a España y demás países meridionales el papel que hacen para la opulencia los terruños caribeños. España, definitivamente, es una taberna y una hospedería gigantescos. No hay más. Lo demás, en relación al basamento que genera verdadero desarrollo, autosuficiencia y autonomía, no existe. Y en consecuencia, a la inmensa mayoría de nuestros jóvenes físicos, químicos, técnicos, ingenieros, astrónomos… y con mucho mayor y más lamentable motivo juristas, médicos, lingüistas, literatos, filósofos… ya sabe lo que le espera: o se van a otras tierras, a otros mundos, o se enfundan un mandil para servir en la terraza de un restaurante o en la de un bar de copas… Pero no son ni el Dios de los cristianos, ni el dios de los mahometanos, ni los dioses del Olimpo ni el Destino los causantes del triste designio de nuestra juventud en gran parte frustrada. Todo ha sobrevenido por la perversidad de bancos y banqueros, de mafias y padrinos, de ingenieros financieros y especuladores que están llevando a la humanidad y al planeta hacia el abismo. Bribones y pícaros que pasaban por respetables y que han contado con la pusilanimidad cómplice de los gobernantes europeos y españoles que no pasaban por menos respetables. Y luego, ahora, hasta ayer, en fin, por la mala cabeza de electores ignorantes y necios que cuando han podido darse cuenta, ya era demasiado tarde. A la juventud, a esa nuestra juventud, pues, sólo le cabe levantar la cabeza con dignidad y reciclarse a fondo. Pues su norte queda bien cerca: hacerse fuerte para afrontar la supervivencia. Y también, para asumir una austeridad forzada de la que no obstante debe sacar provecho. Pues la austeridad, pese a todo, pese a ser fruto de la violentación del poder instituido es fuente de salud para el cuerpo y para la mente. Lo dice la sabiduría de todos los tiempos y de todas las culturas. Hágase más fuerte, pues, la juventud frustrada y, por Dios, expulse a los mercaderes españoles y europeos del templo del abuso, haga frente a la canalla dueña de este país desde tiempo inmemorial y apodérese cuanto antes del Poder para dar un golpe de timón a la nave de un país que navega totalmente a la deriva. Han pasado demasiados siglos desde Aristóteles y los antiguos griegos como para no cambiar la visión de lo que es realmente la Política enla práctica. Por eso, ahora ellos no dirían que cuando los dioses quieren castigar a un pueblo entregan su gobierno a los jóvenes, que es lo que decían. Ahora, vista la prolongada experiencia de los últimos tiempos, si los dioses quisieran castigar a España lo que harían es entregárselo nuevamente a todos esos y a todas esas que, tras ostentar al principio democráticamente el poder, han acabado detentándolo y abusando del poder ya casi ancianos… El mindfulness está en la cresta de la ola. Lo usan desde los bancos, que contratan cursos para reducir el estrés y mejorar la capacidad de atención de sus empleados, hasta los hospitales, colegios, prisiones o instituciones deportivas. En el Parlamento británico se presentó hace unos meses un informe, Mindful Nation, que recoge pruebas científicas sobre sus beneficios y recomienda implantar la práctica de raíces budistas en la salud, la educación, el trabajo y la justicia. Jon Kabat-Zinn (Nueva York, 1944) es quien lo impulsó y catapultó a través del programa de Reducción de Estrés Basado en Mindfulness (MBSR) que puso en marcha en 1979 en la Universidad de Massachusetts y que sigue impartiéndose en todo el mundo. Este doctor en Biología Molecular por el MIT ha venido a España a promocionar la nueva edición de su best seller Vivir con plenitud la crisis (Kairós) y a hablar de mindfulness con médicos, psicólogos, profesores, instructores, practicantes y los lectores de ZEN.
