Dentro de cada uno de nosotros hay un hereje. El "yo" es indomable y cismático. Los dogmas que los otros nos imponen, más que aceptarlos, los archivamos en la cámara oscura del inconsciente, ahí duermen un sueño apacible hasta el día en que se sublevan y públicamente proclaman su heterodoxia.
Los primeros seguidores de Jesús, antes de que acuñaran la palabra "cristiano", eran una secta judía y formada por judíos. Tardaron años en des-judaizarse y en adquirir una nueva identidad. Expulsados de la sinagoga, fueron los primeros cismáticos. Los concilios de la Iglesia Católica son la crónica de los cismas y la cirugía sin anestesia de los supuestos herejes. El Concilio de Trento fulminó al hereje de los herejes, Lutero, que, hoy, cabalga victorioso y se pasea por en medio de miles y miles de "candeleros" y de millones de seguidores. La Sola Scriptura ha germinado y producido frutos abundantísimos. Hace unos pocos días un artículo del The New York Times titulado "América latina está perdiendo su identidad católica" comentaba que, en muy poco tiempo, América latina, ayer, católica en el 90%, hoy sólo el 69% de su población se define como católica. Hemorragia dolorosa a favor de las iglesias bíblicas más nutritivas que la Iglesia Católica gobernada por los profesionales de la religión frente a los líderes carismáticos y espontáneos de las iglesias evangélicas y pentecostales. El Concilio Vaticano I, el de la infalibilidad del Papa, dogma innecesario, que camufla al hombre de Dios, expulsó de la Iglesia a los "viejos católicos". Estos cismáticos niegan la infalibilidad del hombre, ya vista de blanco, de rojo o de negro. Yo estoy convencido de que el Papa Francisco jamás empleará la palabra infalible, no cree en ella. El Concilio Vaticano II, sin enemigos que exorcizar, tuvo como efecto secundario la Hermandad Sacerdotal San Pío X de Marcel Lefebvre y los católicos tridentinos. El Sínodo de los Obispos, recién celebrado, ¿ha servido para algo? se preguntaba alguno. En espera de los últimos fuegos artificiales y después de los juegos florales a los que hemos asistido, más apocalípticos que arcádicos, ásperos y broncos, presagian desencuentros, rupturas y cismas. Al fin y al cabo el sexo, el mejor invento de Dios, es el último fortín que los Tridentinos no quieren perder. Sigue presente sólo en los libros, en la calle ya lo han perdido y parece que no quieren enterarse. Si los cauces del sexo se agrietan un poco, la Iglesia se les antoja desnuda y sin razón de ser. Los enemigos de Francisco, los Cardenales y Obispos Tridentinos, proclaman que ser condescendientes con el sexo es "falsa misericordia". Burke, el vocero de los Tridentinos, ha asaeteado a Francisco como si de un nuevo San Sebastián se tratara. Francisco, el antipapa, "ha hecho mucho mal a la Iglesia, barco sin timón y sin piloto"· "El Papa no es libre de cambiar la doctrina de la Iglesia y el servicio de la Curia Romana es parte de la naturaleza de la Iglesia y por tanto tiene que ser respetada". ¿Está llamando a la puerta un nuevo Lefebvre? "Francisco es el Papa 266. La historia colecciona 37 Papas falsos o antipapas", escribió el Cardenal George Pell. ¿Será Francisco el número 38? Así lo piensan los Tridentinos. Ratzinger, obispo emérito de Roma, es más un problema que una solución. Él mismo se ha autoproclamado como "Papa emérito", conserva el nombre, la vestidura blanca y la vivienda vaticana. Para poner fin a esta confusión semicismática debería renunciar al título de Papa emérito y vestirse de riguroso negro como los demás obispos. Sólo existe un Papa, Francisco. Los Tridentinos suspiran por la vuelta del 'verdadero' Papa, Benedicto XVI.
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Hace poco en una reunión de laicos en un monasterio nos comentaron que la Iglesia, dentro de la celebración de los 50 años del Concilio Vaticano II, dedicaría el año 2015 a la vida consagrada, y el monje nos hizo la siguiente pregunta: "Tú, como laico o laica, ¿qué esperas hoy de la vida consagrada? Tuvimos un tiempo para adentrarnos en ella y luego poder compartir.
La Vida Consagrada en la Iglesia se refiere propiamente a la vida religiosa tanto de vida activa como contemplativa, así como a los Institutos de Vida Secular; existen, además, Sociedades de Vida Apostólica, con otras características, aunque a veces muy similares; y también son "consagrados" los sacerdotes y todos los bautizados, por los sacramentos del Bautismo y del Orden Sacerdotal. Como para mí esta celebración del Año de la Vida Consagrada empezó en un monasterio contemplativo, con la pregunta del monje, dedicaré estas letras a la Vida Monástica Contemplativa, fuente de grandes tesoros, que me han hecho crecer en mi vida espiritual y me ayudan en la búsqueda de Dios como laica en el mundo; intentando contestar la pregunta que formuló el monje. ¿Qué espero de la vida monástica para este tiempo? ¿Qué puede interesarnos a los que vivimos inmersos en un mundo cada vez más pequeño y más amenazado? ¿Qué pueden compartir con nosotros los monjes y monjas que viven en sus claustros dedicados a la oración y la contemplación a tiempo total? ¿Tiene la vida monástica algún mensaje para nosotros? Por mi parte y desde una intuición muy personal, espero y deseo que monjes y monjas mantengan un equilibrio de vida en donde tradición y signos de los tiempos estén vivos en el quehacer de cada día. Que se nutran y cuiden el patrimonio espiritual de siglos de vida monástica, al tiempo que estén atentos a los signos de los tiempos que les permitan traducir esos tesoros y que puedan ser atendidos y entendidos en el mundo de hoy. He dicho "traducir", no amoldarse. Tesoros de la vida monástica como la oración, el silencio, la soledad, la contemplación, la comunidad, la meditación (lectio divina), el trabajo como crecimiento personal y comunitario, la acogida al otro, la sencillez, la austeridad, la alegría, etc. son temas que llaman la atención en un mundo en el que el individualismo y la falta de perspectivas coherentes deshumanizan a mucha gente. El puro equilibrio entre tradición y signos de los tiempos vivido desde una fidelidad creativa dará frutos dentro y fuera de los monasterios. Será un bien para la Iglesia y para el mundo. El inicio del Año de la Vida Consagrada, en el primer domingo de Adviento, comienza con la lectura de un evangelio que no puede ser más apropiado: "Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. (...) Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, (...) no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!" (Mc 13, 33-37). Hermanos monjes y monjas: Mirad, sí, mirad con amor, compasión y cercanía la realidad del mundo. Vigilad que vuestros corazones y vuestras casas estén abiertos a quienes llaman, como decía San Benito, "como si se tratara del mismo Jesucristo". Velad, sí, velad y animad a otros a hacerlo... no sea que acabemos todos dormidos y ni siquiera lleguemos a darnos cuenta que "el Dueño de la casa" llegó acompañado de cientos, miles, millones de seres humanos heridos, anhelando consuelo, alegría y fortaleza espiritual. Espero seguir compartiendo a lo largo del año 2015 sobre esta realidad. Hay mucho que desgranar en la vida monástica que puede ayudar en la vida de los laicos y laicas del mundo. Gracias, por vuestra vida, por vuestra vocación y, muy especialmente, por abriros a compartirla, dejando que el Espíritu haga su labor a través de vosotros. "Todos juntos vamos a sacar este país cada vez más adelante, con más libertad, más justicia social, más derecho, más solidaridad..., querernos todos un poco más..."
