En la celebración del V Centenario de la Reforma Protestante, que ha contado con numerosos eventos conmemorativos en todo el mundo a lo largo de 2017, he observado un silencio generalizado sobre la Reforma Radical, corriente fundamental dentro del cambio de paradigma teológico, eclesial y civilizatorio que supuso el protestantismo.
Un silencio que se extiende a la figura de Thomas Müntzer, uno de los principales representantes de dicha corriente. Junto al silencio, pervive una imagen deformada de su vida, pensamiento y actividad eclesial y política, que lo ha convertido en una persona rechazada incluso dentro del mundo protestante. Ha habido, con todo, algunas excepciones a dicho silencio. Es el caso de varias instituciones teológicas guatemaltecas como la Universidad Rafael Landívar, El Seminario Bíblico-Teológico de CEDEPCA y el Seminario Anabautista Latinoamericano Semilla, que me invitaron en octubre de este año a pronunciar una conferencia sobre la Reforma Radical y Thomas Müntzer. Vaya mi felicitación y agradecimiento. Las interpretaciones sobre Müntzer han estado influenciadas por los juicios negativos, más aún, iconoclastas, de sus adversarios dentro de la Reforma, especialmente de Lutero y Melanchton. Lutero lo consideraba falso profeta, sanguinario y asesino, amén de poseído del diablo por incitar a la sedición. Melanchton lo acusaba de graves errores como osar pedir señales a Dios, no consolarse con la Escritura, ver en lo sueños un signo de haber recibido el Espíritu Santo y, lo más grave, predicar la desobediencia al poder, en contra del mandato de Pablo de Tarso de obedecer a la autoridad temporal establecida. Müntzer es el eslabón perdido de la Reforma Protestante que necesitamos recuperar, liberarlo de los estereotipos interesados de sus correligionarios y rehabilitarlo en su verdadera significación histórica. Tal es la intención de este artículo. Müntzer fue una personalidad compleja en la que confluyen diferentes sensibilidades espirituales, intelectuales y políticas: la mística alemana, la apocalíptica y los movimientos heréticos medievales, la familiaridad con la Biblia y la crítica de los maestros de Wittenberg, especialmente de Lutero, por su alianza con los príncipes. La mística se encuentra en el centro de su teología. La lectura de Tauler, discípulo del Maestro Eckart, supuso un cambio fundamental en su vida, que algunos califican de “conversión”. La experiencia mística es, para él, la conciencia de vaciamiento y abandono total del ser humano en las manos de Dios, más aún, la identificación entre Dios y el ser humano. Pero un abandono que no es pasividad, ni se queda en la esfera intimista, sino que se traduce políticamente en la lucha contra los poderosos y los vicios sociales provocados por ellos. Es el Espíritu, al que llama “nuestro maestro interior”, el que actúa directamente en el creyente sin mediaciones jerárquicas. Así, el cristianismo verdadero es el cristianismo del Espíritu. Otra de las influencias fundamentales son los movimientos apocalípticos y heréticos del Medioevo, especialmente el de la Era del Espíritu del monje de Calabria Joaquín de Fiore y el de los husitas. Tales influencias dieron lugar a la llamada “utopía quiliástica”, que se caracteriza por la irrupción revolucionaria de la escatología en la historia. El milenarismo de Müntzer adopta una actitud militante y lleva a la organización de los campesinos y los mineros contra la Iglesia de los clérigos y la política opresora de los poderosos, que condujo a la Guerra de los Campesinos, calificada por Marx como “el hecho más radical de la historia alemana”, de la que Müntzer fue uno de sus principales líderes. Su teología política se encuentra en las antípodas de Lutero. Hace una interpretación revolucionaria de la carta a los Romanos 13, considerada hasta entonces la base teológico-bíblica de la obediencia al poder. Para Lutero, la primera obligación de los gobernantes es utilizar la espada para mantener el orden público y preservar la paz, recurriendo incluso al poder militar, alegando que en dicha función contaban con el apoyo de Dios. Müntzer, por el contrario, llama a los duques de Sajonia a unirse a la sublevación del pueblo y a poner su espada a su servicio. De lo contrario les advierte que será el pueblo quien les arrebate la espada y la utilizará contra ellos. Justifica, así, la insurrección popular contra los gobernantes perversos. Una de las interpretaciones más sugerentes de Thomas Müntzer es la que ofrece Ernst Bloch en su obra Thomas Müntzer, teólogo de la revolución, de 1921 (versión castellana: A. Machado Libros, Madrid 2002), donde defiende que la irrupción de la escatología en la historia en clave revolucionaria, tal como aparece en la predicación y practica müntzerianas, es la mejor señal de que la religión no tiene por qué ser necesariamente aceptación acrítica de lo existente, ni solo la promesa de un futuro inaccesible, ni opio del pueblo. Más allá de la interpretación economicista del marxismo ortodoxo, Bloch descubre en Müntzer un plus de conciencia anticipadora, que no se reduce a los elementos económicos. Estos no constituyen la motivación única, ni siquiera la más genuina del alma humana. El libro de Bloch plantea ya las relaciones entre cristianismo y revolución, entre la visión cristiana y la visión marxista de la historia, que, a su juicio “acaban por unificarse en una misma singladura y en un mismo plan de operaciones”. El final de Müntzer es bien conocido. El 15 de mayo de 1525 fue detenido, sometido a un juicio sumarísimo, condenado a muerte y el 27 de mayo era decapitado delante de la puerta de Mülhausen junto con otros 53 revolucionarios entre los que se encontraba Heinrich Pfeiffer, el verdadero líder de la Guerra de los Campesinos. Pero su ejecución no logró acallar su proyecto mesiánico-milenarista-revolucionario, que jugó un papel muy importante en los movimientos revolucionarios modernos y estuvo presente entre los campesinos, obreros y burgueses en la Inglaterra de 1868 y en la Revolución Francesa. Esta, a juicio de Bloch, difícilmente hubiera prendido entre los sectores iletrados “tan solo por obra de Diderot, y aun de Rousseau”. Ni siquiera el laicismo burgués fue capaz de eliminar la fuerza teológica intrínseca al comunismo quiliástico. Para un análisis más detallado de la figura y del pensamiento de Thomas Münzter, además de la obra ya citada de Bloch, remito a mi libro Religión, razón y esperanza. El pensamiento de Ernst Bloch (Tirant Lo Blanch, València, 2015, 2ª ed.) y a Tratados y sermones, del propio Müntzer, con introducción y traducción de Lluís Duch (Trotta, Madrid, 2001).