Muchos españoles equiparan meditación con la acción de reflexionar. ¿Qué es meditar en el contexto del mindfulness? No es contemplación, ni pensar sobre un tema determinado. Hablamos de meditación como una forma de estar relacionándote con la experiencia según transcurre. Y eso significa que estás entrenando tus facultades de atención para estar en el momento presente y menos distraído. Si te fijas, te darás cuenta de que la mayor parte del tiempo la mente está en el futuro, planeando o preocupándose. Y cuando no está en el futuro está en el pasado, elucubrando sobre qué ocurrió realmente, quién tiene la culpa... Mientras tanto, el momento presente, que es el único en el que podemos ver, oler, saborear, amar, aprender, sentir... se queda estrujado entre esas dos fuerzas. La meditación se refiere a expandir la capacidad de habitar el presente y por tanto vivir con plenitud y en el cuerpo, porque la mitad del tiempo estamos en la cabeza y no en el cuerpo. Muchos creen que todo lo que necesito hacer es dejar la mente en blanco y entonces estaré en una especie de conciencia cósmica, con una mente luminosa. Sin embargo, la mente ya es luminosa. Mindfulness nos dice que podemos salir de esa prisión de miedos y deseos que tiran de nosotros. No se trata de echar a los pensamientos, si no de observarlos y dejar que se queden ahí, como lo que permanece de una nota musical. ¿Cómo? ¿Sentándose muchas horas en la postura del loto? No hace falta estar sentado en una cueva durante 30 años para conseguir la iluminación. Lo que necesitamos es despertar, porque por alguna razón los humanos nos hemos quedado atrapados en el pasado. Si puedes respirar sin dificultad, es un milagro. Si puedes ver sin dificultad, es un milagro. En todos los sentidos estamos bien, pero seguimos pensando que estaríamos mejor si tuviésemos más dinero, nos casásemos, nos divorciásemos, etc. Pero la realidad es que sólo tenemos este momento, el ahora. Por tanto, ¿meditación y mindfulness es lo mismo? Hay muchas formas de meditación. La autorregulación de la atención es una de ellas. Como cultivar intencionadamente la amabilidad o el perdón. Es una rama de las prácticas meditativas, que cultiva la conciencia pura. No se consigue sentándote en el suelo y pretendiendo ser una estatua. La meditación real transcurre en este momento. Esta entrevista es una meditación. La meditación es un acto de amor a la vida, al potencial de la mente de conocerse a uno mismo. ¿Cómo sé que funciona? Funciona cuando hay una congruencia entre nuestra vida y lo que hacemos. La verdadera meditación es cómo vivimos nuestra existencia momento a momento. Se trata de observar cuántas veces perdemos la cabeza, recuperar la atención y empezar de nuevo. ¿Es una práctica apropiada para todo el mundo? Todo depende de las habilidades del instructor. Si alguien sufre problemas muy profundos (por ejemplo, un trauma de abuso sexual en la infancia), ¿es la meditación buena para esta persona? Quizá no, en el sentido de que quizás vuelva a traumatizarse. Se requiere un guía con una gran profesionalidad y sabiduría que te ayude a salir de ese trauma. No se puede utilizar una fórmula única. De forma más genérica, sin embargo, ¿es la conciencia de la respiración buena para todo el mundo? Claro. ¿Es la conciencia del cuerpo buena para todo el mundo? Sí, no tiene nada de malo. Usted está preocupado porque la motivación de algunos instructores no es sanar o ganar en sabiduría, más bien es económica. ¿Cómo se identifica a un buen profesor? Un buen indicador es cuando el instructor es capaz de verte como persona, no como paciente. La confianza es muy importante. No dejes de emplear tu discernimiento si ves que te manipula, si dice cosas distintas a diferentes personas, si el dinero es un problema... si no te parece ético, escapa lo más rápido posible. Hay mucha gente que asegura ser experto en mindfulness porque se ha vuelto muy popular, pero no saben ni deletrearlo. Hablemos de los niños. Usted dice que "la infancia está desapareciendo". ¿Por qué? En parte, es culpa de la tecnología. Los padres están más y más ocupados y estresados, y los niños también. Tienen demasiadas lecciones, actividades, van de un lado a otro constantemente. Además, tienen acceso a internet. Estamos ante un mundo nuevo que está poniendo una gran presión sobre los niños y enfrentándoles a cosas para las que no están preparados. Así que a nivel social cabría preguntarse si no estamos siendo abducidos por tecnologías que están cambiando nuestro cerebro y nuestra biología e incluso el desarrollo de los jóvenes. Un maestro zen le regaló una cita que dice: 'Nunca te olvides de la visión a 1.000 años'. ¿Cuál es la relevancia del largo plazo en lo que se refiere a su trabajo? Nunca hubo un tiempo mejor para descubrir lo que significa ser humano en este planeta. Y nosotros participamos en ello, nos guste o no. Debemos asumir la responsabilidad de lo que está pasando, reconocer la violencia en potencia que habita en nosotros mismos y transformar esa energía en belleza y creación. Una guerra nuclear o la subida del mar podría acabar con todo. Dejemos de hacer el tonto y despertemos para saber lo que significa ser ciudadanos de la Tierra. Hoy pondré un ejemplo para ver cómo Francisco, en La alegría del amor, opta por el cambio responsable: un camino de discernimiento personal acompañado eclesialmente.