Cada vez entra más luz por esa ancha ventana que mira hacia América Latina; cada vez tenemos más cosas que aprender del continente hermano. Pese a las sorpresas en algunas cunetas, pese a ese caduco luto que reclama su insistente cuota de foco, el día a día viste allí un verde esperanza. Mientras aquí los jóvenes de diferentes aficiones se mataban a palos, el nuevo presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, se dirigía a la nación invitando a "quererse un poco más". El anterior mandatario, José Mújica, también del Frente Amplio, ya venía de dejarse la piel en el amor a la nación y al mundo con ese alarde de humildad y encomiable austeridad. Están ya llegando. Son los nuevos dignatarios para el nuevo mundo de creciente solidaridad, compromiso y resplandor que estamos construyendo. Vienen de sus trincheras, sus montañas y sus luchas del pasado, pero ya bajaron al valle abierto. Sí, "querernos un poco más", ahora que el viento le roba al haya todo su amarillo, ahora que el blanco asoma en la cima de las montañas, ahora que empieza a azotar el frío, a imponerse el invierno y buscamos por toda la casa cerillas para encender un fuego. "Querernos un poco más" para que los hinchas de las diferentes aficiones un día canten y brinquen juntos, para que los dirigentes políticos no se lancen a la yugular del otro a la primera ocasión, para que los pueblos se ayuden y cooperen desde el derecho inalienable a decidir cada cuál sobre su futuro. "Querernos un poco más" para pensar y repensar cómo contribuir al afán común, al progreso colectivo, al erario público; para que las noticias ya no sean un constante desfile de políticos que entran y salen del juzgado, tras haber sucumbido a la tentación del fácil dinero... Sí, "querernos un poco más" porque muy pronto alguien entonará un villancico y nos recordará que todos somos hermanos, no importa el carnet que tengamos en el bolsillo, la oración que susurren nuestros labios, la bandera que cuelgue en nuestros mástiles, la camiseta que vista nuestro equipo... Amarnos un poco más, porque ya no quedan palos para apalear a la hinchada contraria, a la afición de cualquier signo, porque ya nos hemos odiado y acuchillado lo que debíamos, porque ya no quedan ni balas, ni proyectiles..., sobre todo porque ya no nos quedan ganas de seguirnos peleando; porque el destino humano estaba muy por encima de lo que creímos en el pasado, infinitamente más por encima de esas cabezas abiertas en una temprana mañana de domingo a la vera de un río. De Uruguay vendría un presidente a recordárnoslo. "Querernos un poco más", porque ya toca, porque ahora es el momento de comenzar a llamar a la puerta tachada, al equipo adversario, a la otra banda abominada; porque nos lo exigen las generaciones que llegan gateando, los seres queridos que ya están volando, la porción paciente de humanidad que lleva tanto tiempo esperando. Se agotó la proyección en el otro de nuestras impotencias y otras fobias ancestrales, el despertador que llama temprano a la batalla junto a nuestro Manzanares de turno, la sesión matutina de carreras y sus golpes de mortal hierro. "Querernos un poco más", resetearnos de tanto virus cargado de inquina y violencia, porque ahora arranca el otro partido, porque ya se impacienta también desde sus colmadas gradas la nueva, la inmensa afición de todos los colores que ya está marcando, que ya está triunfando. "Lo que nos sobra es un deber para la necesidad del prójimo".