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Algunas imágenes tradicionales están gastadas y hasta son dañinas
VER: ¿Qué es la realidad según la religión? Toda cosmovisión se puede reducir a unos cuantos rasgos o imágenes básicas. ¿Qué es, en esquema, el mundo, la realidad, según lo ve la religión? La inmensa mayoría de los creyentes respondería: la realidad es -un Dios que vivía solo eternamente, que un día decidió crear este mundo frágil, que continúa existiendo porque Él lo sostiene en el ser; -un Dios Señor todopoderoso, que nos dicta su ley moral para que nos incorporemos a su Plan de Salvación sobre el mundo, cuyo triunfo final Él garantiza; -un Dios Padre que nos prueba en este mundo material, para llevarnos después a la vida eterna con él en el cielo, después de juzgarnos… Éstos son tres esquemas básicos o «escenarios» como la realidad es concebida o imaginada por las religiones, p.ej. las monoteístas. Y muchísimos creyentes piensan que la realidad es así, literalmente tal. JUZGAR: Pero la realidad, en sí misma, sigue siendo un misterio inaccesible para nosotros. «¿Por qué existe la realidad, y no la nada?», preguntaba Leibniz. Las culturas -y dentro de ellas las religiones- respondieron a ese angustioso interrogante irresuelto, representándose la realidad como alguno de esos u otros «escenarios», por medio de imágenes y metáforas originales, creativas, incluso a veces geniales, que han permitido vivir en ellas a nuestros antepasados dándoles un sentido, una comprensión del mundo, una esperanza, una misión… Preguntémonos: ¿«describen» esas imágenes la realidad tal como es? Obviamente no; la Realidad misma es un misterio que nos sobrepasa. Sólo los fundamentalistas piensan que la realidad es literalmente tal como la «describen» sus tradiciones religiosas. Estas tradiciones son simbólicas: verdades profundas, no verdades literales, no descriptivas. ¿Son imágenes perfectas? ¿O tienen también sus inconvenientes? ¿Son mejorables? ¿Son imágenes eternas, «para siempre», o también se gastan? ¿Puede ser que algunas no sólo estén obsoletas, sino que hoy puedan estar resultando incluso negativas, nocivas? Problemas concretos de estas tres imágenes • La imagen de un Creador que todo lo creó de la nada, tiene sus dificultades. Si desde siempre existía Dios solo, y pudiera haber sido siempre así… ¿qué sentido tiene la realidad? ¿Es un capricho (de Dios)? ¿Podría no haber existido? ¿No es nada en sí misma? La imagen de creación escinde totalmente la realidad entre Creador y creación, vaciando a ésta de entidad y reduciéndola a mera contingencia, sólo «sostenida en el ser por Dios». Un Dios transcendente y ajeno al mundo sería la verdadera totalidad del ser. – Pero ¿quién ha dicho que la realidad es dual, y que hay un principio creador expatriado de la realidad, enteramente diferente, transcendente… y que la realidad real que conocemos y somos… es pura vaciedad y dependencia? El mundo que hoy vivimos, y que la actual explosión científica nos presenta, es incompatible con esa imagen. Para la ciencia hace tiempo que no es plausible la creación. ¿Puede la religión contradecirla? Esa imagen dual, escindida, nos hace daño, porque nos aliena, reduce el cosmos a la nada óntica, lo despoja de inmanencia y pone a ésta fuera del mundo, impide una vivencia holísticamente unificada de transcendencia e inmanencia: nos hace esquizofrénicos. • La imagen de Dios como un gran Señor feudal todopoderoso a quien se deben todos los que nacen en su feudo, cuya relación esencial principal con los humanos es una relación de dominio-sumisión total, tiene también grandes problemas. Imaginar a Dios como Rey que gobierna el mundo, tiene toda apariencia de ser una proyección de la sociedad agraria patriarcal que se extendió por las culturas a partir del neolítico, cuando comienzan a aparecer las «religiones» (no la religiosidad) del Dios guerrero, patriarcal, monárquico… – Pero una imagen así no responde a nuestra sensibilidad, nuestra visión, nuestra situación actual. Hoy nos resulta inaceptable esa «ontología señorial de la dominación jerárquico-patriarcal». Por otra parte, esta imagen nos destituye de responsabilidad al hacernos confiar en que Dios salvará al mundo pase lo que pase. Esta imagen nos hace daño en la situación actual de posibilidad de un desastre planetario final (nuclear o climático) causado por los humanos, porque nos hace ciegos a lo que ahora vemos claro: que el mundo está en nuestras manos, y que nadie va a venir a salvarlo si no asumimos nuestra responsabilidad. En este sentido concreto, el discurso religioso habitual sobre Dios como Señor hace daño a la Humanidad y al cosmos. • La imagen de que somos almas venidas a menos de nuestra condición espiritual, viviendo por un corto tiempo encadenadas a un cuerpo material, pero destinadas a retornar a una vida eterna espiritual en el cielo tras la superación de un juicio individual, ha estado en vigor con mucha fuerza, durante milenios. Esa visión mira sólo el drama histórico de los humanos. Éstos son lo único importante de la realidad: todo el resto de la realidad sería accidental, adicional, puesto sólo como escenario en el que representar la historia de la salvación espiritual de los humanos. La materia sería un aspecto o un episodio negativo marginal que finalmente desaparecerá. – Pero nosotros no vivimos ya en ese mundo dualista de materia y espíritu enfrentados. Aquellos planteamientos platónicos son simplemente inaceptables una vez que abrimos los ojos al mundo de hoy, en el que la distinción materia/espíritu es cada vez más incierta. No existe la materia absolutamente despojada de mismidad, de energía, de vida. Partículas y ondas, materia y energía, tierra y vida, mente y conciencia… son sólo aspectos distintos de una misma realidad única. No podemos pensar que estamos expatriados de nuestro mundo original, ni que estemos concursando para una salvación individual para fuera de este mundo. Ya no compartimos aquella visión por la que lo más importante del cosmos era el ser humano, sus intereses, su historia y su salvación personal celestial… Queremos vivir la dimensión religiosa en el mundo real del cosmos, de Gaia, en el todo holístico de materia, energía, vida, mente, espíritu y Divinidad, en el que somos los últimos llegados, con el privilegio de estar capacitados para hacernos cargo humilde y responsablemente de la co-gobernanza con la naturaleza. Muchas más cosas se debería decir de estas y otras imágenes -algo decimos en los materiales complementarios- que hoy chirrían, y que a muchos cristiano que viven en sintonía con los mejores avances del pensamiento actual les resultan ya extrañas (pecado original, redención, cielo, infierno…). ACTUAR: Reconocer la naturaleza del lenguaje religioso Hay que tomar conciencia de la peculiaridad del lenguaje religioso: es simbólico, metafórico. Expresa verdades «profundas». Pero no tiene capacidad ni competencias para describirnos o informarnos sobre la realidad, el mundo, el otro mundo, la materia, el espíritu… Es como la poesía: nos dice cosas maravillosas y transmite vivencias profundas, con mucho contenido verdadero, pero no nos confundimos interpretándolas literalmente, sino «poéticamente». Nuestros antepasados interpretaron los símbolos religiosos literalmente, como descripciones. Somos la primera generación que está viviendo este cambio epistemológico cultural. La Realidad Última nadie la ha visto, pero todos los pueblos han necesitado preguntarse por ella para vivir la dimensión religiosa. Esa inaccesibilidad se ha suplido con intuición, imaginación, creatividad, símbolos, metáforas… Las imágenes religiosas así elaboradas no pueden ser perfectas (pues son humanas), ni para siempre (pues se desgastan con el tiempo y pueden quedar sin base con el avance del conocimiento). Y puede llegar un momento en que no sólo ya no sirven, sino que incluso resultan dañinas. Por lo demás, si miramos la historia, vemos que las tradiciones -también la nuestra- no han dejado nunca de crear imágenes y de abandonar otras. No es nada nuevo. Sólo que ahora el cambio es más rápido, más radical, y, por primera vez, consciente. El problema es complejo, y no tiene solución fácil, porque las metáforas no surgen por decreto, ni por la imaginación genial de un individuo… Surgen coyunturalmente del subconsciente colectivo… ¿Qué hacer entonces, sólo esperar pasivamente? Se pueden hacer cosas muy importantes: tomar conciencia de la peculiar epistemología religiosa, superar el fundamentalismo, saber que nuestro discurso religioso no describe la realidad, y plantearse la necesidad de renovarlo aun cuando nuestra comunidad viva tranquila con sus imágenes ancestrales heredadas. No necesita cambiar quien no siente la necesidad, pero sí es conveniente que conozca el problema, para comprender lo que está pasando a muchos, y para no impedir la necesaria transformación. En los materiales complementarios de esta Agenda ofrecemos textos, reflexiones y sugerencias. Hace diez años que el papa Benedicto XVII eliminó el limbo para los recién nacidos que morían sin bautizar, pero no para los millones de euros que recaudan por las entradas a monumentos y otras actividades mercantiles de la Iglesia. Porque siendo muy grave que no pague impuestos por ello, contraviniendo lo exigido en reiteradas ocasiones por la Comisión Europea y recientemente por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), aún peor es que no declaren sus ingresos ante la Administración tributaria. Es decir, que todo ese dinero siga en el limbo fiscal con la complicidad de los poderes públicos en un Estado democrático donde todos declaramos y pagamos religiosamente menos la Iglesia.
