Por favor, únanse a mí en dos minutos de silencio comunitario. Gracias. Buenas tardes. Estoy encantada de estar con ustedes finalmente para esta conferencia. Mis más sinceras gracias a Juan José Tamayo y a Margarita Pintos por invitarme y organizar un tiempo delicioso en Madrid. Me sentí honrada de haber sido invitada en varios años, pero un compromiso con una conferencia de mujeres todos los años en esta fecha me impidió decir que sí. Estoy agradecida de estar aquí ahora. Me disculpo por mis errores en español, pero sé que el mal español es preferible al perfecto inglés.
Este fin de semana he aprendido mucho sobre las muchas formas en que la espiritualidad y la justicia se superponen. Mi contribución es mirar "El poder del silencio en el trabajo de la justicia". Esta apreciación de la contemplación es un elemento esencial para hacer un cambio social. Lo hago desde una perspectiva feminista basada en la tradición católica y profundamente endeudada con otras formas de espiritualidad. Comienzo con mi contexto, a saber, la comunidad progresista de los Estados Unidos. Luego, hablaré sobre la importancia de la meditación / contemplación en términos sociales amplios, ofreceré ejemplos contemporáneos de cómo funciona, y concluiré con el papel de la oración contemplativa en el sostenimiento de las energías. Contexto: Vengo desde los Estados Unidos, donde nos vemos envueltos en una situación política escandalosa y peligrosa. Se ve empeorado por la avaricia, la discriminación, la xenophobia, y el desprecio por el medio ambiente. El final de la administración Trump no puede llegar lo suficientemente pronto para el bien del mundo. Mientras tanto, yo, como muchos estadounidenses, me opongo a las políticas de "Hacer que Estados Unidos sea grandioso de nuevo" ("Make America Great Again") con cada fibra de nuestro ser. Las próximas elecciones son cruciales para cambiar el rumbo desastroso en el que nos encontramos. Las personas ricas y poderosas ganan exponencialmente más, mientras que los inmigrantes adultos en un país de inmigrantes son arrancados de sus hijos y los ciudadanos pobres no tienen cuidado de la salud, la educación y los empleos que merecen. Lo más difícil para mí es saber que un gran porcentaje de la población, lo suficiente para elegirlo, está de acuerdo con los métodos de Trump. Cambiar esas actitudes es crucial para hacer un cambio social. Entonces, la meditación, que algunos creen que puede transformar los campos de energía, es una herramienta bienvenida, aunque de ninguna manera sustituye el trabajo duro de organizar, lobby, registrar votantes y el resto necesario para detener la marea. También vengo del extremo progresivo del espectro religioso enraizado en la tradición católica. Como feminista, hace tiempo que rechazo lo que Elisabeth Schüssler Fiorenza útilmente ha definido como la iglesia 'kyriarchal'. 'Kyriarchy' son las formas de opresión inter-estructuradas que crean las condiciones para la injusticia. La Iglesia católica institucional es una que literalmente "señorea" al clero sobre los laicos, a los hombres sobre las mujeres, a los religiosos sobre los seculares. Las feministas en la religión se han adscrito a este análisis durante décadas, creando abundante investigación y recursos para superarlo. El resto del mundo nos está mostrando ahora que la institución católica se encuentra en el descrédito global y pronto en la ruina financiera. Informes recientes sobre la conducta criminal del clero católico y su encubrimiento por parte de funcionarios de la iglesia en los más altos niveles marcan el final de la Iglesia Católica Romana tal como la conocíamos en los Estados Unidos y tal vez en el resto del mundo. Los católicos representan el 20% de la población de EE. UU., 51 millones de adultos en los EE. UU., aproximadamente 3 millones menos que en 2007. El porcentaje de católicos que asiste a misa semanal cayó un 6% del 2014 al 2017 con cifras actuales muy por debajo del 40%. Somos muy similares a muchos países europeos como España y la antigua Irlanda católica. Los católicos de EE. UU. están disgustados y desmoralizados por un reciente informe del gran jurado que documentó más de 1.000 niños violados y abusados por más de 300 sacerdotes en un solo estado con 49 estados más donde se deben realizar investigaciones similares. Los funcionarios legales aseguran que las cifras reales de víctimas / sobrevivientes son mucho más altas de lo que se informa. El informe reveló que los obispos reasignaban rutinariamente al clero criminal en lugar de prohibirles el ministerio. Este es un problema nacional ya que los sacerdotes se mueven como si se tratara de un tablero de ajedrez gigante de una parroquia a otra dentro de una diócesis o de una diócesis a otra en todo el país. En el caso de Theodore McCarrick, cardenal arzobispo de Washington DC, el público se enteró de que algunos obispos son delincuentes. McCarrick es acusado creíblemente no solo de pedofilia, sino también de actos sexuales con personas a su servicio, a saber, seminaristas y sacerdotes. Si bien tales infracciones en el lugar de trabajo no siempre son criminales según la legislación de EE. UU., siempre están fuera de normas éticas. Parece que el sexo con el jefe era importante para avanzar en el sistema clerical. Esto arroja dudas sobre todos los clérigos de más alto nivel. ¿Obtuvieron sus trabajos debido a su competencia o debido al cumplimiento en un sistema despreciable? Tal vez el asunto más difícil en el caso de McCarrick ha sido la respuesta de los miembros del clero que "todos sabían". Si "todos sabían", ¿cómo llegó a ser cardenal, el jefe de una de las diócesis más prestigiosas, ¿cómo ganó la confianza del Papa y llegó a ser un portavoz clave contra el abuso sexual del clero? Las acusaciones del Arzobispo Carlo Maria Viganò, el ex Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, de que incluso el Papa Francisco era consciente de que un papa anterior había sancionado a McCarrick, agrega otra capa de engaño a toda esta repugnante escena. Obviamente, la mentira sistemática y la duplicidad caracterizan el "negocio de lo normal" ("business as usual") en la iglesia institucional católica. Esta es la norma en una estructura que otorga un poder desproporcionado al clero sobre los laicos. Es una cultura enfermiza de sexualidad reprimida y desinformada, un caso de kyriarchy escribe grande. Por estas y otras razones, creo que la institución católica ha seguido su curso. Pero los desafíos de la vida cotidiana: un niño se enferma, un padre muere, uno pierde su trabajo, una relación termina, continúa y la gente necesita recursos pastorales y espirituales para tratar con ellos. Millones de personas que solían ser católicas buscarán en otra parte en su búsqueda de ser religiosos. Por supuesto, algunos dejarán de lado la religión por completo, una opción comprensible. Pero debido a que tanto trabajo de justicia social es impulsado por una ética basada en la religión, me preocupa de dónde vendrá la motivación para que la gente se mantenga comprometida. Creo que es importante mantener los contornos de los valores construidos interreligiosamente. Algunos de nosotros traemos contenido cristiano, católico y liberacionista. Las feministas han sabido este problema por décadas: la misma tradición religiosa que nos dio nuestros valores más profundos era completamente insegura en forma institucional. Mientras que Jesús todavía podría tener alguna apelación, la institución nos repele. Un objetivo de la Convergencia Mujer-Iglesia, por ejemplo, no ha sido reformar o reestructurar la iglesia institucional, sino dejar que las necesidades del mundo, y no las fallas de la iglesia, establezcan nuestra agenda. Creo que esto es común en el mundo posmoderno donde las preocupaciones religiosas del pasado han sido reemplazadas por los problemas morales del futuro. Si eso es cierto, entonces nuestra audiencia es mucho más grande de lo que imaginamos. Es irónico en un momento en que una importante institución religiosa está en colapso y gran parte de sus enseñanzas y prácticas son recibidas con escepticismo y rechazo total, ¡y son los teóloga/os de la liberación y nuestra/os colegas quienes todavía están en pie! Durante mucho tiempo he predicho que los que fuimos vistos como herejes por papas y cardenales tendremos más probabilidades de ser juzgados por la historia como apologistas de los valores del Evangelio. Décadas de trabajo de grupos católicos como Dignity, Women-Church Convergence, comunidades eucarísticas intencionales y muchos de los grupos que patrocinan esta reunión para vivir una fe que hace justicia allanan el camino para nuevas modelos en la era posmoderna. Pero la pregunta para muchas personas es por dónde empezar. Propongo que el silencio contemplativo es un buen punto de partida. Escuchar las profundas agitaciones del universo no dará todas las respuestas. Pero el silencio contemplativo dará tiempo para que el Espíritu emerja en medio del estruendo de la injusticia. El peor resultado posible de la debacle política de los EE. UU. sería olvidar nuestra historia como un experimento en democracia y un refugio para aquellos que huyen de la persecución. Del mismo modo, el peor resultado de la desaparición de la institución católica sería que la gente dejara de lado el poderoso mensaje de amor y justicia de la tradición, para confundir esos conceptos básicos con una institución que ha demostrado ser incapaz de llevar la carga del Evangelio. El silencio hace espacio para que todo eso surja. Título: El título de mi conferencia, "El poder del silencio en el trabajo de la justicia" está inspirado en la gran ética feminista Beverly Wildung Harrison. Publicó Nuestro derecho a elegir: hacia una nueva ética del aborto en 1984, que sigue siendo el tratamiento feminista cristiano definitivo del aborto. Mi título es un riff sobre la conferencia / artículo que dio titulado "El poder de la ira en el trabajo del amor." Como defensora de la justicia social presbiteriana desde hace mucho tiempo, especialmente para las mujeres, escribió: "Mi método teológico está en consonancia con esas otras teologías de la liberación que afirman que lo que es auténtico en la historia de la fe surge únicamente del crisol de la lucha humana ... debemos aprender lo que debemos saber sobre el amor de la inmersión en la lucha por la justicia." (p. 8) "La ira no es la opuesto al amor Se entiende mejor como una señal de sentimiento de que no todo está bien en nuestra relación con otras personas o grupos o con el mundo que nos rodea. La ira es un modo de conexión con los demás y siempre es una forma vívida de cuidado ... Donde la ira se eleva, allí está presente la energía para actuar "(p. 14). De forma paralela, afirmo que el silencio no es lo opuesto a la acción o las palabras. Más bien, entrar en silencio es entrar más profundamente, indefenso en las realidades del mundo. No se trata de aislarse de las luchas del mundo, sino de abrazarlas al nivel más profundo incluso cuando el abrazo ocasiona desesperación, incluso cuando las soluciones humanas parecen imposibles. El silencio no es para los tímidos. No es un aliado de la inacción. El silencio es una fuente de poder, perspicacia y perspectiva. El silencio afina y mejora las ideas; ayuda a hacer que el Espíritu y no el Ego sean primarios. El silencio no es fácil. Pero es esencial para el proceso de hacer justicia en la medida en que brinda al buscador de justicia un ancla confiable, algo de protección en las aguas agitadas de la vida cotidiana. La filósofa mística del siglo XII Hildegarda de Bingen lo expresó de esta manera: "No está lejos de las orillas del silencio hasta los límites del habla. El camino no es largo, pero el camino es profundo. No solo debes caminar allí, debes estar preparado para saltar." Con Hildegarda, afirmo esta conexión íntima entre el silencio y el habla y nos urge a dar un salto juntos. Tomemos otros dos minutos para saltar al silencio comunitario antes de continuar. Gracias.