En los comentarios sobre Amoris laetitia hemos visto estos días en las redes sociales algunas reacciones como las siguientes: Desde posturas inmovilistas (las que llamé en posts anteriores de "la primera vía") han criticado a Francisco, acusándole de desestabilizar la Iglesia con la ruptura de la tradición. Al día siguiente de la publicación ya se podían leer (en un portal neoconservador que no citaré por su nombre para no hacerle propaganda) comentarios que acusaban a Francisco de "encharcar de barro la enseñanza católica, prescindir de normas, reglas y leyes y poner en su lugar valores e ideales para justificar condescendencias". Son las voces de la "primera vía" que dicen: nada debe cambiar. Lo irónico es que estas críticas demuestran darse cuenta de que con Francisco sí hay cambio. Precisamente uno de los cambios más decisivos es el de pasar de la moral de "recetas" (AL 304; 298, nota 333) y semáforo en rojo a la de discernimiento (AL cap. 8), y de la moral de normas sin excepciones a la de discernir situaciones a la luz de los valores, poniendo en su lugar a las normas con sus limitaciones (cf. AL 300-301, 305). A) Desde posturas pro-cambio a ultranza y precipitadamente (las que llamé de "la segunda vía") han criticado a Francisco por quedarse corto. Tenían quizá la expectativa de que Francisco impusiese el cambio autoritariamente desde arriba. Pero habría ido en contra de su opción por la sinodalidad, la descentralización, el pluralismo y la inculturación: "No todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales" (AL 3). B) Desde posturas disfrazadas de centro equilibrado (los que llamé de "la tercera vía" se han apresurado a interpretar el lenguaje de Amoris laetitia para decir que no ha cambiado nada. Critican, aun con alabanzas a su compasión pastoral, lo que les parece ambiguo en el lenguaje de Francisco, para el que piden la ayuda del Prefecto de Doctrina como corrector de pruebas. Basta una lectura del prólogo de Amoris laetitia (nn. 1 al 7), junto con el discurso al final del Sínodo de 2015 para ver que Francisco rechaza las tres posturas siguientes: 1) nada puede ni debe cambiar, 2) hay que cambiar mucho, pronto y desde arriba, 3) se permiten cambios a medias, más o menos cosméticos, diciendo "sí, pero no" (con diplomacia vaticana), y que en realidad no cambie nada. De estas posturas mencionadas dice Francisco que "van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas". (AL 2). Como ejemplo de la cuarta vía, la del discernimiento in via (¡se hace camino al andar y se "crece gradualmente" al cambiar!) se puede aducir la diferencia que va de Familiaris consortio n. 84 a Amoris laetitia cap. 8 Francisco cita la Familiaris consortio, en la que Juan Pablo usaba por primera vez las dos palabras tabú para los inmovilistas de la "primera vía": el discernimiento y las situaciones. Decía que hay que "discernir las situaciones" y que no todos los casos de divorciados vueltos a casar son iguales, e incluso se atrevía a precisar que la normativa de no admitirles a los sacramentos no es doctrina, sino disciplina que la iglesia podría cambiar. Pero, dicho esto, concluía poniendo la condición de "convivir como hermanos", con lo cuál no cambiaba nada, La Familiaris consortio no iba más allá de la "tercera vía". Francisco va más allá por la cuarta vía: el camino del discernimiento: Hay que insistir en que el discernimiento es dinámico y en camino (AL 303). Un camino recorrido por 1) la conciencia 2) en situación 3) responsable ante los valores e iluminada por ellos 4) acompañada y 5) creciendo gradualmente (AL 300-305). No es, como temerían las críticas contra el cambio, un recurso individualista, situacionista o relativista. Tampoco es una conclusión normativa impuesta por un magisterio eclesiástico, como esperaban quienes tenían expectativas de una "receta progresista del papa argentino" que pusiera del revés la "receta conservadora del papa polaco"- Ha hecho Francisco como hizo Pablo VI en la Octogesima adveniens (1981) al decir que no era su misión dar la respuesta última para la pluralidad de situaciones que debían ser discernidas en clima de oración y atendiendo a las circunstacias por parte de las comunidades locales en comunión con sus pastores. (Continuará... Veremos más adelante la importancia que da Francisco al estilo de discernimiento de Pablo VI en Evangelii nuntiandi y Octogesima adveniens, bien distinto del miedo al cambio en la Humanae vitae). Una catequesis poco feliz ha hecho que muchos cristianos, sobre todo de mayor edad, vean al Espíritu Santo como algo raro, que no desempeña ningún papel en sus vidas. Las lecturas de este domingo podrían ayudarles a cambiar de opinión.
