Se suele asociar la noche obscura del alma, con estados depresivos connaturales del que los sufre.
Pero cabe también pensar que ese “silencio” de Dios y esas terribles dudas, como las que sufrió Teresita de Lisieux, se asocian a un abrupto afloramiento torrencial de la “sombra” junguiana hacia la conciencia, sombra normalmente reprimida en el subconsciente, por el “yo” racional y egoico. Dice Jung, que el proceso de “individuación”, supone una unificación de la mente, pasando del Yo racional, que es el que lleva el control de la persona, al Sí-mismo, Self, que es la mente conjunta. Para ello se produce un debilitamiento de las barreras represoras del inconsciente, con lo que afloran de repente, todos los demonios internos, todas las tendencias antiéticas antisociales, e incluso delictivas, que guardamos, desde arquetipos y tendencias filocriminales heredadas filogenéticamente, hasta las parafilias y fobias que se nos han ido produciendo futo de experiencias negativas de nuestra biografía personal. Este doloroso afloramiento de la sombra, a la conciencia, debería servir para su sanación, al igual que en la psicoterapia, se propone que el conocimiento consciente de muchos recuerdos enterrados, sirve para su desactivación. Quizás este fenómeno tan doloroso y desagradable, en personas espirituales, sea interpretado como un abandono de Dios. Y también se suele hablar de grandes ataques del “demonio”, con grandes tentaciones de nuestras flaquezas. El caso del Padre Pío, es un ejemplo, de cómo ese fenómeno lo personaliza en la figura de un lobo peligroso que le acecha y amenaza con devorarlo. Esta concepción moderna de la psicología humana, ha sido a veces intuida genialmente por hombres del pasado con una gran capacidad de penetración psicológica. Macario, uno de los maestros de la oración oriental (la Filocalia), dice: “Abstenerse del mal no es la perfección; la perfección es entrar en un espíritu humillado y dar muerte a la serpiente que anida y ejerce la muerte debajo mismo del espíritu, más profundo que los pensamientos, en los trasteros y los depósitos del alma. Porque el corazón es un abismo…”. Milagrosamente, está prefigurando el subconsciente de la mente humana, (debajo mismo del espíritu, en los trasteros y los depósitos del alma), donde anida la “sombra” junguiana, (la serpiente que ejerce la muerte). El “dar muerte a la serpiente”, se puede intentar frontalmente, mediante una fuerte actividad ascética, debilitando la voluntad y la vitalidad humana, y debilitando con ello nuestros demonios internos. Esa ha sido la estrategia tradicional. Pero en los tiempos modernos, la nueva psicoterapia tiene otros métodos más sutiles y eficaces, aunque no tampoco fáciles. Son todos los caminos de la metamorfosis personal, el psicoanálisis freudiano, la “individuación” de Jung, la autorealización de Maslow, y todas las escuelas terapéuticas de mejora y perfeccionamiento personal. En resumen consiste en comprendernos y “perdonarnos”, y con ello comprenderemos y perdonaremos a los demás. La psicóloga Ellen Luke dice: «… es la irrupción del perdón, en su sentido más profundo – universal y particular, impersonal y personal –, lo único que produce el “dejar partir”, la libertad definitiva del espíritu”. “Y eso es así porque, en el momento de esa realización, se ha ido para siempre la falsa culpabilidad, ya sea la que se ve en uno mismo o en los demás, y se acepta la verdadera culpabilidad que llevamos cada uno de nosotros, la del rechazo a ver, a ser consciente”. “De esta forma, podemos observarnos a nosotros mismos y al mundo con los ojos abiertos, y sufrir el dolor y la alegría del conflicto divino que es la condición humana, el sentido de la encarnación.» “Yo me siento con frecuencia cansado y sin fe ni valor, pero creo que estos estados no deben combatirse propiamente, sino que es preciso abandonarse a ellos, llorar alguna vez, o ensimismarse sin pensar en nada, y luego se advierte que entretanto el alma ha seguido viviendo… y ha avanzado”. Hermann Hesse.
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Aubrey de Grey, es un biogerontólogo londinense que viene dando guerra para convencernos de que se puede vivir mucho más de lo que vivimos (se supone que en los países de su mundo). Pertenece a la Fundación para la Investigación de la Senescencia Negligible Ingenierizada (SENS). Bonita Fundación, esforzada para nada… Este célebre biogerontólogo trabaja en una técnica de recuperación de tejidos que asegura que nos permitirá vivir 1.000 años.