Esta idea no es obra de Marx, ni Engels, ni Lenin, ni tampoco lo es de los que tienen la cabeza a la izquierda, pero el bolsillo bien a la derecha. Es un mensaje que se repite constantemente en los escritos de los cristianos de los primeros siglos: San Ambrosio, San Cipriano, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo, San Basilio, etc. Si la fe no compromete el bolsillo no es verdadera. El Mensaje de Jesús es para allanar los senderos de este mundo Para que no haya ni ricos ni pobres, ni opresores ni oprimidos, ni explotadores ni explotados, ni marginadores ni marginados. Quien no lo entienda así no ha entendido nada del mensaje liberador de Jesucristo. Todo el que posee riquezas está objetivamente fuera del Reino de Dios, incluida la misma Iglesia Católica, donde quiera que las posea, porque a alguien se las están debiendo. A la Iglesia y su jerarquía le sobran muchas: en palacios, templos, santuarios, museos, ornamentos, imágenes... También le sobran el cobro por misas, funerales, bodas, papeles..., mientras Jesucristo se está muriendo de hambre, frío y abandono en muchas partes del mundo donde hay personas sufriendo esos y otros muchos males. ¿Es que la salvación de Jesucristo no es gratuita? Todo servicio a la Comunidad debe ser gratuito, sin esperar nada a cambio. Toda religión tiene que ser para hacer la vida más digna, feliz y esperanzada. De lo contrario es falsa. Pero sucede que todas las religiones y en concreto en la Católica hemos creado un laberinto de senderos que no tienen nada que ver con allanar los senderos del Señor. Laberintos, sobre todo morales, legales y litúrgicos, complicadísimos, ritualizando las liturgias y los sacramentos hasta caer en el ridículo, y olvidándonos de los grandes valores del mensaje de Jesús. Con los laberintos morales de algunos mandamientos y sacramentos hemos hecho sufrir a mucha gente. Ejemplo: El sacramento del perdón y la misericordia, con la confesión individual, lo hemos convertido en una humillación, no ante Dios, sino ante otro hombre. Incluso hemos llegado a llamarlo tribunal de la penitencia. Afortunadamente los creyentes cristianos acuden cada vez más a la celebración comunitaria de la penitencia y cada vez menos a la individual. Es solo Dios quien perdona y solo Él quien conoce lo que hay en el interior de cada hombre. Otro ejemplo: Fijémonos en las misas de los Obispos o el Papa: yo no puedo imaginarme a Jesús de Nazaret, quitándose y poniéndose a cada paso solideos o mitras, cogiendo o dejando báculos (muchas veces lujosos), usando unas veces unas ropas y otras veces otras, sentándose en una silla más lujosa y por encima de los demás, etc. Parece que estamos en una representación teatral en que todo está pautado, incluso las manos unas veces para arriba, otras para los lados, otras juntas... ¿Sabrán qué significan y para qué hacen esas cosas? Desde luego los de abajo no lo sabemos. Nos perdemos en las formas olvidando el fondo. Los senderos de Jesús son claros y sencillos: amor, fraternidad, compañía, ayuda, luz, vida, cercanía, justicia, solidaridad, igualdad, acogida, afecto, ternura, amabilidad, sencillez, pequeñez, dulzura... Son los grandes valores del mensaje de Jesús. Juan dice que Jesús nos bautizará con Espíritu Santo. Bautizarse es decidirse por Jesucristo, y por tanto por la práctica de esos grandes valores de su mensaje, para con ellos construir el Reino de Dios en este mundo, el cual haga la vida más digna, gratificante y feliz para todos los seres humanos y toda la creación. Para bautizarnos, primero deberíamos hacernos discípulos de Jesucristo, decidirnos por vivir y cumplir su mensaje. Él lo dejó bien claro cuando les dijo a sus primeros discípulos: "id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado" (Mateo 28,19-20). Marcos lo recoge así: "les dijo: id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación, el que crea y sea bautizado se salvará" (Marcos 16,15-16). Primero creer: en el lenguaje bíblico, creer no es la aceptación intelectual de algo, sino la práctica inmediata de lo conocido. Por tanto, bautizar o bautizarse sin ser discípulo de Jesús mediante el conocimiento y el compromiso con su mensaje carece de sentido. Los miles de corruptos y corruptores que hay en nuestro país, así como los pederastas de Granada, seguro que todos o casi todos están bautizados: ¿Para qué les sirvió? Jesús dijo: "no podéis servir a Dios y al dinero", y "quien recibe a un niño a mí me recibe"..."quien escandalice a un niño más le valdría atarse al cuello una rueda de molino y tirarse al mar". El bautismo de Jesús fue un gran compromiso con el pueblo de Galilea. Fue tan grande su compromiso con el pueblo pobre y oprimido de Galilea que lo llevó desde el bautismo de agua en el Jordán al bautismo de sangre en la cruz. En medio de los dos bautismos quedaron los ciegos viendo, los cojos andando, los sordos oyendo, los mudos hablando, los leprosos curados, los hambrientos alimentados, los mujeres despreciadas y marginadas rehabilitadas, los muertos con nueva vida, los niños identificados con Dios, el amor convertido en Ley Suprema para toda la humanidad. Después de su segundo bautismo le llegó para El, para todos los seres humanos y toda la creación, la plenitud de la Resurrección, a fin de que "todos y todo tengamos vida y vida en abundancia" para siempre. Que el Espíritu que estuvo sobre él, esté también sobre nosotros y nos lleve por su mismo camino. El evangelio del domingo pasado nos hablaba de estar despierto. Hoy hablan los que han estado en esa actitud de centinelas: los profetas. El profeta es la figura clave de este tiempo de adviento. No se trata de un adivinador del porvenir. Tampoco se trata de un ser humano separado y elegido por Dios, que le va indicando lo que tiene que decir a los demás. Profeta es todo aquel que está despierto. La principal característica de los profetas es precisamente su inserción en el pueblo y su preocupación por la suerte de los más humildes. Por eso su principal objetivo ha sido siempre denunciar la injusticia.
