– No puedo estar de acuerdo contigo, Pedro, te estás atribuyendo unos méritos que no son tuyos. Cuando Jesús nos envió a predicar, el que recorrió más aldeas y se acercó a más gente fui yo.
– ¡Pero quien se atrevió a tomar la palabra en la sinagoga de Cafarnaúm fui yo! – Claro, pero mientras vosotros hablabais, yo me estuve dedicando a imponer las manos a los enfermos del pueblo que eran los más parecidos al hombre tirado en la cuneta al que el samaritano socorrió. Y ya escuchasteis a Jesús: eso es precisamente lo que tenemos que hacer… La discusión se iba haciendo cada vez más acalorada y cada uno mostraba sus acciones, méritos y empresas, como si fueran las hazañas militares de un puñado de héroes. Me extrañó que Jesús permaneciera callado, acostumbrados como estábamos a oírle intervenir en nuestras disputas acerca del primer puesto en lo que fuera. Por eso deduje internamente que aprobaba nuestros esfuerzos, quehaceres y trabajos por anunciar el Reino. Al fin y al cabo, su manera de concluir la historia del samaritano había sido ésta: «Vete y haz tú lo mismo». Habíamos llegado a Betania y entramos en casa de Lázaro y sus hermanas. Nuestra llegada fue acogida con alborozo mezclado con algunos indicios de nerviosismo porque, como no nos esperaban tan pronto, Lázaro no había regresado aún del campo y las cosas no estaban preparadas. Marta, una mujer decidida y práctica, tomó las riendas de la situación y, después de un saludo apresurado, se puso a dar órdenes a los criados y a ir y venir de la cocina a la sala donde iba a celebrarse la cena, dando muestras de impaciencia y agitación. Entretanto María, la tercera de la familia, siempre más propensa a escuchar que a hablar y a acoger más que a intervenir, era la única que no parecía contagiada de la ansiedad generalizada y se había sentado tranquilamente junto a Jesús, preguntándole, escuchándole. La verdad es que su actitud me pareció inadecuada e inoportuna: sentarse a los pies de alguien es la postura que adoptan los discípulos con su maestro y en nuestra tradición, un rabbi nunca aceptaría como discípula a una mujer. Es cierto que Jesús suele hacer caso omiso de esas costumbres (y bastantes problemas tenemos ya con su conducta), pero para todos era evidente que Marta era la que se estaba comportando correctamente al ocuparse del servicio, y que la actitud de María suponía un atrevimiento difícilmente tolerable. Por eso no nos extrañó la intervención irritada de Marta en una de sus idas y venidas y encontramos justificado su reproche al Maestro y a María. Pero cuando ya estábamos esperando que él recomendara a María ponerse a ayudar a su hermana, el siempre sorprendente Jesús desvió el reproche hacia Marta, le echó en cara con cierto humor sus prisas y agobios y tomó partido descarado por su hermana. Dijo algo en torno a lo que importa de verdad y lo que es accesorio, y sentenció con aplomo que la que tenía razón era María y que era ella la que había acertado con lo que él venía buscando a casa de sus amigos: no un gran banquete, sino encontrar a alguien a quien poder contarle sus preocupaciones y sus deseos Luego, en la sobremesa, salió a relucir nuestra discusión de antes en torno a quién había trabajado más por el Reino: «No es eso lo que importa», se puso a decirnos, «de lo que se trata es de vivir lo que el Padre quiere en cada momento y eso sólo se consigue escuchándole. Y si vivís agobiados y ansiosos, es porque vuestras acciones no nacen del deseo de hacer su voluntad, sino de vuestra propia necesidad de acumular méritos, o de creer que tenéis que ganaros su aprecio a fuerza de hacer cosas por El. Y ¿cuántas veces os he dicho que no necesitáis conquistar nada, sino que el amor del Padre es como un tesoro que se encuentra inesperadamente, sin depender del comportamiento del que lo encontró? O como la lluvia y el sol, que no se fijan en si la tierra que los recibe es buena o mala, sino que caen sobre ella gratuitamente, y es eso lo que la hace buena y fecunda… Marta, la próxima vez que vuelva, bastará con que prepares pan, dátiles y aceitunas, y te sentarás junto a mí como María, porque la mejor parte está a disposición de todos. Y juntos hablaremos del Padre y de cómo realizar juntos lo que El desea...» Nunca olvidaré aquella sobremesa en la que las palabras de Jesús sanaban nuestra secreta ambición de llenar nuestra vida de “obras” y nos convertía a todos, hombres y mujeres, en oyentes de su Palabra y poseedores de esa “mejor parte” que es la suerte de quienes la escuchan.
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Los místicos son hijos de la universalidad, pero con Documento Nacional de Identidad. Su realidad existencial está circunscrita a un tiempo y a un espacio. Deambulan por este mundo como cualquier otro mortal, y quizás por eso apenas nos percatamos de que lo son.
Algunos –rara avis- disponen de su Cabo Cañaveral privado desde cuyas rampas se lanzan de vez en cuando a apasionantes aventuras de Dios en las alturas. La gravedad juega en su contra y -afortunadamente para todos- les fuerza a regresar sanos y salvos a la base. Aunque cuentan las historias, que un frailecillo se quedó extasiado en el bosque al oír cantar a un pajarito y tardó trescientos años en volver al convento. Supongo que, en este caso, desafortunadamente para todos. Unas acrobacias a ras de suelo –“entre pucheros”, como las de santa Teresa- resultarían más de admirar y más asequibles para la concurrencia que las de séptima morada. ¡Cómo nos gustaría veros salir de vuestro castillo interior en todas direcciones a la vez, como el Caballero de la Armadura Oxidada –también éste místico sin fronteras-siempre dispuestos a socorrer y aliviar cualquier necesidad ajena marcada por las brújulas del viento! Así, la otra santa Teresa (la de Calcuta) y el otro “san” Vicente Ferrer (el de Anatapur). Pero… atención “evangelizadores de hoy” que, parejos al David blindado hasta los dientes por Saúl, al Caballero de la Armadura encerrado en su rígido arnés, o al de la Triste Figura, podéis encontraros, sin saberlo, impedidos para realizar tan trascendental tarea. ¿Lleváis en vuestra “nueva evangelización” a un Jesús de la aurora, libre y fresco de todo acontecer, o pretendéis predicar a un Cristo del crepúsculo contaminado de nubarrones de títulos, y tullido de cruces de gloria sobre el pecho, hasta tornarle ineficaz en las batallas espirituales de la vida? La Nave de Pedro, armada en astilleros humanos como cuantas surcan mares terrenales, está igualmente sometida al principio universal de la entropía: “el progreso para la destrucción” o “desorden inherente a todo sistema”. Preservarla de estos efectos nocivos requiere llevarla periódicamente a dique seco y someterla a un “aggiornamento” en forma y fondo, a la luz de las exigencias del mundo moderno. Evolución es otra ley fundamental del universo. No seguirla entraña grave riesgo para la pretendida nueva evangelización, pudiendo dar lugar incluso a una cierta perversión de la realidad: “nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres” Mc 2:22. El documento “Sacrosanctum Concilium” del Vaticano II resumió en su Proemio el espíritu de dicho “aggiornamento, de la siguiente manera: “Acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio… etc”. (Sueños de una noche de verano que Mendelsshon eternizó en músicas celestiales) El Concilio da la sensación de presentar a la Iglesia Católica en esta Constitución como un seno en el que sólo los fieles a su fe y doctrina pueden tener acogida. ¡Cómo se echan de menos en ella las palabras de Jesús “en la casa del Padre hay muchas moradas”! Y no únicamente para quienes aceptan unos estipulados dogmas y liturgias que por principio excluyen y dividen, sino para el mundo entero: una exégesis más acorde con la visión de universalidad e imbricación de todas las cosas que hoy nos sugiere la razón, el sentido común y -¿cómo no?