Conferencia inaugural pronunciada en las Jornadas sobre Bioética y Derecho, organizadas por el Instituto Universitario de Investigaciones de Género, de la Universidad Carlos III de Madrid impartida el 6 de marzo de 2014
Juan José Tamayo, Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones y miembro del Comité Científico del Instituto Universitario de Investigaciones de Género. Universidad Carlos III de Madrid Rajoy, Gallardón y la Biblia, contra las mujeres En la toma de posesión como presidente del Gobierno ante el Rey, Mariano Rajoy juró su cargo colocando, primero, la mano izquierda sobre la Biblia y, luego, la derecha sobre la Constitución Española. ¿Sabía Rajoy sobre qué texto estaba jurando su cargo? ¿Le habían informado del contenido de la página donde estaba poniendo su mano izquierda? Me gustaría informarle para, en caso, de que tenga que repetir el juramento, se lo piense dos veces, aunque quizá volvería a hacerlo. La Biblia estaba abierta por el capítulo 30 del libro de los Números -cuarto libro del Pentateuco-, que regula lo referente a los votos o juramentos y contiene las normas relativas a los votos hechos por las mujeres. El libro es fiel reflejo de una sociedad en la que la mujer ocupaba una posición subordinada. Según el texto bíblico, un voto hecho por una mujer estaba sujeto a la autoridad del varón, excepto en el caso de que fuera viuda o hubiera sido repudiada, es decir, cuando no había ningún hombre que se hiciera responsable de ella. Si la mujer era soltera y el padre desaprobaba el voto o juramento, no podía cumplirlo. Si daba su pláceme, tenía que cumplirlo. Si una mujer estaba casada y hacía un voto, debía cumplirlo si el marido no lo objetaba; si lo hacía, no debía cumplirlo. De entrada creo que la promesa o el juramento de los cargos presidenciales o ministeriales en la Zarzuela ante la Biblia y el Crucifijo son hoy un resto de nacionalcatolicismo que no resulta fácil entender, y menos justificar, salvo por el deseo expreso del Rey, conforme a sus creencias católicas. Pero dichas creencias deben permanecer en la esfera privada, nunca explicitarse en el espacio público, y menos aún en un acto político de tanta relevancia como la toma de posesión de un gobierno en pleno. Es menos justificable aún tras más de treinta años de democracia y de no confesionalidad del Estado. Poner a Dios por testigo en el juramento de cargos políticos constituye un acto de teísmo político que termina por convertirse en una crasa manipulación de Dios. Hacerlo en presencia de la Biblia y del Crucifijo viene a ser una sacralización de la actividad política, lo más contrario a la secularización de la política, que es la seña de identidad de la Modernidad europea, de la que España forma parte. Sorprende que, tras treinta y cuatro años de vigencia de la Constitución España que afirma “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (art, 16,3). Se empiece transgrediéndola en un acto de tanta trascendencia para la vida política como la toma de posesión de un Gobierno del Estado Español surgido de la voluntad popular. Y eso viene sucediendo ininterrumpidamente desde el primer gobierno constitucional, con gabinetes de todos los colores: de derecha, de izquierda y de centro. ¿Necesita la voluntad popular ser legitimada por Dios, la Biblia y el Crucifijo? ¿El juramento con la mano puesta en el libro de los Números significaba que la política de Rajoy seguiría manteniendo la discriminación sobre la mujer, como hizo durante sus años de oposición al PSOE de 2004 a 2011, en los que se opuso a la mayoría de las leyes de igualdad de género? La composición del gobierno daba ya una pista de por dónde podía ir la política de Rajoy en relación con las mujeres. Rompìó la orientación paritaria de los gobiernos de Rodríguez Zapatero y volvió a una clamorosa disparidad. Entre los 13 ministros y el presidente del gobierno, sólo hay cuatro mujeres. El Partido Popular ha mantenido el recurso que presentó en su día ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de Igualdad. En concreto, el recurso del PP va contra la disposición de la ley que impone la paridad de las listas electorales, de modo que ninguna de las candidaturas tenga más del 60% ni menos del 40% de cada sexo en pueblos de más de 5.000 habitantes. El PP considera que dicho precepto restringe con carácter general “los derechos de personas en atención a su género”. Rajoy puso al frente del Ministerio de Justicia a Alberto Ruiz Gallardón -“el ministro que no quería a las mujeres”-, como correa de la transmisión de la ideología católica, que condena la teoría de género y niega a las mujeres su condición de sujetos morales. Él es el encargado de llevar a la práctica la política patriarcal del Partido Popular, que inició, conforme a la más rancia teoría de la feminidad, con la afirmación de que la libertad de la maternidad es la que hace a las mujeres “auténticamente mujeres” y con el anuncio de que la malformación del feto no se considerará un supuesto para la interrupción del embarazo. Estamos ante una verdadera contrarreforma, que siempre comienza con la negación de los derechos de las mujeres. Y el gobierno de Rajoy no es una excepción. Colocando su mano izquierda en la Biblia sobre un texto de ideología patriarcal, Rajoy estaba desvelando, sin quererlo, su programa de gobierno, que tan celosamente guardó durante semanas, en contra de los derechos sexuales y reproductivos y de las leyes de igualdad de género aprobadas en las dos legislaturas anteriores, y que Gallardón está poniendo en práctica cual fiel escudero de una política conservadora y antifeminista. Efectivamente, el proyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada, defendido con celo de cruzado católico medieval es la mejor y más fehaciente prueba de dicha política contraria a las mujeres, que requiere una reflexión antropológica, científica y ética crítica. Vida humana y vida digna En el tema del aborto lo que debemos considerar no es solo la dimensión biológica, sino también la antropológica. Para intentar establecer cuándo comienza la vida humana, lo primero que debe precisarse es qué se entiende por “vida” y por “humana”. Porque si por vida se entiende la capacidad de sobrevivencia autónoma y por “humana” la aparición de las cualidades propias de la persona, la cuestión se situaría, desde luego, en una etapa ulterior a la fecundación, e incluso del nacimiento. En la especia humana, una parte considerable del desarrollo neuronal tiene lugar después del nacimiento. Vida digna 2. No se trata solo del “derecho humano a la vida”, sino a una “vida digna”, es decir, de seres humanos dotados para el pleno ejercicio de las facultades distintivas de su condición. Es, pues, un gran disparate y una irracionalidad, propios de la incompetencia de quienes toman decisiones que afectan a toda la ciudadanía, que se prohíba la interrupción del embarazo en casos de malformación del feto. Identificar anomalías de esta naturaleza –que, si llega a nacer, serán irreversibles- y exigir a la madre terminar una gestación que, muy probablemente, concluiría con graves riesgos para la vida de la progenitora, es una irresponsabilidad política que la ciudadanía no puede permitir y contra la que debe rebelarse. El diagnóstico prenatal y, en su caso, el tratamiento, son muy importantes para lo único que importa: la prevención de alteraciones sin retorno. Es por ello otra incoherencia inadmisible humana y socialmente, y contraria a la protección de la salud que se hagan recortes en la detección de enfermedades de manifestación prenatal que son evitables. El cigoto no