Nada de esto es trivial para quienes trabajan en el cambio social. Conocemos el estrés de dictadores opuestos, autócratas, racistas e incluso jerarcas eclesiásticos. Aun así, soy profundamente escéptica de la comercialización de la espiritualidad. Encuentro pernicioso que proveedores poco escrupulosos de soluciones espirituales vendan virtualmente cualquier cosa a personas que buscan significado y valor. Creo que las personas que buscan son particularmente susceptibles a esos vendedores ambulantes. El silencio no está a la venta. Lo que está ampliamente disponible es la persistente sabiduría religiosa sobre la contemplación que me lleva a definirla como "la parte más profunda de mí tocando en la parte más profunda de la creación y la parte más profunda de la creación tocando en lo más profundo de mí." Aprendo de los hindúes y budistas, por no mencionar los primeros contemplativos cristianos de los Padres del Desierto a Mechtild de Magdeburgo, Juliana de Norwich e Hildegarda de Bingen. A la luz de nuestra emergencia ecológica planetaria, el mío es un enfoque práctico que refleja tantos otros esfuerzos religiosos y refracta como un prisma la razón concreta y decidida para unir nuestras energías en la contemplación comunitaria con la expectativa razonable de que cambiará las cosas.
Uno puede cansarse de la propia tradición y perder su riqueza. No se me hubiera ocurrido ir a un retiro jesuita por 30 días de silencio y reflexión sobre las Escrituras cristianas. Pero estaba cautivado por el enfoque budista. Al final de mi estadía en las montañas, fui menos crítica con mi tradición de origen, al darme cuenta de que algunas personas obtienen de ella lo que yo no hago por razones de teo-política: es difícil orar con personas que actúan como si tú no son dignos Pero pude ver las conexiones profundas donde todos vivimos. Me di cuenta de que cómo llegamos allí, cómo encontramos nuestro camino hacia la conexión es menos importante que lo que hacemos fuera de las profundidades de lo común. Unos años más tarde, mi amiga Nancy Sylvester, miembro de las Hermanas, Siervas del Inmaculado Corazón de María, pronunció el discurso presidencial en la Conferencia de Líderes de Mujeres Religiosas titulada "Ariscar la Jornada Sagrada" (18 de agosto de 2000). Ella esbozó los muchos encuentros injustos y desagradables que las monjas norteamericanas habían tenido con el Vaticano en las últimas décadas y cómo las monjas intentaron, aunque en gran medida sin éxito, lidiar con ellas. Ella declaró: "Creo que estamos en un callejón sin salida y que nada menos que la contemplación que toca nuestro núcleo más profundo y despierta nuestra creatividad dada por Dios nos ayudará a imaginar nuevas formas de responder con amor. Y, eso debemos hacer individualmente y juntos." Nancy había llegado a su puesto de liderazgo en su propia comunidad religiosa después de años como lobbista y más tarde como directora de NETWORK Lobby for Catholic Social Justice (NETWORK Lobby para la Justicia Social Católica), fundado en 1971 por hermanas católicas progresistas. Ahora son mejor conocidos como las "Monjas en el autobús" que continúan el trabajo de sus perspicaces fundadores para llevar la doctrina social católica a las políticas del gobierno de EE. UU. La justicia económica, el antirracismo y similares están en su agenda. A medida que los años de Reagan daban paso a las Presidencias de Bush, Nancy y muchos otros se sentían en un callejón sin salida similar a los problemas sociales, como más tarde llegó a sentir en la iglesia. Ella comenzó a ofrecer talleres y enseñar a las personas los rudimentos de la práctica contemplativa como enraizados en el trabajo del cambio social. En el mismo discurso presidencial, ella explicó su experiencia con la que creo que muchos de nosotros podemos hacernos eco. Citó a otra mujer católica, Constance Fitzgerald, OCD, que describió los signos del callejón sin salida. Estos incluyen: "un desglose de la comunicación; la incapacidad de corregir una situación a pesar de los esfuerzos buenos y bien intencionados; la disminución de la esperanza; el aumento de la desilusión; y una obsesión con el problema." Nancy pasó a describir la opinión de Constance sobre "el significado espiritual de estas experiencias 'sin salida' y cómo el Espíritu Santo nos educa y transforma a través de lo que ella llama estas experiencias impasibles y no invitadas". Nancy dijo: "Dentro de este marco interpretativo, lo que se ve y se siente como desintegración y falta de sentido es, a un nivel de fe más profundo pero oculto, un proceso de purificación que conduce a una experiencia de resurrección. Abrazar el callejón sin salida o la noche oscura es liberar al Espíritu para empujarnos en la dirección de la intuición, la imaginación, la reflexión contemplativa y el discernimiento continuo." Confío en las percepciones de Nancy que vienen de largos años en luchas sociales. Nancy Sylvester fundó el Instituto para la Contemplación y el Diálogo Comunitario en 2002. Ahora, con quince años de experiencia en el trabajo, escribe: "Es en ese lugar de plenitud donde creo que debemos avanzar. La contemplación invita a una transformación de la conciencia que a su vez transforma la forma en que vivimos y actuamos. El mundo está hambriento de una nueva forma de ser que refleje valores profundamente más evangélicos." Cuando comencé a asistir a los fines de semana de Nancy Sylvester llamada "Engaging Impasse", fui una de los pocos participantes que no eran monjas. A veces me sentía como un aficionado en la oración, como a menudo cuando me uno a la oración con las comunidades de mujeres religiosas, practicantes budistas o judíos devotos. Parecen saber exactamente cómo hacerlo mientras yo flagelo y forcejeo espiritualmente al lado de ellos. ¿Ven mi insuficiencia? Cómo me siento halagador de que me presten atención, cuando en realidad lo único importante en la contemplación es que cada una tome su camino. Los budistas hablan sobre la mente de los monos, esa constante charla entre nuestros oídos que a veces nos lleva a escribir nuestras listas de compras y a pensar en lo que cocinaremos para la cena cuando se supone que debemos ocuparnos de la meditación. Algunos budistas dirán que no es mi culpa, sino la mente de mono de la persona que está a mi lado. De hecho, la mente del mono está por todas partes, y la persona calmada, centrada y recogida junto a ti también se esfuerza por enfocarte. Nancy cita evidencia científica y cosmologías cambiantes para afirmar que la contemplación comunitaria puede cambiar la conciencia. Nada menos que ese cambio, dice ella, será adecuado a la luz de la emergencia ecológica. Espero que ella esté bien. WATER, la Alianza de Mujeres para Teología, Ética y Ritual donde trabajo, ofrece meditación mensual tanto para las personas que vienen a la oficina como para quienes llaman por teléfono. Al principio, me reí de la idea de que la gente meditara por teléfono evocando vívidas imágenes de dibujos animados de la revista New Yorker. ¡Qué equivocada estaba! Resulta ser una forma maravillosa de meditar juntos en todo el país. Alguien ofrece de cinco a diez minutos de aporte, nos sentamos juntos durante veintidós minutos de silencio, y luego reflexionamos juntos sobre lo que hemos recogido. Por ejemplo, ofrecí una meditación sobre un arándano azul; cada uno comimos uno y lo saboreamos mientras lo reflejamos como un trampolín para nuestra contemplación. En otra ocasión, alguien ofreció un lienzo en blanco en el que fuimos invitados a esbozar nuestros sueños. Grabamos estos eventos para que pueda ir a nuestro sitio web y escuchar como una chispa para su propia meditación. Las personas que participan en esta práctica provienen de una amplia gama de puntos de partida. Curiosamente, Nancy invitó a la misma cantidad de hombres y mujeres religiosos a sus reuniones iniciales. Decenas de mujeres se inscribieron durante tres fines de semana de práctica, pero ninguno de los hombres invitados se comprometió a pasar el tiempo juntos para aprender. Los grupos de WATER son abiertos y acogedores; varios hombres han venido, pero la mayoría son mujeres que están profundamente comprometidas con el trabajo de justicia social. Una persona que falleció reciente fue una monja que era enfermera, especialista en lactancia y defensora de la justicia social de su comunidad. Otra es una maestra jubilada que pasa sus días como voluntaria en una despensa local de alimentos y que conduce a los inmigrantes a sus citas en el tribunal. Nuestros jóvenes pasantes son entusiastas participantes. Son graduados universitarios recientes que dan un año de servicio antes de embarcarse en más estudios y capacitación profesional. Siempre me sorprende cómo priorizan la contemplación en sus apretadas agendas, valorando la nueva práctica que aprenden y las conversaciones y relaciones intergeneracionales que se producen alrededor de nuestro círculo. Una de nuestras clientas habituales es una pastora jubilada que vive en una granja en Ohio. Otro es un poeta activista comprometido de Boston; uno tercero es un capellán de hospital de la ciudad de Nueva York. Compartimos el liderazgo: una persona se ofrece como voluntaria para brindar información cada mes. No hay un líder del grupo, aunque en WATER somos los convocantes. Estas formas feministas de dedicarse a la meditación contrastan fuertemente con lo que rechazo en la tradición patriarcal: el maestro de retiros, el gurú, el director, todos los cuales están en posiciones de poder. Por supuesto, tenemos experiencias diferentes, pero en la meditación las nuevas percepciones de una persona joven son tan bienvenidas como la sabiduría de un anciano. Noto un cambio real en nuestro tono e intensidad de conversación en el tiempo después de nuestra meditación. Todos estamos bastante relajados y enfocados. Inevitablemente volvemos a las apremiantes injusticias de nuestros días: estamos en Washington, DC, después de todo, un epicentro del poder mal usado. Pero la calidad de nuestra conversación después de la meditación es diferente a la anterior: más matizada, menos frenética, más abierta a ver una variedad de formas de avanzar. Es interesante que este enfoque de "Engaging Impasse" provenga de la profunda frustración de las monjas con sus relaciones con el Vaticano. En retrospectiva, las mujeres se adelantaron al resto de la iglesia al denunciar las injusticias de lo que ahora conocemos como una profunda podredumbre en el tejido del Vaticano. Cuando el Vaticano lanzó su Visita Apostólica a las comunidades religiosas activas de las mujeres estadounidenses (2008-2014) y su Evaluación Doctrinal de la Conferencia de Líderes de Mujeres Religiosas (2012-2014) las mujeres informaron que encontraron la oración contemplativa como un recurso poderoso para lidiar con el colosal diferencia de poder entre ellos y los hombres que fueron sus acusadores. En lugar de crear quietud o alentar la retirada en medio de una lucha seria, la práctica los fortaleció a ambos individualmente y como comunidades (también a través de las comunidades) por decir su verdad al poder que los oprimía. Irónicamente, los resultados de las dos investigaciones fueron mixtos: el Vaticano sigue implicando su visión insidiosa de que las mujeres no son capaces de determinar sus propias vidas aunque admiten las muchas contribuciones fuertes de las mujeres a la iglesia y al mundo. Pero las hermanas estuvieron de acuerdo en que lo más importante fue su mayor claridad sobre sus propios derechos y responsabilidades, su unidad como mujeres religiosas y su determinación de cumplir con sus compromisos con la justicia y la paz. Eso es más de lo que cualquiera hubiera esperado para entrar en la situación. ¡Estoy tentada de decir que los clérigos escaparon con sus vidas y su anatomía gracias a la oración contemplativa de las mujeres! Más importante aún, a medida que la implosión de la iglesia institucional se desarrolla ante nuestros ojos, las mujeres seguramente tenían razón en sus estrategias y tácticas.