Lo primero que se me ocurre a propósito de este noble trabajo investigador para la recuperación del tejido celular de la persona que podría permitirnos vivir mucho más, según él, es que si el fin es bueno el móvil es baldío y hasta el remotísimo e hipotético logro contraproducente. Baldío, porque él no verá los resultados. Contraproducente, porque el diferencial entre las expectativas que su trabajo ofrece y esos hipotéticos resultados, ha de generar más frustración en quienes confíen en él y en sus investigaciones que esperanza por fiárnoslo tan a largo plazo. Pero es que además su planteamiento por sí mismo me parece de todo punto erróneo, pues atiende exclusivamente a aspectos orgánicos y físicos del ser humano. Aubrey de Grey recurre a comparar al cuerpo humano con el motor de un coche o de un avión. El envejecimiento es lo que le sucede a cualquier máquina que tenga partes, puede ser un coche o un avión, dice. Una obviedad física. Y se pueden reparar. Otra obviedad. Y se queda tan satisfecho con sus conclusiones y sus propósitos que a buen seguro agotaràn el motivo que él ha encontrado como motor de vida, de su vida, para seguir viviendo muchos años más, aunque eso se verá… Lo segundo que se me ocurre es que De Grey piensa para su “proyecto” en el hombre o mujer medios o en el hombre o mujer “felices”, acomodados y sin problemas, ni materiales ni morales que son los que más desgastan “el vivir”. Pues si los problemas materiales podemos evitarlos obteniendo y acumulando dinero, los morales no se evitan salvo que extirpemos de nuestra personalidad la conciencia moral, la preocupación por los demás y por la vida en general; en suma, la sensibilidad; convirtiéndonos así en eso que ya circula por ahí como el futuro alojamiento de nuestro cuerpo en el futuro: el robot. Por otro lado, el deseo de inmortalidad y el de no envejecimiento está en el imaginario humano desde siempre. Desde el “Fausto” de Goethe hasta “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde, hay un buen número de obras literarias y ensayísticas que tratan del asunto… En el primer caso, Fausto es capaz de vender su alma a Mefistófeles, el diablo, con tal de ser inmortal. En el segundo, Dorian desea tener siempre la edad que tenía cuando le pintó en el cuadro Basil. Mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Dorian no envejece pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de su alma: con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo… En una palabra, y hablo del De Grey autor de este programa y de esta investigación, como buen hijo del utilitarismo, del pragmatismo anglosajón sólo atiende a los aspectos fibrilares del organismo, obviando los psicológicos y morales que tanto influyen en el proceso vital del envejecimiento y de la jovialidad. Y esto me parece un despropósito aunque él se ciñe a lo suyo y, como el jurista, no se puede salir del orden y parámetros prestablecidos para ejercer bien su oficio de gerontólogo. Como despropósito me parece conformarse con lograr una apariencia de nuevo, renovando el chasis del coche o avión a los que compara con el organismo humano pero manteniendo el mismo motor vetusto… que en el ser humano es un alma, un mente o un espíritu irremplazables. Que teniendo (y luchando para conseguirlo) un organismo joven y unas células renovadas se vive más y mejor, nadie lo duda. Que hoy se vive en el conjunto de la sociedad màs que hace un siglo, tampoco. Pero la vida es mucho más que eso. Pues aparte de vivir más o menos, la vida es efecto de una serie de concausas y resulta indiferente vivir más si la vida no es gratificante por causas ajenas a la salud, a las células, renovadas o no, y a las físicas y materiales. Y no es gratificante ni deseable cada vez para mayor número de personas que siguen en vida o se la prolongan artificialmente de varias maneras, estando en cambio moribundas por dentro… En resumidas cuentas, la gente no se cansa de vivir solamente porque envejece físicamente o porque a sí misma se ve vieja. La gente se cansa de vivir porque las razones que han dado vida a su vida y las novedades que la han estimulado acaban inexorablemente no siéndolo o bien aun siéndolo, porque acaban también siendo justo un estorbo para el sentido personal de la belleza, de la armonía, del solaz, y para el sentido de la vida en general asociado a todo eso, que es lo que se lo ha dado en el transcurso de ella. Eso, hablando de un hombre o de una mujer medios y felices, sin sobresaltos ni graves contratiempos. Porque si examinamos al hombre y mujer medios, pero de una medianía en la que están presentes los conflictos que acompañan al devenir social y familiar, a la ruina, a la quiebra de la salud y a la tenebrosidad de su futuro, suyas y de sus seres queridos (o la falta en absoluto de seres queridos), el deseo de vivir más nos abandona cuando la presión del sentimiento de fracaso o de caducidad de la vida es demasiado alto. Y esto es muy acusado en tiempos tan críticos como los que que