- el sentimiento. Y acorde también con el principio de crecer y dejar crecer desde el impulso interior nacido del Dios que coexiste en mí. Mandato bíblico inexcusable –“creced y multiplicaos”, con claras resonancias de desarrollo en plenitud humana- y no por imperativo legal de quienes pretenden que hay que desarrollarse y crecer únicamente a modo y semejanza de ellos. Los Místicos sin fronteras –y toda persona viene timbrada con vocación de serlo- han sido hijos de sus circunstancias. El Maestro Eckhart, por ejemplo, mantiene las creencias religiosas propias de su época sin que éstas le impidan la comunión con un Dios y una espiritualidad de todos y de todas las cosas. El propio Jesús dijo en una ocasión que él “no había venido a abolir la Ley y los profetas, sino a darle plenitud». Lo que entraña un ensanchamiento de los horizontes del comportamiento humano en todos sus puntos cardinales. En su quehacer evangélico –que es la vida- todo místico se siente libre como el viento, guiado por él y por todas las fuerzas que gobiernan desde su persona el universo. Libertad que le permite estar en Roma, Jerusalén, Medina, Benarest o, incluso, en cualquier bosque sagrado de los aborígenes australianos. Dios no puede ser un club del que se pueda echar arbitrariamente a nadie. ¿Quién –insensato él- podrá anular el poder de Dios de estar en todas partes? Pero antes de zarpar para predicar la Buena Nueva de hoy, escuchad previamente las armoniosas voces del coro popular –vox populi, vox Dei- y no dejéis de recordar a los armadores de la Nave de Pedro la ineludible e imperante necesidad de: Ø rediseñar una cabina de mando más coherente con los tiempos actuales, Ø descargar lastre litúrgico, normativo y dogmático de todas las estructuras de la embarcación, Ø eliminar de la obra primitiva todo elemento orgánico adherido en el transcurso de los siglos, Ø dotar al cuadro de mando, si posible fuere, de un mecanismo de autorregulación capaz de responder con rapidez y eficacia a las demandas socio-espirituales de cada momento, Ø zarpar definitivamente libre de anclas que dificulten su normal navegación con rumbo fijo y para siempre a todas partes. Y que, una vez devuelta a su original esplendor -el de la propia vida de Jesús- no olviden el consejo de Claudio Coelho en El peregrino de Santiago: “donde más seguros están los barcos es en el puerto, pero los barcos no fueron hechos para el puerto”. Es un fragmento de la conversación nocturna de Jesús con Nicodemo. En ella, Juan presenta por primera vez un discurso de Jesús. Es, pues la primera presentación que hace Juan de la "doctrina" de Jesús. Merece la pena que nos detengamos a leer el texto completo de este capítulo tercero del evangelio de Juan.
El resumen es: la Vida Nueva, la Novedad del Reino, como nacer de Nuevo. El Hijo es quien trae todo esto. El Hijo es la Salvación, que está en el mundo para dar vida. Todo esto es la obra del amor de Dios al hombre. Y el hombre puede rechazar la Salvación, en lo que consiste "el juicio". Se trata, pues, de una profunda síntesis de Juan, que viene a resumir casi toda su "teología", y se encuentra en completo paralelo con el Prólogo de su Evangelio: La Palabra hecha carne; el mundo que no la recibe; los que la reciben, llamados a ser hijos. Vemos aquí, una vez más, que Jesús "lleva plenitud" al A.T. Vemos también cómo ha de ser leído el A.T. desde Jesús, como líneas de progresiva revelación-conocimiento de Dios, que encuentran en Jesús la plenitud. Hemos de reconocer que los textos de este domingo son difíciles, tanto por su contenido como porque usan fórmulas y comparaciones muy alejadas de nuestra mentalidad. Todos ellos son buena muestra de una elaboración teológica, bastante alejada de la luminosa simplicidad del mensaje directo de Jesús. Pablo y Juan empiezan ya a hacer elaboraciones sistemáticas del mensaje, y no pocas veces sentimos que sus expresiones nos resultan mucho más oscuras que las palabras originales de Jesús. De todo lo que hemos leído se desprenden sin embargo algunas ideas claras e importantes. Ante todo, cómo hemos de leer el Antiguo Testamento, y concretamente los libros llamados “históricos”. Son en realidad libros de teología. No interesa tanto contar los hechos, sino sacar de ellos una enseñanza: mostrar cómo en los sucesos de la historia aparece el pecado como origen de desgracias, y Dios que intenta salvar a su pueblo. Esta Teología es aún primitiva. Jesús irá mucho más lejos, pero en ella encontramos ya como un amanecer de lo que más adelante será luz espléndida en Jesús. Tanto Pablo como Juan están expresando una clave fundamental de la fe: Dios Salvador. Dios es el que tiene la iniciativa de la salvación: lo nuestro es volvernos a Él, aceptar la salvación que Dios ofrece. Estamos haciendo una lectura religiosa de la historia entera, y un resumen teológico de la misma, que constituye el argumento de la Biblia, de principio a fin: el sueño de Dios es una humanidad de Hijos, semejantes a Él. El pecado es el estropea el sueño, pero no puede acabar con Él; Dios creador se hace Dios salvador, el que lucha con el ser humano para librarlo del mal; éste es el que se muestra en Jesús; aceptar a Jesús es aceptar a ese Dios, el que busca la salvación. En el texto de Juan se habla del juicio, y nosotros lo hemos entendido como algo meramente judicial, como si al final Dios se cansara de ser Salvador y se limitara a ser juez. El concepto es más sencillo y más profundo. Dios juzga acertadamente, sus juicios son correctos. Nuestros juicios son equivocados, por eso estropeamos nuestra vida. Dios no es el que castiga nuestros errores, sino el que intenta salvarnos de ellos. Son nuestros errores los que estropean nuestra vida, y es Dios el que intenta recuperarla. Así se asienta una postura básica en nuestra espiritualidad: religión no es buscar a Dios lejano, invocarle a ver si nos escucha, hacer penitencia a ver si nos perdona. Religión es aceptar a Dios cercano, responder a la Palabra que nos dirige, aceptar el perdón que ofrece. Religión es responder a la invitación de Dios. Todo esto implica también una concepción nueva y más profunda del pecado. Nosotros pensamos, y el Antiguo Testamento lo creía así, que nosotros cometemos pecados y esto nos aparta de Dios. Pero Jesús piensa de otra manera: nosotros nos encontramos con que somos pecadores, el pecado es más fuerte que nosotros, nos impide ser hijos. Necesitamos un libertador, no un juez. Y eso ofrece Jesús: sacarnos de nuestros pecados, recuperar la condición de hijos. Al cobrar conciencia de nuestra condición de pecadores nos sentimos lejos de Dios, pero nuestra sorpresa es que no tenemos que caminar trabajosamente hacia Dios, sino que es Él quien se acerca, como el médico al enfermo, como el pastor que busca la oveja perdida en el monte. Esto da sentido diferente a la palabra “conversión”. La hemos identificado con “penitencia”, pero sería mejor entenderla como “aceptar a Dios, mi médico, mi pastor”. Por tanto, a través de estos textos un tanto complicados y llenos de expresiones que nos resultan difíciles, se nos conduce a un mensaje luminoso y determinante: cómo es Dios, tal como lo hemos conocido en Jesús. Y el Dios que revela Jesús es una Estupenda Noticia, responde a lo que más necesitamos: luz y salud. Pero, por encima y antes que todo lo anterior, los textos de hoy tienen el poder de curarnos de una falsa concepción de “redención”. La Iglesia ha explicado, durante diez siglos nada menos, la muerte de Jesús en la cruz desde la idea de sacrificio, es decir, la inmolación de una víctima para aplacar la ira de Dios. Esto significaría que Dios, airado por nuestros pecados, debe ser aplacado con la sangre de una víctima, es decir, con la muerte sangrienta de Jesús. Esto supone por tanto que Dios no perdona porque ama, sino que cobra por perdonar, y cobra un precio tan horrendo como la muerte sangrienta de su hijo. Semejante interpretación teológica contradice lo más esencial del mensaje de Jesús = Dios Abbá, y es destruida por los textos que hoy leemos: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Y Dios es “El que no escatimó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros” (R 8,31) (2º Domingo de Cuaresma) Así pues, es completamente necesario abandonar la interpretación sacrificial de la muerte de Jesús, resto de insuficiencias paganas del Antiguo Testamento, y aceptar de una vez al Dios de Jesús, Abbá, la fuente del amor, el que lo da todo, hasta su mismo Hijo, por salvar. Hoy es imprescindible tener en cuenta el contexto del evangelio que leemos. Estamos en el capítulo 3º de Juan. Este evangelio está estructurado según un esquema teológico. Cada capítulo es un tema que tiene identidad por sí mismo. Es muy interesante el paralelismo asombroso que tienen los 21 capítulos, con las cartas del tarot. Este esoterismo es precisamente una de las claves para descubrir toda su profundidad.