He experimentado con el silencio contemplativo en la enseñanza y en otras situaciones de conferencias con resultados positivos. Los estudiantes me dicen que se sienten más dispuestos a escuchar, y sus colegas informan que el solo acto de tomarse el tiempo para meditar juntos dice algo acerca de nuestra humanidad compartida, especialmente sobre el amplio espectro de diferencias que vivimos. Hay nuevos esfuerzos para enseñar técnicas de meditación a los niños y a las niñas en la escuela. No hay datos buenos sobre lo útil que es, pero me puedo imaginar que los calma y los ayuda a lidiar con el estrés. Sorprendentemente, algunas escuelas están usando la meditación en lugar de la detención para lidiar con problemas de comportamiento. El estiramiento y el yoga pueden ayudarlos a recuperar la compostura y la disposición para aprender. No me sorprendió saber que los niños tailandeses que fueron rescatados de la cueva donde se quedaron atrapados fueron enseñados a meditar y se pensó que era parte de lo que los atravesó en su terrible experiencia. Por lo tanto, también podría salvarnos a medida que pasamos la vida tratando de lograr justicia. Aun así, no estoy segura de dos factores importantes. El primero es que el silencio, la oración, la contemplación pueden, si se usan mal, ser una trampa especialmente para las mujeres y otros que han sido marginados. Existe el riesgo de que las personas sean domesticadas y silenciadas, se distraigan de los problemas difíciles de la guerra, la injusticia económica, el desastre ecológico, la violencia machista y racista, el homo-odio que mata. ¿Por qué decir a las personas que han sido silenciadas por estructuras injustas que ingresen aún más profundamente en lo que podría ser su propia opresión? Necesitamos discutir esto para evitarlo. Lo segundo que me preocupa sobre el papel del silencio en el trabajo por la justicia social es el hecho de que las personas que más necesitan guardar silencio no lo guardan. Por el contrario, nunca he visto en la iglesia o en el estado a los que están en el poder demostrando su compromiso con la contemplación como una forma de abordar los callejones sin salida que crean. Entonces puede haber una cierta ingenuidad en el proceso contra la cual hay que protegerse. A pesar de esas y otras incertidumbres, cuando pienso en las luchas en las que estamos comprometidos: inmigrantes y refugiados en todo el mundo, estancamiento nuclear en la Península Coreana, brechas económicas que aumentan por hora, violencia y abuso contra mujeres y personas de color, el abyecto abandono de los niños y las niñas, y tantos que puedes nombrar aquí en España; es una letanía que trae lágrimas a los ojos. Pero una forma de hacer que nuestras energías colectivas influyan en la transformación de nuestro querido y asediado mundo, puede ser cerrar los ojos durante unos minutos, solo abrirlos de nuevo y ver de manera más clara y concreta cómo debemos trabajar juntos como nunca antes. ¡Ojalá que pase pronto! Concluyamos con dos minutos más de precioso silencio juntos. Gracias.
0 Comentarios
El episodio que nos narra hoy Mc no tiene localización precisa como casi siempre. Solo dice que vuelve del Tiro al lago de Galilea, pasando por Sidón, atravesando la Decápolis. Podemos suponer que estamos en la Decápolis, tierra de paganos. Si alguno intentara marcar un recorrido geográfico lógico de los itinerarios de Jesús en el evangelio de Marcos, se encontraría con un galimatías indescifrable. Para Marcos la geografía no tiene ninguna importancia. Coloca a Jesús en cada momento donde más le interesa teológicamente.
En el AT, los tiempos mesiánicos se anunciaron como salvación para los marginados, los pobres, los que no tenían valedor en este mundo injusto. Seguramente hemos entendido demasiado literalmente el anuncio hecho por los profetas de que, los sordos oirán, los mudos hablarán, los ciegos verán, los cojos saltarán... En realidad nunca se dice en toda la Biblia que el Mesías tuviera esa misión. También dicen los textos que nacerán fuentes en la estepa, que el león pacerá con el buey, que el niño cogerá la serpiente en la mano etc. y nadie espera que eso vaya a suceder en la realidad. Todo es signo del Reino, no el Reino. Para aquella cultura, el hecho de que una persona fuera sorda, o muda o ciega, no era un problema de salud sino un problema religioso. Esa carencia era signo de que Dios le había abandonado. Si Dios lo había abandonado, la institución religiosa estaba obligada a hacer lo mismo. Eran por tanto, marginados por la religión, que era la mayor desgracia que podía recaer sobre una persona. Jesús, con su actitud, manifiesta que Dios está más cerca de los marginados, de los que sufren. Al curar Jesús les está sacando de su marginación religiosa, demostrando que Dios no margina a nadie y que la religión no actúa en su nombre. El relato está plagado de simbolismos que hacen imposible interpretarlo como crónica de unos hechos. En el capítulo siguiente se narra la curación del ciego de Betsaida, utilizando el mismo cliché: Es presentado por otros, le piden que lo toque (le imponga las manos), lo separa de la multitud, hace un tocamiento con su saliva, y les manda que guarden silencio. En los profetas, la ceguera y la sordera son símbolos de resistencia a la palabra de Dios. En el evangelio son símbolos de la incomprensión y resistencia al mensaje de Jesús. Los discípulos de Jesús no comprenden el mensaje y por lo tanto, no pueden trasmitirlo. Sordo y mudo en el AT, era, simbólicamente, el que no quería escuchar la palabra de Dios, y por lo tanto, tampoco podía cumplirla o proclamarla. Si tenemos en cuenta que la religión judía está fundamentada en el cumplimiento de la Ley, descubriremos que, el que no puede oírla ni proclamarla, queda totalmente excluido. La imposición de manos era signo de la comunicación del Espíritu. La mirada al cielo era signo de relación íntima con Dios. Apartarlo de la gente era separarlo del mundo. El dedo hace referencia al dedo de Dios que actúa con fuerza. La saliva se consideraba como vehículo del Espíritu. Aparentemente Jesús actúa como cualquier sanador de la época. Pero los taumaturgos hacían sus curaciones con la máxima ostentación posible. Jesús quiere hacer ver a todos que su objetivo es muy distinto. Jesús nunca identifica el Reino de Dios con una supresión de las limitaciones. Las bienaventuranzas dejan claro que el Reino de Dios está abierto a todos, a pesar de las circunstancias personales. Él dice expresamente que el Reino de Dios está dentro de vosotros. El Reino de Dios es una actitud vital de cada persona. Es un descubrimiento de Dios en lo hondo del ser. Claro que una vez que la persona entra en esa dinámica, tiene que manifestarse después en la manera de actuar. La atención a los marginados no es el Reino de Dios, sino la manifestación de que está presente y visible a todo el que lo quiera ver. Si queremos llevar a los marginados el Reino de Dios, antes de haber entrado nosotros en él, caemos en la trampa de la programación. Mientras no cambiemos nosotros, por mucha atención que reciban los que sufren, no ha llegado el Reino de Dios, ni para nosotros ni para ellos. Para el mismo Jesús, desde una perspectiva del AT, la señal de que el Reino de Dios ha llegado es que los sordos oyen, los cojos andan, los ciegos ven, y los pobres son evangelizados. Aquí encontramos la clave de interpretación del relato. El Reino consiste en que los que excluimos dejemos de hacerlo, y los excluidos dejen de sentirse excluidos a pesar de sus limitaciones. El objetivo de Jesús no es erradicar la pobreza o la enfermedad, sino hacer ver que hay algo más importante que la salud y que la satisfacción de las necesidades más perentorias. Sacar al pobre de su pobreza no garantiza que lo hemos introducido en el Reino. Pero salir de nuestro egoísmo y preocuparnos por los pobres sí garantiza la presencia del Reino y puede hacer que el pobre descubra el Reino. No podemos pensar en un Reino de Dios puramente espiritual. Hemos dicho muchas veces que una relación auténtica con Dios es imposible al margen de una preocupación por los demás. Creer que podemos servir a Dios al margen de los demás es una ilusión. No hemos aprendido la lección, ni como individuos ni como iglesia. El ejemplo de Santiago, dentro de su simplicidad, es esclarecedor. ¿Quién de los aquí presentes aprecia más a un andrajoso que a un rico? ¿Qué sacerdote, incluyéndome a mí, trata mejor la los pobres que a los ricos? La conclusión es clara: el Reino de Dios aún no ha llegado a nosotros. El mensaje de Jesús tendría que operar en nosotros los mismos efectos que tuvieron su saliva y su dedo en el sordomudo. Escuchar es la clave para descubrir cuál debe ser mi trayectoria en la vida. La postura de cerrarse a la Palabra, es mucho más común de lo que solemos pensar. El miedo a equivocarnos nos paraliza. Un proverbio oriental dice: si te empeñas en cerrar la puerta a todos los errores, dejarás inevitablemente fuera la verdad. El episodio de hoy nos debe hacer reflexionar. Tenemos que abrirnos a la verdad y tratar de comunicarla a todos, llevándoles un poco de esperanza e ilusión. Jesús dijo en Jn 10, 9: “Yo soy la puerta, el que entre por mí quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos”. Pero, “puerta” se puede entender como el hueco que permite el acceso a una estancia o el elemento material que girando sobre unos goznes puede permitir o impedir el paso. El contexto de la cita deja claro que se trata de la apertura para entrar y salir. Pero por desgracia utilizamos a Jesús como el elemento giratorio que nosotros utilizamos para dejar entrar o para impedir el paso a la intimidad de Dios. Con mucha frecuencia, hemos cerrado la puerta y nos hemos guardado la llave. No nos salva escuchar la palabra de Dios, pero es el instrumento que nos permite descubrir dentro de nosotros la salvación. Las frutas defienden la vida que está latente en la semilla de dos maneras: rodeándola con gran cantidad de pulpa o con un caparazón duro que la aísla del entorno. En los dos casos, lo aparente, que es lo que parece importante, no es más que un medio para conservar la semilla hasta la primavera siguiente. Entonces la cáscara desaparecerá para germine la semilla. En el caso de la manzana o el melón, pudriéndose. En el caso de la almendra o la nuez, separándose las dos partes para dejar paso al germen. Meditación-contemplación La clave de toda vida espiritual es la apertura. Como una esponja debes dejarte empapar. Pero para ello, no tienes más remedio que exprimirte. Si te vacías de todo lo terreno que hay en ti, Lo divino que también está en ti, te inundará. En la medida que te vacíes te llenarás. La dificultad de curar a un sordo