Hace unos meses denuncié está opacidad en la Mezquita de Córdoba, como ejemplo de una situación generalizada en los monumentos gestionados turísticamente por la Iglesia. Decía entonces que se acercaran a las taquillas y pidieran una entrada. Si la llaman mezquita es probable que le corrijan y le digan que son entradas para la Catedral porque eso que pretende ver no es una mezquita. Y quizá no le falte razón ante la invasión de crucifijos que han mutilado el bosque de columnas de nuestra joya andalusí, en la enésima muestra de fundamentalismo excluyente del obispo y de la pasividad cobarde de la Administración pública que se lo permite. Es posible que quieran pagar con tarjeta, y le responderán que es imposible, que sólo admiten dinero en efectivo a modo de donativo (aunque en la entrada no aparezca esa palabra). Por supuesto, no se les ocurra pensar que al tratarse de una aportación voluntaria podrían negarse a entregarla, porque entonces le contestarán que es imposible acceder al monumento sin entrada. Quizá entonces soliciten factura o recibo de lo que haya pagado, bien porque se trata de un gasto que deban justificar o porque quieran desgravarlo en su IRPF igual que hacen con las aportaciones a su ONG. Y le responderán que tampoco, que tienen prohibido emitir cualquier tipo de documento que acredite el desembolso que ha hecho por su entrada. Por último, si en un arrebato de cordura preguntan por qué, solo hubieran obtenido silencio. A raíz de esta y otras denuncias, el Cabildo de Córdoba se vio forzado a admitir el pago con tarjeta y a incluir la palabra IVA en la entrada. Sin embargo, nada ha cambiado en relación con la falta de transparencia contable y el limbo fiscal del dinero recaudado del que solo se conoce por dogma de fe. Como tampoco ha cambiado que cada noche deba cruzar de acera para llevarlo a la sede episcopal, donde ahora quiere el obispado colocar las taquillas. Con esta maniobra, además de pavonear su dominio y manipular el discurso histórico del monumento, evitarán el paseo de la vergüenza. Ya no hará falta: la caja se queda en casa. Algo parecido ocurrió tras la movilización y denuncia de MHUEL en la Catedral de la Seo en Zaragoza, forzando a la jerarquía católica a emitir entradas donde ahora aparece el concepto IVA 0% como si estuviera exento. En la Catedral de Pamplona, por el contrario, se dice en el ticket IVA incluido. Y en el correo que se envía para las visitas grupales a la Iglesia de Santa María del Naranco en Asturias, por citar otro ejemplo, se explicita que el pago debe ser en metálico y que no entregará factura. Lo mismo ocurre con la práctica totalidad de los monumentos que explota comercialmente la jerarquía católica. Solo en el caso de la Mezquita de Córdoba, tomando por buenas las cifras de visitantes turísticos (creyentes o no) que dice el Cabildo, rondaríamos los 15 millones de euros al año. Y ahora, extrapolen la cifra al resto de iglesias, catedrales, ermitas y similares por toda España. ¿De cuánto dinero estamos hablando? No soy católico ni me adscribo a confesión alguna. Pero por encima de todo, no soy anticatólico ni estoy en contra de ninguna expresión religiosa. Respeto a quien respeta. Y comparto la esencia espiritual anclada en el amor al prójimo y en el desapego que rezuma la mayoría de las cosmovisiones. Sin embargo, no estamos hablando de moral sino de ética. La moral es privada y la ética es pública. El Estado debe garantizar que cada ciudadano sea invulnerable en sus creencias de pellejo adentro. Pero piel afuera, el único libro “sagrado” se llama Constitución y nadie puede escapar al deber de declarar y tributar en función de sus ingresos, la verdadera condición que nos inviste como ciudadanos iguales ante la ley. Quizá Dios sea más misericordioso que justo, pero la ética democrática exige justicia social como garantía para los cuidados esenciales de quienes más lo necesitan, dejando la misericordia a la moral de cada uno. Solo un desalmado o un inconsciente se atrevería a cuestionar la enorme labor humanitaria que llevan a cabo las distintas instituciones de la Iglesia católica. Desde la admiración por quienes se dejan la piel a cambio de nada, gracias por hacer lo que la Iglesia debe hacer conforme a sus propios fines cristianos. Igual que admiro a quienes también lo hacen desde otras trincheras, sean religiosas o no. Con una enorme salvedad: estas organizaciones declaran sus ingresos cumpliendo con sus obligaciones democráticas. La Iglesia católica, no. Y eso ocurre porque el propio Estado se lo consiente, convirtiéndola en un paraíso fiscal dentro de sí mismo. Una especie de muñeca rusa que le priva de todo el dinero que no aporta a las arcas públicas y que debemos suplir el resto de los mortales, confirmando que su Reino no es de este mundo. Recién aprobada la Constitución, la primera medida del Estado fue firmar el 3 de enero de 1979 un Acuerdo con el Vaticano sobre Asuntos Económicos que establecía para la Iglesia la “exención total y permanente de los impuestos reales o de producto, sobre la renta y sobre el patrimonio”. Una norma que chocaba frontalmente con la propia Constitución y, más tarde, con el modelo fiscal impuesto desde Europa, hasta el extremo de generar una queja en 1989 de la Comisión Europea exigiendo su derogación. Después vinieron varios pronunciamientos más en este sentido, hasta que en el mes de julio el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que las exenciones fiscales que disfruta la Iglesia católica en España “pueden constituir ayudas estatales prohibidas si se otorgan respecto de actividades económicas y en la medida en que se otorguen respecto de tales actividades”. A nadie escapa que las catedrales y otros edificios gestionados por la jerarquía católica, además de lugares de culto en mayor o menor tiempo (en el caso de la Mezquita de Córdoba apenas el 20%), son máquinas de generar dinero como consecuencia de su explotación comercial. Así pues, porque así lo dicta el sentido común y la legislación tributaria, una actividad lucrativa de esta índole está sujeta a los impuestos de IVA y sociedades, además de cumplir con los deberes contables y de transparencia. Y es tan cierto que cuando la ciudadanía lo exige, ante la pasividad imperdonable de la Administración, la propia jerarquía católica reconoce que no son donativos, que están realizando una actividad mercantil mediante una estructura organizada, e incluye la palabra IVA en las entradas, añadiendo la coletilla de estar exento o de estar incluido. Es decir, no saben qué poner porque la Administración tributaria no se lo exige. El tema es discutible y farragoso, pero incluso admitiendo que en casos muy concretos no deban pagar “legalmente” por sus millonarios ingresos, no significa que no estén obligadas a declarar cuánto ganan y a qué lo dedican, igual que cualquier ciudadano. Carece por completo de justificación en democracia que exijamos transparencia económica a la corona, partidos, sindicatos o instituciones públicas, y no hagamos lo propio con la jerarquía católica, que también percibe dinero del Estado, e ingentes cantidades de los particulares en su condición de consumidores, no de creyentes. Dios me libre de cuestionar la legalidad de los donativos para bodas, bautizos, entierros y comuniones. Pero exijo como ciudadano que su contabilidad sea fiscalizada con el mismo rigor que a cualquier persona física o jurídica. El mismísimo papa Francisco, que más de una vez ha condenado con dureza la corrupción y el pago con dinero negro, advertía a las instituciones católicas que quieran convertir los conventos en hoteles o albergues para ganar dinero, “paguen sus impuestos porque en caso contrario el negocio no es limpio”. Su mensaje es coherente con la actitud del Jesús de los tobillos sucios que decía: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Evangelio según san Lucas 16, 9-15). Pero a años luz de la jerarquía católica en España, con la complicidad de los poderes públicos que prefieren mantener estos ingresos millonarios en el limbo en lugar de fiscalizarlos. Porque no se trata de moral religiosa sino de ética democrática. Porque no se trata de caridad, sino de justicia fiscal. Porque no se trata de que donativos por tantos, sino de que declaremos y paguemos por todos y todas. Saber vivir en la incertidumbre, experimentar la certeza (I y II) por: Enrique Martínez Lozano12/19/2017 Hace ya un tiempo, publiqué en esta página el testimonio de Sara, en dos partes, en el que nos compartía su proceso vital, como un “desaprendizaje” constante, un dejar caer todo tipo de creencias a las que previamente se había aferrado. Ese testimonio provocó diferentes reacciones en los lectores. La mayor parte elogiaban su capacidad de verdad y su coraje. Otros muchos decían sentirse reflejados en la vivencia e incluso en la trayectoria (religiosa) que ella compartía. Algunos no se reconocían capaces, por el momento, de llegar a esa “desnudez” total de ideas y de creencias. Y otros, finalmente, me preguntaban acerca de mi propio posicionamiento.
Ante escritos como el de Sara, mi actitud es de profunda y emocionada admiración, unida a una gratitud reverente y a un cuestionamiento acerca de mi propia verdad –de la verdad o no con la que me vivo-. Pero las reacciones que me llegaron hacían hincapié, sobre todo, en lo relativo a las creencias y al abandono de las mismas, con todo lo que ello les suponía de atreverse a vivir en la incertidumbre o permanecer al abrigo de creencias que les otorgaban una sensación de seguridad y de confianza. Sin duda, el ser humano no puede renunciar a la seguridad sin sentir que el suelo se hunde bajo sus pies. Pero ahí mismo empiezan a hacerse presentes las paradojas. Porque mientras permanecemos reducidos a la mente –identificados con el yo-, la seguridad resulta imposible: visto desde un lado, la mente se pierde ante la magnitud de lo Real; y visto desde el otro, el yo no podrá nunca alcanzar la seguridad, porque él mismo es ficción. Con esa perspectiva, una actitud habitual es la de aferrarse a determinadas “creencias” que, mientras no se cuestionan o no se ven zarandeadas, aparecen como un “refugio” que ofrece una sensación de seguridad y de confianza. Sin embargo –como resultado de diferentes factores, en gran parte relacionados con el momento cultural que nos ha tocado vivir-, cada vez son más las personas que sienten cómo van cayendo sus “creencias”, quedando a la intemperie. Saben lo que no les sirve ya, pero no saben dónde poder aferrarse en la nueva situación. Y aquí las reacciones son diferentes: desde la resignación escéptica hasta el nihilismo cínico; desde la búsqueda de compensaciones con que calmar la inseguridad hasta el fundamentalismo fanático y la represión de cualquier tipo de cuestionamiento… Tal como yo lo veo, la actitud “coherente” es la que pasa por el reconocimiento humilde o aceptación de la verdad de lo que se vive. Porque solo ese reconocimiento permite el crecimiento y garantiza la libertad: “La verdad os hará libres”, enseñaba el Maestro de Nazaret. ¿Y cuál es la verdad? En un primer nivel, es claro que nuestra mente no puede alcanzar la verdad, ya que aquella es solo de una herramienta que nos permite manejarnos en el mundo de los objetos (físicos, mentales o emocionales), pero que es radicalmente incapaz de ver más allá de ellos. Aceptar lo que aparece en ese nivel implica reconciliarse con la incertidumbre. Y en esto, el testimonio de Sara es admirable e incluso paradigmático: ese es el motivo, en mi opinión, de que resuene como verdadero. Tras años de haberse vivido identificada con creencias que parecían sostenerla, encuentra el coraje de reconocer que ninguna de ellas le han ofrecido lo que prometían, sino que, por el contrario, la han alejado de la verdad, de la libertad, del gozo…, de la vida. Este paso se me antoja decisivo: las creencias son solo objetos o construcciones mentales que se mantienen gracias únicamente a la fe que el sujeto les presta. Basta que la persona retire su fe, para que la creencia –por fuerte que hubiere sido- se diluya por completo, tal como se expresa magníficamente en el texto de Sara. Asumir tal evidencia requiere coraje y conduce a la persona a una situación de no-saber que, sin embargo, ha caracterizado desde siempre a los sabios. Desde el dicho socrático –“Solo sé que no sé nada”– hasta los místicos cristianos que invitaban a entrar en la “nube del no-saber” o a amar la “docta ignorancia”, los sabios animan a saber descansar en la incertidumbre. También en algunas corrientes del budismo zen se anima permanecer en “la mente que no sabe” –mente “no sé”-, a partir de la comprensión de que no necesitamos conocer todas las respuestas (mentales) para descansar en la certeza (de ser). En realidad, la mente sabe muy poco: ni siquiera sabemos lo que ocurrirá a continuación. Los sabios invitan a descansar en la “mente que no sabe” hasta sentirnos cómodos en ella y, paradójicamente, experimentar que esa actitud es fuente y condición de sabiduría. Porque lo que se produce ahí es un cambio de nivel de consciencia: “bajamos” del pensamiento (mente que razona) a la atención. El hecho de estar atentos nos conduce a un fondo de donde surge una respuesta nueva, fresca, mientras que aquella que nace de la reflexión viene del pasado, está hecha de memoria. La atención nos sitúa en un estado de consciencia –la presencia- que nos pone en contacto con la sabiduría. Eso es lo que repiten los sabios. Lo que es incertidumbre para la mente e inseguridad para el yo, se vuelve claridad luminosa cuando, acallando la mente –eso es lo que significa entrar en “la nube del no saber” o en “la mente no sé”-, se nos regala reconocer nuestra verdadera identidad, aquella que compartimos con todo lo que es. (César Caro, misionero en la Amazonía peruana).- Para lograr enterarme dónde me he metido es imprescindible escuchar. Y para ello hay que ir adonde hablan personas conocedoras, con recorrido y la sabiduría de la experiencia. Como los animadores de comunidades cristianas, que en el CEFAC (encuentro vicarial de formación y coordinación) toman la palabra.