El punto de partida del discurso que Juan pone en boca de Jesús, es el diálogo con Nicodemo, que empieza sin que le haya preguntado nada: “Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le responde: “Eso es imposible”. Pero Jesús insiste: “El que no nazca del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios; lo que nace de la carne es carne, lo que nace del espíritu es espíritu”. Nicodemo insiste: ¿Cómo puede ser eso? Y comienza el discurso cuyo final acabamos de leer. El domingo pasado, Jesús arremetió contra el culto que se desarrollaba en el templo. Hoy arremete contra la manera de interpretar la Ley que tienen los fariseos. En ambos casos se trata de instituciones antiguas vacías de contenido que hay que sustituir. No se trata de una nueva interpretación, (es lo que busca Nicodemo) sino de algo completamente distinto: hay que nacer de nuevo. No debemos pensar en discursos pronunciados por Jesús. Juan pone en boca de Jesús una cristología propia de finales del siglo I. EXPLICACIÓN “Lo mismo que Moisés levantó la serpiente” No podemos entender una comparación si no comprendemos los dos términos de la misma. Lo que hizo Moisés es recordar en un momento de verdadero apuro, al dios egipcio Ranenutet (representado por una serpiente). A los que habían construido un becerro de oro a sus espaldas, no dudó en hacerles beber el metal fundido. Ahora es el mismo Dios el que le manda construir la imagen de otro dios. Para entender la comparación con la cruz, es imprescindible saber que el dios egipcio era a la vez veneno y antídoto; muerte y vida; opresión y salvación. Al ser crucificado, Jesús representa a la vez, la muerte y la vida, la humillación y la exaltación. Al decir “levantado”, va mucho más allá de una alusión a la figura de la serpiente. La cruz es la manifestación suprema del amor y la lealtad de Dios. Es el momento de la exaltación definitiva de Jesús. En el hombre levantado se manifiesta la verdadera Vida. Jesús ha llegado a lo más alto; se ha identificado con Dios. Para que todo el que lo haga objeto de su adhesión (crea), tenga Vida definitiva. "Vida definitiva" Denota la calidad de vida propia del estadio final y definitivo. Traducir por "Eterna", empobrece el significado, por insistir solo en la duración y no en la calidad. La consecuencia de “ser levantado en alto”, es dar plenitud de Vida. El Espíritu que nos comunicará, será la verdadera fuente de Vida para todos los que le acepten. “Demostró Dios su amor al mundo" El amor se hizo visible en un acto. No se dirige solo a los cristianos, sino al mundo. Jesús es el don de Dios a la humanidad. "Dar a su Hijo" no se refiere, aquí, únicamente a la encarnación, sino a la crucifixión. “Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que de sentencia contra el mundo, sino para que el mundo se salve por él”. Para Juan, Jesús es enviado al mundo, Para los sinópticos, a Israel. La salvación está destinada a todos. No solo al pueblo elegido, sino a todas las naciones. Se acabaron los privilegios. La Vida del Espíritu se ofrece a todos. Quién no obtenga esa Vida, será porque rechaza su oferta, negando su adhesión a Jesús. El que le presta adhesión no está sujeto a sentencia; el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia. No hay lugar para laindiferencia. O se presta adhesión o se niega esa adhesión. O se nace del espíritu o se permanece en la carne. Es este un dato importantísimo para entender la manera de actuar (no actuar) de Dios. Tanto la sentencia negativa como la positiva, no es consecuencia de un acto externo de Dios. Es el resultado de una actitud permanente identificada con el mismo acto de adhesión. Bien entendido este versículo, cambiaría todo el modo de entender la moral. Desde la visión farisaica (y la nuestra), Dios juzgaba a los hombres después de examinar sus acciones. Si eran conforme a la Ley, los salvaba; si eran contrarias a la Ley, los condenaba. La justicia de Dios sería el trasunto de la justicia humana. Juan nos dice que Dios es justicia; pero en Él, la justicia es una realidad permanente. Todo está en su sitio en cada instante. Cada actitud, cada acto del hombre, lleva incorporada la justicia. Los hombres han preferido las tinieblas a la luz. "Su modo de obrar" Denota el proceder habitual, no un acto puntual. En el prólogo se nos había dicho: "y la Vida era la luz de los hombres". No es la luz la que da Vida (como maestro), sino al revés, es la Vida la que te iluminará. Sin Vida no se puede aceptar la luz. La falta de Vida lleva consigo el rechazo de la luz. Mantener una relación con Dios desde la Ley, desde lo externo, sin Vida, es mantener la relación de injusticia en que están los dirigentes religiosos. El que oprime al hombre no puede aceptar la luz. La adhesión a Jesús, exige salir de la situación de opresión. El que obra con bajeza... El que practica la lealtad. "Obra con bajeza (practicar lo malo), se opone a “practicar la lealtad”. "Hacer la verdad" es un semitismo que utiliza Juan, y lo opuesto es "hacer la falsedad". El que es cómplice de la muerte, no aguanta la Vida. La considera como una agresión. No se eligen las tinieblas por el valor que puedan tener en sí, sino por odio a la luz. No son las doctrinas (luz) las que separan de Dios, sino las conductas (Vida). Quien con su modo de obrar daña al hombre, se opone al amor-vida. Rechazando la luz, cree poder continuar haciendo el mal sin ser descubierto. "Practicar la lealtad" equivale a hacer lo que es bueno para el hombre. Al emplear "lealtad" nos está diciendo que el amor no es algo teórico, sino práctico. Una vez más la Vida es anterior a la luz. "Y así". El acercamiento a la luz, se hace por amor a la luz, no para que se vean las obras. "Realizadas en unión con Dios". No obras hechas según Dios quiere, sino algo más. Obras en las que, con la actividad del hombre, se ve la de Dios revelando en ellas su gloria-amor. Creer va unido a las obras buenas. La incredulidad acompaña a las obras malas. Jesús evidencia lo que es un hombre. APLICACIÓN En el trozo del discurso que acabamos de analizar nos encontramos con los aspectos más originales de la salvación ofrecida por Jesús: 1) La salvación es Vida. 2) Viene de Dios. 3) Es fruto del amor de Dios. 4) No es una alternativa a la condenación. 