Cuando llegamos al final del capítulo 7 del evangelio de Marcos, Jesús ha curado ya a muchos enfermos: un leproso, un paralítico, uno con la mano atrofiada, una mujer con flujo de sangre; ha resucitado a la hija de Jairo, y, en el episodio inmediatamente anterior (suprimido por la liturgia), ha curado a la hija de una mujer cananea. Ninguno de esos milagros le ha supuesto el menor esfuerzo. Bastó una palabra o el simple contacto con su persona o con su manto para que se produjese la curación. Ahora, al final del capítulo 7, la curación de un sordo le va a suponer un notable esfuerzo. El sordo, que además habla con dificultad (algunos dicen que los sordos no pueden hablar nada, pero prescindo de este problema), no viene por propia iniciativa, como el leproso o la hemorroisa. Lo traen algunos amigos o familiares, como al paralítico, y le piden a Jesús que le aplique la mano. Así ha curado a otros muchos enfermos. Jesús, en cambio, realiza un ritual tan complicado, tan cercano a la magia, que Mateo y Lucas prefirieron suprimir este relato. Conviene advertir cada una de las acciones que realiza Jesús: 1) toma al sordo de la mano; 2) lo aparta de la gente y se quedan a solas; 3) le mete los dedos en los oídos; 4) se escupe en sus dedos; 5) toca con la saliva la lengua del enfermo; 6) levanta la vista al cielo; 7) gime; 8) pronuncia una palabra, effatha (se discute si hebrea o aramea), misteriosa para el lector griego del evangelio. Desde el punto de vista de la medicina de la época, lo único justificado sería el uso de la saliva, a la que se concede un poder curativo. Las otras acciones, el gemido, la palabra en lengua extraña, nos recuerdan al mundo de la magia. Sin embargo, los espectadores no piensan que Jesús sea un mago. Se quedan estupefactos, pero no relacionan el milagro con la magia sino con la promesa hecha por Dios en el libro de Isaías, que leemos en la primera lectura: «Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo.» La curación demuestra que con Jesús ha comenzado la era mesiánica, la época de la salvación. La dificultad de curar a un ciego Si la selección de los textos litúrgicos hubiera estado bien hecha, dentro de dos o tres domingos habríamos leído un milagro parecido, de igual o mayor dificultad, y fundamental para entender el evangelio de hoy: la curación de un ciego. Como no se lee, recuerdo lo que cuenta Marcos en 8,22-26. Le presentan a Jesús un ciego y le piden que lo toque. Exactamente igual que ocurrió con el sordo. Jesús: 1) lo toma de la mano; 2) lo saca de la aldea; 3) le unta con saliva los ojos; 4) le aplica las manos; 5) le pregunta si ve algo; el ciego responde que ve a los hombres como árboles; 6) Jesús aplica de nuevo las manos a los ojos y se produce la curación total. Los relatos no coinciden al pie de la letra (aquí falta el gemido y la palabra en lengua extraña) pero se parecen mucho. No extraña que Mateo y Lucas supriman también este episodio. La sordera y ceguera de los discípulos ¿Por qué detalla Marcos la dificultad de curar a estos dos enfermos? La clave parece encontrarse en el relato inmediatamente anterior a la curación del ciego, cuando Jesús reprocha a los discípulos: «¿Tenéis la mente embotada? Tenéis ojos, ¿y no veis? Tenéis oídos, ¿y no oís?» (Mc 8,17-18). Ojos que no ven y oídos que no oyen. Ceguera y sordera de los discípulos, enmarcadas por las difíciles curaciones de un sordo y un ciego. Ambos relatos sugieren lo difícil que fue para Jesús conseguir que Pedro y los demás terminaran viendo y oyendo lo que él quería mostrarles y decirles. Pero lo consiguió, como veremos el domingo 30, cuando Jesús cure al ciego Bartimeo. 1ª lectura: Las maravillas de la época mesiánica (Isaías 35,4-7) Ha sido elegida por la promesa de que «los oídos de los sordos se abrirán», que se realiza en el milagro de Jesús. En realidad, el texto del libro de Isaías se centra en la situación de los judíos desterrados en Babilonia, sin esperanza de verse liberados. Y, aunque se diese esa liberación, tienen miedo de volver a Jerusalén. Se consideran una caravana de gente inútil: ciegos, sordos, cojos, mudos, que deben atravesar un desierto ardiente, sin una gota de agua y con guarida de chacales. El profeta los anima, asegurándoles que Dios los salvará y cambiará esa situación de forma maravillosa. Estas palabras terminaron convirtiéndose en una descripción ideal de la época del Mesías y fueron muy importantes para los primeros cristianos. 2ª lectura: Un milagro más difícil todavía (Carta de Santiago 2,1-5) Aunque sin relación con el evangelio, este texto puede leerse como una visión realista, nada milagrosa, de la época mesiánica. Aquí el pueblo de Dios no está formado por gente que se considera inútil y débil. Al contrario, está dividido entre personas con anillos de oro, elegantemente vestidas, y pobres con vestidos miserables. Y lo peor es que el presidente de la asamblea concede a los ricos el puesto de honor, mientras relega a segundo plano a los pobres. Como en el fastuoso funeral de Juan Pablo II, con tantas personalidades famosas en primer plano, mientras los fieles cristianos llenaban la plaza y la Via della Conciliazione. El nuevo milagro, la nueva época mesiánica, será cuando los cristianos seamos conscientes de que «Dios ha elegido a los pobres para hacerlos ricos en la fe». Reflexión final Tomado por sí solo, en el evangelio de hoy destaca la reacción final del público: «Todo lo ha hecho bien». Recuerda las palabras que pronunciará Pedro el día de Pentecostés, cuando dice que Jesús «pasó haciendo el bien». El público se fija en la promesa mesiánica; Pedro, en la bondad de Jesús. Ambos aspectos se complementan. Pero quien desea conocer el mensaje de Marcos no puede olvidar la relación de este milagro con la curación del ciego. Debe verse reflejado en esos discípulos con tantas dificultades para comprender a Jesús, pero que siguen caminando con él. La segunda lectura, en la situación actual de la Iglesia, cuando tantos escándalos parecen sumirla en un desierto sin futuro, supone una invitación a la esperanza. Pero el milagro será imposible mientras las personas que tienen mayor responsabilidad en la Iglesia sigan luchando por los primeros puestos, los anillos de oro y los capelos cardenalicios. En el breve evangelio de hoy se condensan varios aspectos que se nos ofrecen como luz para nuestro aquí y ahora:
- “Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón atravesando la Decápolis”: Encontramos a Jesús fuera de su país, atravesando tierra extranjera, un espacio habitado por paganos, por quienes no profesan la fe en el Dios de Israel. Jesús se hace cercano al diferente, a quien es rechazado por ser distinto, por no tener las mismas ideas, la misma religión, la misma cultura… Hoy, para encontrarnos con extranjeros, con extraños, no necesitamos salir del país. Acercarnos al diferente se nos hace posible en cada espacio público: autobús, trabajo, calle, bar… Jesús nos ofrece un modo claro de relación: encuentro, acogida, diálogo y curación. Rompe las fronteras y los prejuicios, se acerca y permite que se acerquen, ofreciendo en la relación lo mejor de sí mismo y lo mejor para la otra persona. - “Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar”: Nos dice el texto que la persona es sorda y con dificultades para hablar, pero no que esté incapacitada para ponerse por sí misma en movimiento. Por eso esta expresión es significativa. En ella se muestra el valor de la amistad, el poder y la fuerza del grupo o de la comunidad. ¡Cuánto nos necesitamos unos a los otros! ¡Cuánto bien nos podemos hacer los unos a los otros! Quienes presentan ante Jesús a este hombre con sordera aparecen de modo anónimo. No sabemos quiénes son, si son familiares o amigos, ni siquiera cuántos forman el grupo. Lo que podemos intuir es que estas personas buscan el mejor modo de ayudar a quien tiene dificultad y son capaces de organizarse para ello. No solicitan algo para sí mismos, sino el bien para quien está más herido por alguna causa. Cada uno de nosotros sabe cuál es su sordera, la que le incapacita para escuchar las palabras y la Palabra, la que le cierra a la realidad que le rodea. Aquello que le incapacita o bloquea. También cada uno de nosotros somos conscientes del bien que podemos hacer a quienes nos rodean a través de ese gesto o palabra oportuna, del acompañamiento personal o del abrazo en el momento preciso. Unas relaciones positivas requieren la capacidad para percibir y acoger cómo está el otro, pero también para dejarse ayudar y acompañar por los demás. Porque, a veces, uno mismo está tan bloqueado que no puede, por sí mismo, salir de la situación en la que se halla. Si el sordo fue presentado ante Jesús es porque también él se dejó presentar. - “Effetá (esto es “ábrete”)”: Es la única palabra que Jesús pronuncia en este episodio. Pero lo hace junto a numerosos gestos significativos: saca a la persona del entorno en el que se ha mantenido sorda y con dificultades para hablar apartándola un poco del grupo; le toca los oídos, la lengua… esas partes de su cuerpo donde se manifiesta el bloqueo; eleva sus ojos al cielo como expresión de oración, de conexión permanente con su Abba. El texto, con ello, nos hace fijarnos en la corporeidad de Jesús. Nos habla de sus manos, de sus dedos, saliva, ojos, respiración… todo su ser al servicio del bien. Sólo pronuncia una palabra y, sorprendentemente, no es “oye”, “escucha” o “habla”… Es “ábrete”. ¿A qué nos invita hoy Jesús a abrirnos? ¿Qué apertura necesitamos para salir de nuestras sorderas y enmudecimientos? - “Todo lo ha hecho bien”: Esta es la experiencia que Jesús nos ofrece. Al encontrarnos con Él su fuerza sanadora rompe nuestras ataduras y bloqueos. Así, como el hombre del evangelio, también nosotros experimentamos que se nos desata la lengua y podemos pronunciar nuestra propia palabra. Una palabra que se multiplica en el grupo. Todos, a pesar del deseo manifiesto de Jesús de que guarden silencio, no pueden dejar de proclamar que Jesús sana y libera, que todo lo hace bien. Una crisis de gran calado. El tsunami de la pederastia clerical está provocando una de las peores crisis de coherencia y de credibilidad en la Iglesia católica. Nos impactó el relato de los casos de Irlanda, Boston, Australia, Maciel y sus legionarios... Abusos en parroquias, en orfanatos, en campamentos, en centros de acogida de jóvenes maltratadas por la vida... El último bombazo, la publicación del informe judicial sobre las diócesis de Pensilvania (USA), con unos trescientos curas implicados: al parecer, conocido en el Vaticano desde 1963... Muchas personas se atreven a aventurar que se trata solamente de la punta del iceberg de una maldad mucho más extendida y crónica en la iglesia. Hay quienes sugieren que forma parte de una campaña contra la reforma del papa Bergoglio. Y no faltan quienes se consuelan con un simplón "esto pasa en las mejores familias"...