1. El Espíritu Santo: orador y traductor simultáneo (Hechos 2,1-11). Los frecuentes viajes que realizamos hoy día nos han hecho conscientes de la importancia de los idiomas. Cuando solo se trata de comprar un bocadillo o un refresco no es problema. Pero hablar de la persona de Jesús y de su mensaje en las más diversas regiones del imperio romano no era nada fácil. Omitiendo otros muchos pueblos, la lectura de Hechos menciona a partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, cretenses y árabes. ¿Cómo pudieron los primeros cristianos proclamar el evangelio en idiomas tan distintos? Indudablemente, aprendiendo con enorme dificultad la lengua de cara región, como hicieron más tarde los misioneros en todas partes del mundo. El libro de los Hechos hablará de muy diversas actuaciones del Espíritu. Pero Lucas quiere comenzar por este episodio programático: si el evangelio se ha extendido por todo el mundo ha sido gracias al Espíritu Santo. Todo ha sido obra suya: el mensaje y la capacidad de traducirlo a cada lengua. El mensaje lo resumen los protagonistas en cuatro palabras: “las maravillas de Dios”. Lo que no acaban de entender es cómo ha sido posible ese fenómeno de traducción simultánea. Para contar este acontecimiento, Lucas se inspira en relatos del Antiguo Testamento. Cuando Dios se revela a Moisés en el Sinaí: “hubo truenos y relámpagos y una nube espesa sobre el monte... y toda la montaña temblaba” (Ex 19,16.18). Por otra parte, el profeta Joel había anunciado que la venida del Espíritu iría acompañada de “prodigios arriba en el cielo y signos abajo en la tierra: sangre, fuego, columnas de humo”. Lucas no es tan tremendista. Le basta el ruido de un “viento recio” y lenguas de fuego, que no aterrorizan a nadie, sino que se posan suavemente sobre cada uno. El viento tiene estrecha relación con el Espíritu (en hebreo y en griego se usan la misma palabra para ambas realidades). Las lenguas anticipan ese don asombroso de hablar distintos idiomas. 2. El Espíritu Santo y el sentirnos hijos de Dios (Romanos 8,8-17). Jesús nos enseñó a llamar a Dios “Padre”. Pero muchos lo siguen viendo como juez severo, dispuesto a castigar nuestros pecados, que infunde temor; otros, como un ser lejano, desinteresado de nuestros sufrimientos y preocupaciones. Si somos cristianos, si estamos bautizados y hemos recibido el Espíritu, ¿cómo podemos pensar de esa manera? La carta a los Romanos ilumina este contraste. Hemos recibido un espíritu de hijos, el Espíritu atestigua que somos hijos de Dios y herederos suyos. Pero no somos los hijos de un millonario que heredarán todo automáticamente mientras se dedican a derrochar la fortuna de la familia. Además de ser hijos hay que sentirse hijos, dejándose llevar por el Espíritu; para heredar con Jesús hay que compartir su pasión. En muchas ocasiones, lo difícil será conjugar estas dos experiencias: la del sufrimiento, la pasión, y la de la paternidad de Dios. Esa fe necesaria para llamar a Dios “Padre”, como hace Jesús en el huerto de los olivos, incluso cuando están cerca el sufrimiento y la muerte. Y esto lo conseguimos gracias al Espíritu. 3. El Espíritu Santo, un premio sorpresa (Juan 14,15-16.23b-26). “Si te portas bien, tendrás un premio”, dicen muchos padres a sus hijos. “Si me amáis y guardáis mis mandamientos, tendréis dos premios”, dice Jesús a sus discípulos. El primero será un ser misterioso que les servirá de consuelo cuando Jesús esté ausente. El segundo, la visita del mismo Padre y de Jesús, no una visita rápida y de compromiso sino quedarse con nosotros de forma permanente. Y termina aclarando quién es ese ser misterioso del primer premio: el Espíritu Santo. Este regalo no es un objeto inerte que nos limitamos a contemplar. Nos recuerda todo lo que dijo Jesús y nos enseña a cómo ponerlo en práctica. Consuelo, enseñanza y recuerdo, tres efectos del Espíritu en todos nosotros. La liturgia remata el tiempo pascual con tres fiestas importantes. Pentecostés, Trinidad y Corpus. Las tres hablan de la realidad trascendente que llamamos Dios. Pero no desde el punto de vista filosófico o científico sino en cuanto se relaciona con cada uno de nosotros. De la realidad de Dios en sí mismo no sabemos absolutamente nada; pero podemos experimentar su presencia como realidad que fundamenta y sostiene nuestra realidad, no desde fuera, sino desde lo hondo del ser. Pentecostés propone la relación con Dios que es Espíritu y hasta qué punto podemos descubrirlo y vivirlo.