es todavía un ser humano En el proceso de embriogénesis carece de sentido aseverar que el principio y el producto son la misma cosa, que la semilla es igual al fruto y que la potencia es igual a la realidad. El cigoto posee el potencial de diferenciarse escalonadamente en embrión, pero no la potencialidad y la capacidad autónoma y total para ello. Anticipándose al debate actual sobre esta cuestión, Pedro Laín Entralgo escribía en El cuerpo humano (1989) hablando de la especiación del cigoto: “El cigoto humano no es todavía un ser humano, la condición humana solo puede ser atribuida al naciente embrión cuando sus diversas partes se han constituido en esbozos unívocamente determinados a la morfogénesis de los aparatos y órganos del individuo adulto, lo cual comienza a ocurrir con la gastrulación y la formación de las hojas blastodérmicas y, de modo más explícito, con la aparición de la llamada cresta neuronal. En suma, el cigoto humano es un hombre, un hombre en acto, y solo de manera incierta y presuntiva puede llegar a ser un individuo humano Científicos, autoridades políticas, autoridades religiosas y estadistas Los científicos trabajan rodeados de interrogantes, más que de respuestas y no pueden adoptar posiciones dogmáticas en campos en los que entran de lleno las cuestiones filosóficas y teológicas. Por lo mismo, no corresponde a las autoridades eclesiásticas pronunciarse sobre temas propios de la ciencia. La misma actitud debe exigirse a las autoridades políticas. Sin embargo, ni unas ni otras suelen cumplir dicha indicación porque no se mueven por análisis filosóficos rigurosos, sino preferentemente por intereses electorales, en el caso de las autoridades políticas, ni por reflexiones teológicas de fondo, sino por actitudes dogmáticas, en el caso de las autoridades religiosas. “La diferencia entre los políticos y los estadistas –escribió Sir W. Liley- consiste en que los primeros piensan en las próximas elecciones y los segundos en las próximas generaciones”. Asegurar la calidad de vida con todos los conocimientos científicos es, pues, una acción esencial del Estado. Esto es lo que se ha logrado con el Plan Nacional de Prevención. Por el contrario, imponer por ley una vida de sufrimiento e inhumanidad a las personas que nacerán con graves discapacidades, a sus familias y cuidadores; interferirse en las conciencias de las mujeres hasta violentarlas; no respetar su derecho a decidir en cuestiones tan personales, íntimas y decisivas para su vida como es la maternidad e imponérsela por decreto es propio de Estados totalitarios. Eso es precisamente lo que hace el proyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada, del Partido Popular. El Ministro de Justicia dice defender y proteger la vida del no-nacido alegando la indefensión en que este se encuentra. Al mismo tiempo el Ministro del Interior justifica la muerte de 15 inmigrantes africanos. Es una contradicción y una incoherencia. Por una parte se defiende la vida de un ser que no ha nacido e incluso de quien se sabe que no va a tener una vida humana digna, sino llena de sufrimientos y que a hacer infeliz a la familia y de quien no va a ocuparse ninguna institución pública. Además, se culpabiliza y castiga a quienes quieren evitar esos sufrimientos. Mientras, se justifica la muerte -¿asesinato?- de 15 inmigrantes indefensos que no han cometido otro delito que el de huir del hambre, de la miseria, de una vida indigna en su país, y buscar mejores condiciones de vida en el nuestro. Y eso sometiéndose al riesgo de perder la vida. Y las Fuerzas de Orden Público, lejos de velar por su seguridad y de proteger su vida, como es su cometido, contribuyen a su muerte alegando que defienden las fronteras del territorio nacional y velan por la seguridad de los españoles. El Ministro del Interior, a su vez, amenaza con llevar a los tribunales a quienes denuncian este tipo de crímenes, defiende la actuación de la Guardia Civil, la felicita por su trabajo y quién sabe si no les condecorará. r ¿Tiene más valor la vida de un no-nacido que las vidas de 15 personas? La respuesta afirmativa del actual Gobierno me parece un ejemplo paradigmático de cinismo, de desprecio selectivo de determinadas vidas humanas, consideradas población sobrante y prescindible. Nunca se había llegado a una situación de tal inhumanidad e inmisericordia. Complicidad Gallardón-Jerarquía católica-Asociaciones Pro Vida A esto hay que sumar la complicidad de Gallardón y Rajoy con la jerarquía católica española y con las asociaciones autodenominadas “Provida” que, tras presionar de múltiples formas durante la preparación de la ley, han aplaudido inmediatamente su aprobación por el Consejo de Ministros –como antes hicieron con la Ley Orgánica de la Calidad Educativa, que impone la asignatura de religión como evaluable-, e incluso quieren que sea todavía más restrictiva. Estos días se han oído voces de obispos que se oponen incluso a la interrupción del embarazo en los casos de violación. Dicha complicidad demuestra que estamos ante un Gobierno de tendencias claramente confesionales de carácter nacional-católico, que va a imponer a la ciudadanía una moral privada regida por la religión católica, y no una ética laica, común a todos los ciudadanos. ¿Qué sucede, entonces? Que, con esta Ley, el Gobierno considera delito lo que los dirigentes eclesiásticos califican de pecado y, en consecuencia, penaliza a los médicos con la cárcel. ¡Algo inconcebible en un Estado no confesional! Defensa de la vida del no nacido y post-mortem, desprecio de la vida de los nacidos Los obispos defienden la vida, es verdad, pero la vida de los no-nacidos, la vida del feto, desde el momento de la concepción, hasta minusvalorar la vida de la madre. Defiende la vida después de la muerte. Sin embargo, no vemos tanto celo en la defensa de la vida de las personas ya nacidas, sobre todo la de quienes la ven amenazada a diario, especialmente las mujeres maltratadas, violadas, asesinadas, sometidas a condiciones de trabajo inhumanas, cuyos cuerpos son colonizados, a millones de seres humanos que mal-viven con menos de un dólar diario y cuyo destino es una muerte prematura, niñas y niños objeto de abusos sexuales en instituciones religiosas, niñas y niños que mueren de hambre, gente que fallece en las pateras. Mucho nos tememos que esa va a ser la actitud del Gobierno si lograra aprobarse la ley ahora en proyecto: desatender a los nacidos con malformaciones genéticas y obligar a las familias a cargar con ellos sin facilitar los medios para su atención permanente. Hemos visto a los obispos españoles participar en manifestaciones y pronunciarse en sus sermones y cartas pastorales contra el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual, la Educación para Ciudadanía, el llamado “fundamentalismo laicista” de los gobiernos socialistas y a favor de la enseñanza de religión en la escuela. Rara vez, sin embargo, hemos visto a bispos participando en las concentraciones contra la violencia de género, como hacen muchos ciudadanos cada vez que se produce un feminicidio. Organizan misas masivas en favor de la familia cristiana –muchas veces de carácter patriarcal-, pero se olvidan de que en más de un millón y medio de familias españolas todos sus miembros están desempleados. Diversidad ideológica entre los católicos Ahora bien, la complicidad entre obispos y Gobierno de la Nación en materia del aborto, no es de todos los católicos, sino de los dirigentes episcopales, que son minoría y solo se representan a sí mismos. En el seno del catolicismo existe un amplio pluralismo ideológico en este