Como seres humanos y como creyentes en Jesús de Nazaret, sentimos una vergüenza y rabia e impotencia ante tantas víctimas inocentes, marcadas de por vida por Lobos con piel de pastor (J. I. Cortés. San Pablo. 2018)... Pero exigimos que se haga justicia -no canónica, sino civil, la de todos- y que de una vez y para siempre este tipo de crímenes no prescriban. También, que se apliquen las ineludibles reformas de gran calado. Eco universal. El impacto moral y el rechazo son justificados y generalizados. A nadie puede dejarnos indiferente el sufrimiento aterrador que se transmite en cualquiera de los relatos de cada una de las víctimas. (Suponen una auténtica tortura moral: ver C. Fallarás, ¿Cómo se atreve, Bergoglio? Público. 25.08.18). También parece general la exigencia de justicia para las víctimas: justicia que debe llevar consigo las penas correspondientes para los culpables; y también las medidas institucionales necesarias para castigar la complicidad de tantos jerarcas y reformar de raíz las causas de tales delitos. Una pequeña muestra del aluvión de artículos aparecidos en torno al tema, puede resultar suficientemente representativa: La iglesia fábrica de pederastas, La pederastia cáncer con metástasis, Guerra sucia en el Vaticano, La iglesia y el sexo, Pederastia y cosmética católicas, Bomba contra el celibato clerical... El tratamiento ha sido incorrecto. Y cómplice. Y hay que reconocerlo para no seguir repitiéndolo, por supuesto. Lejos de atacar estos crímenes, la postura jerárquica ha contribuido a encubrirlo. También, en cierto modo, a facilitarlo. De ahí que no sea suficiente pedir perdón y justicia para los abusadores: habría que ir a la raíz, a la estructura y organización que lo origina y encubre. El papa Francisco está repitiendo hasta la saciedad las palabras vergüenza, perdón, fracaso... También alude a esta necesidad de no quedarse en los casos aislados. Es suficiente apuntar unos leves rasgos para ver la incorrección y complicidad denunciada. a) Se ha desenfocado de raíz estos abusos, confinándolos al fuero interno de la conciencia (pecados de los que arrepentirse para ser perdonados) y hurtándolos del de la justicia. Son prioritariamente y antes que nada crímenes, delitos... b) Se ha dado prioridad al problema del culpable, del victimario, y de la institución frente a la atención y justicia para las víctimas. c) A la hora de afrontar el escándalo se han puesto en marcha unas medidas -unas pautas de actuación- no improvisadas sino perfectamente pensadas: una auténtica maquinaria de ocultación. Cambiar de destino, ordenar un retiro o unos ejercicios espirituales... d) Se repite un agravante repugnante y criminal: los entornos en que han sucedido muchos de estos abusos, han sido instituciones de acogida y atención a desvalidos, huérfanos, madres solteras... ¡Instituciones para proteger! ¡Terrible ironía! e) Se ha ocultado a la justicia civil, porque para los clérigos había (¿puede haber todavía?) otra justicia canónica: corporativa, parcial de raíz inevitablemente. Estos comportamientos repetidos hasta la saciedad remiten a un mal profundo. La raíz de esta maldad personal e institucional es antigua y compleja. La Iglesia católica mantiene una organización que cuenta con varios siglos a sus espaldas, y está muy interiorizada y asentada en demasiados cargos, monseñores, congregaciones, nunciaturas... Y, pretenciosamente, asentada en el Evangelio. Quiero destacar unas frases del papa Francisco en su reunión de hace unos meses con el episcopado chileno. "Hay una herida abierta, dolorosa, y hasta ahora ha sido tratada con una medicina que, lejos de curar, parece haberla ahondado más en su espesura y dolor. Los problemas que hoy se viven dentro de la comunidad eclesial no se solucionan solamente abordando los casos concretos y reduciéndolos a remoción de personas. Sería grave omisión de nuestra parte no ahondar en las raíces. Esa psicología de elite o elitista termina generando dinámicas de división, separación, círculos cerrados, que desembocan en espiritualidades narcisistas y autoritarias en las que, en lugar de evangelizar, lo importante es sentirse especial, diferente de los demás, dejando así en evidencia que ni Jesucristo ni los otros interesan verdaderamente. Mesianismos, elitismos, clericalismos, son todos sinónimos de perversión en el ser eclesial". Palabras duras, valientes y, pienso, clarividentes. Rotundamente claro: a) En la Iglesia católica está apareciendo un fenómeno que muestra y provoca al tiempo una profunda crisis, de coherencia y de credibilidad: la pederastia. b) No tendrá solución mientras no cambiemos de perspectiva: no son casos aislados; no se soluciona retirando o cambiando de destino a los culpables. c) Habría que acotar la raíz y atacarla: es un problema estructural. Algo más allá de la responsabilidad de personas concretas, aunque la incluya. Desde esta nueva perspectiva ¿dónde está el origen de estas perversiones personales y estructurales? ¿Es la iglesia refugio de pederastas? ¿Son los pederastas homosexuales a los que el ambiente de rechazo/persecución los ha llevado a un celibato que les permite vivir ocultos y ejercer unas relaciones que en otra situación serían chocantes? ¿Es, en definitiva, el celibato impuesto el causante? No solo él: forma parte de una estructura clerical mucho más amplia; es uno de sus pilares. Suprimir el celibato obligatorio no solucionaría por principio los vicios que entraña la estructura clerical. Estructura es todo un enmarañado conjunto de elementos, personales y organizativos, que se asientan y refuerzan entre sí; originan una forma de organizarse y funcionar los grupos sociales; en muchos aspectos determina la actuación personal, la condiciona y arrastra; aunque sin las personas no funcionaría. Y, en este caso, podríamos enunciar algunos de los elementos que integran esa estructura: a) Concentración del poder en manos del clericalato. Un poder, como todos, organizado de más a menos, jerarquizado. Unos lo tienen y otros no: división, contraposición clérigos/laicos. b) Un poder del que están excluidas las mujeres; por tanto, patriarcal, machista; y, en los casos y parcelas en que lo ejercen, siempre lo hacen con la supervisión de un varón. Exclusión práctica que, en ocasiones, suele ir acompañada de una valoración teórica. c) Se asciende en el escalafón de ese poder, se hace carrera, a través de dos mecanismos complementarios: la obediencia y/o la hipocresía. d) Una concepción y una práctica dualista y maniquea en aspectos tan decisivos de la vida humana como es la sexualidad. e) Una sobrevaloración del célibe por encima de quienes contraen matrimonio o ejercen su vida sexual. El célibe vive en un estado superior (estados de perfección), que le coloca como más perfecto y cercano a Dios que los no célibes, los laicos. f) Una imposición legal, el celibato obligatorio, como condición para pertenecer a ese colectivo de clérigos. g) Unas comunidades reducidas a lugares de culto y servicio religioso en torno al cura, sin voz ni voto en las decisiones básicas: convertidas en colectivos menores de edad... Denunciar una estructura no es lo mismo que generalizar su influencia ni su aceptación: gracias a Dios, no todos los clérigos viven y se identifican con esta estructura. Muchos, incluso, son ejemplos vivos de estar más allá y muy por encima de este esquema organizativo; es más, son críticos y constructores en el día a día de unas comunidades igualitarias y corresponsables. Como otros muchos creyentes. Pero esa estructura, tan compleja, marca profundamente la vida de la comunidad universal eclesial. Y gira toda ella en torno al cura; no en torno a cada comunidad de creyentes. Decía ya hace años Albert Rouet, obispo de Rouet: "Todo sistema cerrado, idealizado y sacralizado es un peligro. Cuando una institución, incluida la Iglesia, se fundamenta en una posición de derecho privado y se afirma en una posición de fuerza, las desviaciones financieras y sexuales llegan a ser posibles". Toda una expresión de clarividencia, aunque tristemente no sea mayoritaria. Y nos siguen persiguiendo múltiples preguntas. ¿Es que el celibato obligatorio del clero católico occidental produce en dosis mayores de lo normal desviaciones como la pederastia? ¿Es esa ley obligatoria el origen de estos delitos? ¿Desaparecerían estos abusos de menores si el celibato se convirtiera en optativo? Tal vez, contestar a estos interrogantes con un sí sin matices sea tan simple e inexacto como hacerlo con un no rotundo. El celibato impuesto colabora, facilita; pero es un factor importante en ese entramado que he tratado de desgranar. El estilo de vida del clérigo tiende a acentuar rasgos de separación, de relación con otras personas desde la figura que se desempeña y el poder que se ejerce. La dedicación exclusiva a las cosas de Dios (lo espiritual, lo sagrado) se convierte en gran medida en la apuesta por las cosas de la iglesia y del templo: ésa es la fidelidad fundamental. Así, quien debería ser el animador cercano de una comunidad de creyentes corre un tremendo riesgo de convertirse en el ejecutor del poder de una institución autoritaria, doctrinal, conservadora y altamente jerarquizada. Todo ello confiere un hábito de poder y superioridad difícilmente superable: situación de privilegio facilitadora de abusos. Evidentemente, lo dicho no ha de ser interpretado como una equivalencia entre celibato impuesto y actuaciones pederastas; ni mucho menos. Pero sí nos permite afirmar que la pederastia es un fruto nada extraño, ¿connatural? a esa estructura eclesiástica que se concreta en el clérigo obligatoriamente célibe. Este sistema está en la base de muchos de los problemas que tiene nuestra Iglesia católica. Quienes de una u otra forma estamos integrados en esa comunidad universal de creyentes, tan rica y tan plural, sufrimos y, en parte, contribuimos a que esta estructura se perpetúe. Es tarea de toda la comunidad eclesial ir desmontando esos mecanismos de desigualdad y separación, tan extraños y lejanos a las más frescas invitaciones del Evangelio de Jesús. Luchemos por ser coherentes con nuestra fe en Él. El celibato es fecundidad, no es imposición, es elección de parte del Amado, para una intimidad y una tarea. El célibe no es mejor o peor, ¡es! Se le llama, se le invita, se le convoca a un estilo de vida en donde la prioridad es una relación de amor intensa y personal con el Dios de la Vida y del Amor.