Pentecostés, es una fiesta eminentemente pascual. Sin la presencia del Espíritu, la experiencia pascual no hubiera sido posible. La totalidad de nuestro ser está empapada de Dios ESPÍRITU. Es curioso que se presente la fiesta de Pentecostés en los Hechos, como la otra cara del episodio de la torre de Babel. Allí el pecado dividió a los hombres, aquí el Espíritu los congrega y une. Siempre es el Espíritu el que nos lleva a la unidad y por lo tanto el que nos invita a superar la diversidad que es fruto de nuestro falso yo. El relato de los Hechos, que hemos leído es demasiado conocido, pero no es tan fácil de interpretar adecuadamente. Pensar en un espectáculo de luz y sonido nos aleja del mensaje que quiere trasmitir. Lc nos está hablando de la experiencia de la primera comunidad, no está haciendo una crónica periodística. En el relato utiliza los símbolos más llamativos que se habían utilizado ya en el AT. Fuego, ruido, viento. Los efectos de esa presencia no quedan reducidos al círculo de los reunidos, sino que sale a las calles, donde estaban hombres de todos los países. Por lo tanto, no se trata de celebrar un acontecimiento. El Espíritu está viniendo siempre. Mejor dicho, no tiene que venir de ninguna parte. (Lc narra en los Hch, cinco venidas del Espíritu). Las lecturas que hemos leído nos dan suficientes pistas para no despistarnos. En la primera se habla de una venida espectacular (viento, ruido, fuego), haciendo referencia a la teofanía del Sinaí. Coloca el evento en la fiesta judía de Pentecostés, que se había convertido en la fiesta de la renovación de la alianza. La Ley ha sido sustituida por el Espíritu. En Jn, Jesús les comunica el Espíritu el mismo día de Pascua. Sobre el Espíritu Santo, no es fácil superar una serie de errores que todos llevamos muy dentro. No se trata de ningún personaje distinto del Padre y del Hijo, que, por su cuenta anda por ahí haciendo de las suyas. Se trata del Dios UNO desmaterializado y más allá de toda imagen antropomórfica. No debemos pensar en él como un don que nos regala el Padre o el Hijo, sino en Dios como DON absoluto que fundamenta todo lo que nosotros podemos llegar a ser. No es una realidad que tenemos que conseguir a fuerza de oraciones y ruegos, sino el primer fundamento de mi ser, del que surge todo lo que soy. También debemos tener mucho cuidado al interpretar la palabra “Espíritu” cuando la encontramos en la Biblia. Tanto el “ruah” hebreo como el “pneuma” griego, tienen una gama tan amplia de significados que es casi imposible precisar a qué se refieren en cada caso. El significado predominante se refiere a una fuerza invisible pero muy eficaz que se identifica con Dios y que capacita al ser humano para realizar tareas que sobrepasan sus posibilidades normales. Recordemos que el significado primero de la palabra es “viento”, o mejor, el espacio entre el cielo y la tierra de donde los animales sorben la vida. Este primigenio significado nos abre una perspectiva muy interesante para nuestra reflexión. En los evangelios se deja muy claro que todo lo que es Jesús, se debe a la acción del Espíritu: "concebido por el Espíritu Santo”. "Nacido del Espíritu”. "Desciende sobre él el Espíritu”. "Ungido con la fuerza del Espíritu”. “Como era hombre lo mataron, como poseía el Espíritu fue devuelto a la vida”.Está claro que la figura de Jesús no podría entenderse si no fuera por la acción del Espíritu. Pero no es menos cierto que no podríamos descubrir lo que es realmente el Espíritu si no fuera por lo que Jesús, desde su experiencia, nos ha revelado. En esta fiesta se quiere resaltar que gracias al Espíritu, algo nuevo comienza. De la misma manera que al comienzo de la vida pública, Jesús fue ungido por el Espíritu en el bautismo y con ello queda capacitado para llevar a cabo su misión, ahora la tarea encomendada a los discípulos será posible gracias a la presencia del mismo Espíritu que les va a dar también energía para llevarla a cabo. De esa fuerza, nace la nueva comunidad, constituida por