5) Exige la adhesión a Jesús. 6) Se manifiesta en las obras. Cada uno de estos puntos nos tendría que advertir de los errores en que caemos a la hora de hablar de esa salvación que Jesús nos ofrece. “Por pura gracia estáis salvados”. Hablar de salvación, es plantearse el sentido último de la vida humana. Sería desplegar las más elevadas posibilidades humanas. El término “salvación” tiene connotaciones negativas, y eso es muy peligroso a la hora de entender lo que dice el evangelio. El médico salva una vida cuando está a punto de perderse. El pensar en la salvación en términos negativos nos ha paralizado en nuestro desarrollo. Nos hemos creído que, si elimino el pecado, estoy salvado. Salvarse no es evitar la condenación. La salvación por parte de Dios tiene una connotación positiva. Salvarse sería llevarnos a una plenitud de ser, más allá de las mismas posibilidades naturales de la persona. La salvación no es algo que me venga de fuera. La salvación surge de lo más hondo de mi ser. Desde ahí, Dios con su presencia posibilita mi plenitud. Hay que tener muy claro, que me salva totalmente Dios y me salvo totalmente yo. La acción de Dios y la del hombre, ni se suman ni se restan ni se interfieren, porque son de naturaleza distinta. "Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti". Todo lo que depende de Dios para mi salvación ya está hecho. Por tanto, mi salvación, aquí y ahora, depende de mí. La conciencia que tenemos de que Dios puede no salvarme, es consecuencia de que esperamos de Dios una salvación equivocada. Queremos que Dios nos libere de nuestras limitaciones, es decir que nos quite el sufrimiento, el dolor, la enfermedad, la muerte. Todo eso forma parte de nuestra condición de criaturas y es inherente a nuestro ser. Ni Dios puede hacer que sigamos siendo criaturas, y sin limitaciones. Buscar la salvación por ese camino, es un error garrafal. La salvación que Dios nos da, tiene que realizarse mientras seguimos siendo criaturas, y por tanto, a pesar de nuestras limitaciones. La salvación no es cambiar lo que soy ni añadir nada a lo que ya soy. Es una toma de conciencia de lo que en realidad soy, y vivir en esa conciencia. Es descubrir el tesoro que está escondido dentro de mí y disfrutar de él. “La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo”. Se trata de “conocer”. Meditación-contemplación Hay que nacer de nuevo. Toda la enseñanza de Jesús está resumida en esta breve frase. Somos fruto de la evolución de la carne, y tenemos que dar el paso hacia el espíritu. ………… Yo no he nacido como ser espiritual. Tengo la capacidad de llegar a serlo, pero debo desplegar esa capacidad que se me ha dado. Si no la despliego, me quedaré en la carne. ……….. Nacer de nuevo es desplegar la verdadera VIDA. La Vida se potencia en la medida que trasciendo la materia. Pablo nos dice que incorporarse a Cristo, es incorporarse a su muerte, para vivir resucitados. No hay cosa más obvia que el aire. Asumimos su lugar en nuestras vidas sin cuestionamiento alguno. Ni siquiera nos preguntamos por él. Simplemente está, lo damos por hecho. (Como tantas otras cosas indispensables, lo detectamos en su ausencia).
No registramos cómo permanentemente nos llena y nos vacía, se acompasa al ritmo del cuerpo, espera y empuja contracciones y dilataciones. No captamos su circulación por todos los rincones, su llegada a cada célula para otorgarle el oxígeno que necesita para alimentarse. No tenemos a la vista su intercambio misterioso con la sangre, a la que le entrega esa vitalidad gaseosa que iremos convirtiendo en energía y sustancia. Es un “proceso pasivo” que se realiza en “automático”, en la complicidad callada de nuestra biología con el cosmos. Sin embargo, con los años vamos comenzando a ponerle obstáculos. A achicar las vías de acceso. A respirar sólo desde la garganta. A trabar su movimiento, estrechándonos. Utilizamos una pequeña parte de nuestra capacidad pulmonar, no nos dejamos inundar por él, tememos que nos ahogue. Se me ocurre que algo así nos ocurre con el Espíritu; la ruaj, el aliento de Dios que despierta nuestro barro. Es tan parte de nuestra identidad que no lo reconocemos; y desciende sobre nosotros insaciable, nos atraviesa en todo momento. Vínculo tan natural, tan primario que pasa desapercibido. Y del mismo modo, el espíritu de la humanidad, el tesoro de lo colectivo madurado por los siglos -la riqueza de la raza humana y la diversidad de las razas-, que nos habita y nos excede. Vieron cómo son los gases… cuanto más espacio disponible, más se expanden… Si le hacemos lugar, irá tomándonos de a poco, cautivando nuestra interioridad, nutriéndonos. Y empujará desde adentro, reclamando más aún, expandiendo la capacidad de recepción. Querrá anidar en lo más hondo, sostenida la caja torácica “desde el vientre”. Y si aceptamos acogerlo, retenerlo el tiempo suficiente, fecundará… El viento es simplemente aire en movimiento. Sólo si lo dejamos atravesar con sentido nuestro cuerpo, se hace palabra -canto y profecía-. Somos instrumento; el espíritu se pronuncia a sí mismo a través nuestro, se hace logos, verbo encarnado… Dios “necesita” de nuestra humanidad disponible, para hacerse otro Cristo, “palabra de dios en la lengua del hombre”. Y somos también ese sello peculiar, esa faceta de su infinito que se manifiesta cuando nos pronunciamos. El espíritu colectivo, al surcarnos, entra en diálogo creativo con lo que somos, y de allí emerge una palabra única, nunca antes declarada, un anuncio absolutamente original. A esos pronunciamientos estamos invitados. A alzar una voz propia que ayude a sostener la marcha del pueblo. Voz que es propia y es de todos… Para el pueblo judío, la imagen de la serpiente recordaba, a la vez, las quejas del pueblo y la misericordia de Yhwh.