Hablamos de amor esponsalicio, de experiencia íntima, no intimista, que posibilita obras fecundas visibles o escondidas de gratuidad, entrega a pedazos del propio pan-Vida para que Dios disfrute de nuestra amistad y las personas reciban el fruto. Hablamos de fecundidad no de represión o imposición… Y la fecundidad la da Dios, no el propio esfuerzo, ni la capacidad de atraer… es gracia. El celibato es un tesoro que o se vive y se ve vivir o no se entiende. ¡Qué pena que haya tantos canonistas y tan pocos místicos! lo cual no es incompatible. Dice la “vox populi” que la solución al terrible problema de la pederastia es que el celibato sea opcional…Yo opino, humilde opinión, que la solución a la pederastia es una formación espiritual y humana, incluyendo la sexual sólida, basada en una experiencia de relación con Dios fresca, diaria, cuidada, alimentada y acompañada. Si esta experiencia se da, se buscarán sanas soluciones a los problemas o dificultades que puedan emerger propios de ir madurando como personas. El celibato es como un sol a medianoche. Es un regalo y una promesa. Es un “kairós” en la vida de las personas que lo acogen. Es efectivamente un milagro de amor, de encuentro de Dios con lo humano. Diciendo esto no intento desvalorizar el encuentro sexual. Simplemente valorar el celibato tan desvalorizado hoy. Entre que los religiosos y religiosas, monjes y monjas son en general mayores; que salen a diario nuevos y numerosos casos de pederastia… los y las jóvenes deben pensar que todo es muy raro y muy rancio. Pero no, como dicen ellos ¡va a ser que no! Muchas personas célibes estamos felices de serlo, somos normales y nos comeríamos el mundo con la energía del Reino que se nos regala cuando abrimos de par en par las ventanas de nuestra vida. A lo largo de la historia cientos de místicos de todas las religiones han elegido el celibato, también filósofos, artistas, escritores…entre ellos mujeres empoderadas como las beguinas, quienes con fuerza interior y exterior crearon un nuevo modo de ser de Dios en un mundo que metía a las religiosas detrás de rejas y a las casadas detrás del marido. En el celibato gozoso “eros” se convierte en creatividad y energía tierna para proyectos de colegialidad, de igualdad, de respeto, de apoyar los talentos de las personas para que cada una rindamos al máximo lo recibido con humildad y alegría para un mundo más justo, para el cuidado de la creación y sobre todo de la creatura. En el celibato gozoso el amor que se comparte es de “agape”, tipo de amor incondicional en el que a la persona sólo le importa lo que es el bienestar de la otra persona. Al ser incondicional no tiene barreras, ni fronteras. Un célibe puede crear mucha vida a su alrededor si canaliza el amor Fontal recibido. Creo que se ha confundido mucho el celibato para el ministerio ordenado con la vocación religiosa. Muchos hombres que querían ser sacerdotes han tenido que asumir el celibato muchas veces metido con cuña y por supuesto no integrado, para poder acceder al ministerio. ¡Qué pena! Para unos votos gozosos está la vida religiosa, ahí sí eres invitado a ser célibe. Para el ministerio ordenado, tenemos actualmente demasiados componentes muy mezclados. Hoy es urgente un discernimiento. Los que quieren poder con todos sus derivados se han equivocado de puerta. Los y las que quieren seguir a Jesús con radicalidad se verán invitados a discernir si como célibes o no. De nuevo, es una invitación que se experimenta o el esfuerzo no basta. El celibato es como un sol a medianoche. Es un capricho de Dios, un guiño a personas concretas para que dediquemos todo nuestro ser y saber al Reino, a su tarea, creando espacios nuevos de vida para el presente. Últimamente me encuentro, con grupos nuevos, con energías nuevas en la Iglesia que no son un desprecio a lo antiguo ni mucho menos, sino una bienvenida a la vida nueva que la mente orientada al Reino va dando forma para el hoy. Y muchas veces es una sola persona célibe, o dos o tres que levantan un proyecto, porque son como una semilla fecunda que se deja enterrar y en su momento de madurez la planta emerge de lo escondido para crecer, dejarse ver y dar fruto. SALMO DEL AMANTE (Alí ben Husayn) Dios mío, ¿Quién puede desear a otro que a Ti habiendo paladeado la dulzura de tu amor? ¿Quién puede desear a otro que a Ti habiendo gozado de tu intimidad? Dios mío, cuéntanos entre los que Tú has escogido para estar cerca de Ti, a Tu sombra; aquellos a quienes has purificado para que Te amen y a quienes has hecho desear Tu encuentro; A quienes has concedido siempre contemplar Tu rostro, que colmas con Tu favor. A quienes has preparado un lugar de amigo cerca de Ti, que Te has reservado para que Te conozcan… La búsqueda de la trascendencia es connatural al ser humano; no se conoce época histórica en el que este anhelo profundo no haya acontecido. Durante siglos este anhelo ha tenido lugar en el marco de las religiones, donde se ofrecían los mapas para vehicular este acceso.