vivimos; tiempos de tanto sufrimiento moral en la vida de las personas “normales”; tiempos en que se excita el deseo, en la medida que no puede satisfacerse; tiempos en que es usual la ruptura de la familia tradicional, acompañada esa ruptura de graves disturbios psicológicos de la pareja y de la prole; tiempos en que sin embargo o por eso mismo, paradójicamente predomina el ansia por evitar el dolor físico y el sufrimiento moral a cualquier precio, sin poder lograrlo; tiempos en que predomina la imposibilidad de lograr un trabajo y la desesperanza de encontrarlo; tiempos, por otro lado, de suma lucidez combinada, también en paradoja, con suma cretinez… Por todo lo cual no es difícil conjeturar que el deseo de abandonar la vida esté en general con creces redoblado. Y hay un último argumento. El tiempo no existe. La eternidad sí. Pues bien, comparando un tiempo que no existe pero que medimos por razones pràcticas, con la eternidad, ¿nos quiere decir De Grey qué importancia tiene regenerar las células del organismo para vivir en lugar de cien años doscientos, de mala manera, con sufrimientos previsibles, y con un panorama para la vida sobre la tierra aterrador y espeluznante para quienes no somos ni queremos ser ese robot, o para ese ser necio que nada en la abundancia con un alma como la de Dorian Gray? Prescindamos de los que por múltiples razones o ninguna no desean vivir y se suicidan. Basten los siguientes datos: uno, 800.000 personas se suicidan al año en el mundo. Y otro (éste bien elocuente y a tener en cuenta en otros aspectos sociológicos): mientras la tasa de suicidios en Europa occidental y Estados Unidos ronda el 23 por cada 100.000 habitantes, en los países dominados por el Islam apenas pasa del 0,1… Así es que déjese De Grey, a menos que no tenga otra cosa que hacer o a menos que de este oficio no haga su medio de vida o su “azón de ser”, de empeñarse en regenerar células humanas para vivir tanto. Ahórrese tamaño esfuerzo. Pues hay fundadas sospechas para pensar que, tal como va la sociedad humana y la vida en la Naturaleza y en el planeta, va a llegar un momento que seràn muchos más los seres humanos que deseen acortar su vida que los que quieran prolongarla… Me he asustado a leer la noticia del cura degollado en Normandia en una iglesia. En tiempos atrás también han llegado noticias de algún otro cura matado en su casa. Instintivamente me viene la idea de asegurarme y asegurar mi casa.
Me recuerda que un día, al irme a la cama, me di cuenta de que en la puerta del dormitorio de mi habitación había colocado un cerrojito para cerrar. A los días, el buen Tavo, me explicó que lo había puesto -con un corazón inmenso- pensando que alguien me pudiera hacer algo malo, para evitarlo. Y ese miedo nos acecha a todos; llaves, candados, cerrojos, trancas. Un negocio que no para, es el de las alarmas y similares. Es cierto que siempre hay peligro. Y que hemos pasado de tener las puertas abiertas a cerrarlas con mil cerrojos por miedo. Es una realidad: hay atracos, robos,.. pero cuanto más psicosis vivamos, más lo fomentamos. Pienso que hay un remedio. La solución es no tener cosas de valor especial. Por mucho que se lleven de mi casa, voy a poder seguir viviendo muy bien. Porque ¡con tan poco se puede vivir! Más miedo me da lo que me puedan quitar los negocios, los impuestos, las tasas… Si abrimos las puertas, puede ser un camino para abrir el corazón y entendernos. Y un cura degollado, es muy doloroso pero entre tantos millones muriendo de hambre, nos crea conciencia de odio a superar. Puede ser por razones políticas. Quizás religiosas. Igual podemos dialogar, crear ambiente de acogida, amistad. Más que cerrojos y llaves, se trata de abrir la puerta de la comprensión. Ante un peligro, se puede dar la postura de la defensa, la protección, el ataque. Jesús nos da una actitud más radical: amad a los que os odian y haced el bien a los que os perjudican. Ya sé que es muy sencillo decirlo y muy radical el hacerlo, pero la postura clara es cargar la máquina de vapor del mundo con amor, comprensión, cariño, perdón, ayuda. Un reto tremendo que nos puede llevar a purificar nuestra fe en Jesús. Veo un signo de esperanza cuando los musulmanes participan este domingo en las eucaristías cristianas. Mis dos mejores amigos son dos musulmanes pakistaníes que vivieron tres años en mi casa. Me llaman “padre” y me lo demuestran. Me decía un joven que vivía en mi casa, con un historial curioso: “sería tonto si te hiciese algo malo cuando me acoges, ¿A dónde voy a ir?” Es un tema delicado. Pero me gustaría que el miedo no superase al corazón y la acogida. Así ha definido el Papa Francisco a la persecución de los cristianos ante la delegación de la Conferencia de Secretarios de la World Christian Communions, el pasado miércoles 12 de octubre: ecumenismo de sangre, una tragedia que no es noticia para la mayoría de la sociedad de nuestro Primer Mundo, y eso que somos muchos los que todavía nos profesamos como seguidores de Cristo.