Verdadero profeta sería el que ha llegado a una experiencia de su verdadero ser y, fiel a ella, ayuda a los demás a descubrir el camino de lo humano. Falso sería el que conduce al hombre a mayor egoísmo. El problema está en que lo "humano" solo se puede valorar desde lo humano. Por eso no hay manera de distinguir lo falso de lo verdadero mientras no se tenga una mínima experiencia de humanidad. No debemos extrañarnos de encontrar tantos y tan expresivos textos para este tiempo litúrgico. Lo que el segundo Isaías anuncia es un evangelio (buena noticia). El destierro había acabado con toda una teología triunfalista que invitaba a dormirse en los laureles de sentirse elegidos, sin aceptar ninguna responsabilidad para con Dios ni para con los demás. Las denuncias de todos los profetas advertían de que no se puede confiar en Dios mientras se practica toda clase de atropellos e injusticias. Leemos hoy el comienzo del evangelio de Marcos. La primera palabra de este evangelio es "arje", que en griego designan el comienzo de un texto, pero también algo mucho más profundo. El evangelio de Juan comienza también con esta palabra y lo traducimos: "en el principio" = origen. "Arje" significa origen y fundamento; es decir, aquello que ha sido la causa de que otra cosa surja. La Vulgata lo ha traducido por "Initium" que también significa "origen". El texto no se debería traducir: "comienzo del evangelio...", sino: "Éste es el origen de la alegre noticia de Jesús el Ungido, el Hijo de Dios. Tampoco "euanggelion" debemos traducirlo por evangelio que es un concepto muy elaborado. "euanggelion" aquí hay que traducirlo por buena noticia. El comienzo del evangelio de Marcos quiere decir que todo lo que atañe a Jesús, es una buena noticia. Lo mismo tenemos que decir de "Jesous" y "Christos" que en griego están separados y significan simplemente, Jesús el ungido. Con el tiempo los cristianos unieron el nombre con el adjetivo y confesaron al Jesucristo que ha llegado hasta nuestros días. El texto con que comienza este evangelio es un resumen de todo lo que en él se va a proponer. Este evangelio, a pesar de ser el primero que se escribió, no sabe nada de la infancia de Jesús. Esto es muy interesante a la hora de interpretar los textos de Lucas y Mateo, que vamos a leer en todo el tiempo de Navidad. Estos relatos se fueron elaborando a través de los primeros años de cristianismo y no tienen nada que ver con la historia. Son relatos míticos y leyendas casi todas anteriores al cristianismo que se han cristianizado para darnos un mensaje teológico, no para informarnos de lo que pasó. Marcos pasa directamente a hablarnos de Juan Bautista como último representante del profetismo. El Bautista es uno de los personajes claves en el tiempo de Adviento, porque se trata del último de los profetas del AT. Debemos recordar que hacía casi trescientos años que no se había conocido un verdadero profeta. Todos los evangelistas lo consideran el heraldo de Jesús, lo anuncia, lo propone al pueblo y es protagonista de su nacimiento en el Espíritu (bautismo). Aquí empieza Jesús a manifestar lo que es. No podemos asegurar que este relato responda a una situación histórica. Es muy poco lo que sabemos sobre la relación de Jesús con Juan. De todos modos, es cierto que el primer dato histórico sobre Jesús, que encontramos en fuentes extrabíblicas es su bautismo por parte de Juan. No es descabellado suponer que Jesús, un buscador incansable, le llamara la atención un personaje como Juan que ya era famoso cuando él empezó a sacar los pies del tiesto. A Juan, como a Jesús no le gustaba el cariz que había tomado la religión judía. Seguramente se sintió atraído por su predicación y su autenticidad. Los primeros cristianos dieron al Bautista un papel relevante en la aparición del cristianismo; seguramente mayor del que hoy le reconocemos. La prueba está en que, en un momento determinado, vieron la necesidad de marcar distancias entre Jesús y Juan para dejar claro quién era el más importante. Seguramente esa relevancia se deba más a la necesidad de justificar una figura tan desconcertante como la de Jesús, conectándole con el profetismo del AT, que a una real influencia de Juan en la doctrina de Jesús. Preparadle el camino al Señor. Este grito es el mejor resumen del espíritu de Adviento. Pero fijaros que fuerza el sentido del texto, que habla de prepararle un camino a Yahvé, mientras Marcos habla de preparar un camino a Jesús. El texto está insinuando que si Dios no llega a nosotros es porque se lo impedimos con nuestra actitud vital, que orienta su preocupación en otras direcciones. Él viene, pero nosotros nos vamos. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. Esta es la clave del relato y marca la diferencia abismal que existía, para aquellos cristianos, entre Jesús y el Bautista. Las primeras comunidades tenían muy clara la originalidad de Jesús con relación a cualquier otro personaje del pasado. Toda la relación con Dios, hasta la fecha, era consideraba como externa al hombre y en relación desigual. Dios era el soberano y el ser humano el súbdito. Jesús manifiesta una relación con Dios muy distinta. Él está empapado del Espíritu y nos sumerge (bautiza) a todos en ese mismo Espíritu. Los textos de este domingo nos hablan de utopía. · Isaías dice: Aquí está vuestro Dios. · Pedro: Nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habite la justicia. · El salmo: La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan. · Marcos: Él bautizará con Espíritu Santo. En un mundo tan poco propicio al optimismo, encontrarnos con esta oferta, puede ser impactante. Pero tampoco tenemos que caer en el triunfalismo. Derrotismo y triunfalismo son estrategias extremas que utiliza el yo para fortalecerse e impedir al hombre tomar conciencia de lo que el ser humano es y puede alcanzar. Hoy la necesidad de estar alerta es más apremiante que nunca, porque jamás se han ofrecido al ser humano más caminos falsos de salvación. Las posibilidades de satisfacer nuestra necesidad de placer sensible son mayores que nunca. Hay toda una gama de productos disponibles en el mercado, desde las drogas hasta los gurus a medida. Por eso necesitamos más que nunca de la figura del profeta. Personas que por su experiencia personal puedan arrojar alguna luz en esa maraña de senderos que se entrecruzan y que la inmensa mayoría son sendas perdidas que no llevan a ninguna parte. Podemos volcarnos sobre lo sensible, buscando el placer inmediato. O descubrir las posibilidades de plenitud que todos tenemos. Lo que nos rodea nos empuja en dirección al hedonismo. El no tomar una decisión, es ya tomar partido por lo que nos pide el cuerpo. No despertar, es seguir dormidos. Decidirse por lo más difícil solo es posible después de una toma de conciencia, que tiene que ir más allá de los sentidos y de la razón. Es una iluminación que me empuja por un camino nuevo y fascinante, que ni siquiera sé a dónde me va a llevar, pero estoy convencido de que me hará más humano. Meditación-contemplación Él os sumergirá en lo Sagrado, porque él mismo se vio sumergido en Dios. La experiencia del bautismo que nos narran los evangelios, es la clave para entender toda la vida de Jesús. Desde ese "momento" es el ungido. .................. Después de esa experiencia personal puede decir a Nicodemo: Hay que nacer de nuevo. Hay que nacer del agua y del Espíritu. ............. El único camino hacia lo humano, es el que Jesús recorrió. Tenemos que sumergirnos en lo sagrado. Tenemos que dejarnos inundar por lo divino. Todo nuestro ser tiene que ser iluminado por esa luz. ¡¡Ven, ven Señor, no tardes!!