personas que se dejan guiar por el Espíritu para llevar a cabo la misma tarea. No se puede hablar del Espíritu sin hablar de unidad e integración y amor. La experiencia inmediata, que nos llega a través de los sentidos, es que somos materia, por lo tanto, limitación, contingencia, inconsistencia, etc. Con esta perspectiva nos sentiremos siempre inseguros, temerosos, tristes. La Experiencia mística nos lleva a una manera distinta de ver la realidad. Descubrimos en nosotros algo absoluto, sólido, definitivo que es más que nosotros, pero es también parte de nosotros mismos. Esa vivencia nos traería la verdadera seguridad, libertad, alegría, paz, ausencia de miedo. No se trata de entrar en un mundo diferente, acotado para un reducido número de personas privilegiadas, a los que se premia con el don del Espíritu. Es una realidad que se ofrece a todos como la más alta posibilidad de ser, de alcanzar una plenitud humana que todos teníamos que proponernos como meta. Cercenamos nuestras posibilidades de ser seres humanos cuando reducimos nuestras expectativas a los logros puramente biológicos, psicológicos e incluso intelectuales. Si nuestro verdadero ser es espiritual, y nos quedamos en la exclusiva valoración de la materia, devaluamos nuestra trayectoria humana y reducimos al mínimo el campo de nuestras posibilidades. La experiencia del Espíritu es de la persona concreta, pero empuja siempre a la construcción de la comunidad, porque, una vez descubierta en uno mismo, en todos se descubre esa presencia. El Espíritu se otorga siempre “para el bien común”. Fijaros que, en contra de lo que se cuenta, no se da el Espíritu a los apóstoles, sino a los discípulos, es decir a todos los seguidores de Jesús. La trampa de asignar la exclusividad del Espíritu a la jerarquía se ha utilizado con demasiada frecuencia para justificar privilegios y poderes especiales. El más poseído del Espíritu es el que más dispuesto está a servir a los demás. El Espíritu no produce personas uniformes como si fuesen fruto de una clonación. Es esta otra trampa para justificar toda clase de controles y sometimientos. El Espíritu es una fuerza vital y enriquecedora que potencia en cada uno las diferentes cualidades y aptitudes. La pretendida uniformidad no es más que la consecuencia de nuestro miedo, o del afán de confiar en el control de las personas y no en la fuerza del mismo Espíritu. En la celebración de la eucaristía debíamos poner más atención a esa presencia del Espíritu. Un dato puede hacer comprender esta devaluación del Espíritu. Durante muchos siglos el momento más importante de la celebración fue la epíclesis, es decir, la invocación del Espíritu que el sacerdote hacer sobre el pan y el vino. Solo mucho más tarde se confirió un poder mágico a las palabras que hoy llamamos “consagración”. La primera lectura de hoy nos obliga a una reflexión muy simple: ¿hablamos los cristianos, un lenguaje que puedan entender todos los hombres de hoy? Mucho me temo que seguimos hablando un lenguaje que nadie entiende, porque no nos dejamos llevar por el Espíritu, sino por nuestras programaciones y caprichos. Solo hay un lenguaje que pueden entender todos los seres humanos, el lenguaje del amor. Meditación-contemplación Toda vida espiritual es obra del Espíritu. Que esa obra se lleve a cabo en mí, depende de mí mismo. Yo necesito a Dios para ser. Él me necesita para manifestarse. .......... “Todos hemos bebido de un mismo ESPÍRITU”. Pero es que es el ESPÍRITU el que nos tiene que sorber. Él es más que yo y me tiene que transformar en él. No debo manipularlo, sino dejar que me cambie a su antojo. ........................ Dios es amor, y el ser humano puede descubrir y vivir ese amor. Siempre que amo de verdad, hago presente a Dios, porque el amor con que yo amo, es el mismo amor que es Dios. No soy yo el que amo, sino Dios que ama en mí. La fiesta de hoy es una buena ocasión para acercarnos al misterio del Espíritu a través de imágenes que tienen mucha relación con nuestras experiencias vitales.