¿Por qué suman más mártires de la fe en el siglo XX que en los anteriores diecinueve siglos juntos? El 65% de todos los mártires cristianos en la historia fueron asesinados en el siglo XX. Ante esta realidad, cuatro grandes razones destacan para entender esta persecución que no tiene visos de mermar en el siglo actual. 1 El cristianismo se expande con fuerza en países pauperizados y conflictivos tal y como nos enseñó Cristo, que mostraba preferencia por los más desvalidos. Países mal gobernados e inestables en los que prima la violencia y cualquier irrupción novedosa que amenace el status quo es vista como un enemigo al que hay que perseguir sin compasión. Comunismos y otras dictaduras de diferente signo y poder convertidos en los lugares más peligrosos del mundo. 2 La demás religiones, especialmente el islamismo, que es causa directa de persecución a los cristianos en 41 de los países de los 50 países más perseguidores de los cristianos. 3 A veces se mezcla lo anterior con visualizar al cristianismo como un ariete de Occidente en clave de choque de civilizaciones que produce un odio aglutinador percibiendo a la religión cristiana como agresión en lugar de liberación. 4 Las grandes mafias internacionales que no permiten que una religión liberadora como la cristiana, prenda en sus conductas y altere con su denuncia profética el mundo de los negocios corruptos a escala estatal e internacional. Mafias que suelen vivir al amparo de países occidentales con democracias asentadas que tienen intereses estratégicos en el Tercer Mundo ignorando los derechos humanos en la práctica. Actualmente, hay más de 150 millones de cristianos perseguidos en el mundo. A la cabeza de los países perseguidores se encuentra Corea del Norte el único del mundo en el que hay “persecución religiosa absoluta”. Inmediatamente después de Corea del Norte, ocupa el segundo lugar de los países con persecución extrema Arabia Saudita, cuyos mandamases son viejos amigos del Reino de España; Afganistán, Irak, Somalia, las Islas Maldivas, Malí, Irán, Yemen, Eritrea y Siria. Después aparecen India, China, México, Bután, Colombia, la antigua Birmania… Pero son muchos más países donde ser cristiano es incómodo y hasta peligroso (Brasil, los países del Magreb y centro África, y algunos países centro y sur americanos, etc. Estamos ante uno de los Derechos Humanos reconocidos por la mayoría de la comunidad internacional, la libertad religiosa, que no está siendo respetada. Merece la pena una reflexión pero alejados de cualquier tentación maniqueísta. Tras su renuncia en febrero de 2013, Benedicto XVI aseguró que viviría "apartado del mundo" y en muy pocas ocasiones ha roto su silencio, pero en los últimos días se han conocido dos libros-entrevista en los que por primera vez el Papa emérito confiesa ampliamente los detalles de su decisión.
Uno de ellos es, en versión italiana, "Ultime conversazioni" ("Últimas conversaciones"), a la venta mañana a nivel mundial y escrito por el periodista alemán y biógrafo del Papa emérito, Peter Sewald, quien ya ha publicado otras tres conversaciones con Joseph Ratzinger, dos cuando era cardenal y otra cuando era Papa. En esta ocasión, el Papa emérito reflexiona sobre sus ocho años de pontificado, sobre cómo va aceptando la muerte, sobre sus pensamientos sobre el Papa Francisco, o el contexto en el que presentó su renuncia como sucesor de Pedro, según algunos extractos publicados hoy por el diario italiano "Corriere della Sera". "El texto de la renuncia lo escribí yo. No puedo decir con precisión cuándo, pero como máximo dos semanas antes. Lo escribí en latín porque una cosa tan importante se hace en latín", reconoce. En 2013, Benedicto XVI sorprendió al mundo y a la Iglesia Católica al anunciar su renuncia al Papado, algo que no ocurría desde Celestino V en 1294. Su decisión fue una acción serena y meditada, libre de presiones y fruto de un "estado de ánimo pacífico" que le permitió "pasar tranquilamente el timón" a su sucesor. "No se trató de una retirada bajo presión de los acontecimientos o de una huida por la incapacidad de hacerlos frente", confiesa. Tampoco consecuencia de una desilusión o a algún tipo de coacción: "No lo habría permitido", ni "hubiera renunciado" al pontificado si hubiera estado "bajo presión", insiste. En otro de los capítulos, recuerda sus años al frente de la Iglesia Católica y hace autocrítica al admitir que una de sus debilidades fue "la poca determinación" que tuvo en algunas ocasiones a la hora de "gobernar y tomar decisiones". Sin embargo, aunque acepta que "el gobierno práctico" no es su "fuerte", no considera que su etapa al frente de la Iglesia católica sea "un fracaso", pues "durante ocho años" desempeñó una labor al servicio de esta institución. "Hubo momentos difíciles, basta pensar, por ejemplo, en el escándalo de la pederastia, el caso Williamson o incluso el escándalo del Vatileaks", cita. Benedicto XVI hace así memoria de polémicas como la que provocó el obispo británico Richard Williamson, quien en 2009 negó el Holocausto judío y la existencia de las cámaras de gas, lo que puso en pie de guerra a la comunidad judía internacional. Ese mismo año, Benedicto XVI levantó la excomunión que pesaba sobre Williamson desde 1988, sin conocer su negacionismo, una acción que causó notable revuelo internacional. El obispo había sido excomulgado por Juan Pablo II, después de ser ordenado por Marcel Lefebvre (el más destacado representante del tradicionalismo católico) sin mandato pontificio. También revive los escándalos de pederastia, de cuya existencia era consciente (días antes de ser elegido Papa denunció la "suciedad" y la "soberbia" de "entre los que por su sacerdocio deberían estar entregados al Redentor"), aunque nunca pensó que pudieran ser tantos. O nombra Vatileaks, el escándalo sobre la divulgación de la correspondencia privada de Ratzinger en 2010. Pero no solo hubo momentos arduos, sino que también enumera éxitos como la ruptura de un "lobby