Tal como se narra en el Libro de los Números (21,4-9), ante la dureza de la marcha a través del desierto, el pueblo empezó a murmurar contra Moisés y contra Yhwh, que envió serpientes venenosas cuya mordedura les provocaba la muerte. Tras el arrepentimiento y la intercesión de Moisés, éste recibió el encargo de colocar una serpiente de bronce sobre un asta: bastaba mirarla, para quedar curado del veneno mortal. Se trata, evidentemente, de un relato mítico, que solo puede ser aceptado literalmente desde una conciencia mítica, como la que tiene el niño entre los 3 y 7 años, o la que vivió la humanidad entre, aproximadamente, los años 10.000 y 1.000 antes de nuestra era. Es obvio que también, en la actualidad, pervive la conciencia mítica en no pocas mentes humanas: eso explica que, tanto en el nivel de la religión como en el de los nacionalismos, se mantengan creencias que, vistas desde otro nivel (simplemente, el “racional”), parezcan cuentos de niños. Particularmente en el campo de la religión, es más fácil quedar anclados en ese nivel de conciencia –aunque la misma persona, en otros sectores de su vida, pueda tener actitudes postmodernas-, debido al hecho de que los textos sagrados se han entendido literalmente, como si en su misma formulación hubieran caído del cielo, revelados por Dios. A partir de ese concepto de “revelación”, centrado en el literalismo, el creyente no se atreve a reconocer el carácter histórico, condicionado y, por tanto, relativo de esos textos, por lo que los sigue repitiendo de una manera mecánica, sin el menor cuestionamiento. Quizás inconscientemente, en este terreno, está renunciando a hacer uso de una consciencia más ampliada, que le proporcionaría otra lectura más adecuada y, por ello mismo, liberadora. Pero en el tema concreto que nos ocupa, hay más: una idea mágica de la salvación que marcaría dolorosamente la conciencia colectiva cristiana durante más de un milenio. Una vez más, se trata de un determinado tipo de lectura, desde un determinado nivel de consciencia. Así como el pueblo judío pudo creer que bastaba mirar a una serpiente de bronce para quedar curado de la mordedura venenosa, de un modo similar, durante siglos, muchos cristianos pensaron que la salvación venía producida por la muerte de Jesús en la cruz. Quiero insistir en el hecho de que, mientras alguien se halla en ese nivel de conciencia, tal lectura es asumida sin dificultad. Lo cual no quiere decir que no contenga consecuencias sumamente peligrosas, entre las que habría que apuntar las siguientes: · imagen de un dios ofendido y vengativo hasta el extremo; · idea de un intervencionismo divino, arbitrario y desde “fuera”; · idea de una pecaminosidad universal, previa incluso a cualquier decisión personal (creencia en el “pecado original”); · instauración de un sentimiento de culpabilidad, hasta alcanzar límites patológicos; · creencia en una salvación “mágica”, producida desde el exterior. Estas consecuencias parecen inevitables cuando se hace una lectura literalista de determinados textos bíblicos, incluido el que hoy leemos, al comparar la cruz de Jesús con la serpiente del desierto. Con tal lectura, se dejan sentadas las bases de toda la “doctrina de la expiación”. Sin embargo, es posible otra lectura que, reconociendo el carácter “situado” y, por tanto, inevitablemente relativo de los textos sagrados, accede a un nivel de mayor comprensión y libera al creyente de tener que seguir aferrado a un pensamiento mágico o mítico, que por la propia evolución de la consciencia le resulta ya, no solo insostenible, sino perjudicial. Desde esta nueva lectura, el cristiano sigue fijando su mirada en Jesús, y en Jesús crucificado. Pero ya no es una mirada infantil ni infantilizante. Ahora ve en Jesús y en su destino –provocado por la injusticia de la autoridad de turno- lo que es el paradigma de una vida completamente realizada: fiel y entregada hasta el final. Por ese motivo, el hecho de “mirar la cruz” empieza a ser ya salvador: nos hace descubrir en qué consiste ser persona. Pero no se trata solo de una mirada “externa”, que podría desembocar, en el mejor de los casos, en una conducta imitativa, que no dejaría de ser alienante. Desde una consciencia transpersonal y desde el modelo no-dual de conocer, la lectura se ve enriquecida hasta el extremo. Al ver a Jesús, nos estamos viendo a nosotros mismos. Al acceder a una perspectiva no-dual, nos queda claro que no hay nada separado de nada. En nuestras diferencias aparentes, se está mostrando la naturaleza común que nos identifica. De un modo semejante a como, en cada una de las olas, “toma forma” la única agua que a todas las constituye. Desde esta nueva perspectiva, Jesús no es un “mago” que nos salvara desde fuera; tampoco es un “ser celestial separado” diferente de nosotros. Es lo que somos todos…, aunque sigamos sin atrevernos a reconocerlo. En él se ha mostrado de una manera exquisita la maravilla de lo Real. Por eso, podemos nombrarlo como Manifestación de Lo que es y Expresión de lo que somos. Al mirarlo a él, lo primero que nace no es un deseo de “imitación”, sino un reconocimiento de nuestra más profunda identidad. De un modo similar, la salvación no consiste en quedar liberados, por obra de una “expiación” exterior, de una culpabilidad ancestral que se arrastraría desde el comienzo de la especie humana (aunque quedaría sin precisar el momento exacto en que el homínido dejó de ser primate y empezó su andadura de “homo sapiens sapiens”). No hubo tal cosa como un “pecado original” –en el sentido moralizante en que lo entendió la tradición-, que habría de culpabilizar a toda la humanidad que entró en contacto con esa creencia. Lo que hubo –y sigue habiendo- es una gran inconsciencia, que se traduce en ignorancia radical de quienes somos, y que se plasma en comportamientos que generan sufrimiento para uno mismo y para los demás. Esa es la “tiniebla” de que habla el texto. Y, por contraste, la “luz” de que tanta necesidad tenemos, y que los cristianos vemos resplandecer en Jesús de Nazaret. En eso consiste la “salvación”: en acercarnos a la “luz”, para reconocer nuestra verdadera identidad –el “agua” que constituye nuestra “forma transitoria” de “olas”- y, de ese modo, salir de la ignorancia que nos mantiene confundidos y atrapados en un laberinto de sufrimiento. No existe ni justicia, ni belleza, que no haya pasado por las manos de una mujer Aguardiente
Decíamos en un resiente escrito que en este mundo global en donde millones de vidas cientos de millones y hasta tal vez miles de millones de vidas son pisoteadas, por la violencia, las enfermedades evitables, el hambre y la guerra, causadas por un sistema homicida, en la desigualdad lucha de los pueblos del mundo con las fuerzas de las sombras que dirigen este sistema y tienen el poder global, son vanguardia y dentro de los pueblos indoamericanos, del campesinado, de la clase trabajadora, como primera línea de lucha…una enorme multitud de heroicas mujeres, lucha esta que mucha veces les ha costado la vida y en su reclamo y militancia por la justicia y la libertad de todos, se han regado ríos de sangre… Pero aún así, allí están y queremos recogiendo esta síntesis de salva la selva, admirar, a emblemáticas compañeras de lucha que de sur a norte, están en medio de un denodada lucha, que implica la defensa de la vida…la defensa de la vida ultranza, nos parece que este resumen…es una pequeña síntesis de una lucha que guarda ribetes de suma violencia en todo el plantea hogar…una violencia sorda, cruel y sanguinaria, que es además unilateral…venida desde el poder…dejemos que algunos ejemplos hablen… Panamá: por la dignidad de las mujeres indígenas en resistencia El gobierno panameño incumplió su palabra y autorizó la explotación minera e hidroeléctrica en su territorio. Cuando la Comarca es amenazada, los Ngäbe-Buglé trabajan en conjunto. En febrero 2012, indígenas Ngöbe Bougle reaccionaron saliendo a la calle. Fueron ocho días de protesta. El saldo: represión, dos muertes bajo investigación, agresiones