Hoy vivimos en un momento de cambio de paradigma en la vivencia espiritual, o por lo menos muchos de nosotros lo sentimos así. Esto quiere decir que vivimos, más allá de las religiones, una posibilidad de acceso a las profundidades de nuestro ser, un marco que nos ha dejado de contener, el lenguaje religioso ya no nos expresa, la experiencia de vida interior ha desbordado el continente, y el contenido ha encontrado otras vías de acceso para entrar en nuestro interior. Es como si los zapatos de hace un tiempo, que nos servían para caminar en su momento, nos aprietan y necesitamos cambiar de calzado, aunque el recorrido sea el mismo. Las categorías religiosas de antaño ya no nos expresan, están obsoletas, y necesitamos otras vías para acceder a nuestro interior. El mindfulness, como vía de acceso, posibilita este adentramiento desde el vivir con una actitud de atención plena y consciente en cada instante del día. Con la atención plena sacralizamos la vida ordinaria. En otro tiempo habría que retirarse del mundo para acceder a lo sagrado; en la dualidad el mundo estaba lleno de ruido y repleto de mensajes morales para llegar a un perfeccionamiento. Ahora entendemos que es todo uno, y que lo sagrado es la vida misma, que todo está contenido por lo que es, y que nada puede quedar fuera. No hay que salir al exterior de nosotros mismos para encontrar aquello que ya tenemos dentro. Este matiz sutil conduce a una praxis radicalmente diferente, nuestra vida entera pasa a ser toda ella sagrada, la presencia activada con la atención consciente del devenir de cada instante, nos conduce a ese espacio de paz que llamamos conciencia, o la vida que nos vive, que sería la misma única cosa. La física cuántica, como otra vía de acceso, nos dice que creamos la realidad con la observación y la atención consciente nos permite acceder a ese instante con todo nuestro ser, y entonces el instante se transforma en plenitud. Al vivir en una realidad fractal sabemos que la parte contiene el todo, y entonces entendemos que en la minúscula porción del instante se juega la totalidad de nuestra existencia; cada instante empieza y acaba en una realidad única; ya no hay que esperar en consecuencia, al futuro para realizarse. Todo acontece en lo que ya está aconteciendo de manera perfecta en la totalidad de nuestra presencia activada. El mindfulness nos invita al cuidado de cada minúscula porción: estoy donde estoy en el instante mismo que está ocurriendo, y lo manifiesto en la manera de comer, andar, acariciar, escuchar, lavarme, mirar y amar… Pero el mindfulness no es un atender por atender, no se trata de estar atento porque estamos distraídos y tampoco recurrimos a ello para estar más relajados o ser más eficientes. Se trata de acceder a ese espacio diáfano, abierto, inmenso, innombrable, inabarcable que nos vive y nos contiene a todos, que es el Amor. Con la atención constante observamos aquellos obstáculos, apegos, heridas…, que tiene el psicocuerpo y que a menudo interfieren en la expresión de ese amor. La observación y autoindagación sutil de lo que nos acontece por dentro, nos permiten explorar e investigar constantemente qué es eso de ser humanos, que no sabemos…. Es ir respondiendo a la pregunta: ¿quién soy yo? En esta autoindagación no se trata de realizar ningún tipo de análisis; al contrario, es ir desprendiéndose de capas e identidades que hemos ido creando y que ocultan nuestra esencia amorosa. La observación es transformadora en sí misma, no hay que hacer nada con lo observado, ni terapeutizarlo, ni trabajarlo, ni rechazarlo, ni juzgarlo, ni compararlo, ni psicologizarlo…. Es más bien un “no hacer”, solo observar, porque la alquimia se produce en otro plano, y ese otro plano es transpersonal, transracional, transmental…. La verdadera transformación la opera la conciencia, la vida que nos vive. Ella sabe qué ir haciendo en nosotros para que vayamos siendo; solo nos tenemos que dejar. Es en esa rendición activa donde se produce todo lo que necesitamos para ser. Se da de forma natural, porque en realidad no hay separación alguna, podemos pelearnos constantemente con lo que es, o sencillamente fluir con lo que ya está siendo. La rendición no es un acto cobarde –al contrario, es el paso consciente más valiente que podemos dar- y tampoco es resignación o pereza. Es sencillamente quitarse de en medio para que surja la sabiduría que posee todo ser humano en lo más hondo de sí mismo; es dejar que la vida campee a sus anchas, sin interferencias, cada vez más ella en nosotros, para que al final no quede nada de nosotros, y quede solo ella siendo, que es nuestro verdadero ser. El oleaje de la vida, si no ponemos atención en ello, nos puede llevar a lugares revueltos y a veces indeseados. Contemplar ese oleaje puede ser un ejercicio de mindfulness, de observación consciente y de profunda transformación para nuestro ego. Pero si queremos ir al fondo del mar, hemos de cambiar de nivel, y ese está más allá… Ese lugar es la interioridad y carece de ego, es lo que llamamos la Conciencia. Y en ese lugar reposa el Ser. No es nuestro cometido. No cometeremos la torpeza de juzgar la morada que en el más allá corresponde a quienes han causado grande y masivo dolor a sus hermanos, ahora sí en la Tierra debida sencillez para no agraviar a las víctimas de su reprobable actuar.
Aspiramos a moradas de luz y gloria para nuestra Real esencia, no privilegios para nuestra envoltura deteriorada. De nada le sirven al alma las urnas de lujo en las que quedan depositadas sus pretéritas vestiduras. Los dictadores pueden tener sus restos físicos en mausoleos de mármol, pero sus almas no gozarán de ninguna suerte de privilegio al otro lado del velo, todo lo contrario. ¿Alcanzaremos a observar también la larga noche del franquismo con otra mirada? ¿Alcanzaremos a perdonar tantos años de inmisicorde atropello…? Más avancemos en el Sendero, más se extenderá el radio de nuestra compasión. Siempre hay más amor de lo que concebimos por amor; siempre nos aguarda un nuevo perdón detrás del que consideramos nuestro perdón más osado. La clave es la comprensión de un mundo y una humanidad sumidos aún, en buena medida, en la ignorancia. ¿Hasta qué profundidades de la miseria humana y de la inquina deberá alcanzar nuestra compasión? Con el tiempo y las vidas sucesivas, hasta todas, incluso hasta quienes infligieron gratuito sufrimiento, incluso hasta quienes se emplearon cruelmente con quienes reclamaron justicia y democracia. El sol tampoco escondió sus rayos bonancibles al dictador. La suprema ignorancia clavó aquí sus garras de dolor durante mucho tiempo, pero llegará un día en que los tiranos sean también objeto de las dádivas de nuestro amor compasivo. Apacigüemos todo resabio de rencor, cultivemos esa compasión infinita que al fin y al cabo constituye nuestra verdadera meta evolutiva, pero atemos como es debido a ley las cosas en la tierra. Franco no merece ninguna ostentosa sepultura para su vestidura de carne. Sacando sus restos del mausoleo del "Valle de los caídos" vamos resolviendo cuestiones históricas pendientes, vamos avanzando hacia la completa reconciliación. Nos vamos todos a levantar en una aurora sin precedentes. Sean los últimos “Valles de caídos”, los últimos valles en los que se mataron los hermanos, en los que quedó ahogado el grito de justicia y libertad. Terminado el paréntesis de los cinco domingos que hemos dedicado al c. 6 del evangelio de Jn, retomamos el de Mc. Después de la multiplicación de los panes. Jesús se encuentra en los alrededores del lago de Genesaret, en la parte más alejada de Jerusalén, donde eran mucho menos estrictos a la hora de vigilar el cumplimiento de las normas de purificación. No se trata de una trasgresión esporádica de los discípulos de Jesús. El problema lo suscitan los fariseos, llegados de Jerusalén, que venían precisamente a inspeccionar.
Hoy no se requieren mayores explicaciones. El texto contrapone la práctica de los discípulos con la enseñanza de los letrados y fariseos. Jesús se pone de parte de los discípulos, pero va mucho más lejos y nos advierte de que toda norma religiosa, escrita o no, tiene siempre un valor relativo. Cuando dice que nada que entra de fuera puede hacer al hombre impuro, está dejando muy claro que la voluntad de Dios no viene de fuera; solo se puede descubrir en el interior y está más allá de toda Ley. Podemos seguir manteniendo la Ley y la tradición como norma, pero no debemos olvidar que Jesús desbarató el sentido absoluto que le daban los fariseos. Hoy sabemos que Dios no ha dado directamente ninguna norma. Dios no tiene una voluntad que pueda comunicarnos por medio del lenguaje, porque no tiene nada que decir ni nada que dar. La Escritura es una experiencia personal sancionada por la aceptación de un pueblo. Las experiencias del Éxodo las vivió el pueblo en el s. XIII a. de C., pero se pusieron por escrito a partir del VIII. Los evangelios se escribieron 50 años después de morir Jesús. Todas las normas que podemos meter en conceptos son preceptos humanos; no pueden tener valor absoluto. Un precepto que puede ser adecuado para una época, puede perder su sentido en otra. Es más, las normas morales tienen que estar cambiando siempre, porque el hombre va conociendo mejor su propio ser y la realidad en la que vive. El número de realidades que nos afectan está creciendo cada día. Las normas antiguas puede no servir para resolver situaciones nuevas. Algunas cosas, que eran importantes para el ser humano en el pasado, han perdido ahora todo interés en orden a dar plenitud humana. En todas las religiones las normas se dan en nombre de Dios. Esto tiene consecuencias desastrosas si no se entiende bien. Todas las leyes son humanas. Cuando esas normas surgen de una experiencia auténtica y profunda de lo que debe ser un ser humano y nos ayudan a conseguir nuestra plenitud, podemos llamarlas divinas. La voluntad de Dios no es más que nuestro propio ser en cuanto perfeccionable. Eso que puedo llegar a ser y aun no soy, es la voluntad de Dios. Dios es un ser simple que no tiene partes. Todo lo que tiene lo es, todo lo que hace lo es. No existe nada fuera de Él y nada puede darnos que no sea Él. El precepto de lavarse las manos antes de comer no era más que una norma elemental de higiene, para que las enfermedades infecciosas no hicieran estragos entre aquella población que vivía en contacto con la tierra y los animales. Si la prohibición no se hacía en nombre de Dios, nadie hubiera hecho puñetero caso. Esto no deja de tener su sentido. Si comer carne de cerdo producía la triquinosis, y por lo tanto la muerte, Dios no podía querer que comieras esa carne, y además si lo comías, te castigaba con la muerte. Lo que critica Jesús, no es la Ley como tal, sino la interpretación que hacían de ella. En nombre de esa Ley, oprimían a la gente y le imponían verdaderas torturas con la promesa o la amenaza de que solo así, Dios estaría de su parte. Daban a la Ley valor absoluto. Todas las normas tenían la misma importancia, porque su único valor era que estaban dadas por Dios. Esto es lo que Jesús no puede aceptar. Toda norma, tanto al ser formulada como al ser cumplida, tiene que tener como fin primero el bien del hombre. Ni siquiera podemos poner por delante a Dios, porque el único bien de Dios es el del hombre. Las normas de la religión son normas en las que se recoge lo mejor de la experiencia humana, que buscan el bien del hombre. Los diez mandamientos intentan posibilitar la convivencia de una serie de tribus dispersas y con muy poca capacidad de hacer grupo. En aquella época, cada país, cada grupo, cada familia tenía su dios. Para hacer un pueblo unido, era imprescindible un dios único. De ahí los mandamientos de la primera tabla. Los otros van encaminados a hacer posible una convivencia, sin destruirse unos a otros. La segunda enseñanza es consecuencia de esta: No hay una esfera sagrada en la que Dios se mueve, y otra profana de la que Dios está ausente. En la realidad creada no existe nada impuro. Tampoco tiene sentido la distinción entre hombre puro y hombre impuro, a partir de situaciones ajenas a su voluntad. Por eso la pureza nunca puede ser consecuencia de prácticas rituales ni sacramentales. La única impureza que existe la pone el hombre cuando busca su propio interés a costa de los demás. Las tradiciones son la principal riqueza de un colectivo, hay que valorarlas y respetarlas en grado sumo. La tradición es la cristalización de las experiencias ancestrales de los que nos han precedido. Sin esa experiencia acumulada, ninguno de nosotros podríamos alcanzar el nivel de humanidad que tenemos. Pero no podemos dar valor absoluto a ese bagaje, porque lo convertiremos en un lastre que nos impide avanzar hacia mayor humanidad. En el instante en que nos impida ser más humanos, debemos abandonarla. Es lo que quiere decir Jesús: dejáis a un lado la voluntad de Dios por aferraros a las tradiciones de los hombres. Todo el que pretenda daros leyes en nombre de Dios, os está engañando. La voluntad de Dios, o la encuentras dentro de ti, o no la encontrarás nunca. Lo que Dios quiere de ti, está inscrito en tu mismo ser, y en él tienes que descubrirla. Es muy difícil entrar dentro de uno mismo y descubrir las exigencias de mi verdadero ser. Por eso hacemos muy bien en aprovechar la experiencia de otros seres humanos que se distinguieron por su vivencia y nos han trasmitido lo que descubrieron. Gracias a esos pioneros del Espíritu, la humanidad va avanzando en el camino de una mayor dedicación a los demás, superando el egoísmo. Todo lo que nos enseñó Jesús, es la manifestación de su de su ser más profundo. “Todo lo que he oído a mi Padre, os lo he dado a conocer”. Esa experiencia completamente original, hizo que muchas normas de su religión se tambaleasen. La Ley hay que cumplirla porque me lleva a la plenitud humana. Para los fariseos, el precepto hay que cumplirlo por ser precepto, no porque ayude a ser humano. El tema no puede ser más actual. En la medida que hoy seguimos en esta postura “farisaica”, nos estamos apartando del evangelio. El obrar sigue al ser, decían los escolásticos. Lo que haya dentro de ti, es lo que se manifestará en tus obras. Es lo que sale de dentro lo que determina la calidad de una persona. Yo diría: lo que hay dentro de ti, aunque no salga, porque lo que sale puede ser una pura programación. Lo que comas te puede sentar bien o hacerte daño, pero no afecta a tu espíritu. La trampa está en confiar más en la práctica externa que en la actitud interna. Las prácticas religiosas pueden ser una coartada para dispensarnos de ser. Meditación-contemplación Todo culto, que no proceda del corazón y no lleve a descubrir la cercanía de Dios, es inútil. Los ritos, ceremonias, sacramentos y oraciones son útiles en la medida que me llevan al interior de mí mismo, y me hagan descubrir lo que Dios es para mí en ese instante. Después de cinco domingos leyendo el evangelio de Juan, volvemos al de Marcos, base de este ciclo B. Durante un mes nos ha ocupado el tema de comer el pan de vida. Este domingo el problema no será comer el pan, sino comer con las manos sucias. Una pregunta malintencionada de los fariseos y de los doctores de la ley (los escribas) provoca la respuesta airada de Jesús, una enseñanza algo misteriosa a la gente, y la explicación posterior a los discípulos. El texto de la liturgia ha suprimido algunos versículos, empobreciendo la acusación de Jesús y uniendo lo que dice a la gente con la explicación a los discípulos. Un ejemplo magnífico de lo que no se debe hacer con los textos bíblicos.