gay", formado por unas "cuatro, quizá cinco personas". A lo largo de sus francas confesiones dirige su mirada a Francisco para conceder que "no había pensado en él" para sucederle y que su elección fue "una gran sorpresa". De Jorge Bergoglio agradece las atenciones recibidas a lo largo de sus ya tres años como pontífice y admira, por ejemplo, que sea "un hombre de reforma práctica", con capacidad para "meter mano a las acciones de carácter organizativo". A sus 89 años -cumplirá 90 en abril-, Ratzinger se encuentra en una etapa de su vida en la que ya se prepara para la muerte, "teniéndola siempre presente" y consciente de que "toda la vida tiende al encuentro" con Dios. "Últimas conversaciones" no es el único libro-entrevista sobre Benedicto XVI que se conoce en las últimas semanas, pues el 30 de agosto salió a la venta "Servitore di Dio e dell'umanità" ("Servidor de Dios y de la humanidad"), del italiano Elio Guerriero. En este volumen, Ratzinger explica que la decisión de renunciar al Papado comenzó a asumirla tras su viaje a México y Cuba en marzo de 2012, donde comprobó "los límites" de su "resistencia física" y tomó conciencia de que no podría soportar un viaje a Brasil en verano de 2013 para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud. Y habla de Francisco, con quien reconoce que le une "un sentimiento de comunión profunda y de amistad". Estarás pensando que es un frase sacada de contexto y que suena fuerte así, tal cual, y más como título de un post… Déjame que te cuente que el contexto es aún mejor. La frase es de un trabajador social de una entidad cristiana. Se dirigía a un obispo. En un invierno frío. Gente en la calle. El ayuntamiento que no destina bastantes recursos para albergarlos porque quizás no los tiene o quizás los gasta en otros fastos. El obispo de la ciudad, preocupado, ha convocado a este agente de una entidad y le pregunta: “¿Qué estamos haciendo? ¿Qué más podemos hacer? Cuando hace tanto frío no puedo dormir porque no me quito de la cabeza a la gente de la calle”. Y este le responde: “Sabe lo que voy a hacer yo, pues voy rezar para que haga todavía más frío y que usted se joda y no pueda dormir y así Dios le siga manteniendo preocupado por la gente de la calle”. Este encontronazo con la realidad hizo saltar un resorte que movilizó recursos del obispado y la diócesis para dar soluciones de urgencia en un campaña de frío, y más adelante soluciones de fondo con programas a sin techo innovadores y creativos.
Recientemente el Servicio Jesuita a Migrantes ha presentado en diferentes ciudades de España su Informe CIES 2015. Tras la presentación en Valencia, una persona del público intervino indignada para mostrar su estupefacción: “¿Se sabe que hay menores en los CIES, mujeres víctimas de trata, refugiados a los que no se atiende… ¡Y NO PASA NADA!?” Y ahí es donde uno se dice: “bendita indignación”. Muchos/as la compartimos pero ¿qué más hace falta para que pasemos de la indignación y el “clicktivismo” a la acción? ¿Cuánto “frío” más?, ¿cuántas imágenes más de niños ateridos, aterrorizados por las bombas y el mar, famélicos, gaseados a las puertas de Europa necesitamos ver? ¿Qué tiene que pasar para que nos “jodamos” y que así, aunque sea por poder dormir, nos movilicemos? José Luis Pinilla habló en su intervención en Valencia de que su corazón vibraba y se estremecía pensando dónde estarán esos otros corazones que perdemos en las rutas migratorias, esos menores desaparecidos, traficados, esas personas que expulsamos de los CIES o que dejamos en libertad pasado un tiempo porque las “enCIErramos” a pesar de saber que eran inexpulsables… Reconozco que mi trabajo en el SJM me quita el sueño. Los rostros, las historias, las vidas rotas. A mí no me dijo nadie que rezaría para que me jodiera, pero el Señor me bendijo con una charla con Santiago Yerga, redactor del informe, que en un coloquio informal con Pinilla nos confesaba: “Gracias, José Luis, por haber puesto la nota sentimental al informe. Yo no puedo, me rompo porque sé las historias completas y conozco los nombres y los rostros de muchas de esas personas…”. Y añadió: “Uno de los testimonios se dice que está ahora desaparecida. Bueno, después apareció. Había sido captada por una red de trata. Intentamos ayudarla, pero la volvimos a perder”. Esa es la herida de la frontera de la que hablan los amigos del Servicio Jesuita a Refugiados. Así, querido lector/a, por mi parte rezaré por ti. ¡Ojalá que las imágenes de Aris Messinis(por ejemplo) te indignen, te revuelvan el estomago y no te dejen dormir! Y así nos encontremos en la noche incómoda del alma. Y juntos/as empecemos a construir desde la incidencia, la denuncia y la participación una Europa más justa. Como gritaba el poeta, “es tarde pero es nuestra hora”. Y es hora de tomar las calles, las redes y las instituciones. Es hora de exigirnos responsabilidades entre ciudadanos. Es la hora de que emerja una ciudadanía concienciada que marque el ritmo y el rumbo a la clase política, que parece que está tristemente más ensimismada en negociaciones y negocios internos que en el clamor de las calles. Es hora de ejercer la democracia (no tanto de hablar de ella o de reducirla a votar a cada rato), y de recuperar la responsabilidad compartida. Es tarde, “pero somos nosotros esa hora tardía”. Y perdona que insista. Dejemos de lamentarnos ya, y pasemos a la movilización, a la militancia en ONGs e instituciones que trabajan por una sociedad más justa. Los políticos no parecen interesados en hacerlo. Comencemos pues nosotros/as, tú y yo, y vayamos haciendo camino, porque es tarde “pero es madrugada si insistimos un poco”. En la página web de la Curia jesuita en Roma se ha seguido día a día el desarrollo de la 36 Congregación General. En ella se nos informaba la semana pasada que la Congregación , ejerciendo su derecho a cambiar el orden de proceder, había decidido retrasar unos días la elección para disponer de más tiempo para conocerse sus participantes.