tema, y numerosos colectivos católicos defienden la vigente ley de plazos aprobada en 2010 que contó con un amplio apoyo parlamentario y que ahora se pretende derogar, y se oponen a la ley de Ruiz-Gallardón, que es contraria a la libertad de conciencia y trata a las mujeres como menores de edad al no reconocerlas como sujetos morales capaces de decidir por su cuenta Lo mejor, a nuestro juicio, es respetar el pluralismo que existe en la sociedad y en el seno de las religiones en este campo, y escuchar la voz de los científicos, que también es plural. ¡Sin condenas ni anatemas! Creemos que la ley vigente, que se pretende derogar, es la que mejor respeta el pluralismo, ya que ni impone ni prohibe a ninguna mujer abortar, mientras que en la ley-Gallardón todas son prohibiciones y condenas. Incoherencia al condenar el aborto y defender la guerra Demuestran una grave incoherencia quienes –sean instituciones o personas- condenan el aborto con la misma vehemencia con que defienden la pena de muerte, propician la confrontación bélica o permanecen impasibles ante el genocidio colectivo, por hambre o desamparo, de más de 60.000 personas mientras se invierten en la seguridad de unos pocos –menos del 20% de la humanidad- 4.000 millones de dólares diarios en armas y gastos militares. Concluimos ya. Lo que estas reflexiones pretenden es evitar que la ley sea aprobada por la mayoría parlamentaria absoluta que actualmente permite al Parlamento español adoptar normas que la mayoría de los ciudadanos rechazan, ya que implica un nuevo recorte de los derechos humanos, quizá el más grave de todo, cual es el derecho de las mujeres a elegir libremente la maternidad y hacerlo en tiempo oportuno, sin coacciones externas, y menos del Estado, que debe velar por el ejercicio de ese derecho, en vez de negarlo y obstruirlo como hace este proyecto de ley. Hay que impedir que se consume otro recorte más, y este más grave que los anteriores: el de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que son derechos humanos inalienables. Un recorte que se suma a los que el Gobierno del Partido Popular viene llevando a cabo desde su toma de posesión hace más dos años sin temblarle la mano contra los sectores más vulnerables de la población española. *Este artículo se basa en el que publicamos Federico Mayor Zaragoza y yo en el diario EL PAÍS el 6 de enero de 2014 bajo el título “Coherencia ante el aborto”, del que es un desarrollo más amplio.
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Comienza la Cuaresma; "nos disponemos una vez más a fortalecer la limosna, el ayuno y la oración". Podría ser una repetición de gestos y rutinas, otro año más de hacer o dejar de hacer cosas que no tocan nuestra cotidianidad, simplemente alivian la conciencia. Sepan disculpar la ironía; pero no nos toca 'hablar del Reino', sino 'entrar en él', 'encarnarlo de un modo creíble'; por eso me digo estas cosas y se las comparto.
La limosna, como la 'lástima', es resultado de una lógica de jerarquías. Te doy, porque tengo, puedo, sé... Te regalo "generosamente" un poco de aquello que es mi propiedad y que me he ganado con el esfuerzo, el trabajo o la herencia. Como me reconozco superior –más rica, más capaz, más sabia- tengo entre mis manos el poder de la dádiva, que me permite agregar la bondad a la larga lista de mis posesiones. Tranquilizo mis culpas y sigo adelante, hasta la cuaresma que viene. El único modo de sostener esta pretensión de superioridad es negar mi propia carencia. Desmentir, en una lógica perversa, que también yo estoy necesitada, que ando como todos por la vida buscando desesperadamente unas migajas de amor, un modo de vencer la soledad existencial, algo que me brinde la seguridad y el cobijo que me arrancaron en el parto. Y que pude encontrar ese 'algo' en el dinero, en la familia, en la capacidad profesional, en el prestigio, inclusive en mi pertenencia a alguna comunidad eclesial. Me aterra pensar que puedo perderlo y por eso me aferro a eso, a veces pagando costos muy elevados... Desmentir, por sobre todo, que para que algunos tengamos y vivamos "seguros" otros mueren de hambre y que la caridad está al servicio de regular el sistema, para que nada se conmueva demasiado. Seguimos creyendo en los 'recursos escasos' que tenemos que disputarnos para conseguir, en lugar del compartir que multiplica, de una economía sustentable que garantice la alimentación de todos. Los que se cuestionaron esta lógica y se atrevieron a ir hasta las últimas consecuencias, rompieron con sus tradiciones y con su grupo de referencia y generaron revoluciones: Jesús de Nazaret, Francisco de Asís, Nelson Mandela... El sacrificio y el ayuno son lujos que podemos darnos los que tenemos la comida diaria más que garantizada. Podemos privarnos, porque no se nos va la vida en ello. Combinamos la dieta alimentaria, que puede ser muy provechosa después de los excesos del verano o del invierno según corresponda, con menor uso del transporte público, más caminatas y algunas horas de servicio u obra de misericordia. Ponemos a entrenar el alma, que queda al cabo de 40 días más delgada, más musculosa y más satisfecha de sí misma. Tantos años dejé pasar las ofertas de ropa de final de temporada porque caían en cuaresma, a costa de comprar más caro pero sin traicionar mi fariseísmo... Tantos festines de pescados caros se producen en la Semana Santa... No se trata de no comer sino de que todos comamos, todos los dias, no sólo en Cuaresma... La oración es tantas veces un modo de tercerizar las soluciones: pedirle a Dios que haga lo que nosotros no hacemos; y si no lo hace será su Suprema Voluntad que todo se mantenga igual... Nuevamente el alma, navegando los rumbos del espiritualismo, esperando de los cielos las respuestas o encerrándose en su cápsula tan lejana de la vida de la gente. La oración de Jesús lo introducía de lleno en los dolores, las exclusiones y la injusticia cotidianas, y lo provocaba a revisar sus prácticas concretas, para cultivar vínculos más semejantes a lo que descubría como el sueño de Dios. En la oración exalta a los pequeños, incluye a niños y mujeres; en experiencias compartidas de oración, como con los discípulos y la sirofenicia, va delineando su misión y amplificando sus propios límites, se abre a los 'paganos', reconoce y acepta el martirio próximo. En actitud orante abre ojos y oídos, pone de pie a los paralizados, anima a volver a empezar a los desfallecientes. La soledad en el monte o en el huerto lo impulsan a comprender con más hondura el sentido de lo que vive y a poner sus manos con mayor decisión en las vidas de aquellos con quienes se encuentra... No se trata de 'fortalecer el alma', sino de cambiar nuestras prácticas. Se trata de generar una cultura del encuentro de los iguales, donde el pan se parte y se reparte, donde saltamos las barreras del miedo y nos atrevemos a acercarnos al que es diferente, a enderezar a los caídos y a dejarnos enderezar. Con los ojos lúcidos y los oídos atentos; con la palabra lista para alentar y denunciar. Ayúdanos a vivir una cuaresma con sentido, en la que hagamos Reino... Se nos ha insistido hasta la saciedad que la cuaresma era un tiempo de examen de conciencia para descubrir nuestros fallos, para concienciarnos de que habíamos ofendido a Dios, para sentirnos pecadores. Una vez que descubrimos que estábamos enfangados en la mierda, pedir a Dios que nos sacara de ella y si Dios era reacio a perdonarnos, ahí estaba la muerte de Jesús que nos daba derecho a ese perdón. Pasada la alegría de sentirnos perdonados, llegaba la angustia de volver a fallar. Así año tras año.