El contexto Antes de dar la palabra a los fariseos y escribas es interesante recordar lo que cuenta Marcos inmediatamente antes. Después de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús ha cruzado a la región de Genesaret, recorriendo pueblos, aldeas y campos, acogido con enorme entusiasmo por gente sencilla, que busca y encuentra en él la curación de sus enfermedades. La intervención de los fariseos y escribas De repente, el idilio se rompe con la llegada desde Jerusalén de fariseos (seglares superpiadosos) y de algunos escribas (doctores de la ley de Moisés). No todos los escribas pertenecían al grupo fariseo, pero sí algunos de ellos, como aquí se advierte. Para ellos, lo importante es cumplir la voluntad de Dios, observando no solo los mandamientos, sino también las normas más pequeñas transmitidas por sus mayores. Lo esencial no es la misericordia, sino el cumplimiento estricto de lo que siempre se ha hecho. Por eso, no les conmueve que Jesús cure a un enfermo; pero les irrita que lo haga en sábado. Con esta mentalidad, cuando se acercan al lugar donde está Jesús, advierten, escandalizados, que algunos de los discípulos están comiendo con las manos sucias. El lector moderno, instintivamente, se pone de su parte. Le parece lógico, incluso necesario, que una persona se lave las manos antes de comer, y que se lave la vajilla después de usarla. Es cuestión elemental de higiene. Sin embargo, aunque en su origen quizá también fuese cuestión de higiene entre los judíos, los grupos más estrictos terminaron convirtiéndola en una cuestión religiosa. Lo que está en juego es la pureza ritual. Por eso, los fariseos no se quejan de que los discípulos coman con las manos sucias, sino con las manos impuras, saltándose con ello la tradición de los mayores. Aunque el Antiguo Testamento contiene numerosas normas, algunas de carácter higiénico, nunca menciona la obligación de lavarse las manos ni de lavar copas, jarros y bandejas; esto forma parte de «las tradiciones de los mayores», tan sagradas para los fariseos como las costumbres de la madre fundadora o del padre fundador para algunas congregaciones religiosas, o de cualquier minucia litúrgica para algunos ritualistas. La respuesta airada de Jesús La reacción de Jesús es durísima. Tras llamarlos hipócritas, les hace tres acusaciones: 1) su corazón está lejos de Dios; 2) enseñan como doctrina divina lo que son preceptos humanos; 3) dejan de observar los mandamientos de Dios para aferrarse a las tradiciones de los hombres. Estas acusaciones resultan durísimas a cualquier persona, pero especialmente a un fariseo, que desea con todas sus fuerzas estar cerca de Dios, agradarle cumpliendo su voluntad. El problema, según Jesús, es que el fariseo termina dando a esas tradiciones más importancia que a los mandamientos de Dios. Incluso las utiliza para dejar de hacer lo que Dios quiere y quedarse con la conciencia tranquila. Para demostrarlo, Jesús cita un ejemplo que la liturgia ha suprimido. [También nuestro Señor ha sido víctima de la censura eclesiástica.] Dios ordena honrar a los padres, es decir, sustentarlos en caso de necesidad. Imaginemos un fariseo con suficientes bienes materiales. Puede atender a sus padres económicamente. Pero su comunidad le dice que esos bienes los declare qorbán, consagrados al Señor. A partir de ese momento, no puede emplearlos en beneficio de sus padres, pero sí de su grupo. «Y así invalidáis el precepto de Dios en nombre de vuestra tradición. Y de ésas hacéis otras muchas». Un lector crítico podría acusar a Marcos de tratar un tema tan complejo de forma ligera y demagógica. Conociendo a los fariseos de aquel tiempo (bastante parecidos a los de ahora), la reacción de Jesús es comprensible y su acusación justificada. Sobre todo, para los primeros cristianos, que sufrían los continuos ataques de estos que presumían de religiosos. Enseñanza a la gente Como los fariseos y escribas no responden, aquí podría haber terminado todo. Sin embargo, Jesús aprovecha la ocasión para enseñar algo a la gente a propósito de la pureza e impureza: «Nada que entra de fuera puede manchar al hombre; lo que sale de dentro es lo que puede manchar al hombre.» La explicación a los discípulos No sabemos si Jesús se quedó contento de esta breve enseñanza. Lo que es seguro es que la gente no la entendió, y los discípulos tampoco. Por eso, cuando llegan a la casa (nuevo detalle suprimido por la liturgia), le preguntan qué ha querido decir. Y él responde que lo que entra por la boca no llega al corazón, sino al vientre, y termina en el retrete. Entra y sale sin contaminar a la persona. Lo que la contamina no es lo que entra en el vientre, sino lo que sale del corazón. Para aclararlo, enumera trece realidades que brotan del corazón. [Resulta raro que Marcos no cite catorce, número de plenitud (2 x 7), pero ningún asistente a misa va a notarlo, y el predicador probablemente tampoco]. Esta enseñanza de que el peligro no viene de fuera, sino de dentro, resultará, para algunos, muy discutible. ¿No vienen de fuera la pornografía, la droga, las invitaciones a la violencia terrorista? ¿No nos influyen de forma perniciosa el cine, la televisión, la literatura? Lo anterior es cierto. Pero Jesús no entra en estas cuestiones, se refiere al caso concreto de los alimentos. Otra de las frases del evangelio suprimidas en la liturgia de hoy dice que Jesús, con su enseñanza de que lo que entra en el vientre no contamina al hombre, «declaró puros todos los alimentos». Por eso los cristianos podemos comer carne de cerdo, de liebre, de avestruz, gambas (camarones en ciertos países de América Latina), cigalas, langostinos y cualquier alimento que nos apetezca, según nuestra costumbre y nuestra economía. Un cambio revolucionario, porque todas las religiones obligan a observar una serie de normas dietéticas. Por otra parte, aunque Jesús se centre en los alimentos, su enseñanza tiene un valor más general y desvelan nuestra comodidad e hipocresía. El Papa Francisco habría caído en el error de los fariseos si hubiera culpado de la pederastia y los abusos sexuales en la Iglesia a los influjos externos, a la cultura del goce y el libertinaje. El mal no viene de fuera, sale de dentro. Y con el mismo criterio debe enjuiciar cada uno de nosotros su realidad. Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. No echemos la culpa a los demás. 1ª lectura: Deuteronomio 4,1-2.6-8. La importancia que concede Jesús a la ley de Dios frente a las tradiciones humanas ha animado a elegir este texto del Deuteronomio como paralelo al evangelio. Pienso que los responsables de la elección no han caído en la cuenta de un problema. Moisés ordena: «No añadiréis ni suprimiréis nada de las prescripciones que os doy». Y Jesús añadió y suprimió. Por ejemplo, a propósito de los alimentos puros e impuros, como acabo de indicar; tanto el Levítico como el Deuteronomio contienen una extensa lista de animales impuros, que no se pueden comer (Lv 11; Dt 14,3-21). Esta primera lectura no debe interpretarse como una aceptación radical y absoluta de la ley mosaica, porque Jesús se encargó de interpretarla y modificarla. 2ª lectura: Carta de Santiago 1,17-18.21-27. Los cristianos tenemos el mismo peligro que los fariseos de engañarnos, dando más valor a cosas menos importantes. El final de esta breve lectura ofrece un ejemplo muy interesante. ¿En qué consiste la religión verdadera, la que agrada a Dios? ¿En oír misa diaria, rezar el rosario, hacer media hora de lectura espiritual? Eso es bueno. Pero lo más importante es preocuparse por las personas más necesitadas; el autor, siguiendo una antigua tradición, las simboliza en los huérfanos y las viudas. Cuando recordamos la parábola del Juicio Final («porque tuve hambre…») se advierte que el autor de esta carta piensa igual que Jesús. |
Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando
EL BLOGEl blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida. SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...
Archivos
Febrero 2023
Categorias |