Y no solo yo, sino todo mi grupo, el equipo del Yavarí que ha participado en esta reunión vicarial, mis hombres, llevan apenas un mes como animadores responsables de la comunidad cristiana de sus pueblos, eso es lo que dicen cuando se presentan, y es verdad. Con ellos me siento como si el tiempo hubiera vuelto atrás, hasta la época en que la tía Mila, Juan Vargas, Nely o Floriano daban sus primeros pasos como agentes de pastoral de las parroquias de Mendoza. Supongo que así de pardillos serían ellos también, con el despiste propio de los novatos. Pero hoy son expertos, como la mayoría de estos hombres que este fin de semana me enseñan sin saberlo, igual que aquellos hicieron en las jornadas de formación que en el país guayacho celebrábamos mensualito. Gente de la selva ahora, loretanos que llegan de lugares tan alejados como Soplín Vargas en el Putumayo o las comunidades del alto Napo. Curtidos por el sol y en mil batallas apostólicas, bregando con las contradicciones de tener que ser profetas en su tierra, luchando por mantener viva la luz de la fe en sus pueblitos escondidos en las entrañas de esta Amazonía. Como son líderes naturales, a la vez que animadores cristianos muchos son presidentes de asociaciones y federaciones indígenas, apus, jueces de paz, referencias en sus pueblos. Miguel me cuenta que vienen muchos vecinos a conversar con él para plantearle diferentes casos y problemas, y que deberían capacitarlos en derechos humanos porque muchas veces no sabe qué aconsejar. Y es cierto que en las quebradas profundas, donde no llegan el Estado o la policía, los animadores son lo más parecido a la autoridad por su prestigio moral y su compromiso por el bienestar de su comunidad. En tres días en Indiana da para oír muchas historias, compartir trabajos de grupo, exposiciones con papelotes y plenarios. El domingo en la mañana hacemos resonar el pasaje del juicio final (Mt 25, 31-46), y es impresionante ver cómo el evangelio planea como un colibrí en la maloka, entra por los oídos de los animadores y sale por sus bocas matizado de entusiasmos y cicatrices, con su acento y los registros de su corazón sencillamente creyente y fiel. La Iglesia no es como el Starbucks, una franquicia en todas partes del mundo igual, pero me lo parece en muchas ocasiones. Queda un montón para que surja una Iglesia auténticamente amazónica, con expresiones, pensamiento y espiritualidad propias; pero, si algún paso se está dando, lo debemos a estos hombres (solo había una mujer en el encuentro, doña María, de Mazán), que son los que, además de las fatigas de todos por sacar adelante sus familias, comprometen la vida en seguir a Jesús y servir la Palabra a sus hermanos. Los misioneros cambiamos (están en el vicariato tres años de media), pero ellos, los dirigentes de comunidades, permanecen. Los del Yavarí me cuentan que, cuando bajaban a Islandia en su chalupa para reunirse conmigo y emprender este viaje, vieron un furo (atajo que acorta una vuelta del río) con agua y dijeron: "por acá nos ahorramos camino, vamos". Pero cuando apenas llevaban 300 metros el nivel había bajado y el bote quedó varado. Ya no podían voltearlo para regresar, así que no les quedó más remedio que bajar pie a tierra y empujar a riñón más de medio kilómetro, alzándolo por encima de tremendos palos, pinchándose y haciéndose mazamorra los pies. Nos estuvimos riendo con ganas al contarlo, y yo pensaba que esa es a menudo la vida del animador y el misionero, empujar para avanzar aun cuando el asunto es tan difícil como hacer rodar un barco por el piso, pero como sea llegar. Los textos que vamos a leer estos días, están tomados del “evangelio de la infancia”. Debemos tomar conciencia del sentido no histórico de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huída después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo.
El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerarlo los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital. Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje. En las lecturas de hoy se destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él, quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad a partir de sacrificios y oraciones. Lo que Lc nos propone, es la teología de la encarnación entendida desde el AT. Casi todas las palabras del relato hacen referencia a situaciones bíblicas. El evangelista acaba de narrar la concepción de Juan, que tiene como modelo la de Isaac. Para la concepción de Jesús, Lc toma como modelo la creación de Adán. Como Adán, Jesús nace de Dios mismo sin intermediarios; y como él va a ser el comienzo de una nueva humanidad. No es uno más de los grandes personajes de la historia de Israel. Esta es la clave de todo el relato. Ángel=mensajero, no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad. La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución, sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel. Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sión, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia”, se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios. Al contrario que en Mt, José, descendiente de David, no tiene papel alguno en el plan de salvación anunciado en Lc María misma impondrá el nombre a Jesús = Salvado. No será hijo de David, sino del Altísimo. Ser Hijo, en el relato mítico, no significa generación biológica, sino heredar la manera de ser del padre, y tener por modelo al Padre. No será David ni cualquier otro ser humano, el modelo para Jesús, sino Dios. Jesús no puede tener padre humano, porque en ese caso tendría la obligación de obedecerle e imitarle. El Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo son lo mismo. Cubrir con su sombra hace referencia a la gloria de Dios que en el Génesis se representaba por una nube que cubría el campamento. Santo=Consagrado, Hijo de Dios, son designaciones mesiánicas. Consagrado hace referencia siempre a una misión. El rey ungido era desde ese instante, hijo de Dios. El Espíritu no actúa sobre el cuerpo, sino sobre el ser de Jesús, dándole calidad divina. “De la carne nace carne, del Espíritu nace Espíritu”, dice Jn. No es la carne de Jesús la que procede del Espíritu, sino su verdadero ser. Claro que Jesús fue ‘engendrado’ por obra del Espíritu, pero de un modo más profundo de lo que pensamos. Aquí esta la esclava del Señor. Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien, que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado, Dios no tiene momentos. Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio de la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tonante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará contra nosotros si le fallamos. Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario en cualquier acontecimiento por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Los budistas repiten: “Si te encuentras al Buda, mátalo”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera, es un ídolo. Meditación La disponibilidad de María es la clave del mensaje. Dejar hacer a Dios es descubrir lo que está haciendo. Él lo está haciendo todo en cada instante. Descubrir esta presencia activa, Es la esencia de toda vida espiritual auténtica. No tienes que hacer nada ni conseguir nada. En ti está ya la plenitud, que quieres alcanzar. Muchas cosas me han pasado por la cabeza durante las cuatro horas que estuve haciendo de voluntario en un supermercado de Sant Feliu de Llobregat el pasado día 1 de diciembre, con motivo de la Campaña para la Recogida de Alimentos. En primer lugar, quiero decir que se hace cada vez más necesario ir con mucho cuidado para no tragarnos las patrañas y los embustes de quienes nos gobiernan y decirles que dejen de mentir ya de una “puñetera” vez. ¡Cómo pueden tener la desvergüenza de decir que ya hemos salido prácticamente de la crisis! En nuestro país hay mucha gente, más de la que nos imaginamos, que, además de frío durante el invierno, pasa hambre durante todo el año. De ahí las campañas que se llevan a cabo para erradicarla, especialmente por parte del Banco de Alimentos, siendo quizás la que se hace antes de Navidad la que más eco tiene. Se pasa hambre porque sigue habiendo mucha gente sin trabajo y porque lo poco que se crea sigue siendo demasiado precario. Es verdad que tenemos una renta per cápita muy alta, si la comparamos con la de la mayoría de los países del mundo, pero a costa de que unos pocos tienen muchísimo y unos “muchísimos” tienen muy poco. Pues, como muy bien sabéis, la “renta per cápita” no es el resultado de partir un pastel en “x” partes iguales, donde a todas personas las llega a corresponder la misma cantidad. Sino de partirlo de tal manera que a unos pocos les toque un trozo lo suficientemente grande como para poder llegar a hartarse, mientras a una gran mayoría les toca algo tan ínfimo como para que puedan comer muy poco o sencillamente no les toque nada y se vean condenados a pasar materialmente hambre, tal como suena.