sexuales a mujeres por parte de la policía y decenas de heridos. En el largo proceso de resistencia, las mujeres Ngäbe han demostrado en las manifestaciones y en las protestas en el río Tabasará, en Changuinola, en ciudad de Panamá, que la defensa de la vida y la naturaleza también es una cuestión femenina. La cacica general del pueblo Ngäbe-Buglé Silvia Carrera se ha convertido en un símbolo de resistencia en Panamá. Ella junto a otras compañeras y compañeros ha liderado con dignidad la resistencia a las mentiras y la brutal agresión del Gobierno. Esta mujer Ngäbe, de Alto Laguna, corregimiento de Cerro Pelado (distrito Ñurum), participa de forma activa en la lucha de su pueblo desde que tiene 13 años. Colombia: mujeres desaparecidas, amenazadas y violentadas El 17 de febrero se cumplió un año de la desaparición en el departamento del Valle del Cauca de la ingeniera ambiental Sandra Viviana Cuéllar Gallego, activista y artista, nacida en Cali hace 26 años. Hoy aún no se sabe quienes fueron los autores de este crimen que hasta ahora está impune. Desde la Fiscalía colombiana no se ha dado mayor información sobre la investigación y sus avances. A Viviana le faltó la protección y seguridad que también necesitan otras muchas mujeres en su país. Como Rosalba Córdoba, lideresa afrodescendiente que maneja la embarcación de su comunidad en la cuenca del río Cacaricá, una firme defensora de los derechos humanos, mujer inquieta y práctica, al igual que firme a la hora de denunciar operaciones militares y paramilitares en su territorio. O como Yahaira Salazar, joven poeta también de origen afro, que conoció desde niña en carne propia lo que significa el desplazamiento forzado y las mentiras urdidas por el estado colombiano alrededor de la desmovilización de los paramilitares. O Emilsen Manyoma, joven madre que en medio del control militar y paramilitar consentido por el Estado en el Bajo Calima y San Juan se opone al narcotráfico afirmando su derecho a la producción limpia, a la soberanía alimentaria, a la protección de la biodiversidad. Luz Marina Cuchumbe, mujer indígena y madre de seis hijas e hijos, una de las cuales fue ejecutada extrajudicialmente y luego presentada por diversos medios de comunicación de masas como guerrillera junto al compañero que murió a su lado y a un superviviente. Ellas no constituyen casos aislados, sino que forman parte de una terrible realidad social para las mujeres. Ver informe completo. Mujeres ecuatorianas construyendo del Buen Vivir La Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador – AMPDE expresó en enero 2012 su voz de rechazo al comienzo de cualquier actividad minera en el país. Como alternativa, apuestan por la construcción del Buen Vivir como eje de desarrollo. En un manifiesto afirman que “propuestas extractivistas lejos de traer bonanza para todos y todas, serán causa de conflictos, tensiones, violencia y división social, perpetuando la pobreza y la desigualdad”. Es urgente caminar hacia un nuevo modelo de desarrollo post-extrativista, basado en el cumplimiento de los derechos de la naturaleza y soberanía sobre nuestros recursos naturales. Rechazan también la criminalización de la protesta que sufren mujeres y hombres que participan de la organización social en su país. Otra organización, Mujeres Defensoras de la Pachamama, conmemoran el día 8 de Marzo bajo el lema “Mujeres de las Américas resistiendo a la minería”. México Indígenas Zoques chiapanecas por la tierra y la propiedad comunal En el conflicto territorial en la selva de los Chimalapas entre los estados mexicanos de Oaxaca y Chiapas, las mujeres indígenas zoques juegan un papel fundamental. Junto a otras mujeres, María García, presidenta de la Coordinación en Defensa del Territorio y los Recursos Naturales en la Zona Oriente de Oaxaca, participa activamente en la resistencia pacífica en las comunidades de San Antonio y Benito Juárez, contra la creación de un municipio chiapaneco en su territorio comunal que pertenece al estado de Oaxaca. Las mujeres zoques reprochan al gobierno de Oaxaca su desinterés, y exige que apoye esta protesta. Se trata de un conflicto agrario por la posesión de 47 mil hectáreas de selvas y bosques que enfrenta a zoques con ganaderos y talamontes chiapaneco desde hace más de 50 años. “Nuestros antepasados legaron la madre tierra; entonces nosotros tenemos que salvaguardarla también para heredarla a nuestros hijos, a nuestros nietos, a quienes vendrán después”, dice la indígena. Honduras ¡Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres! En noviembre de 2011, Feministas en Resistencia hondureñas repudiaron la masacre de campesinos en la región del Bajo Aguán. A pesar de la grave situación para los derechos humanos y para las mujeres en su país, denuncian públicamente que los asesinatos de campesinos son atribuidas al ejército paramilitar organizado por el terrateniente Miguel Facusse Barjum. Este habría atacado a los campesinos mientras descansaban y cuidaban de sus tierras. Demandan al régimen encabezado por Porfirio Lobo Sosa que los crímenes no queden en la impunidad y le hacen responsable de la escalada de violaciones de los derechos humanos del pueblo hondureño. La impunidad galopante refleja la incapacidad para investigar y castigar estos homicidios cometidos contra el pueblo en Resistencia. Bolivia: Nunca más violencia contra la mujer indígena Cuatrocientas mujeres indígenas representantes de 34 pueblos del oriente, chaco, amazonía y Tierras Altas marcharon a lo largo de 65 días en 2011 junto a sus esposos, hijas e hijos, hermanas y hermanos en defensa de su territorio amenazado por la construcción de una carretera. Durante la VIII Marcha Indígena en Defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure TIPNIS se produjeron de parte del Gobierno machista y autoridades diversos ataques contra las mujeres -que se encuentran debidamente documentados. Destacamos la falta de justicia para procesar a los responsables de la represión policial ocurrida el 25 de septiembre de 2011. Ese día llegó una orden de dispersión de la Marcha. Aproximadamente 600 policías cercaron a quienes venían marchando, gasificaron el campo que ocupaban y reduciendo violentamente a quienes protestaban fueron alejados de su ruta. Las mujeres indígenas fueron reprimidas, maniatadas, amordazadas, golpeadas. Obligadas a esconderse en el monte, a saltar al río, despojadas de sus hijos e hijas, alejadas de sus esposos, privadas de sus pertenencias que fueron destruidas. Pero ellas fueron valientes para plantear la defensa de sus derechos constitucionales y continuar la caminata de 602 kilómetros hasta la sede de Gobierno donde todo el grupo hizo escuchar sus reivindicaciones. Así lograron el objetivo de detener la construcción de la carretera que partiría en dos mitades. Pocos meses después de este logro que dio la vuelta al mundo, la exuberante naturaleza enfrenta una nueva amenaza: el Gobierno busca activar nuevamente el proyecto vial y ha comenzado una persecución judicial contra las mujeres líderes de la VIII Marcha y otros compañeros y compañeras defensoras de los derechos indígenas. Ver reporte. Mujeres del Movimiento sin Tierra de Brasil en lucha por la reforma agraria En Brasil, los grandes latifundistas acaparan enormes extensiones de tierra, mientras miles de familias no tienen acceso a la tierra. Por ejemplo, extensas áreas de cultivo han sido usurpadas para implementar monocultivos de eucalipto. El Movimiento de los Sin Tierra lucha incansablemente por la reforma agraria, denunciando la lentitud del proceso y llevando a cabo ocupaciones de tierras, campamentos y asentamientos. Así sucede también en plena mata atlántica, en el estado de Bahía. En el municipio Alcobaça-Bahia la madrugada del 1 de marzo de 2012, 1150 mujeres campesinas del MST, de varios campamentos y asentamientos de la región ocuparon la hacienda Esperança, propiedad de la empresa Suzano Papel Celulose. El objetivo central de la ocupación es denunciar el destrozo social y ambiental