Vamos a intentar un enfoque distinto. La cuaresma es un tiempo privilegiado para analizar la trayectoria humana de nuestra vida y descubrir que con demasiada frecuencia nos equivocamos, dando pasos que nos alejan de la meta. No tiene mucho sentido que nos paremos a analizar la piedra en la que tropezamos ni si nos hemos alejado un paso o un kilómetro. Se trata de tomar conciencia de dónde nos encontramos y desde ahí, enderezar nuestros pasos hacia la meta. De lo dicho se desprende, que más importante que mirar hacia atrás mortificándonos por los pasos mal dados, es descubrir donde está la meta y comenzar a andar en esa dirección. Lo importante es tomar conciencia clara de donde está la meta. Pero resulta que no puedo saber donde está porque nunca estuve allí. Aquí puede venir en nuestro auxilio la experiencia de otros seres humanos que sí se aproximaron a ella. Para nosotros los cristianos, el hombre que más cerca estuvo de ella es Jesús, por eso es nuestro guía. Las tentaciones de Jesús y las nuestras, nos advierten de la necesidad de esfuerzo para llegar a la meta. Los animales disponen de un piloto automático que les conduce en todo momento a su propia meta. Al ser humano se le han entregado los mandos de la nave y no tiene más remedio que dirigirla él mismo. No podemos conducir un vehículo manteniendo fijo el volante. Tiene que estar rectificando en cada instante. Tampoco nadie puede conducirlo por nosotros ni siquiera Dios. Es responsabilidad de cada uno. Las dos primeras tentaciones pretenden convertir a Jesús en oprimido u opresor, a cambio de pan, poder o gloria. Tanto oprimir a otro como dejarse oprimir son ofertas satánicas. La opresión es el único pecado, porque es lo único que nos impide ser humanos. Vamos a analizar las tentaciones de Jesús en lo que tienen de común con las trampas que el placer, con apariencia de bien, tiende a todos los hombres. A nadie se le ocurrirá hoy tomar el relato del Génesis como un hecho histórico. El pecado de Adán es un mito ancestral. Esto no quiere decir que sea simplemente mentira. El mito, en sentido estricto, es un intento de explicar conflictos vitales del ser humano, que no se pueden entender de una manera racional. El relato de Adán y Eva intenta explicar el problema del mal, y lo hace partiendo de las categorías de aquel tiempo. Tampoco el relato de las tentaciones es una crónica de sucesos. Jesús se retiró muchísimas veces al "desierto" para orar. En esta ocasión se trata de resumir todas las pruebas que tuvo que superar a lo largo de su vida. En Jesús la tentación tiene una connotación especial, porque se plantea la tentación conforme a su situación personal. La talla de su humanidad tiene que darla en relación con la tarea que se le ha encomendado. La "prueba" será cómo desarrollar su mesianismo. Los posibles tropiezos al recorrer su camino mesiánico, se relatan condensados en un episodio al comienzo de su vida pública, pero resumen la lucha que tuvo que mantener durante toda su vida. A Jesús no le tentó ningún demonio. La tentación es algo inherente a todo ser humano. Por eso es el mejor argumento a favor de su humanidad. Quien no se haya enterado de que la vida es lucha, tiene asegurado el más estrepitoso fracaso. No se trata de una elección entre el bien y el mal. El ser humano no es el lugar de lucha de dos fuerzas contrarias: el Espíritu y el diablo, el Bien y el Mal. Esa alternativa no es real porque el mal no puede mover la voluntad. Se trata de descubrir lo bueno y lo malo, más allá de las apariencias. La lucha se plantea entre el bien auténtico y el aparente. Plantear una lucha contra el mal no tiene ni pies ni cabeza. Una vez que descubro que algo es malo para mí, no tengo que hacer ningún esfuerzo para vencerlo. Las tres tentaciones de Jesús no son zancadillas puntuales que el diablo le pone. Se trata de contrarrestar una inercia que, como todo ser humano, tiene que superar. Ni el placer sensible, ni la vanagloria, ni el poder, pueden ser el objetivo último de un ser humano. El poder y las seguridades, como fundamento de una relación con Dios quedan excluidos. El poder podría haber dado eficacia a su mesianismo, pero no llevaría la libertad al hombre. La salvación tiene que llegar al hombre desde dentro de sí mismo. Cualquier clase de coacción desde fuera impediría su desarrollo humano. No necesitamos ningún enemigo que nos complique la vida. Somos lo bastante complicados para meternos solitos en esos berenjenales. La tentación es inherente al ser humano. En cuanto surge la inteligencia y el ser humano tiene capacidad de conocer dos metas a la vez, no tiene más remedio que elegir. Como el conocimiento es limitado, puede equivocarse y, adhiriéndose a lo que creía bueno, se encuentra con lo que es malo. Si esto no lo tenemos claro, pondremos el fallo en la voluntad que elige el mal, lo cual es imposible. Una vez que hemos planteado mal el problema, no tiene solución. Si el problema no está en la voluntad, no se podrá resolver con voluntarismo. Aquí está una de las causas de nuestro fracaso en la lucha contra el pecado. Si el problema es de entendimiento, solo se podrá resolver por el conocimiento. Mi tarea será descubrir lo que es bueno o es malo para mí. Ese "para mí", se refiere a mi verdadero ser, no al yo egoísta e individualista. Ni siquiera podemos esperar de Dios que me saque del dilema. Lo que Dios quiere es que llegue a la plenitud. El camino para alcanzarla debo descubrirlo yo. El garantizar la existencia de cada individuo y de la especie, ha sido el objetivo de todo progreso evolutivo. Esos logros han quedado grabados en nuestro ADN, y siguen marcando el objetivo del ser vivo (piloto automático). La inteligencia ha abierto otras posibilidades de ser, pero no ha anulado el cúmulo de información almacenado en nuestros genes. Nuestra "tentación" consiste en mantener como meta la que nos da la biología, renunciando a tomar los mandos que nos lleven a una meta más alta. En nuestra sociedad tendemos a considerar como bueno lo que la mayoría acepta como tal. El esfuerzo por alcanzar una verdadera humanidad es todavía una actitud de minorías. A través de la historia humana, han sido muy pocos los que han manifestado con su vida una plenitud humana. La mejor prueba es que los consideramos seres extraordinarios. La mayoría de los mortales nos contentamos con vivir cómodamente sin valorar el esfuerzo por llegar a ser algo más. Aquí el valor de la democracia queda muy relativizado. El "está escrito", repetido por tres veces, tiene un profundo significado. Adán y Eva pretendieron ser ellos los dueños del bien y del mal. Es la constante tentación de todo ser humano. Pretender que sea bueno lo que yo determine como tal y que sea malo lo que yo quiero que lo sea. Cuando Jesús repite por tres veces 'está escrito', reconoce que no depende de él lo que está bien o lo que está mal, está determinado, no por una voluntad externa de Dios, sino por la misma naturaleza del ser. Meditación-contemplación Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu. La verdadera conquista de lo humano, se consigue en el interior. Solo lejos del bullicio, del ruido y de la vorágine de los sentidos te puedes encontrar contigo mismo y dilucidar tu futuro. ..................... Inevitablemente, el Espíritu nos conducirá a la soledad interior, porque solo en lo íntimo del ser, se puede plantear la batalla. No tengas miedo. Si la planteas bien, está ganada. Confía en lo que hay en ti de absoluto. ............ No te dejes engañar por los cantos de sirena. Son cada vez más y con más poder de seducción. Pero la fuerza del Espíritu, siempre será mayor, Y, si te dejas guiar, te conducirá a la plenitud a través de la lucha. En el relato de las tentaciones, quedan sabiamente reflejadas las apetencias más fuertes del ego. Es comprensible: nuestra primera y permanente tentación (engaño) no es otra que la de identificarnos con el ego y vivir para él.