El mundo tiene necesidad urgente de tu segunda venida Señor. ¡Qué duda cabe! La evidencia sobra. La locura humana parece no tener límites, los hombres nos volvemos implacables contra nuestros propios hermanos, otros contra pueblos enteros y se ensañan con los inocentes. La pobreza de millones ya no conmueve, las pestes se dispersan y se provocan enfermedades con intensiones malthusianas. Se destruyen y se adueñan de la creación; el aire limpio y las aguas vitales ya no son gratuitas, escasean; la atmósfera es violentada y la vida cada vez más es una hazaña. Los mares se agitan, la tierra se estremece y las montañas estallan como reclamando por la adoración de tantos ídolos; son los señoríos de economicismos, nacionalismos y fanatismos religiosos. ¡¡ Ven, ven Señor Jesús, no tardes !! Hay nuevos faraones que esclavizan a tu pueblo; son los dueños de todo. Sus capataces exigen más y más adobes, con los que se construyen imperios y fortalezas. Es tan absurdo. Muchos quieren ser capataces o verdugos. Nos engañan con ilusiones y olvidamos que, con nuestras mujeres y con nuestros niños y ancianos seguimos siendo esclavos. Demasiados se acostumbran y se rinden, van quedando en el camino, y a nadie le importa. Antes éramos solidarios, ahora somos ajenos e indiferentes. Nos atontan con demasiadas cosas y muchos pierden el sentido. ¡¡Ven, ven Señor Jesús, no tardes!! Los maestros de la Ley están más severos que nunca, las cargas que ponen sobre los hombros de sus hermanos y hermanas son insoportables. Pontifican impertérritos con leyes ininteligibles, maltratan a tu pueblo con amenazas, los llenan de pánico, especialmente a los más débiles, a los pobres y a los sencillos. Bendicen a sus amigos y maldicen a tus predilectos. Se han unido a los faraones y han repletados sus graneros, se levantan monumentos a sí mismos y adoran al dinero, acumulan tesoros de barro, mientras cosechan honores y pleitesías. Viven ávidos de poder y hambrientos de gratitudes y favores. Conducen a tu rebaño por oscuras quebradas y los abandonan en el desierto. Con sus báculos golpean a las ovejas, las hieren y las expulsan del rebaño, les niegan tu comida y tu bebida, y entonces vagan sin rumbo. Se llenan con deliciosos manjares y sus copas se derraman de abundancia. Las víctimas ya no son sólo pobres, huérfanos y viudas, hay ahora una enormidad de nuevos rostros marginados. ¡¡Ven, ven Señor Jesús, no tardes!! Llevamos demasiados advientos y seguimos clamando justicia y libertad, mientras algunos se lucen con tus palabras. ¡¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!! Se llenan de pompa, de ritos y sermones, de hermosas palabras vacías. Mientras el pueblo hambriento de Ti, sigue esperando. Ven, ven Señor. Ven a reinar entre tu pueblo, que a ratos -para muchos- el hastío se torna insoportable. Ven, ven Señor, que te esperamos. En el evangelio de Marcos no hallamos ninguna referencia al nacimiento ni a la infancia de Jesús. Tras un título cargado de sentido, el relato se abre con la figura del Bautista que, tras la evocación de la profecía de Isaías –aunque, en realidad, luego se mezclan textos de Malaquías (3,1) y del propio Isaías (40,3)-, es presentado como mensajero o precursor.
La primera frase no es sólo el comienzo, sino el título del relato. Y empieza por una palabra que, a quienes conocían la Biblia hebrea, tenía que resultarles sumamente evocadora: "Comienzo" o "principio" parece hacer referencia al inicio del libro del Génesis: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra" (1,1). De este modo tan simple, el autor hace un guiño a sus lectores: Jesús es el verdadero comienzo, con él se opera la verdadera creación. En ese mismo título, el evangelista deja clara la fe de su comunidad en Jesús, "Cristo (o Mesías), Hijo de Dios". Con el primer término, se hace alusión al cumplimiento de las promesas mesiánicas en la persona del Maestro de Nazaret; con el segundo, se lo reconoce en el ámbito de la divinidad, aunque no pueda entenderse en el sentido fuerte que proclamará el Concilio de Nicea. Paralelamente, Marcos está inventando un nuevo género literario –el "evangelio"- que, a partir de él, aludirá a los escritos sobre Jesús. Hasta ese momento, el término "evangelio" se refería a alguna "buena noticia", particularmente en el campo militar. Tras el título, el autor inicia el relato presentando la figura de Juan como "precursor" que apunta y señala a Jesús. De hecho, aparece vestido como el gran Elías (2 Re 1,8) y su alimento es el de un nómada. El desierto era un lugar cargado de connotaciones para el pueblo: lugar de prueba y, al mismo tiempo, de intimidad con Dios, fue el camino de la liberación, desde Egipto hasta la Tierra Prometida. Juan, en el desierto, anuncia el nuevo éxodo, la liberación que va a tener lugar en Jesús: esta es la imagen de fondo con la que juega nuestro autor (imagen, por cierto, que aparecerá también en el cuarto evangelio). El bautismo era un rito de inmersión, dotado de un simbolismo de muerte/resurrección que han conocido distintas religiones y que hace referencia a un cambio de estado. En la primera comunidad cristiana, el propio Pablo lo retomará cuando hable de la "vida nueva" en Cristo: "Por el bautismo hemos quedado sepultados con Cristo quedando vinculados a su muerte, para que así como Cristo ha resucitado de entre los muertos por el poder del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva" (Rom 6,4). Pero lo que realmente importa al evangelista es la proclamación de Juan, que se refiere a Jesús con una doble expresión: aquél a quien "no le desata las sandalias" y el que "bautiza con Espíritu Santo". ¿Qué significan estas palabras? Con la primera de esas expresiones, Marcos presenta a Jesús como el esposo del nuevo pueblo, de la humanidad. El rito de "desatar