En segundo lugar, la solidaridad y la generosidad de la gente en general. Sí, de esa gente que no aparece nunca en ningún medio de comunicación social, que coge un transporte público o que sencillamente va andando cuando tiene que trasladarse de un lugar a otro; de esos hombres y mujeres que pasan por la vida en el más absoluto anonimato; que no discuten en palestras ni en tertulias, porque no pueden, no saben o simplemente porque no encuentran interés en ello. Esas personas sinceras de corazón que es lo que a la postre importa, porque luchan con su pequeñez, con su escasez o hasta con su pobreza por erradicar la mayor de las mentiras que existen, consistente en llamar ciudadano/a a quien carece de los derechos más elementales, como es el alimento en este caso. ¿Qué queréis que os diga? A ¡mí esta gente me emociona, como así sucedió el día 1 de diciembre! Por último, los tópicos, tan incrustados a veces, que todo esto hace que caigan por tierra; hablo por mí en este caso, pues no me considero nadie como para emitir ningún tipo de juicio sobre otras personas. Me refiero concretamente a un tópico que, a lo mejor por deformación personal, me viene a la mente con cierta frecuencia. ¿Quién cree y quién no cree? ¿Qué significa creer o no creer? ¿Por qué solemos decir con tanta facilidad “soy creyente, agnóstico o ateo, o, tal vez, aquella otra persona lo es o no lo es”? ¿Cuál es el baremo que mide la creencia o la increencia de una persona? Etc. Pues bien; os puedo asegurar que al final de haber acabado esta pequeña experiencia de solicitar a la gente si tenían a bien cooperar con la campaña aportando algún alimento, llegué a la conclusión de que eso de creer no consiste en aceptar unos dogmas o asumir, con más o menos firmeza, unas verdades; o en su caso lo contrario. Que la verdadera creencia solamente tiene una identificación y que a ella solamente se llega por un camino que no es otro que el de la ética y el de las obras. Y, por lo mismo, que poco se puede creer en Dios (el que sea) si antes no se ha hecho o no se hace una opción sincera y generosa por el ser humano. Por ese ser humano próximo y cercano, anónimo la mayor parte de veces, que se encuentra despojado de lo más elemental para poder sentirse mínimamente digno. Desde aquel 10 de diciembre de 1948, fecha en que se firmó la Declaración Universal de Derechos Humanos, ¿qué balance podemos hacer? La situación es compleja y contradictoria. Esta Declaración significó un paso trascendental para la construcción de la paz que nace de la justicia. Ha habido una toma de conciencia de la dignidad humana. Se va superando la discriminación por motivos de nacionalidad, raza, género, lengua, cultura, ideología política, credo religioso o condición social. Vamos avanzando en la igualdad de género, que incluye el derecho a la dignidad, a las oportunidades sociales y al respeto, considerándose un asunto de justicia sistémica que afecta a los derechos humanos no solo de las mujeres sino también de las personas discriminadas por su condición sexual. Hay un rechazo generalizado a la pena de muerte, siendo cada vez menos los países que la aplican y se ha generado una condena unánime a la tortura. Crece la conciencia sobre los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA).
Sin embargo, después de 69 años de aquella Declaración constatamos que los derechos humanos siguen violándose. Amnistía Internacional ha puesto sobre la mesa la situación de los derechos humanos a nivel mundial. Se incrementa la brecha entre el mundo rico y el mundo pobre. Crece la riqueza de unos pocos mientras aumenta la pobreza, el hambre y el sufrimiento en los países del Sur con casi 1.000 millones de hambrientos. Crece el negocio de los Paraísos Fiscales, siendo una violación a la dignidad de los pueblos. Con ese dinero se podría dar asistencia sanitaria y salvar 6 millones de vidas al año y escolarizar a 124 millones de niñas y niños. En Siria las fuerzas del gobierno cometen crímenes, desapariciones forzosas, torturas y asesinatos y otras violaciones graves del derecho internacional humanitario. Aviones de Rusia, Estados Unidos y Turquía bombardean y lanzan ataques indiscriminados. El DAESH sigue cometiendo masacres indiscriminadas contra civiles. En Turquía hay una persecución sistemática de defensores y defensoras de derechos humanos. Fue detenida Idil Eser, directora de Amnistía Internacional y Taner Kilic, director de esta organización, junto con otros defensores de derechos humanos. Arabia Saudí bombardea poblaciones yemeníes, causando multitud de muertos, destrucción y hambre entre la población civil. Israel continúa con su política del apartheid, violando sistemáticamente los derechos del pueblo palestino, usurpando tierras y agua y construyendo asentamientos en los territorios ocupados. Viola sistemáticamente no solo los derechos del pueblo palestino sino también el derecho internacional. Libia es un país sin ley en donde las mafias y grupos armados actúan impunemente, reteniendo a inmigrantes y refugiados procedentes de Somalia, Eritrea, Sudán, Mali, Nigeria, Camerún, Ghana, Senegal…, sometiéndolos a esclavitud. Las mujeres son vendidas como esclavas sexuales. Guatemala es uno de los países más desiguales y violentos del planeta en los que las compañías transnacionales explotan sus bienes naturales, enriqueciendo a la oligarquía nacional y empobreciendo más a los pobres. En Colombia agentes paramilitares fuertemente armados hostigan a las comunidades indígenas y afrodescendientes, secuestrando y asesinando a campesinos con abierta impunidad. Otros países como China, Corea del Norte, Estados Unidos, Irán, México, Honduras, Brasil… perpetran graves violaciones de derechos humanos. En países de Oriente Medio y de África el fundamentalismo islámico comete crueles atentados, ocasionando multitud de muertes. España no queda exenta de violaciones a los Derechos Humanos. Los recortes a los servicios sociales, Educación, Salud, dependencia, prestaciones laborales, pensiones. La carestía de la vida y el aumento de impuestos agudizan la desigualdad. Según Oxfam, 20 personas tienen la misma riqueza que 14 millones de españoles. Cáritas Nacional señala que la desigualdad en España crece aceleradamente, ocupando el segundo lugar de Europa. 800.000 hogares no tienen ningún ingreso. Un 10% de los trabajadores con salarios más bajos han perdido un 25% de capacidad adquisitiva. Amnistía Internacional afirma que la crisis económica se ha convertido en una crisis de derechos humanos. Se viola el derecho a la vivienda. Cada día se realiza un promedio de 120 desahucios. En el último año ha habido 34.193 desahucios de viviendas en alquiler y 26.397 desalojos hipotecarios, según Amnistía Internacional. Se restringe el derecho a la libertad de expresión, reunión y manifestación pública, criminalizando la protesta pacífica con la Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como “ley mordaza”, que nos hace retroceder a la época de la dictadura franquista. Existe una desprotección de las personas que huyen de las guerras y buscan refugio en nuestro país. España se comprometió con la Comisión Europea a acoger a 17.337 refugiados sirios, sin embargo, apenas ha acogido a 1.900 personas. “El sistema de asilo español –señala Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional- es discriminatorio, arbitrario, obsoleto e ineficaz”. A las costas murcianas han llegado este año casi 2.000 inmigrantes en pateras. Huyen del hambre y la violencia en sus países. Pero aquí son encerrados en los CIES, que son como campos de concentración, prisiones para personas que no han cometido ningún delito. Su delito es no tener papeles. Su pecado es buscar una vida digna y en paz. Persiste la colocación de cuchillas en las vallas de Ceuta y Melilla, censuradas por la Unión Europea, organizaciones de derechos humanos y por la misma Iglesia católica, así como las expulsiones “en caliente”, prohibidas por tratados internacionales. España sigue vendiendo armas a Arabia Saudita y Emiratos Árabes, violando el acuerdo de Comercio de Armas de 2013 firmado en Naciones Unidas por el cual no se debe vender armamento bélico a países que violan los derechos humanos. Persiste el veto al derecho a conocer la verdad de los crímenes cometidos durante la dictadura franquista. Las víctimas siguen sin poder acceder a la verdad, justicia y reparación. A todo esto se suma los múltiples casos de corrupción de altas personalidades políticas, quienes careciendo de todo sentido de la ética, han acumulado grandes sumas de dinero evadiendo impuestos. La conmemoración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos reta a soñar que es posible cambiar de rumbo, para que las estructuras socioeconómicas y políticas aseguren la paz que nace de la justicia y una vida digna para todo hombre y mujer. Preámbulo