Es un engaño, que conduce a la confusión y al sufrimiento, porque implica nada menos que olvidarnos de nuestra verdadera identidad y reducirnos a "algo" que nos esclaviza: el ego, en cuanto manojo de necesidades y de miedos, nubla nuestra visión y nos hace ver la realidad desde la reducida ranura de una mente absolutizada. El ego se define a sí mismo por lo que acumula: posesiones, imagen, fama, títulos, poder, afectos, creencias... Y, preso de una insatisfacción constante, se dedica toda su vida a acumular: es su único modo de sentirse vivo. Esa será, por tanto, nuestra tentación constante. Pero es importante advertir que no saldremos de ella a través de la lucha, sino gracias a la comprensión. Esto parece recordarnos también el relato, al poner en boca de Jesús palabras de sabiduría, que le permiten sortear el engaño: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto". El "Señor Dios" indica aquí justo lo opuesto al ego. Si este es únicamente un engaño, que nos encierra en su ficción, "Dios" es el fondo, la fuente y el núcleo de todo lo real, la Mismidad de todo lo que es. Eso lo único que merece adoración: porque esa es la verdad. Ahora bien, la Mismidad de lo que es, constituye nuestra identidad más profunda: es la Presencia, que percibimos como pura consciencia de ser. Se trata de la identidad que se encuentra siempre a salvo, que trasciende el tiempo y el espacio, que reconocemos "compartida" con todo lo que es, y que es nuestro verdadero "hogar", donde nos descubrimos no-separados de nadie ni de nada. Si la pulsión del ego es acumular –por ahí van las "tentaciones"-, la Presencia no busca otra cosa que ser. "Solo ser. Nada más. Y basta. Es la absoluta dicha", decía sabiamente Jorge Guillén. Cuando la comprensión nos permite vivir en conexión con la Presencia que somos, nuestra vida es transformada. Eso es lo que apreciamos en Jesús: en él percibimos a un hombre libre, confiado, compasivo, ecuánime... Quien se halla identificado con el ego (o yo mental), inevitablemente vivirá insatisfacción, soledad, miedo y ansiedad. Porque al ser una ficción, su percepción es de absoluta carencia y alteración: por más que lo intente negar, disimular o compensar, se sabe absolutamente vulnerable y, por tanto, amenazado. Por el contrario, en quien se vive anclado en su verdadera identidad brotan la confianza, la serenidad, la paz, la confianza, el amor... De hecho, todas estas dimensiones no son sino otros nombres de aquella misma única realidad. Con motivo de los funerales de Nelson Mandela, releí el testimonio que, años atrás, el cardenal Martini había dado sobre él. En una ocasión en que se le preguntó acerca de la persona más especial que había conocido en su vida, Martini respondió con rapidez:"Mandela; un hombre completamente en paz". Por otro lado, solo la comprensión de nuestra verdadera identidad nos permite salir de la trampa del acumular incesante y ansioso en que se mueve el ego. Y venimos a descubrir –Jesús también será un signo de ello- que no se trata de acumular, sino de participar en el movimiento de la Vida: dejar que la vida sea, porque nos vivimos alineados con ella, reconociéndola como nuestra identidad última, siempre a salvo: la única que merece toda adoración. Jesús ayunó un largo tiempo. El número 40 en la Biblia se refiere a un tiempo más largo que lo que supone matemáticamente 40. Es importante ayunar. En los países desarrollados comemos bastante más y a veces mucho más de lo necesario. Esto perjudica:
• A nosotros mismos: el exceso de peso es negativo para la salud, nos hace enfermar, acudir al médico, tener peor calidad de vida, contraer enfermedades más fácilmente y morir antes de tiempo, ser menos felices. • A los demás: los obligamos a cuidarnos cuando enfermamos, aumentamos los gastos sociales, desempeñamos peor el trabajo, gastamos más de lo necesario mientras otros pasan hambre, a los que podríamos ayudar gastando menos. Así ayudaríamos a los millones de niños que, subalimentados, sufren una merma del 20 % en su desarrollo mental, que nunca podrán recuperar. • A la naturaleza, pues sus recursos y su capacidad son limitados: exprimirla para arrancarle más alimentos de los necesarios para luego echarlos a la basura mientras millones de personas pasan y mueren de hambre, es un gran pecado contra Dios porque lo es contra nosotros mismos, contra los pobres y contra la Madre Tierra que nos sostiene a todos. Tirar comida a la basura es un crimen contra la vida. Por todo eso Jesús rechaza radicalmente la tentación de producir alimentos sin medida convirtiendo las piedras en pan. Esto no lo practican las multinacionales. Tampoco los terratenientes que compran tierras en América o África puestos de acuerdo con los respectivos gobiernos corruptos. • En Guatemala conocimos personalmente a un terrateniente (dicho sea, nos atendió muy bien) que tenía 3 fincas: una de 800 Has, otra de 1000 y otra de 2000. En la de 800 tenía 2000 obreros para el cultivo del café, que cobraban un sueldo de 3 € al día, dormían en el suelo, trabajaban de sol a sol, tenían que llevar su comida y las herramientas para el trabajo. No le importaba que se muriesen obreros, pues "tengo cientos deseando trabajar aquí". • En Brasil hay un terrateniente, Cecilio Do Rego, que posee 70.000 Km2 de tierra, o sea, 7 millones de Has. En Argentina hay unas 80 familias que poseen cada una entre 10.000 y 120.000 has. • En África, las multinacionales de Europa, Rusia, China, Japón, Emiratos Árabes y EE.UU. poseen cerca de 200 millones de hectáreas de tierra, todas quitadas por los respectivos gobiernos a los nativos, para venderlas a esas empresas, con destino a producir cereales para sus respectivos países, y asegurarse granos y agua para el futuro, pues esta, si no cuidamos más la tierra, va a ser un bien escaso y pronto será el 'oro azul' del mañana. Y si no es para grano, es para explotar sus riquezas minerales para nuestras industrias. Entre tanto los indígenas cada vez más empobrecidos. Por eso Jesús rechaza rotundamente ser el poseedor de todos los reinos del mundo. Tal vez también muchos de nosotros tenemos la mente y el corazón mucho más ocupados en tener y tener, aunque tengamos poco, en vez de esforzarnos por ser cada día más solidarios, austeros, justos, y comprometidos con la igualdad y la fraternidad entre todos los hombres. Esta debe ser la motivación más profunda y movilizadora de nuestras vidas, incluso para vivir austeramente, porque la Madre Tierra lo necesita, y al mismo tiempo tener el gozo de poder compartir más con los demás, como lo hizo Jesús. Por aquí va el camino de la vida plena para este mundo y para el más allá. Todos hemos nacido en el seno de un grupo humano, de tal forma que los requerimientos sociales de ese grupo configuran, a partir del vínculo, la constitución de la propia identidad. El "yo" se origina a partir de los otros, o lo que es lo mismo, la conciencia autobiográfica depende fundamentalmente del lenguaje. Quienes nos enseñan a hablar nos condicionan en la estructura misma de nuestro yo.