la correa de las sandalias" –tal como narra el Libro del Deuteronomio 25,5-10- remite a la "ley del levirato" –del latín "levir", cuñado-. Según esa ley, cuando moría un hombre casado sin haber dejado descendencia, su hermano debía desposar a la viuda; en el caso de que él se negara, ella, delante de los ancianos del pueblo, "le quitará la sandalia del pie y le escupirá en la cara" (Deut 25,9). Con ese trasfondo, "no quitarle la sandalia" significa que Jesús está dispuesto a desposar al pueblo. De esta manera, Marcos lo presenta con una de sus imágenes preferidas –lo será también para el cuarto evangelio-: la de novio o esposo. Así como los profetas cantaban a Yhwh, que desposaba al pueblo por amor, Marcos muestra a Jesús como el nuevo esposo del nuevo pueblo. Con la segunda expresión, se resume la misión de Jesús. Como he señalado antes, el bautismo con agua realizado por Juan era un gesto simbólico del nuevo nacimiento: del mismo modo que la persona se sumerge en el agua y sale de ella limpia, quien se bautizaba manifestaba su disposición a "morir" a lo viejo para "resucitar" a una vida nueva. Pues bien, contraponiéndolo a esa imagen, de Jesús se afirma que "bautizará con Espíritu Santo". Bautizar con Espíritu Santo significa comunicar la misma vida divina. Y así queda bellamente definida su misión, que en el evangelio de Juan se recogerá con palabras similares: "He venido para que tengan vida, y vida en plenitud" (Juan 10,10). Vida divina es vida en plenitud. Hablando con rigor, más que "comunicar" vida, lo que Jesús nos aporta es descubrirnos que, como él, somos Vida. El camino poético (lectura de Isaías)
Hacia el año 540 a.C., los judíos llevaban casi cincuenta años desterrados en Babilonia. Años duros, de grandes sufrimientos, de ansia de libertad y de vuelta a la patria. Esa buena noticia es la que anuncia el profeta. Pero el largo camino, a través de zonas a menudo inhóspitas, puede asustar a muchos y desanimarles de emprender el viaje. Entonces, una voz misteriosa, da la orden, no se sabe a quién, de preparar el camino al Señor. No se dirige a hombres, porque la labor que realizarán es sobrehumana: construir un el desierto una espléndida autopista, allanando montes y colina, rellenando valles. Por ella volverá el pueblo judío, acompañado de su Dios, como un pastor apacienta a su rebaño. El camino ético (Qumrán) Con el tiempo, la idea de preparar un camino al Señor en el desierto adquirió un sentido nuevo: a mediados del siglo II a.C., un grupo de sacerdotes y seglares judíos, descontentos con el comportamiento de los sumos sacerdotes de Jerusalén y de las costumbres paganas que se estaban introduciendo, recordando el texto del libro de Isaías, decide retirarse al desierto de Judá y allí, en Qumrán, fundar una especie de comunidad religiosa. En el desierto preparan el camino del Señor. Ya no se trata de un camino poético, sino de una conducta conforme a la Ley del Señor. (En hebreo, derek puede significar "camino" y "forma de conducta", igual que way en inglés). El camino del Señor Jesús (evangelio) Esta misma interpretación del texto de Isaías es la que aplica el evangelio a Juan Bautista. También él marcha al desierto a preparar un camino. A primera vista parece tratarse de un camino ético, como un Qumrán, ya que Juan exhorta a la conversión y al bautismo para el perdón de los pecados. Pero sus palabras dejan claro que prepara el camino a una persona más poderosa que él y que trae un bautismo superior al suyo: Jesús. [A propósito de la diferencia entre el bautismo de Juan y el de Jesús conviene recordar que el verbo "bautizar" significa en griego "lavar". Los fariseos, por ejemplo, "bautizan" los platos, los lavan. Pero se puede lavar con agua sola, como hace Juan, que es un lavado superficial, incapaz de limpiar las manchas más profundas; y se puede lavar con "Espíritu Santo" (o "con Espíritu Santo y fuego", como dice otro texto) limpiando totalmente a la persona.] Esperad y apresurad la venida del Señor (2 Pedro 3, 8-14) A mediados y finales del siglo I, muchos cristianos empezaron a sentirse desconcertados. Les habían repetido que la vuelta del Señor y el fin del mundo eran inminentes. Sin embargo, pasaban los años y el Señor no volvía. El autor de la 2ª carta de Pedro (que no es san Pedro) sale al paso de esta inquietud, ofreciendo una respuesta que, después de veinte siglos, no convence demasiado: el Señor no se retrasa, sino que nos da un plazo para que podamos convertirnos. El autor mantiene la postura tradicional de que la llegada del Señor y el fin del mundo será algo repentino, inesperado. Y en vez de quejarnos de que el Señor se retrasa, debemos "esperar y apresurar la venida del Señor". Además, el fin del mundo será el comienzo de un nuevo cielo y una nueva tierra, y hay que prepararse para recibirlos llevando una vida santa y piadosa, en paz con Dios, inmaculados e irreprochables. Una ética basada en Jesús La segunda lectura, igual que el evangelio, une el camino de la ética con el camino que lleva a Jesús: Juan Bautista lo relaciona con la primera venida; la carta de Pedro, con la segunda. La liturgia nos indica que el Adviento no es época de espera pasiva, como quien espera que empiece la película: hay que comprometerse activamente. Y ese compromiso debe basarse en el recuerdo de la venida del Señor y en la esperanza de su vuelta. Desde el comienzo de nuestra Iglesia existieron junto a los primeros diáconos (Hch. 6, 1ss), las diaconizas. Lidia de la comunidad Cristiana de Filipo y Priscila junto con Aquila su esposo, encargados por Pablo de la Iglesia en Corinto; también en el antiguo testamento se destacan las figura de DEBORA, JUEZ y Esther como REINA. Fueron roles muy importante que jugaron las mujeres dentro del Plan de Salvación dentro del Pueblo de Dios.