Normalmente, cuando leemos pasajes de la Biblia no nos paramos a analizar la relación que tienen, o pueden tener, con quienes desconocen o viven ajenos a esos pasajes. Partimos del supuesto de que sólo tendrían interés y significado para los cristianos. Un supuesto éste, que impediría todo punto de encuentro y llevaría a considerar extraño o irrelevante el proyecto de Jesús. O quizás sí tuvo interés y significado en otros momentos , pero hoy no. Esto es cierto, y me preocupa. Porque, se quiera o no, el proyecto de Jesús (llamado por él Reino de Dios) ha configurado la vida, la historia y la cultura de gran parte de la humanidad. Tanto que el calendario que nos rige se recreó a partir de Él. Hoy, en gran parte del mundo se guarda fiesta, porque es Domingo, día del Señor. Y aunque se viva nominal o parcialmente ese proyecto, sigue anunciándose entre las Naciones. Ahora,¿Hasta qué punto ese proyecto cuenta en nuestras sociedades para organizarse social, política y éticamente? ¿Las preguntas y problemas individuales y colectivos desde qué proyectos se resuelven? ¿Con qué resultados? Es lo que vamos a afrontar hoy, dentro de lo que corresponde a este nuestro encuentro comunitario en torno a Jesús. Pero, antes adelanto un par de reflexiones: Jesús de Nazaret: proyecto y camino El cristianismo histórico, aunque se ha mantenido fiel a su significado original, también es cierto que ha sido causa de degradación y eclipsamiento de ese significado. Y, por eso, seguramente se fue abriendo un muro entre Él y las Iglesias que lo representan; el muro de una praxis religiosomoral y sociopolítica que impedía llegar a Jesús. Una especie de secuestro, con ocultamiento de Jesús. Bien entendido, la vida de Jesús no apareció como un meteorito que iniciara la vida en el planeta Tierra. El surgía del interior de la humanidad, de una trama milenaria, que lo hacía partícipe de su historia y evoluciones. Existían ya creaciones antropológicas, cosmológicas y religiosas que trataban de dar respuesta al sentido de la vida. En su mismo pueblo, El creció en medio de un modelo sociocultural y religioso que albergaba respuestas. La cuestión, pues, que se nos plantea es la siguiente: ¿Jesús, con su vida y mensaje, sirve para esclarecer el sentido de la vida, o se ha mostrado irreal e inválida? Si sigue siendo válida, ¿por qué no se lo sigue? ¿Acaso otros proyectos lo han reemplazado? ¿Nos quedan razones y experiencias para concluir que su proyecto es una interpretación auténtica de lo humano? ¿Qué aporta Jesús? ¿Qué los otros proyectos? Criterio fundamental Recurro para dar respuesta a un criterio fundamental. No vale una respuesta disyuntiva : o Jesús o nadie más; o su proyecto o ningún otro. No. Jesús no consideraba todo lo elaborado por la humanidad como nulidad o fracaso. Lo asumía. Provenía de una estirpe, en la que quería colaborar para mostrarle todo su ser y potencialidades, algunas de ellas todavía por descubrir. Y lo mostró de palabra y obra, contra el dinero y el poder, contra la avaricia y la soberbia, contra el egoísmo y la tiranía, sin claudicar. Y eso le costó la vida. Los poderosos de este mundo no podían tolerarlo y lo condenaron al tormento ignominioso de la cruz. Escuchemos ahora y extraigamos todo esto de la lectura que hoy hacemos de Mat 25,1-13 . Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a diez doncellas 1-13) tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño o todas y se durmieron, A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron en el banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco”. Por lo tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora. Aplicación a nuestra sociedad Mateo, como hombre de su tiempo, y buen narrador, era también seguidor de Jesús y estaba empeñado en dar a conocer la novedad que representaba su vida y enseñanza. Tenía que disputarla y ventilarla con otros maestros y enseñanzas. Entre los seguidores de Jesús, era dominante entonces la idea de que El – crucificado y resucitado- iba a realizar pronto su retorno. Lo cual daba pábulo para especular si valía la pena empeñarse a fondo en el trabajo, ante la incertidumbre de un acabamiento próximo de la vida con el retorno de Jesús. ¿Qué hacer? ¿Plegarse y esperar pasivamente? Mateo recoge la pregunta que a Jesús , estando a solas y sentados con él frente al monte de los Olivos, le hicieron sus discípulos: ¿Cuándo ocurrirá la destrucción del templo de que nos hablas y cuál será la señal de tu venida y fin de la historia? Jesús respondió con la parábola de las diez muchachas. Todas las muchachas, al caer el sol, casi oscureciendo, salieron con lámparas esperando poder encontrar al esposo y entrar al banquete para gozar de la fiesta nupcial. Pero, cinco de ellas obraron insensatamente, pues olvidaron el aceite que les podía faltar para mantener la llama de sus candiles. Ocurrió que el esposo se retrasó y, de tanto esperar, todas se durmieron. A media noche, se oyó una voz: – “Que llega el esposo, salid a recibirle”. El tiempo de espera se acabó. Enseguida entraron las sensatas, provistas de aceite, pero las descuidadas se fueron a comprarlo. Regresaron y llamaron a la puerta: “Señor, señor, ábrenos”. Pero el esposo contestó: “Os aseguro que no os conozco”. ¡Qué pedagógico Jesús! El nos da a entender que nuestra vida es una lámpara –un candil de luz. Pero, esa luz se apaga si no se reaviva con el aceite del Amor. Nuestra vida está hecha para ser llama de amor. Tenerla apagada y pretender encenderla sólo en el instante final, es imposible. La luz no luce por sí, si le falta el aceite, el aceite del amor, que madura y se ejercita en el tiempo y espacio de vida que se nos da. El aceite del amor no se improvisa. De modo que sólo quienes lo han preservado en el quehacer de cada día, están preparados y pueden entrar al banquete del Reino, en cualquier momento. La explicación de Jesús es clara. El sentido de la vida, no se nos da claro al nacer, debemos aprenderlo y adquirirlo en el día a día, de lo contrario, se puede llegar al final, malogrados, con temor de que todo se acaba. Amar y amar tal como lo hizo y nos enseña Jesús, es la clave , está al alcance de todos y calma ese hambre y sed de felicidad que nos consume: “Ama al prójimo como a ti mismo” . Si quieres ser tú mismo, si quieres ser grande, si quieres triunfar y ser feliz, ama. Amad como yo os he amado. Vivir bien la vida, es lo que importa, es lo que da sentido a la muerte. Talis vita, finis ita: tal vida, tal muerte. La muerte no da sentido a la vida. Quien vive bien no tiene miedo a la muerte, ni tiene tiempo para obsesionarse con ella, porque está centrado en vivir, cada instante, con amor. “Ama al prójimo como a ti mismo” . Si quieres ser tú mismo, si quieres ser grande, si quieres triunfar y ser feliz, ama. Amad como yo os he amado. Respuesta, la de Jesús, magnífica: no perdáis el tiempo en averiguar cuándo será el regreso del hijo del hombre, si será inminente o tardará indefinidamente. Nadie lo sabe. Lo importante es vivir, llenos de amor, estando preparados para cuando llegue la hora. El esposo os reconocerá, os abrirá la puerta y os abrazará. Amad como yo os he amado. Y viene la Segunda Lectura (Sabiduría, 6,12-16) La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento. Yo no sé si tenemos excusa. O a lo mejor sí. Porque falsas sabidurías, hoy en boga, nos envuelven y ciegan nuestra inteligencia. Pero existe una sabiduría humana, anunciada por muchos en muchas partes, una ética universal que atraviesa las entrañas de la humanidad. Jesús lo reivindica con contundencia: “No he venido a derogar sino a dar cumplimiento y denunciar a quienes, como los letrados y fariseos, cumplen la Ley sólo aparentemente. He venido a perfeccionar los antiguos mandatos: no matar, no adulterar, no repudiar a la mujer,no jurar en falso, ojo por ojo y diente por diente, odiar al enemigo. Vosotros debéis ir más allá, porque debéis ser buenos del todo como lo es vuestro Padre celestial (Mt 5, 21-48). Esta Sabiduría, según la Escritura, es radiante, se la entiende y quienes la buscan la encuentran. Es Jesús de Nazaret, por todos mil veces nombrado, que ha venido a nuestro encuentro, que nos espera en todos los sitios. El que lo busca, lo encuentra y se verá acogido y liberado. Pienso después de todo que el mensaje de Jesús es válido para hoy, da respuesta a los más íntimo de nuestros anhelos, aunque no figure –afortunadamente- en el cartel de los poderosos de hoy, que encandilan con mentiras y vanas promesas. Pasamos a la tercera Lectura (Tesalonicenses4,12-17) No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor. Consoláos, pues, mutuamente