Lo importante en la cultura en la que nos formamos se convierte en algo a ser. Por eso, desde niños, estamos tratando se alcanzar lo que nos han dicho que debemos ser. "Soñamos" con nosotros mismos y esperamos con anhelo los aplausos. La identidad es un largo proceso desde la infancia hasta la madurez y el resultado es el "yo" consciente. El yo emerge de la naturaleza indiferenciada, se adapta a la familia y medio social que le rodea e interioriza una cultura y unos valores determinados. Si el proceso cumple su objetivo, el yo se despliega y se afirma creando su propio espacio e influyendo en la realidad externa. Así se construye la historia personal del sujeto. La vida humana es, fundamentalmente, una cuestión de decisión. La persona madura es la que ha realizado un proyecto y puede ver el sentido del mismo. ¿Qué ocurre cuando pasan los años? o ¿qué pasa cuando la historia personal del sujeto se ve truncada? Ya no hay proyecto o hay que distanciarse de él. Hay que quedarse desnudo como un niño, despojado de máscaras y con la muerte como horizonte. Esta fase aparece como angustia ante el futuro y miedo a la muerte. Algunos la reprimen e inician una obsesión compulsiva por la salud, en todas sus vertientes. Otros acometen empeños absurdos de cierta vanidad social y otros sencillamente se deprimen. Las personas que han tenido la suerte de cultivar culturas espirituales o religiosas, descubren la sabiduría de entregar confiadamente la propia vida, que vuelve a su origen. Así, la muerte se vislumbra como un "nuevo nacimiento". Es la época de la sabiduría y de la libertad interior. De la serenidad y de la liberación del egocentrismo. De la paz profunda y de la entrega total. Es la hora del verdadero creyente, porque como afirma Jung, el miedo a la muerte, que está en la base de las neurosis del adulto, sólo se resuelve desde una dimensión espiritual de la vida. Educamos más con lo que hacemos que con lo que decimos y, sin embargo, seguimos prestando más atención que a la acción, a los papeles que a las personas, a las palabras que a los hechos. Los maestros somos observados minuciosa y atentamente, tanto en el aula como fuera de ella. A veces, hasta somos fiscalizados por nuestros alumnos o por sus padres.
Solo el ejemplo educa. Cuando el discurso no va acompañado de acciones coherentes, cundo las palabras no se transforman en hechos afines, no se produce el acto educativo. La coherencia es el único modo de educar, el único camino para ser creíbles como maestros. No podemos exigir que estudien si no ven en nosotros la pasión por el estudio. No podemos obligarles a escuchar si nosotros no les escuchamos nunca. No podemos exigir que lean si ellos no ven que la lectura es fundamental en nuestras vidas. No podemos predicar la tolerancia si somos intolerantes con un niño en el aula. Un maestro no puede exigir el estudio a sus alumnos si él no estudia todos los días. No puede exigir puntualidad si él no lo es; no puede exigir justicia si él no es justo a la hora de examinar; no puede exigir tolerancia si él no es tolerante con las opiniones y creencias contrarias a las suyas; no puede requerir sobriedad y austeridad a sus alumnos si él no vive austera y sobriamente. El lenguaje prescriptivo solo es valioso si el emisor es coherente. Solo es creíble el ejemplo. Cuando el alumno percibe que existe una contradicción entre lo que el maestro exige o impera y lo que él hace con su vida, toma distancia de él y se siente engañado. Por ello es tan difícil ser verdaderamente maestro. No se trata solo de poseer habilidades comunicativas, didácticas y pedagógicas o cultura general; se exige coherencia, congruencia, y ello es arduo y difícil no sólo para los maestros, sino para todo ser humano. El niño aprende por mímesis, por imitación del referente. Tanto en el pasado como en el presente, el alumno aprende por repetición, observando al maestro y reproduciendo, a pequeña escala, sus gestos, movimientos, palabras y actitudes. El proceso educativo no es unilateral. Se trata de un proceso, de un continuum de movimientos, de una cadena de acciones, de palabras, de pequeñas intervenciones y de actos, aparentemente aislados y separados, pero que forman un conjunto, una unidad de significado. Es una obra de arte colectiva, pues el maestro actúa, acompaña al alumno, interviene sobre él; pero no está solo en esta labor. Incide una urdimbre de figuras, de educadores formales e informales que, de un modo u otro, esculpen el alma del alumno. Educar es un proceso y no un acto, un proceso bilateral, pues solo puede tener lugar si se da el encuentro, si se produce el contacto entre el maestro y el alumno, entre un ser humano dispuesto a enseñar lo que ha aprendido y otro dispuesto a aprender, a conocer lo que todavía ignora, a adentrarse en un territorio que desconoce. Es una relación dual, de alteridad, que presupone, por definición, un encuentro entre dos personas. Sin encuentro no hay educación posible. La ejemplaridad y la cultura del encuentro son los dos fundamentos de la práctica educativa y son los aspectos esenciales que debemos tener en cuenta a la hora de mejorar ostensiblemente el sistema educativo de nuestro país. Tierra revuelta y esperando; ansiosa de siembra. Tan en la piel. No puedo (ya) vivir diluida, diluyendo mi entorno: los detalles me conmocionan, la intensidad llega al punto de saturación, las redes al borde de la ruptura.