En éstos momentos URGE disponer dentro de nuestra Iglesia mujeres dignas que perfectamente pueden asumir el ministerio del DIACONADO y que de hecho lo ejercen “extraoficialmente”. Ejemplos que resaltan los podemos ver en nuestras “Vicarías Parroquiales”. Las VICARIAS son de hecho PÁRROCAS dentro de su territorio y ejercen la función diaconal a diario. Dirigen la CATEQUESIS, atienden a los enfermos y hasta se confiesan con ellas, (lo único que les falta es darle la absolución) y les llevan la comunión. ¿Por qué no pudieran trasmitirles el perdón en el ESPÍRITU y administrarle la Santa Unción de una vez? Ellas celebran la PALABRA y reparten la comunión a los fieles; (lo único que les falta es CONSAGRAR). También podrían BAUTIZAR y presenciar MATRIMONIOS Y SANTIFICACIONES DE hogar. Ayudan a los necesitados, a las viudas y acogen a los huérfanos; en fin, hacen todo lo que les toca hacer a los “diáconos”. Entonces yo me pregunto: ¿Por qué no pueden ser ellas diaconizas de forma oficial? ¿Será el machismo clerical? Otro obstáculo que se les pone es que al ser “diaconizas” pasan al “estado clerical”. Eso no tiene que ser necesariamente así, ya que una cosa no implica la otra. Los diáconos en la Iglesia Primitiva nunca fueron “clérigos” sino SERVIDORES DE LA COMUNIDAD; lo mismo que los ANCIANOS (PRESBÍTEROS) e incluso los EPÍSCOPOS (Obispos). Esa terminología “clerical” ha hecho de nosotros una “casta clase aparte” que nos ha distanciado del resto de la comunidad Eclesial. Somos solo SERVIDORES (Ministros), miembros de un solo cuerpo cuya cabeza es CRISTO. Creo que el “clericalismo y el machismo” son dos cosas importantes que debemos superar dentro de nuestra Iglesia la cual busca su RE FUNDACIÓN, es decir, sus raíces e identidad. Es el trabajo que nuestro HERMANO FRANCISCO desde Roma ha iniciado a pesar de la “oposición tradicionalista” que no quiere ceder ante las necesarias reformas que nos exige el ser “LA IGLESIA DE JESUSCRISTO si realmente queremos serlo. DIACONOS Y DIACONIZAS SÍ; machismo y clericales NO. Seamos solo SERVIDORES LOS UNOS DE LOS OTROS. AMEN Cuando el hijo del hombre venga, serán congregadas todas las naciones y entonces dirá….
A la hora de la verdad, el juicio se hará no por las ideas, dogmas, ritos, oraciones, novenas y demás prácticas religiosas que hayas profesado en una u otra religión, sino por lo que hayas hecho al hombre. Al hombre no sólo como individuo sino como colectividad. Dar de comer no sólo al individuo , aisladamente, sino trabajando para que se creen las condiciones sociales y políticas que hagan imposible el hambre, la enfermedad, la falta de vivienda, el educación, etc. LECTURA DEL EVANGELIO (Mt 25, 31-406) Cuando este Hombre llegue en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en trono real y reunirá ante él a todas las naciones. El separará a unos de otros. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: -Venid ,benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber,fui forastero y me recogisteis, estuve desnudo y me vestisteis,enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme. Entonces, los justos replicarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el rey les contestará: – Os lo aseguro: Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos tan insignificantes lo hicisteis conmigo. El pasaje que acabamos de escuchar nos introduce de lleno en el sentido de la vida cristiana: cómo comportanos para vivir bien la vida. Hemos escuchado muchas veces esta pasaje del evangelista Mateo. Pero, no lo hemos aplicado a la vida social y política de las Naciones. Hemos creído que el mensaje de Jesús poco o nada tenía que ver con la convivencia nacional e internacional. Servía para la individual e interior formación espiritual, pero no para traspasarlo a la transformación de la sociedad. Hoy, -paradoja sin precedentes- veo que los movimientos sociales que buscan una nueva política, que sea de verdad alternativa, encuadra a maravilla en el mensaje de Jesús. El “hijo del hombre” –humano por excelencia- vive como uno más en medio de su pueblo , vive volcado hacia los que más necesitan y sufren, se identifica con ellos y demuestra que lo primero es la compasión. Y ella va a ser el criterio último que en el “Juicio Final” –que se está ya realizando ahora- , utilizará para valorar la vida de cada Persona y de cada una de las Naciones. Las Naciones llevan su rumbo, (¿imperialista, nacionalista, creyente, atea?) contando siempre con la vida de los ciudadanos, unos sufren y son abandonados; otros nadan en la abundancia y son envidiados. La gran novedad de Jesús, -para hoy verdadera alternativa- es que, al comparecer todos ante el “Juicio”, pregunta: - Vosotros, personas y naciones, ¿ qué hicisteis con los más necesitados y que más han sufrido? ¿Cómo os habéis comportado con los que no tiene lo necesario para vivir, con los que no tienen agua, los analfabetos, los sin escuela, los sin trabajo, los desahuciados, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, los esclavos, los …? -Pues, saberlo bien: lo que dejastéis de hacer con ellos, conmigo lo dejastéis de hacer. Mi mensaje es universal, válido para todos: porque todo ser humano, sea quien fuere, es un hermano con derecho a una vida digna.