Lo comentaba en uno de los videoclips con estas palabras el P. Arturo Sosa Abascal, que ahora ha sido elegido como como sucesor del P. Adolfo Nicolás. “Como ven ustedes, aquí tenemos todo un pluralismo cultural, están reunidos jesuitas de más de cien países, que traen todos unos bagajes culturales muy diversos. Pero hay una cultura común que todos comparten; el discerminiento aprendido en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio. Lo acabamos de poner en práctica al decidir el orden de proceder estos días y, fíjense qué interesante, lo pronto que alcanzamos unanimidad”. Hoy, al conocer la noticia de la elección, me apresuré a escuchar de nuevo el videoclip, que anticipaba, como guiño del Espíritu, el retrato de quien toma el testigo en la carrera postconciliar de relevos: de Arrupe a Kolvenbach y de Kolvenbach a Nicolás, inseparables mística y política, indisociables fe y justicia, hoy más que nunca cuando en la cultura común del discernimiento se abrazan Arturo y Francisco... Decididamente en Roma soplan vientos latinoamericanos. La Compañía de Jesús acaba de elegir a Arturo Marcelino Sosa Abascal, un venezolano de 68 años, abierto y comprometido, forjado al mismo tiempo en la lucha fronteriza a favor de los pobres, en importantes cargos de gobierno jesuíticos y con una profunda formación intelectual sobre todo en temas políticos y sociológicos.
¿A qué responde esta elección? Ayer mismo, durante una amigable comida, a la pregunta de Jesús Bastante, redactor-jefe de RD, sobre quién podría ser el futuro superior general, respondí sin dudarlo: Arturo Sosa. ¿Por qué? Muy sencillo: la Compañía, aparte de buscar un hombre de Dios con preparación y experiencia, no podía dejar de tener en cuenta de que a dos pasos de su Curia General gobierna un Papa latinoamericano y jesuita. Pero es que además esta elección representa un nuevo respaldo a la línea Arrupe y la misión por él inaugurada de unir fe y justicia, un binomio que se inscribe en el diálogo con el mundo de la Iglesia del Vaticano II para afrontar los desafíos de un futuro complicado. Luis Ugalde, SJ, otro politólogo muy influyente en Venezuela, ex provincial, ex rector de la Universidad, gran amigo de Sosa, --le conoce desde que este era un adolescente y congregante mariano--, que se encuentra estos días en Madrid, me confesaba hoy mismo: "Le he seguido paso a paso y puedo decir que es excepcional. Cuando era una muchacho le encargué que vendiera un libro, "Lo social y yo" de Carlos Giner y colocó muchos más de los que le había pedido. Dirigí su vocación y cuando entró en la Compañía, después estudiar en Roma teología y doctorarse en Ciencias Políticas, lo nombré director del Centro Gumilla. Antes durante el tiempo de "maestrillo" (docente antes de ordenarse sacerdote) no estuvo en colegios, sino en la creación de un Movimiento de Cooperativas de Ahorro y Crédito para Campesinos". En el Centro Gumilla de los jesuitas, dedicado a investigación y la acción social contra la exclusión, dirigió la revista Sic, un órgano de pensamiento muy prestigiado en Venezuela. Más tarde Ugalde apoyó su provincialato, llegando a ser el primer provincial nativo de la Compañía en su país. La amistad con Bergoglio procede de la Congregación General XXXIII, donde ambos coincidieron, y se ha consolidado con su último cargo de Delegado del General, una especie de superior de las casas interprovinciales de Roma. ¿Qué piensa social y políticamente el nuevo general? Sus conocimientos de profesor los ha contrastado en la frontera de los más postergados y pobres. Jesús Rodríguez Villarroel, Txuo para los amigos, es un joven jesuita venezolano que concluye en España sus estudios en Cooperación Internacional trabajando al mismo tiempo en Entreculturas: "Estuve con él ocho años en la RAIF, una labor conjunta entre venezolanos y colombianos en la frontera, una zona difícil, calificada de Tierra de Misión. Él era rector de nuestra Universidad de Táchiara y superior de nuestra comunidad. Nos animaba con una apertura increíble y mucha fe en las personas. Cree en la gente, incluso aunque le falle, escucha mucho, es cercano. Como el Papa no tiene miedo a abrazar y besar. Cree también en los laicos, las redes, y es muy chistoso. Para los jesuitas venezolanos ha sido siempre un referente. Goza de buena salud, aunque a veces se queja de ciática. Será un gran general y nos durará". Respecto a sus ideas políticas hay constancia en vídeos, sobre todo uno de una conferencia pronunciada en Medellín (Colombia). Ahí se pronuncia como antichavista, aunque algunos le acusan de haber pronunciado estas críticas fuera del país y haber guardado silencio dentro. Luis Ugalde, gran conocedor de la situación y también muy crítico de la misma, afirma: "Al principio la situación era tan mala que nosotros teníamos cierta esperanza en la llegada de Chaves, pero sin tomar partido. Recuerdo que Arturo y