Elijo esa dimensión. Soltar las defensas. Conectada con mi pozo, a como resulte. Expuesta, al desnudo. Pronunciamiento con gusto a definitivo. Que me nombres hija-amada-elegida, nuevo bautismo, me arranca de la posición de niña, culmina la preparación, me lanza a la profecía. Está clara la invitación, desde el fuego inaugural encerrado en mis huesos. La necesidad de volver a altamar, la disposición a la tormenta, el descubrimiento de tierras ignoradas, el botín justiciero; la exploración, la sangre, la pasión. Es tan evidente el brinco, del vientre al viento, al infinito y más allá. Dónde encajo, por dónde ruge el profeta que crece en mí, cómo me paro frente a mis opciones vitales. Tantos años de trenes, con recorrido, estaciones y horarios prefijados; será tiempo de perderme en el mar, de proa a la inmensidad. Despojarme del miedo, una vez más, arrancar los límites y confiar en el Soplo, sutil o tormentoso, que me sigue empujando quién sabe hasta donde. Viene cargado de temores de muerte, el viento; y de un hálito de vida irrefrenable. Difícil esta aventura de decidir sujeta sólo a mí misma, al centro de mi identidad, sin que nadie ya se cuelgue de mi brazo. Creerle a ese hilo que sostiene y me enlaza, y que necesita hacerse carne en la experiencia concreta, para ser más que una declaración de deseo tan hermosa como falsa. Celebro la opción, asumida desde las tripas, naranja y amarillo. Fiel a este modo desorbitado de sentir, y marcando territorio: no tengo que pedir permiso ni justificarme, soy yo, y mi libertad, y mi modo de seguir tu sueño. Puedo, debo y quiero dar este salto, siguiendo lo que fluye, lo que pide ser acogido y parido. Voy por más, aunque implique rediseñarme. Estás "haciendo crecer algo nuevo", y celebro darme cuenta y subir la intensidad de las llamas hacia tu locura de abundancia. Y también me aterra. Miedo a tu potencia y a la mía. Reconocer el temor me impulsa fuertemente a atravesarlo, a abandonar excusas, a no dejarme atrapar por los costos previsibles. Seguir quebrando mis pobres seguridades, despojarme de lo que me alivia y salir, sin alforja ni morral ni segunda túnica. Arrebatada hacia el camino, como si la misma tempestad del espíritu me lanzara. Soltando el control: no soy yo quien conduce. Rumbo sin riendas donde otro guía mis pasos, y es mi libertad la que me impulsa a dejarme llevar. Necesito 'obedecer' al susurro de la brisa, que no sé de donde viene ni hacia donde va, pero escucho su voz, y clama por mí, por el encuentro. Mis entrañas, que hoy decido poner a cargo, me gritan el llamado, pleno de 'temor y temblor', profundamente irracional, cargado de un sentido que no se amolda a la conciencia. Y quién sabe hasta dónde, hasta cuándo, en qué direcciones me empuje. Andar de espaldas, contemplando las maravillas que hiciste en mí, y abierta a la sorpresa que me depare el futuro. Cruzamos a la otra orilla, una vez más, juntos. Estos serían los Diez Mandamientos algo actualizados pero plenos de sentido, para los que dicen que creen en Dios:
1.- Amarás a Dios sobre todas las cosas, no harás un dios del dinero, ni del poder, ni del prestigio, ni de alcanzar posición social. Amarás a Dios y, por tanto, a la humanidad y todo lo que hagas será para mejorar la humanidad. No ofrecerás sacrificios a ningún dios falso creado por ti tales como el dinero, el poder, el prestigio, la fama. No sacrificarás a la humanidad para pagar una deuda ilegítima adorando al dios dinero. 2.- No tomarás el nombre de Dios en vano, diciendo que gobiernas como Dios manda cuando no llevas el amor ni a Dios dentro de tu corazón y no haces lo que Dios quiere, que es cuidar de la humanidad. No tomarás el nombre de Dios en vano, yendo a misa, rezando y comulgando mientras todas tus obras son abominables a los ojos de Dios, mientras todas tus obras se encaminan a dañar a la humanidad, el pueblo de Dios. 3.- Descansarás y permitirás descansar del trabajo los días justos que correspondan a una vida digna. No obligarás al trabajador a trabajar sin descanso y sin medida. No obligarás a la gente a tener dos y tres trabajos para poder sobrevivir, no obligarás a la gente a llegar a la extenuación para tener siquiera qué comer. No explotarás al obrero y le pagarás su salario justo para que pueda disfrutar de su ocio y de su vida dignamente y esto le conduzca a la felicidad. 4.- Honrarás a tu padre y a tu madre no robándoles sus pensiones y no robándoles con preferentes. Los honrarás asegurándoles una vida digna en su vejez. Los honrarás no engañándoles, haciéndoles trabajar toda su vida para luego robarles su jubilación. Los honrarás ayudándolos, no dañándolos tal como haces ahora. 5.- No matarás. No matarás condenando a la gente a la miseria, a la precariedad, a la desesperación, al suicidio. No matarás suprimiendo los servicios públicos de salud y educación. No matarás a la sociedad condenándola al paro endémico y estructural. No matarás poniendo cuchillas en las vallas de las fronteras. No matarás las ilusiones, las fuerzas y las ganas de los jóvenes presentándoles un panorama artificial de desesperación y llamada a la inacción. No matarás la esperanza mintiendo sobre esta crisis Sísifo que has creado para nunca acabar. 6.- No cometerás adulterio, adulterando la verdad, manipulándola, engañando a la gente para obtener tu beneficio. No cometerás adulterio adulterando la realidad creando una crisis mentirosa que es una estafa en la que estás robando todo al pueblo de Dios, que es toda la humanidad. No cometerás adulterio manipulando a los medios de comunicación para que se conviertan en tus voceros y cerrándolos cuando ya no te hagan falta. 7.- No robarás. No robarás. No robarás. No robarás al pobre para dárselo al rico, porque la única manera de que haya ricos es empobrecer a la humanidad, es crear pobreza donde no la había, la única manera de que haya ricos es robar al pueblo de Dios, toda la humanidad. La única manera de que haya ricos es crear pobres. No ro-ba-rás. ¿Está claro? Es que no sé cómo decirlo más claro. 8.- No dirás falso testimonio contra tu prójimo. No mentirás en los juicios. No dejarás impune al culpable mientras castigas al inocente. No dirás que no sabías que te alquilabas el piso a ti misma. No dirás que no recibías sobres cuando los recibías. No dirás que eres inocente cuando sabes que eres culpable. No dirás que no has despilfarrado dinero público cuando lo has hecho a manos llenas. No dirás que no has defraudado y engañado para enriquecerte a costa del pueblo de Dios, toda la humanidad, cuando sabes que lo has hecho. No dirás que cualquiera lo haría en tu lugar para justificarte, porque no lo ha hecho cualquiera: lo has hecho tú. 9.- No consentirás que te dominen pensamientos impuros tales como la avaricia, el egoísmo, el ansia de poder, el ansia de prestigio social, el ansia de posesiones materiales, el ansia de dinero, porque si consientes que te dominen estos pensamientos impuros, tu vida será esclava de ellos y todo lo que hagas será para conseguir saciarlos, dañando al pueblo de Dios, a toda la humanidad. 10.- No codiciarás la casa de tu prójimo, ni le tendrás envidia. No codiciarás cosa alguna de tu prójimo ni sentirás envidia de ellas. No codiciarás los impuestos del pueblo, no codiciarás la salud del pueblo, no codiciarás la educación del pueblo, no codiciarás la sumisión del pueblo, no codiciarás el sufrimiento del pueblo, no codiciarás la vida del pueblo, no codiciarás el alma del pueblo, del pueblo de Dios que es toda la humanidad. La lectura de hoy se ha saltado tres temas importantísimos del sermón del monte de Mateo: limosna, oración y ayuno. Los trataremos en los domingos de cuaresma que estamos a punto de empezar. Hoy podríamos comenzar el comentario como nos indicaba el evangelio los domingos pasados: habéis oído lo que dice el evangelio, pero yo os digo. Tenemos obligación de preocuparnos por el sustento y por el vestido. Y no solo por el nuestro, sino porque a ningún ser humano le falte lo necesario para vivir dignamente.