¿Qué sentimos cuando parece que nos ahogamos, porque nos falta aire, y de repente podemos respirar aire fresco a pleno pulmón? ¿Y cuando tenemos mucha sed y alguien nos da agua? ¿O cuando estamos muy cansados y alguien se acerca para ayudarnos y animarnos? ¿Qué sentimos cuando una persona está a nuestro lado y nos ayuda cuando estamos enfermos o tenemos miedo? La palabra Espíritu es un término latino, y se ha generalizado su uso. En hebreo se habla de ruah, término femenino, que indica viento, aire, aliento, vida, amplitud, espacio ilimitado… tienen unas connotaciones mucho más ricas y vitales que el término espíritu. El término ruah evoca el soplo del viento, el aire fresco que traía la lluvia y se consideraba una bendición. Evoca también el misterio de Dios, similar al viento, porque se nota su presencia, pero no se le puede ver. La acción de la ruah en los seres humanos se refiere al aliento de vida de Dios que hay en cada persona, a la abundancia de Vida divina que está presente en el interior de cada hombre y mujer y en la Historia. Es una pobreza hablar solo del Espíritu Santo y dejar a un lado la riqueza semántica de la ruah. Al ser conscientes de lo que sentimos y de las huellas que nos dejan muchas experiencias vitales podemos entender mejor el mensaje del evangelio de hoy. Vamos a leerlo bajo esta perspectiva. El primer día de la semana se refiere al domingo. En los versículos anteriores Juan nos había dicho que la madrugada del domingo María Magdalena fue muy temprano al sepulcro y lo encontró vacío; un poco más tarde tuvo la experiencia de encontrarse con Jesús vivo y fue a dar testimonio. Al atardecer de ese “día” son los discípulos quienes tienen una experiencia similar. No importa si es un día cronológico, o no, lo importante es que es un día teológico que marca para siempre la ruptura con el sábado judío y sugiere que la experiencia de que Jesús estaba vivo se fue extendiendo. Es lógico que nos digan que los discípulos estaban encerrados en una casa; era costumbre de los romanos que cuando ajusticiaban a un judío, buscaran durante un tiempo a quienes habían comido con él. Las comidas compartidas eran un signo propio de la familia, de los amigos y de quienes eran cómplices en una tarea; no existían las comidas de compromiso. Por eso, tras la última cena pascual, viene la desbandada; el miedo a ser apresado hace que todos se escondan. Saben bien las consecuencias de haber formado parte del grupo de Jesús y haber comido con él: podían ser detenidos y ajusticiados, como había ocurrido muchas otras veces. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. En este relato post pascual se cumplen las promesas que Jesús había hecho durante su vida pública: no les dejaría huérfanos, volvería, les daría una paz que no podía dar el mundo, etc. Lo más importante es que la comunidad cristiana experimenta que eso estaba ocurriendo ya. Las promesas se estaban realizando. Las señales de las manos y el costado, produjeron escándalo durante muchos años en los propios cristianos y en quienes se acercaban a conocer la vida de las primeras comunidades, porque eran la muestra de que Jesús había sido crucificado y se había convertido en un proscrito ante la ley. Ahora el relato de Juan nos muestra otra perspectiva: esas señales despiertan alegría porque ya ven a Jesús desde la experiencia de la Pascua. No le experimentan como proscrito sino como Hijo. Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» El aliento tiene connotaciones muy profundas en el lenguaje bíblico. Nos sugiere “una nueva creación” y nos remite al texto del Génesis sobre los orígenes míticos del hombre y la mujer. “Entonces Dios formó al hombre del barro de la tierra, le insufló en las narices aliento de vida y así llegó a ser el hombre un ser viviente” (Génesis 2, 7) En el siglo VII antes de Cristo, cuando se escriben textos sobre la creación, no podían concebir que Dios hubiera hecho a los seres humanos con algo que no fuera barro, porque era el material con el que fabricaban las casas y utensilios. Pero era necesario “el aliento de Dios” para que el barro del ser humano cobrara vida y se transformara en un ser a imagen y semejanza de Dios. En el texto del evangelio de Juan es el aliento de Dios, la fuerza del Espíritu, lo que transformó a los discípulos, les re-creó.Un grupo de hombres y mujeres acobardados y escondidos tuvo una experiencia muy profunda: la fuerza de Jesús estaba en cada uno de ellos y de ellas y en la comunidad. Ese aliento, ese dinamismo, les empujó a salir a predicar y a vivir como Jesús les había enseñado. El evangelista nos presenta el aliento de vida unido a la experiencia del Espíritu y del perdón de los pecados. El aliento “sobre ellos” ¿se