que provocan las grandes empresas de eucalipto en la región. Expulsión del campo, desempleo, pobreza y desigualdad social son las consecuencias directas. Las mujeres piden una reforma agraria real, mayor agilidad en el proceso y un mayor interés por parte de las autoridades. En el estado de Bahía son 23 mil las familias acampadas del MST, algunas desde hace 8 años. Esta es la segunda ocupación en el Extremo Sur de Bahía, y el sexto año consecutivo que las mujeres del MST realizan acciones visibles y reivindicativas de la mujer campesina y sus problemas durante el 8 de marzo, día de la mujer trabajadora. Todas y todos quienes lo deseen, pueden participar de una ciberacción conmemorativa del 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora desde la página web de Salva la Selva http://www.salvalaselva.org/news/4122/defensoras-de-la-vida-y-la-naturaleza Y así la lucha por su dignidad y respeto a su integridad física…especialmente en contra de violaciones sistemáticas en el continente Africano, o las enormes y a muchas veces acalladas heroínas de la primavera árabe, donde especialmente en Egipto, están siendo reprimidas por ejercito ferozmente…a tal punto que se ha iniciado una campaña de recolección de firmas, para parar al ejercito que ha asesinado a 24 coptos y ha profundizado la represión especialmente contra mujeres manifestantes* , las mujeres europeas que hoy resisten desde los movimientos indignados y norteamericanas como Teresa Cusimano, una verdadera presa de conciencia, por manifestarse en contra de la escalada bélica y armamentística en EE.UU. condenado por ese hecho a 6 meses de prisión Es posible que muchos gobernantes debieran hoy callarse de vergüenza, porque sus políticas, sus corrupciones y sus complicidades, condenan a millones de mujeres en el mundo a ser victimas de la violencia, la explotación, la humillación, la mercantilización de su cuerpo y a la perdida de la libertad, sin contar el hambre y las enfermedades (sin cobertura medica), pero allí están, en la primera línea… Queremos con esta reflexión traer al conocimiento de todos, parte de esa colosal lucha en la que se juega toda la vida del planeta, si las fuerzas de las sombras prevalecen, nada con vida sobrevivirá… *http://www.pstu.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=353:campanasolidaridadegipto&catid=74:dlitcilportada&Itemid=49 (EN ESTA DIRECCION ECONTRARAN LA DIRECCION http://egyptsolidaritycampaign.org/spanish.html PARA ADHERIR A LA CAMPAÑA EL PETITORIO DEUNCIA CONTRA LA VIOLENCIA DEL EJERCITO EGIPCIO EN LA DIRECCION http://www.salvalaselva.org/ SE PUEDE FIRMAR UNA PETICION DIRIGIDA A LA DIRECTORA GENERAL ADJUNTA Y DIRECTORA EJECUTIVA DE LA ONU MUJER PARA INSTRUMENTAR EL REGISTRAR Y ENFRENTAR LOS PELIGROS QUE CORREN LAS MUJERES DEFENSORAS DE LA NATURALEZA…SOMETIDAS A AMENAZAS, AGRESIONES E INCLUSO AL ASESINATO… La Iglesia, como cualquier sociedad no democrática, se siente en el derecho exclusivo de los que ostentan su jefatura para ordenar el cumplimiento de unas normas o prohibir iniciativas. Las dictaduras prohíben pensar y la Iglesia no renuncia a su propia estructura vertical y dominadora de conciencias-
La reforma laboral promulgada por el gobierno de Mariano Rajoy destruye derechos de los trabajadores conseguidos a base de sudor, esfuerzo y lucha histórica, para nombrar como árbitros de las relaciones laborales a los empresarios, jueces últimos de la marcha del mundo del trabajo. Los trabajadores son relegados a la categoría de esclavos frente al criterio exclusivo de unos amos que acaparan en sus manos el poder de enviarlos a la miseria, el hambre, el desahucio y la marginación más absoluta. Las juventudes obreras cristianas y la hermandad de acción católica han confeccionado un documento de los cristianos de base para denunciar la perversión intrínseca que encierra esa reforma laboral. Lo han enviado a todas las iglesias de España para su lectura discrecional con el ruego de una difusión esclarecedora del pensamiento de un cristianismo que quiere estar comprometido con su mundo. Critica el documento la “individualización de las relaciones laborales que propone esta reforma, porque da prioridad a los intereses personales frente a los colectivos y significa romper la vocación a la comunión del ser humano”. El comunicado también exhorta a la sociedad en conjunto a trabajar “juntos, con la intención de eliminar las causas que han generado la crisis y, al mismo tiempo, superar las estructuras económicas que tanto sufrimiento, deshumanización y pobreza están provocando a las personas”. Y aquí entra a jugar su papel de dictador mayor del reino el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Madrid cardenal Rouco Varela. La Iglesia, dice Rouco “no se identifica con el contenido de dicho documento, ni se hace responsable del mismo, considerando improcedente su difusión” El manifiesto de la Juventud Obrera Cristiana y la Hermandad de Acción Católica pide a los partidos políticos que “corrijan la reforma en el proceso parlamentario para poner en el centro de la misma el trabajo decente y con derechos, y anima a participar en las iniciativas y movilizaciones que se convoquen por parte de las organizaciones eclesiales, sociales y sindicales que ayuden a tomar conciencia y revertir esta situación tan lesiva para las personas trabajadoras y sus familias”. En ningún momento señala “que ésa sea la postura de la Iglesia, sino que deja claro que es la opinión de los movimientos eclesiales que lo firman” Por lo tanto, está claro que la jerarquía quiere acallar una opinión de parte de la Iglesia, que está llegando en forma de debate y opinión sobre la crisis, los recortes y la reforma laboral, a muchas parroquias de toda España. ¿Hay en el documento alguna afirmación contraria a la doctrina social de la Iglesia promulgada por varios Pontífices y por el Concilio Vaticano II? ¿O más bien contiene una postura incómoda para ciertos Obispos y por tanto la desechan, traicionando las propias enseñanzas de diversos Papas? Obediencia ciega al papado, exige siempre el episcopado, pero sólo cuando no incomoda al matrimonio Iglesia-Poder civil. Los obispos han podido manifestarse contra el aborto, la Ley de memoria histórica, Educación para la ciudadanía, el matrimonio homosexual, leyes todas emanadas de un Parlamento legitimado por las urnas. Pero vetan un documento que defiende al mundo del trabajo, humillado, empobrecido, indefenso ante las arremetidas empresariales respaldadas por un gobierno que se muestra de acuerdo con insostenibles privilegios eclesiásticos, como concesiones multimillonarias de euros en un momento de crisis aguda o con la exención de impuestos que exige pagar a todos los demás ciudadanos. Una Iglesia que debería estar avergonzada de palios sacrílegos, de incienso fumigado ante un dictador sanguinario, de absoluciones de asesinos dictatoriales, de unas nupcias incestuosas con un régimen que mató a miles de españoles, se niega ahora a defender al mundo del trabajo ante la destrucción de unos derechos fatigosamente adquiridos. ¿Puede quejarse esta Iglesia de una desafección de gran parte de los humillados y siempre despreciados por pobres y parias de la sociedad? ¿Puede lamentarse hipócritamente de una falsa persecución? ¿Puede pedir a las clases trabajadoras su aportación voluntaria en la declaración de la renta quien da la espalda cuando se le pide que promueva la difusión de un simple documento elaborado por unos cristianos comprometidos con la marcha del mundo que les ha tocado vivir? Este es el episcopado español. Báculo en mano, golpeando junto al poder del dinero y el dinero del poder al mundo de los trabajadores y con su vieja dictadura de mitras. Hoy es uno de esos días turgentes, anticipado ya en la gigantesca luna que me habla de tus regalos de transfiguración -esa que me conecta con la intensidad, con la pasión de lo femenino, con mi abrazo fundacional lanzándome a la palabra-. El agua abruma cada una de mis células, empuja hacia afuera, apura nueva expansión.