yo fuimos a verle para presentarle un diagnóstico de lo que nosotros pensábamos sobre las carencias de Venezuela. Nada resultó de aquella entrevista. Vimos enseguida lo obvio: que estábamos en manos de un militar". En la actual Venezuela de Maduro, aunque no tenga ni por asomo esa intencionalidad, se puede tachar la elección de un golpe contra el régimen y a favor de la oposición. Sobre todo porque cae sobre mojado, ya que la erección al cardenalato de Baltazar Porras, muy crítico con el Gobierno, ha sentado como un jarro de agua fría en las altas esferas. Sin embargo Rodríguez Villarroel piensa que "puede ser un puente, un llamado para los venezolanos y gran asesor en este tema para el Papa". De apariencia informal, Ugalde recuerda que cuando el padre Kolvenbach hizo una visita a Venezuela y él le encargó de las relaciones con la Prensa, sus padres tuvieron que buscarle rápidamente un traje, pues no tenía ni uno decente. Desde muy joven luce bigote, ahora cano, sobre un rostro sonrosado y cordial. ¿Se lo afeitará el que a partir de ahora, según el tópico popular ahora es "papa negro"? Txuo y otros amigos aseguran que no, que es parte de su personalidad, por otra parte no carente de carácter. Por último algunas curiosas anécdotas sobre sus raíces. Su abuelo materno era español, santanderino por más señas, y sastre de profesión. Vivió 104 años, y era muy cordial y tan aficionado a los toros que procuraba no perderse las corridas de San Isidro en Madrid, hasta el extremo que llegó a sentarse en el tendido con más de cien años. Su padre, Arturo Sosa, llegó a ser ministro del Gobierno venezolano, y su madre, de 90 años aún vive. En una palabra, a Adolfo Nicolás sucede una figura según el corazón del papa Francisco, que revela la importancia de América Latina en la Iglesia actual, la teología en favor de los pobres, los emigrantes, los últimos, y la vigencia del Vaticano II y del padre Pedro Arrupe, ese gran testigo del siglo XX que fue además, como se está comprobando, aunque incomprendido en su tiempo, profeta del XXI. Las mujeres, no solo las feministas, se preguntan por qué en la Iglesia católica las mujeres no forman parte de la jerarquía (diaconado, presbiterado, episcopado), cuando en la Iglesia Luterana y en la Iglesia Anglicana hay pastoras ordenadas y obispas.
El argumento que se suele dar en contra del ministerio femenino es que Jesús eligió 12 apóstoles varones. En este sentido tanto Pablo VI como Juan Pablo II cerraron la puerta al ministerio femenino en la Iglesia católica. Pero estas decisiones papales no son infalibles y los argumentos que aducen son más sociológicos y anatómicos que teológicos. El patriarcalismo dominante en Israel impedía que Jesús hubiera nombrado a mujeres entre los 12 apóstoles que representaban a las 12 tribus de Israel. Por otra parte Jesús no quiso establecer una nueva sociedad religiosa sino inspirar un camino evangélico que con el tiempo se tenía que estructurar a la luz del Espíritu. Además, Jesús, en contra de la costumbre de su tiempo, habla con mujeres, las sana y perdona y las admite en su grupo de discípulos. Jesús resucitado se aparece a las mujeres antes que a los apóstoles y María Magdalena es considerada la apóstol de los apóstoles. En Pentecostés el Espíritu desciende sobre hombres y mujeres. En las comunidades fundadas por Pablo aparecen mujeres en cargos importantes de gobierno: Febe, Junia, Prisca, María, Trifena, Trifonia, Pérside, etc. Teológicamente hablando tanto el varón como la mujer son imagen de Dios. Lo que sucedió es que las estructuras patriarcales greco-romanas, los prejuicios acerca de la inferioridad de las mujeres, el ansia de poder patriarcal… excluyeron a las mujeres de los ministerios. Las razones de tal exclusión son sociológicas, no teológicas y nacen de una lectura literalista y fundamentalista de la Escritura y del ansia de poder. El 12 de mayo último, en una reunión del Papa Francisco con la Unión de Superioras Generales, una de ellas preguntó qué impide que la Iglesia ordene diaconisas como sucedió en la Iglesia primitiva, puesto que las mujeres trabajan en la Iglesia, enseñan, acompañan a enfermos y pobres, presiden la liturgia en ausencia del sacerdote… El Papa ante este cuestionamiento ha nombrado una comisión de expertos y expertas para estudiar el diaconado femenino y su presencia en la Iglesia primitiva. Se abre pues una puerta al ministerio femenino, una puerta que hasta ahora parecía definitivamente cerrada. Confiamos que esta apertura pueda conducir a los demás ministerios femeninos en la Iglesia. Esto nos daría una imagen de Iglesia jerárquica menos hierática y poderosa, más humana y tierna, más alegre y sencilla, más cercana al pueblo y a los pobres. Una comunidad se recrea cada día en la mesa de la vida, del compartir, de la intimidad, de sentirnos unidos por el anhelo renovado de una auténtica fraternidad y amistad.