Es muy probable que esta idea de vivir sin preocupaciones por el mañana, surgiera en la primera comunidad como consecuencia de una convicción de la inmediata llegada del fin. Si la parusía iba a llegar hoy, no tenía mucho sentido preocuparse por el mañana. Este ambiente parece que fue generalizado, pero debió durar muy poco, porque Pablo ya decía a una comunidad (2 Tes 3,10) "el que no trabaje, que no coma". Lo que nos pide Jesús es un equilibrio entre lo material y lo espiritual, muy difícil de conseguir. Se puede pecar por los dos extremos. Podemos estar volcados sobre lo material buscando solo asegurar la vida biológica y olvidarnos de que somos mucho más que simple biología. O por otra parte, despreocuparnos completamente de procurar lo que es imprescindible para la vida, una vida que tengo obligación de mantener. No puede pedirnos Jesús que nos despreocupemos de las cosas materiales sino que no nosagobiemos por satisfacer esas necesidades. Tenemos obligación de procurar lo necesario para la vida, pero sin poner el objetivo de la existencia en ello. Comer para vivir y no vivir para comer. Es decir, preocuparme por satisfacer las necesidades de mi cuerpo, pero no quedarme simplemente en eso, sino buscar mi plenitud como persona. Debemos tomar conciencia, como Jesús, de que las exigencias de mi verdadero ser están por delante de todas las exigencias biológicas y sicológicas. Mientras no descubra mi verdadero ser y sus exigencias, será inútil que me dedique a hacer programaciones extrañas o a renunciar a lo que sigo pensando que es lo más importante para mí. Para asegurar que se cumpla el objetivo final de cada instinto, para garantizarlo, la evolución ha desarrollado el placer que lleva consigo. Sin embargo, el ser humano puede desligar uno de otro. En el caso del alimento, el hombre puede comer solo para disfrutar del placer, sin buscar el aspecto de alimentación e incluso yendo en contra de la salud del cuerpo. En este caso, ponemos nuestra inteligencia superior al servicio de la parte inferior, estamos tergiversando el instinto. Esto los animales no lo pueden hacer. El espectacular desarrollo del cerebro permite al hombre conseguir, con mayor facilidad que los animales, lo necesario para mantener la salud; de este modo, puede emplear tiempo y energías para desarrollar su capacidad mental, que le permite crecer en humanidad. Este crecimiento espiritual es, en este estadio de la evolución, su verdadero objetivo. Si olvidando esta posibilidad, se encierra en su animalidad, por mucho placer que pueda proporcionarle, se quedará sin alcanzar su última y verdadera meta. El problema está en que una vez que me he acostumbrado a buscar el placer sensorial, cada vez que prive a un sentido o instinto de ese placer sensible, el organismo biológico responderá causando dolor. Superar ese dolor es imprescindible si de verdad quiero llegar a una plenitud humano. La única manera de superarlo es tener claro cuál es mi verdadero objetivo y descubrir las ventajas de ese esfuerzo que me traerá otra clase de satisfacciones mucho más profundas y humanas. No podéis servir a Dios y al dinero. "Mammona" era el dios dinero. No está haciendo la comparación de una cosa y Dios, sino la contraposición entre dos dioses. La traducción que mejor reflejaría el texto griego podría ser: no podéis servir al dios Mammon y al verdadero Dios. Se trata de un servicio de adoración y sumisión. No quiere decir que usar el dinero sea idolatría. Lo que nos destroza es convertirnos en esclavos del dinero. Servir a Dios no significa machacarse en aras de un ser superior que me exige pleitesía y vasallaje. Así lo entendieron los humanos durante mucho tiempo. Se trata de llegar al máximo posible de mi plenitud. Dios no puede querer de mí nada para Él. No se trata de sacrificarse, sino de descubrir qué es lo mejor para mí sin caer en la trampa de conformarme con una vida puramente animal, por placentera que sea. Descubrir que mi plenitud está en servir a los demás preocupándome de que también puedan vivir. Mirad las aves del cielo, mirad los lirios del campo. Hay que tener mucho cuidado con los ejemplos de los lirios y los pájaros. La comparación está hecha desde la idea de un Dios intervencionista, que influye directa y puntualmente en todos los acontecimientos de la historia, sean cósmicos o minúsculos. No somos lirios. Tenemos la obligación de "ocuparnos" de las necesidades que nuestra biología exige. Tampoco somos pájaros, pero fijaros que los pájaros ya se ocupan de buscar el alimento cada día. Hoy podemos darle un nuevo sentido al texto tomando conciencia de que la tierra produce alimento para todos. Si la comida no llega a todos, o es porque no se busca con ahínco o es porque alguno la acapara. En el caso del hombre tiene además la inteligencia necesaria para producirla, aunque también tiene el egoísmo de no dejar que llegue a los demás; o de no hacer lo necesario para que llegue a todos. Incluso se ha llegado al disparate de preferir destruirla a facilitar la llegada al que la necesita. Con frecuencia se ha predicado una engañosa confianza en Dios, esperando de Él todo lo que necesitamos aún en los aspectos más peregrinos. De muchos santos se ha alabado esta confianza en Dios. Incluso se ha sugerido que esa era la auténtica confianza. El dejar en manos de Dios el satisfacer mis necesidades biológicas es una falta total de responsabilidad, y si en alguna ocasión se ha interpretado que Dios accedía a esas necesidades, no es más que una mala interpretación de los acontecimientos. No estéis agobiados pensando qué vais a comer o qué vais a vestir. Cinco veces se repite la palabra "agobio" en el texto. La importancia de este mensaje estriba en que entre todas las necesidades biológicas, las más perentorias para un ser humano son la comida y el vestido. Si las necesidades más urgentes no nos tienen que preocupar en exceso, mucho menos todas las restantes que no llegan a tener esa urgencia. Buscar primero el Reino de Dios. El Reino no es nada externo que viene de fuera, ni nada que afecte a mi aspecto biológico. El Reino es Dios mismo como fundamento inquebrantable de mi ser. Todo lo demás no afecta a lo que realmente soy. Lo consiga o no lo consiga, mi verdadero yo no quedará afectado para nada. Aunque me falte la comida hasta morir de hambre, puedo seguir en mi plenitud de humanidad. A cada día le basta su afán. Vivir el presente es la única manera de escapar a las tenazas del ego, siempre intentando hacernos ver que si no lo potenciamos quedaremos sin consistencia. Todos los agobios proceden del falso yo, que pretende acaparar la atención y no deja espacio para descubrir lo que somos realmente. Meditación-contemplación Somos mucho más que lirios o gorriones. Ellos colman su existencia desplegando su biología. En nosotros la biología no es el objetivo último. Es necesaria pero no es lo más importante. ................... Si eres un ser humano, tu plenitud estará en lo humano. Tienes que ocuparte y preocuparte de tu biología, pero debes tomar conciencia de tus posibilidades, más allá de un perfecto estado biológico. .............. No hay oposición entre mi biología y mi espiritualidad. Jesús me pide una valoración adecuada de cada una. Lo espiritual sería imposible sin lo biológico. Lo biológico cobra pleno sentido si se ordena a lo espiritual. |
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