refiere a once varones, que a su vez han transmitido el poder de perdonar a otros varones, y así sucesivamente? ¿Qué hicieron los hombres y mujeres –discípulos- que estaban presentes? ¿Cómo está presente –o ausente- el aliento de vida en el sacramento del perdón? ¿Por qué se han ido perdiendo la dimensión comunitaria del perdón? Esta fiesta se asocia a los siete dones del Espíritu, número que representa la perfección, el conjunto de dones que nos ofrece Dios. Recordamos que son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Así los enumera el texto de Isaías 11,2-3. San Pablo añade otros dones: sanar a los enfermos, hacer milagros, profetizar, discernir espíritus, hablar en lenguas e interpretarlas (1ª Corintios 12, 8-10) ¿Qué dones necesitamos en 2016? Viendo la situación de la humanidad y de la Iglesia podemos hacer una lista interminable, vamos a enumerar 7 que son urgentes: · El don de creer cada día que es posible reconstruir la humanidad con las claves de la dignidad, la igualdad y el respeto de los derechos humanos. Y obrar en consecuencia. · El don de vivir en nuestro centro, en esa zona virgen en la que somos y nos descubrimos hijos e hijas amados por Dios. · El don de explicar el evangelio y predicar con una palabra “ungida”, que nace en las entrañas y se expresa a través del lenguaje corporal. Una palabra valiente, audaz y misericordiosa. · El don de ser misericordia, que nos convierte en iconos del Abbá y es mucho más que hacer obras de misericordia. · El don de vivir intensamente el momento presente, con sus luces y sombras, su alegría y su dolor, como una bendición. · El don de atravesar nuestros miedos sin quedarnos paralizados por ellos. · El don de reconocer a la muerte como hermana y compañera de camino, y aprender con la sabiduría que nos ofrece. Finalmente podemos recordar que el origen de la fiesta de Pentecostés se remonta a los tiempos en los que los judíos celebraban una gran fiesta llamada de la Recolección, cincuenta días después de Pascua: “Observarás también… la fiesta de la recolección, al terminar el año, cuando recojas de los campos el fruto de tus fatigas…” (Éxodo 23, 16). Era una fiesta agrícola, en la que daban gracias a Dios y le ofrecían los primeros frutos de la cosecha. A esta celebración se le añadió posteriormente una nueva dimensión: recordar y dar gracias a Dios por la Alianza del Sinaí, y la entrega de la ley a Moisés, como si hubiera tenido lugar cincuenta días después de salir de Egipto: “He aquí que yo establezco una alianza; haré a la vista de todo el pueblo maravillas como no han sido hechas en toda la tierra, ni entre nación alguna. Todo el pueblo, en medio del cual estás, verá la obra de Yahvé, porque es grandioso lo que voy a hacer contigo…” (Éxodo 34, 10-ss). La fiesta agrícola se convirtió en una fiesta con hondas raíces religiosas. Para el evangelista san Lucas la ley del Sinaí quedaba obsoleta, superada con la fuerza del Espíritu. Pentecostés marcaba el comienzo de una nueva creación. Con el espíritu de Jesús la comunidad tenía fuerza para salir a anunciar el Evangelio, para compartir sus bienes, para reunirse en torno a la fracción del pan y para realizar los gestos que había hecho Jesús. Celebrar Pentecostés no es recordar una experiencia de hace dos mil años, no es una fiesta para mirar al pasado sino para tomar conciencia de que nuestra vida puede cambiar tan profundamente como cambió la de aquel grupo de hombres y mujeres. La ruah está presente en nuestra vida, nos re-crea constantemente, re-crea las comunidades y la Iglesia. ¿Nos lo creemos? Si es así ¿qué celebraremos hoy y cómo lo celebramos? "Yo soy la puerta: quien entre por mí podrá entrar y salir..." (Jn 10,9) Es una de esas afirmaciones del evangelio que llega a nosotros en Pascua como una ráfaga de libertad y de aire libre. El Papa Francisco es un pastor que ha aprendido del Gran Pastor y hace bien su oficio: saca a la Iglesia de espacios lóbregos, aunque el exceso de luz le deslumbre los ojos. La empuja fuera de sus atmósferas viciadas.
Abre sus ventanas y deja que entre el sol en sus habitaciones cerradas. Le descubre la salida de ese laberinto en el que a veces da vueltas sin fin. La invita a dejar atrás situaciones relacionales o institucionales que asfixian y angustian. Me seduce esta imagen de Iglesia desplegada y respirando con anchura, que va tirando por el barranco estrecheces, minucias y casuísticas rancias. Que se aplica a la tarea de barrer las sabandijas que aún se agazapan en sus rincones oscuros. Y que cuelga en sus puertas abiertas un cartel con este anuncio: "Entrad y salid por aquí todos los que hacéis del amor la causa de vuestra alegría". |
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