con estas palabras. Llegamos a la cumbre. La marca que da veracidad y plenitud al vivir de Jesús, a su manera de relacionarse con los hombres y con Dios, es la resurrección. Marca que no acompaña a ningún otro líder: sea civil o religioso, literario o filosófico, economista o político. A El, sí, por haber mostrado con su vida, que Dios acreditó con la resurrección. Nunca, de nadie, en ningún lugar, se dijo lo que de Jesús: ¡Ha resucitado! Y esto le hace ser primero y último, intérprete y consumador aauténtico de la Creación, de la Vida y de la Historia. ¿Qué significa entonces su muerte ignominiosa en la cruz y su resurrección? ¿Aportan algo de nuevo? ¿Por qué este hombre, después de más de 2000 años , sigue atrayendo y poseyendo como ningún otro otro, la vida de millones y millones de hombres y mujeres en toda la tierra? La resurrección, es prueba ciertamente de que El, prototipo de humanidad, es Camino, Verdad y Vida, que manifiesta la plenitud del ser humano. Puede entenderse ahora, por qué el Cosmos , el planeta Tierra y la Especie humana, son actores de un drama humano-divino, en el que nos toca llevar a cabo su realización, nuestra realización. A Jesús de Nazaret, uno con Dios Padre, le resulta apasionante el desenlace de este drama, tan apasionante que se vino a acampar entre nosotros, mostrándonos lo que somos, el cómo vivir, y dejándonos claves certeras para construir una sociedad nueva – única familia, todos hermanos suyos e hijos de un mismo Padre- y llegar felices a la meta última de nuestro destino. 142 Páginas ● 10 € 320 Páginas ● 15 € 214 Páginas ● 15 € 152 Páginas ● 10 € PLEGARIA EUCARISTICA Presidente Personal y comunitariamente, queremos Señor reconocer lo que somos, obra tuya. Aunque en todo momento nos sentimos contigo, ahora lo sentimos y queremos expresarlo todos juntos. Todos Señor, Dios y Padre nuestro. Al reunirnos hoy en torno al Jesús, que Tú nos enviaste, lo hacemos porque en Él nos dejaste Camino y Programa de vida. Ya teníamos huellas y señales de este caminar en el resplandor del universo y en la singular grandeza tu criatura humana, a la que dotaste de libertad y amor, como imagen tuya, encargándole la gestión de tu obra. Llevado de amor, quisiste acompañarnos más de cerca, y te hiciste tangible entre nosotros, en Jesús de Nazaret, quien incrementaba luz y energía a nuestro caminar. Sabemos de la ardua evolución del mundo, de las verdades y falacias que nos solicitan, para respetar tu obra o desecharla. Nos unimos a cuantos, con gozo o fatiga, reconocimiento o rechazo, colaboran en el cuidado de tu Obra, para evitar el mal y asegurar el bien, la prosperidad y felicidad de todos. Nos alegramos por tanta expresión de libertad y amor, unas aplaudidas, otras desconocidas, que nos estimulan a hacerlas más y mayor desde la contemplación y seguimiento de Jesús. Presidente Lo hacemos con la convicción de que Él está entre nosotros, invitándonos a recordar y practicar, lo que nos dejó en Testamento: siempre que os reunáis en la mesa a compartir el Pan y el Vino…, la comida, hacedlo como si yo mismo estuviera con vosotros. Que ese Pan y ese Vino os recuerden mi vida, quitada y entregada por mi fidelidad a Dios y a los hombres, y ahora asimilada y vivida, cual Pan y Vino, por vosotros. Todos Esto creemos , Señor, y trataremos de practicarlo esmerando nuestro compromiso, de amor libre a los hermanos, con primacía de los más necesitados. En los pobres, cual Cristo, en ellos y por ellos, restauraremos tu gloria, hoy y siempre. Amén. Creemos Que más allá de este mundo y después de la muerte, se cumplen los más antiguos y apremiantes anhelos de la humanidad: la muerte no es lo absolutamente definitivo, el sufrimiento, el infortunio, el dolor, la vejez no es lo definitivo. Creemos Que nuestra búsqueda terminará en una realidad plenamente nueva. Queremos Trabajar por una sociedad e iglesia mejor, -más justas, más libres, más pacíficas – sin olvidar que esta meta nunca la podremos realizar aquí plenamente. Creemos Que esta plenitud de libertad y felicidad es para todos,incluso para los han sufrido y llorado sangrando en el pasado. Habrá muerte para la muerte. Liberación sin una nueva esclavitud. Creemos Que entonces tendrá vigencia directa el reinado de Dios: reino de salvación definitiva, de la justicia cumplida, de la libertad perfecta, de la verdad inequívoca, de la paz universal, del amor infinito, de la alegría desbordante, de l Creemos Que más allá de este mundo y después de la muerte, se cumplen los más antiguos y apremiantes anhelos de la humanidad: la muerte no es lo absolutamente definitivo, el sufrimiento, el infortunio, el dolor, la vejez no es lo definitivo. Creemos Que nuestra búsqueda terminará en una realidad plenamente nueva. Queremos Trabajar por una sociedad e iglesia mejor, -más justas, más libres, más pacíficas – sin olvidar que esta meta nunca la podremos realizar aquí plenamente. Creemos Que esta plenitud de libertad y felicidad es para todos,incluso para los han sufrido y llorado sangrando en el pasado. Habrá muerte para la muerte. Liberación sin una nueva esclavitud. Creemos Que entonces tendrá vigencia directa el reinado de Dios: reino de salvación definitiva, de la justicia cumplida, de la libertad perfecta, de la verdad inequívoca, de la paz universal, del amor infinito, de la alegría desbordante, de l PADRE NUESTRO —Para que su nombre no sea blasfemado-- Hermanos nuestros, que estáis en el Primer Mundo: para que su nombre no sea blasfemado: para que su Reino venga a nosotros y se haga su Voluntad no sólo en el cielo sino también en la tierra. Respetad nuestro pan de cada día, renunciando vosotros a la explotación diaria. No os empeñéis en cobrarnos la deuda que no hicimos y que os vienen pagando nuestros niños , nuestros hambrientos, nuestros muertos. No caigáis más en la tentación del lucro, del racismo, de la guerra. Nosotros miraremos de no caer en la tentación del odio o de la sumisión. Y librémonos, unos y otros, de cualquier mal. Sólo así podremos rezar juntos la oración de familia que el Hermano Jesús nos enseñó: “Padre nuestro”, “Madre nuestra” que estás en el cielo y estás en la tierra. (De Mons. Pedro Casaldáliga) Todos Padre nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y No nos dejes caer en la tentación Y líbranos del mal.- Amén. ORACION DEL DISCÍPULO Aquí estoy, Señor, tal como Tú me has hecho, tratando de descubrir en el día a día, el sentido que tu voluntad ha impreso a mi vida. En ese caminar propio me sobreañades la vida de Jesús, que me ayuda , marcando mojones en el camino. Soy uno entre tantos, hermano universal de todos, igual que todos, servidor de todos, superservidor en todo caso de los más pobres. Mi ser es amor, verificable en el amor al prójimo, vicario tuyo. Sé que estás en todos, creyentes o no, y a nadie exiges más de lo que es. No me queda sino trabajar, pacífica y amorosamente, en todo lugar, pues tu Reino allí está y crece, donde está cualquier persona. Tu Palabra llega a todos los hombres, cómo sólo Tú sabes. Mi misión evangelizadora es ser yo, interconectado en todos y con todo, abarcando la totalidad de tu Reino. Estaré a la escucha, en respeto y comprensión, sin estorbar, sin discriminar, sin imponer, sin lamentarme, sin enfatuarme, acechando el reverbero de tu amor, que de todos sale y a todos llega. Seré feliz, cuando en todos me vea feliz, en esa familia tuya universal, sustentadora de todo amor. Voy a seguirte como María, hermana de humanidad y madre universal Seré feliz, si acierto a hacer creíble tu presencia , en la entrañable casa de la Tierra, imperecedera luego en la Casa del cielo. Benjamín Forcano D e c á l o g o p a r a s e r f e l i z Benjamín Forcano Secreto primero La felicidad está en mi interior y en las cosas sencillas y cotidianas. 1.Tengo bien definido el proyecto de mi vida. Lo amo. Consiste en hacer el bien, ser generoso, ser servicial y entregarme con ilusión a realizarlo. 2. Causantes de mi infelicidad son la ira y la ansiedad y no me libraré de ellas si no controlo mis nervios, mi mal humor y mis actitudes violentas. 3. Asumo lo bueno y lo malo de mi pasado. No permito que el futuro me inquiete. Vivo el presente como lo más importante. Hago que la alegría del vivir sea una constante de mi vida. 4. El Bien, la Bondad, el Exito y la Belleza habitan en mí. El que mis ojos y mi corazón los capten en cuanto haga o me suceda depende de mí. 5. Felicidad y Verdad caminan siempre inseparables. Mentira y Falsedad acaban por llevar a la ruina, física y moral. 