En la confluencia. Mi mamá cumple años, de esos números fuertes que terminan con cinco; el mismo día, hoy, mi hija culmina su secundario. Y entre ambas yo, mi propio proceso camino a los 45, hacia los veinticinco años de profesión. Frente a un modo en estreno aún, de maternar, de recrear y recrearme, de ser hija y hermana. Mujeres. Compañeras de ruta al fin de cuentas. Aprendiendo de encuentros y desencuentros. De banquinas y andares. De palabras y silencios, algunos compartidos y otros de los que abren distancias. Sumándonos a la interminable corriente, al río de mujeres, más de 50.000 años marchando, provocando al viento. Mujeres impulsando la vida, poniendo la carne y la sangre y la transpiración en lo cotidiano; arrojando mordazas, inaugurando voces. Contracción y aperturas, quiebre y brote. Los ciclos, acoger y soltar, abandonar lo muerto, limpiar el terreno para lo por venir. Desde aquellos inicios, mujeres sanadoras, expertas en raíces curativas y en la interpretación de los padecimientos, en la cercanía con el dolor; desde allí acompañando partos de todo tipo, incitando a hacernos cargo unos de otros, a expandir las fronteras de la comunidad. Desde allí mujeres en contacto con el mundo de los espíritus, con lo “que no se ve”; abiertas a crecer hasta lo infinito. Potenciando multitudes en, desde y hacia la trascendencia. Mujeres en espera y en desesperación, creando lo impensable. Creyendo en la utopía. También, mujeres aplastadas, acalladas, cercenadas. Mutilaciones expresas y otras más sutiles aunque no menos cruentas. Sin voz ni manos constructoras. Resistiendo. No siempre. Resistiendo. Haciendo lazos. Siempre que pueden. Entramando existencias. Generando ronda, para danzar o para marchar en las plazas. Circularidad. Hermandades revolucionarias. Me sorprendiste, “Mujer, quedas libre”, enderezando espaldas sobrecargadas. Me sorprendes, alentando mujeres a sacudirse los excesos, a aliviar cargas ancestrales, a liberarse para liberar. En tus tiempos, y en estos nuestros, cuando tanto se ha caminado y tanto más queda aún por andar. Tu salvación es estirar umbrales, cruzar juntos “a la otra orilla” una vez más. Me agita las entrañas tu empuje amplificador.Te haces gestación, en mis honduras –en las oscuridades, en los huecos, en cada recodo de mi femineidad. Y elijo ser “tierra para darte fruto”, dejarte concebir en mí algo de la humanidad nueva. Cuando mi siervo Yúbal me anunció que Salima había llegado y quería verme, me pregunté con inquietud si se habría agravado su estado. Hacía tiempo que se había oído el sonido grave del sofar anunciando el comienzo del sábado y, aunque no soy judío sino griego, vivo en Jerusalén hace tiempo y conozco bien las prescripciones en torno al reposo sabático que Salima estaba, sorprendentemente, contraviniendo. Si venía a visitarme después de que en el cielo hubiera aparecido la primera estrella, momento en que daba comienzo el sábado, era porque su estado de salud se había agravado. Pero por otra parte ¿cómo no me había avisado para que fuera a visitarla yo a su casa, como había hecho en otras ocasiones?
Conocía hacía tiempo a esta mujer y desde el primer momento me inspiró una viva simpatía la entereza con que soportaba una enfermedad que la aquejaba desde hacía al menos doce años, y la tenacidad con que luchaba por curarse. Mi admiración y mi compasión hacia ella habían aumentado a medida que me iba adentrando más en el conocimiento de las tradiciones judías ya que, en el mundo en que vivía, el flujo de sangre que padecía era considerado mucho más grave que una simple enfermedad: según la legislación judía, una mujer aquejada de hemorragias frecuentes quedaba confinada en el ámbito de la impureza y en un estado de indignidad, inmundicia y degradación difíciles de comprender desde las categorías de un griego culto como yo. Por eso, a la penosa limitación corporal que la imposibilitaba para la maternidad, se sumaba una exclusión social y religiosa y un deshonor más duro aún que su misma esterilidad. Yo había utilizado todos los remedios que poseía desde mis conocimientos de la medicina, pero todo había resultado inútil. Supe que había acudido a otros médicos y no se lo reproché, tanta era su desesperación y su ansia por curarse. Ahora estaba arruinada y no había podido pagarme sus últimas visitas. Cuando la vi me quedé atónito: la mujer que estaba ante mi nada tenía que ver con la que yo conocía. Su mirada sombría era ahora radiante, el color había vuelto a su rostro, su expresión antes abrumada había sido remplazada por una sonrisa y estaba ante mí erguida y expectante, con un evidente deseo de contarme lo que le había ocurrido. Escuché en silencio su asombrosa narración: su obstinado convencimiento de que aquel rabbi galileo de quien todos hablaban podía curarla; la decisión de incorporarse al grupo de los que le apretujaban, los empujones que dio hasta conseguir tocar por detrás el borde de su manto y la sensación inconfundible de una corriente de vitalidad que llegaba hasta ella y hacía desaparecer su mal. Me habló de su tremenda confusión cuando el rabbi se volvió preguntando quién le había tocado y de la fuerza misteriosa que le hizo confesar en alto que había sido ella: - Y entonces él me miró haciendo desaparecer de mí cualquier rastro de temor, y tuve la sensación de que, en medio de toda la muchedumbre, sólo estábamos los dos. Me llamó “hija”, continuó con una voz emocionada, y afirmó que no era él, sino mi confianza lo que me había sanado y que podía marcharme en paz. ¿Te das cuenta Sorano? De nuevo soy alguien que puede mirar de frente y mi vientre puede aún engendrar vida. Pero creo que ha sido por expresar ante aquel hombre lo que he estado ocultando tanto tiempo lo que me hace sentirme envuelta en dignidad y en justicia. Algo en su mirada me decía que no tenía por qué avergonzarme de nada, que nadie podrá quitarme la paz profunda que él me concedía y que, incluso si mi enfermedad hubiera continuado, yo podría saberme salvada y bendecida. Cuando terminó su relato, volvió a agradecerme el afecto e interés con que siempre la había tratado y se marchó. Abrí entonces la pequeña bolsa con que había insistido en pagarme y miré aquellas monedas con una sensación extraña: sentía que no me correspondían porque no había sido yo quien la había curado. Pero sabía también que con ese dinero nunca hubiera podido pagar lo que había hecho con ella el rabbi de Galilea. Él la había sacado más allá del círculo estrecho de las transacciones económicas y la había conducido al campo abierto de la gratuidad y de la relación de persona a persona. Y me di cuenta con cierta nostalgia de que nunca yo, con toda mi ciencia, podré conseguir la fuerza misteriosa de aquel hombre que había arrebatado a Salima de las sombras de la muerte y había hecho de ella una mujer nueva. |
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