-En mi tiempo y en mi sociedad, dos poderes principales se disputaban el dominio y la opresión: el poder imperial romano y el poder religioso de Jerusalén. Ellos generaban y protegían toda suerte de necesitados y desfavorecidos. Y son precisamente con ellos, con quien yome identifico, de manera que quien es compasivo y los atiende lo hace conmigo . Y con ellos está Dios. -Mi mensaje es relativizador de todo particularismo absolutizado (etnia, cultura, nación, ideología, religión, política…), mensaje de insumisión ante todo proyecto de injusticia, que absolutiza territorios y fronteras, Naciones y Estados, Continentes… Es mensaje de enfrentamiento a todo poder opresor. - Hoy reinan reinos diversos, en los que Gobiernan políticas de desigualdad, de injusticia, de discrimina ción y privilegios. Y de leyes intolerables que castigan y menosprecian a losm pobres y favorecen excusan a los ricos. Está más que claro. Jesús coloca en el centro de todo al ser humano, importa lo que con él hemos hecho, abandonarlo o ayudarlo, dignificarlo u oprimirlo. Y quien sea compasivo y lo atienda, aunque sea ateo, Dios está con él. Y quien no lo sea, aunque sea creyente, es ateo, y Dios no está con él. Hay, pues, ateos que son creyentes y hay creyentes que son ateos. Este pasaje evangélico lo encuadran los exégetas dentro del género de las parábolas o historias que Jesús contaba a los que le escuchaban. Esta historia debió contarla en el atrio del Templo de Jerusalén, que da al valle de Josafat. Y pudo ser de la siguiente manera (tal como nos lo cuenta José Ignacio y Mª López Vigil en su libro UN TAL JESUS): Un mensajero de Dios llegó al valle de Josafat. Caminó, trepó y cuando llegó arriba, tocó la trompeta y gritó a voz en cuello: ¡Vengan todos al valle de Josafat. Ha llegado el día grande en que el Señor va a juzgar a todos los pueblos y a todas las gentes! El mensajero preparó un taburete de madera. Sería el trono donde Dios iba a juzgar a todas las naciones de la tierra. Y comenzaron a llegar pueblos y gentes, inmensas caravanas, de Egipto, de Mesopotamia, de Grecia, de Roma, de Jerusalén. Todos venían seguros de haber adorado al único Dios verdadero: Osiris, Marduk, Zeus, Marte, Yahvé… Todos se iban sentando con sus túnicas verdes, o blancas, o blancas y negras, con sus turbantes azules, con sus capas rojas. Todos esperaban. Y llegaron los últimos: – ¿Vds. quiénes son?, preguntó el mensajero. ¿A qué Dios adoraron? – ¿Nosotros? A Ninguno. Nunca creímos en esas cosas. El mensajero esperó a que todos se fueran acomodando y de nuevo volvió a trepar hasta el pináculo de la muralla. Desde arriba gritó: cállense, que ya viene, ábranle camino. La muchedumbre tardó en darse cuenta de que se trataba de un muchacho flaco, con la túnica llena de parches, llevaba un bastón de viaje y parecía muy cansado. Logró llegar hasta el centro, se secó el sudor y se sentó en el taburete. Todos se preguntaban , ¿quién será ese? Entonces el mensajero dijo: ¡ Va a comenzar el juicio de las naciones! ¡Quítense todas las túnicas , todas las capas y todos los turbantes, toda la ropa! Obedezcan. Al poco, en una esquina del valle se alzaba una torre inmensa con los trajes amarillos, las capas rojas, los turbantes azules y las túnicas de todos los colores. El mensajero les prendió fuego y en un instante la humareda se elevó al cielo y sólo quedaron las cenizas. Todos en cueros ante Dios. Entonces el muchacho flaco se puso en pie, apoyado en el bastón y comenzó a hablar: “Amigos, perdonen que les haya hecho esperar. Es que acabo de salir de la cárcel y estaba un poco cansado. Llevo muchos años preso, de una cárcel a otra, y muchos años pidiendo trabajo, tocando en una puerta y en otra. Sí, trabajé en el campo, pero la finca no era mía. He sembrado durante siglos sobre tierra ajena. He sudado en tanto talleres, he doblado el lomo en tantos telares, he tragado el polvo en muchas minas, y total para un par de monedas y seguir pasando hambre. Y seguir durmiendo al raso, sin cobijo y temblar de fiebre sin tener un trapo que echarme encima. He caminado mucho por el mundo He nacido en muchas chozas y he muerto en todas las guerras. He atravesado montañas de miseria hasta llegar hoy aquí. He navegado ríos de lágrimas hasta poder estar aquí con Vds. Se acuerdan de mí, ¿verdad? ¿O es que no saben quién soy?” Mientras todos discutían quién podía ser, se oyó una voz profunda, como la voz de muchas aguas, que venía de arriba y decía: Dios: “Lo que hicieron con él, conmigo lo hicieron. Lo que dejaron de hacer con él, lo dejaron de hacer conmigo”. Entonces el muchacho levantó el bastón para separar a la inmensa muchedumbre, unos hacia un lado y otros hacia el otro . Pero enseguida, de una y otra parte comenzaron a llegarle voces: - Oye, ¿Y todos los sacrificios que yo hice en honor de Dios? ¿Y las oraciones que rezamos día y noche? -El muchacho con el cayado en la mano contestó: nada de eso cuenta ahora. -¡Señor, Señor, en tu nombre hablamos, en tu nombre hicimos milagros! ¡Yo era el sumo sacerdote del Templo! ¡Yo fui doctor y maestro de la ley! ¡Y yo fui rey de cuatro imperios! Y yo… Pero el muchacho volvió a responder: nada de eso cuenta ahora. Entonces volvió a abrirse el cielo y se escuchó nuevamente la voz profunda del Dios escondido: “Los de este lado, váyanse fuera. A Vds. no les importó el hambre ni el frío ni la miseria de sus hermanos. Váyanse fuera… Uds., sí, vengan conmigo. Vds., los que me vieron con hambre y me dieron de comer. Los que me vieron sediento y me alcanzaron un vaso de agua. Los que me abrieron las puertas de sus casas cuando andaba buscando un techo para pasar la noche. Los que me acompañaron cuando estaba preso, cuando estaba enfermo y me curaron… Los que amaron a sus hermanos. No importa a qué dios hayan adorado …¡Vengan conmigo! Entonces, el mensajero trepó la muralla y dijo por última vez: “El juicio ha terminado”. Y desde lo alto del pináculo vio cómo todos los hombres formaban ahora solo dos grupos y echaban a andar por dos caminos, sólo por dos. Y el valle volvió a quedarse nuevamente vacío. . Hermosa historia ésta de Jesús. Válida para entonces y para ahora. Para todos y para cada uno. A la hora de la verdad, poco importa el credo, la ideología, la posición social. Muchas opciones, muchas filosofías, muchas religiones, muchos partidos, muchos caminos, pero uno solo es certero: “Lo que hicisteis con él, conmigo lo hicisteis. Y lo que dejasteis de hacer con él, dejasteis de hacerlo conmigo”. .Hay, pues, que elegir el camino certero: “Lo que con estos hicisteis, conmigo lo hicisteis”. Vosotros sois testigos. ¿Conclusión? Podemos resumirla en estas palabras de San Pablo: “Tratad de hacer el bien y de ayudaros mutuamente, estos son los sacrificios que agradan a Dios”. Y, de esta manera, hacemos camino, vivimos bien la vida y nos adentramos en la resurrección: “Venid, benditos de mi Padre”. |
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