6. Cada día, da lo que eres y de lo que tienes. Disfruta de saber que con tu proyecto contribuyes a que otros sean un poco más felices. La Naturaleza se te da con todo lo que es para que la ames y te llenes de ella. 7. Ante cualquier lugar y circunstancia, no pierdas nunca la paz, es el don más grande. Serenidad y equilibrio interior son propiedad del espíritu y son camino y meta de la verdadera felicidad. 8. Perdonar, ser magnánimo, dar y compartir, salir de uno mismo y sentir los éxitos y felicidad de los demás como propios, es lo que más enriquece. 9. Nada debe serte tan importante como perdonarte, tratarte con ternura y valorarte. Sé tu mejor amigo y acéptate como eres. Tu felicidad no depende de lo que los demás piensen o digan de ti. 10. Mi proyecto de felicidad se completa desde su dimensión trascendente en visión ético-religiosa, común y plural. Vista en cristiano, la plenitud viene marcada por el seguimiento de Jesús de Nazaret: modelo , camino y meta del vivir humano. El morir acontece para resucitar y vivir en el cielo eternamente, con el Dios de la Verdad , de la Justicia, de la Libertad, del Amor y de la Paz. Reafirmación del secreto La felicidad auténtica “ se genera desde dentro hacia fuera y no al revés”. DECALOGO DE LA P A Z 1. Todas las personas tienen la misma dignidad y los mismos derechos. 2. Todo hombre es fundamentalmente bueno. 3. La vida es amor y solidaridad y no egoísmo y competencia. 4. Sin justicia no hay paz. 5. No odiar nunca ni impulsar campaña anti-nadie. No consentir nada que discrimine o degrade al hombre. 6. Luchar por la justicia exige hacer propia la causa de los más pobres. Lo que no es bueno para todos, no puede serlo para unos pocos. 7. La humanidad es una y se hace tal por su constitutiva genética de fraternidad. 8. Las razas, las religiones, las lenguas, las culturas y las patrias son relativas. Lo absoluto es el amor a toda persona: el no querer el mal para nadie, el no explotar a nadie, el no discriminar a nadie el no humillar a nadie, el no engañar a nadie. 9. La igualdad entre los pueblos se basa en el principio de un mismo rango y dignidad de todos, en programar y resolver juntos las necesidades básicas de todos, en respetar el Derecho Internacional y solucionar los conflictos con la razón y no con las armas. 10. El progreso, que no es progreso de todos, no es progreso. Benjamín Forcano EL MUNDO QUE NOS ESPERA Hoy, muchos, al enfilar el tramo final de su vida, consideran un deber transmitir a las generaciones futuras, algunas pautas con que debieran aceptar el futuro que les espera: 1.Un creyente o un ateo se mostrarán auténticos o verdaderos por su postura ante los pobres y por impedir o no que otros vivan mejor. 2.Lo cual se resume en el mandamiento viejo que señala amar no sólo a “mis” hermanos sino a todos como hermanos míos. De modo que prójimo no es el que es cercano a mí sino al que yo me aproximo y lo trato como a hermano. Es la novedad de Jesús de Nazaret. 3 La unión entre este amor fraterno y de Dios la hace incompatible un enemigo: el dinero. La codicia es idolatría. Y la pasión por el dinero es la raíz de todos los males. No hay mayor fantasma ni amenaza para la fraternidad hoy que el sistema capitalista con su riqueza y poder, riqueza que da poder y poder que da riqueza, pero para unos pocos, que dominan a la mayoría. Una riqueza y un poder totalitarios, radicalmente insensibles a un cambio y orientados ciegamente a que el mundo se reduzca a un 2 por cien inmensamente rico frente a la gran mayoría sometida a una cruel tiranía camuflada de grandes palabras: civilización, progreso, libertad…. 4. Si incompatibles son capitalismo y democracia, tanto o más lo son capitalismo y fe cristiana. Enemigo número uno del hombre es el dinero, porque lo es de Dios. 5.Si Occidente se descristianiza, lo es porque las Iglesias y los ateísmos, en su organismo dirigente, se han hecho cómplices de la idolatría del dinero. Para librarnos de ese abismo, de un cristianismo y ateísmo apóstatas, servidores del dinero, hay que comenzar a comprender que la civilización gire en otra dirección se debe lograr una “civilización de la sobriedad compartida”, (Ignacio Ella curía), única que puede alumbrar un mundo con futuro y con sitio para Dios. El 31 de de octubre de 1517 es una fecha para no olvidar. Se trata de una de las efemérides más significativas de la historia europea y quizá de la historia universal. Ese día, presumiblemente, el joven fraile agustino Martín Lutero clavó sus 95 tesis contra las indulgencias (Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum)” en las puertas de la iglesia de Wittenberg, que fungían como tablón de anuncios para el debate entre los colegas universitarios. “No puedo describir la emoción, la verdadera y dramática sensación que provocan”, fue el comentario de Erasmo de Roterdam, a quien no le extrañó el ruido provocado por su publicación, ya que Lutero había cometido “dos faltas imperdonables: haber atacado la tiara del papa y el vientre de los frailes”. Las 95 tesis marcan el inicio de la Reforma protestante, un acontecimiento que supuso una transformación profunda de la sociedad, la cultura, la política, la economía y el cristianismo europeos y dio lugar a un cambio de paradigma civilizatorio.
La Reforma era un clamor generalizado dentro y fuera de la Iglesia. Venía reclamándose cada vez con más fuerza desde finales del siglo XIV ante la falta de respuestas del cristianismo instucional a los desafíos de la nueva era que estaba naciendo y ante la corrupción generalizada que se daba entre los dirigentes de la Iglesia, como reconoce el papa Francisco: “En ese tiempo… había corrupción en la Iglesia, mundanidad, apego al dinero, al poder y por eso él [Lutero] protestó”. La Reforma protestante fue un movimiento plural que se movió en dos direcciones. Una es la magisterial, representada por los maestros de Wittenberg, entre los que destacan Lutero y Melanchton, y por Calvino, perteneciente a la segunda generación. Otra es la radical, representada, entre otros, por Tomas Müntzer, destacado lider en la Guerra de los Campesinos, a quien en Ernst Bloch llama “teólogo de la liberación” en una obra del mismo título publicada en 1921, y Karlstadt, que se mostraba “afligido por el desprecio de Lutero hacia [la carta de] Santigo” y llamaba la atención sobre su descuido de los aspectos morales de la Reforma. Sin embargo, la tendencia, tanto dentro como fuera del protestantismo, es a supervalorar la reforma magisterial y a devaluar la radical. El teólogo protestante mexicano Dan Gonzalez habla de dos Luteros: “el original”, que al principio fue un crítico severo de los príncipes, y el que, a raíz de la Guerra de los Campesinos, contradice sus propias ideas y se pone del lado de los príncipes, a quienes en su escrito Contra las bandas despojadoras y asesinas de campesinos -calificado por el teólogo Zahrnt de “horrible y desprovisto de humanidad”- pide aplasten violentamente el levantamiento campesino a cambio de los favores recibidos. En él califica a los campesinos sublevados de “súbditos del diablo”, que tienen que ser liquidados “como perro rabioso”. En realidad, la reforma radical no fue una desviación de la reforma de Lutero ni una exageración de las doctrinas de la primera hora, sino su aplicación más auténtica. Frente a la tendencia al silenciamiento y olvido de las mujeres en la Reforma, es necesario reconocer su papel fundamental y darles voz. Entre las más significativas cabe citar tres: Argula von Stauff, Úrsula Weida y Katharina Schütz. La primera detacó por ser siempre fiel a su conciencia, criticar a los teólogos por su olvido de la justicia y defender que las mujeres y los laicos podían ser teólogos. Ursula Weydan polemizó con el abad de Pegau sobre la naturaleza de la Palabra de Dios y de la iglesia y se opuso a la literalidad de la Primera Carta a los Corintios, que formula lo que ella llama el “código de silencio de la mujer”. Katharina Schütz Zell, autodeclarada “madre de la iglesia”, osó llamar a Dios “Madre amorosa”. Ecclesia semper reformanda fue el principio de la Reforma protestante que deben activar hoy las diferentes iglesias cristianas, incluida la católica, como respuesta a los desafíos de nuestro tiempo. Es necesario llevar a cabo la reforma de la Reforma. Uno de los ámbitos geoculturales donde se está aplicando dicho principio de manera más auténtica es en el cristianismo del Sur global y en sus teologías ecuménicas de la liberación. Creo, además, que los reformadores y las reformadoras del siglo XVI no son propiedad privada de las iglesias protestantes, sino patrimonio religioso y cultural de la humanidad. Por lo mismo, la Reforma no puede recluirse en el ámbito religioso, sino que debe abrir nuevos caminos de liberación en la sociedad. Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2017). |
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