La comunidad nace de una llamada que se escucha desde distintas realidades existenciales, que se nos comunica por medio de otros, que se metaboliza y discierne en lo hondo de nosotros mismos. La comunidad convoca a la oración del corazón misericordioso, en el que resuenan las súplicas, las alegrías, las lágrimas y las esperanzas de la humanidad, de nuestro mundo. La comunidad es garantía de la presencia de la Divinidad, por medio del otro que camina a mi lado en cualquier circunstancia, que sé que nunca me faltará cuando le necesite. Una comunidad verdadera practica el don del perdón liberador, de la revisión fraterna comprensiva, de la autocrítica compasiva y favorece el crecimiento personal de todos sus miembros. La comunidad nos ayuda a humanizarnos (y, por lo tanto, a divinizarnos), cuando contemplamos la injusticia, el desprecio, el abuso y nos comprometemos a combatirlos, pues no podemos permanecer indiferentes ante los atropellos hacia los más débiles. La comunidad es un espacio para el encuentro gozoso de unos con otros. Para el encuentro con el otro, que en su diferencia me enriquece, me ayuda a crecer y me invita con cariño a salir de mi comodidad. La comunidad es el lugar donde se experimenta la gratuidad, la donación desinteresada al otro, como semilla y signo de una nueva sociedad, donde se da el testimonio de que es más importante lo que se es y se ofrece que lo que se tiene. La comunidad nos ayuda a valorar lo que de verdad es lo más importante, lo que tiene más interés y trascendencia, el tesoro más valioso, el gozo de estar unidos compartiéndolo todo. La comunidad suaviza y hace llevadera la cruz de cada día, aceptando el carácter propio del otro, ayudándole en sus necesidades, practicando la humildad, dejándose guiar y transformar... La comunidad es un don y un quehacer diario, que hay que regar, abonar y cuidar para que crezca, se fortalezca, dé frutos y adquiera así su máxima plenitud. La comunidad es siempre deudora de otras personas que la precedieron y que nos han ofrecido su ejemplo de vida; de otras realidades que se han vivido en común; de experiencias históricas que la ayudan a caminar hacia lo que está llamada a ser. La comunidad es una escuela de mística, de espiritualidad encarnada, de trascendencia, vislumbrando e intentando hacer realidad la utopía, ese otro mundo posible y necesario, que hoy no es todavía, pero que puede ser si nos empeñamos con esfuerzo, constancia y esperanza. La comunidad nos enseña a vivir con la mayor naturalidad, sin doblez ni fingimiento, con sinceridad y alegría, tomando con humor nuestra propia vulnerabilidad, nuestros defectos, y con paciencia nuestros avances y retrocesos. Es el templo donde se celebra la vida con sus gozos, esperanzas y tristezas. La comunidad ayuda a vivirlo todo con sencillez, compartiendo lo que se es y lo que se tiene, para que otros puedan vivir con dignidad, teniendo las puertas de la casa y de cada corazón abiertas. Una comunidad es cristiana cuando sigue a Jesús de Nazaret, intentando vivir con sus mismos sentimientos, para buscar de su mano una plena humanización y la unión íntima con el Misterio de la Divinidad, el Amor que habita dentro de nosotros, en cada ser humano y en todo el universo. Así Jesús se convierte en modelo y paradigma de una nueva humanidad. En una comunidad cristiana se intentan vivir las bienaventuranzas, lo contracultural, lo alternativo de la buena noticia de Jesús, en la realidad concreta de nuestro mundo. Por eso nunca podrá ser conservadora, sino abierta, liberadora, en progreso continuo, renovada y comprometida desde las fronteras existenciales de los empobrecidos y excluidos. Solo así se disfrutará de la alegría, la paz y la felicidad verdaderas. La comunidad que se esfuerza y desea vivir de forma integral su fe y su vida, es un nuevo sacramento que "contiene, visualiza y comunica otra realidad diferente a ella, pero presente en ella... una grieta por la que penetra una luz superior que ilumina las cosas, las hace transparentes y diáfanas". |
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