Texto póstumo de José Comblin enviado por hna. Mónica Muggler
1.Antes del Concilio La mayoría de los obispos que llegaron al Concilio Vaticano II no entendían por qué y para qué habían sido convocados. No tenían proyectos Pensaban como los funcionarios de la Curia que el Papa solo podía decidirlo todo y no era necesario convocar un Concilio. Pero había una minoría muy consciente de los problemas en el pueblo católico sobre todo en los países intelectualmente y pastoralmente más desarrollados. Allá habían vivido episodios dramáticos de la oposición entre las preocupaciones de los sacerdotes más metidos en el mundo contemporáneo y la administración vaticana. Sabían lo que habían sufrido en el pontificado de Pio XII que se oponía a todas las reformas tan esperadas por muchos. Todos los que buscaban una inserción de la Iglesia en el mundo contemporáneo, formado por el desarrollo de las ciencias, de la tecnología y de la nueva economía así como por el espíritu democrático, se sentían reprimidos. Había una élite de obispos y de cardenales que estaban muy conscientes de las reformas necesarias y quisieron aprovechar la oportunidad ofrecida providencialmente por Juan XXIII. La Curia no aceptaba las ideas del nuevo Papa y muchos obispos estaban desconcertados, porque el modelo de Papa de Juan XXIII era tan diferente del modelo de los Papas Pío´s, que se pensaba obligatorio desde Pio IX. Las comisiones preparatorias del Concilio eran claramente conservadoras, y, por eso, el día de la apertura del Concilio las perspectivas de los teólogos y peritos traídos por los obispos más conscientes eran bastante pesimistas. Pero hubo el discurso de apertura de Juan XXIII, que rompía decididamente con la tradición de los Papas anteriores. Juan XXIII anunció que el Concilio no estaba reunido para hacer nuevas condenaciones de herejías, como era la costumbre. Dijo que se trataba de presentar al mundo otra figura de la Iglesia, que la haría más comprensible para los contemporáneos. La mayoría de los obispos no entendió nada, y pensó que el Papa no había dicho nada porque no había mencionado ninguna herejía. Para el Papa no se trataba de aumentar el número de dogmas, sino más bien de hablar al mundo moderno en un lenguaje que pudiera entender. Una minoría esclarecida entendió el recado y sintió que tendría el apoyo del Papa en su lucha contra la Curia. La Curia romana tenía una estrategia. Había una manera de anular el Concilio. Las comisiones habían preparado documentos sobre todos los asuntos anunciados. Todos esos documentos eran conservadores y no permitían ningún cambio real en la pastoral. Esos documentos serían entregados a las comisiones conciliares que los aprobarían, y el Concilio se terminaría en pocas semanas con documentos inofensivos que no cambiarían nada. Lo importante era hacer una lista de comisiones con obispos conservadores y explicar al Concilio que lo más práctico sería aceptar las listas ya preparadas por la Curia, puesto que los obispos de la asamblea no se conocían. El primero que descubrió esa estrategia fue don Manuel Larraín, obispo de Talca, Chile, y presidente del CELAM. El, con don Helder Cámara - eran amigos íntimos, acostumbrados a trabajar juntos – fueron a avisar a las cabezas del episcopado reformador. La Curia había preparado una lista de miembros de las comisiones, escogidos de tal manera que se sabía que aprobarían los textos curiales sin problema. Se trataba de rechazar las listas preparadas por la Curia y pedir que las comisiones fueran elegidas por el mismo Concilio. Los líderes, cardenales Doepfner de Munich, Alemania, Liénart de Lille, Francia, Suenens de Malinas, Bélgica, Montini de Milán y algunos más tomaron la palabra y pidieron que el mismo Concilio nombrara a los miembros de las comisiones, lo que fue aprobado con aclamaciones. La conclusión fue que las nuevas comisiones rechazaron todos los documentos preparados por las comisiones preparatorias, lo que fue una afirmación del episcopado frente a la Curia romana. El Papa estaba feliz. Claro que en pocas horas, Manuel Larraín y Helder Cámara hicieron listas de los obispos latinoamericanos que podían integrar las comisiones y otros hicieron lo mismo para los otros continentes porque don Manuel Larraín ya tenía muchos contactos en el mundo. Desde el inicio quedó claro que el concilio sería una batalla de cada hora contra la Curia romana. El Papa no tenía fuerza para cambiar la Curia. Hasta hoy los Papas son prisioneros de la Curia que en principio depende de ellos. La administración es más fuerte que el gobernante en la Iglesia como en muchas naciones. La administración puede impedir cualquier cambio solo por su inercia. Ni siquiera Juan Pablo II se atrevió a intervenir en la Curia. Impotente en Roma se fue al mundo en donde fue aclamado triunfalmente. La mayoría conciliar que el grupo de frente logró conquistar, no quería ruptura y por eso siempre dio importancia a la minoría conservadora, aunque pequeña, que representaba los intereses de la Curia y se identificaba con ella. Por eso, muchos textos fueron ambiguos porque después de un párrafo reformista venía un párrafo conservador que decía lo contrario. Por un lado se anunciaban temas nuevos y luego se abría espacio para los temas viejos de la tradición de los Papas Pío´s. Esa ambigüedad perjudicó mucho la aplicación del Concilio. La minoría conciliar y la Curia no se convirtieron. Todavía se oponen a Vaticano II y encuentran argumentos en los mismos textos conciliares conservadores. Cuando Juan Pablo II citaba los textos del Vaticano II, citaba los textos más conservadores, como si los otros no hubieran existido. Por ejemplo en la Constitución Lumen Gentium, claro está que el destaque es el lugar dado al pueblo de Dios. Sin embargo, cuando se trata de la jerarquía, el pueblo de Dios desaparece y todo continúa como siempre. En 1985 por instigación del cardenal Ratzinger el pueblo de Dios fue eliminado del vocabulario del Vaticano. Desde entonces ningún documento romano hace referencia al pueblo de Dios, que era el tema importante de la constitución conciliar. El cardenal Ratzinger había descubierto que el pueblo de Dios era un concepto sociológico, aunque el concepto de pueblo no se encuentre en los tratados de sociología. El pueblo no existe sociológicamente, porque es un concepto teológico, bíblico. Esta situación va a tener mucha importancia en la evolución ulterior de Vaticano II en la Iglesia. Desde el comienzo hubo un partido al que siempre se dio importancia y poder, y que luchó contra todas las novedades. En las elecciones pontificias que, como siempre son manipuladas por algunos grupos, el problema de Vaticano II fue decisivo y los Papas fueron elegidos porque se sabía de sus restricciones a los documentos conciliares en todo lo que tienen de nuevo. El Papa actual puede vivir diez años más o más todavía. Después de él podemos pensar que será elegido de nuevo un Papa poco comprometido con el Concilio, para usar un eufemismo, porque los grupos que defienden esa posición son muy fuertes en la Curia y en el colegio de los cardenales, y no hay señales de que los futuros nombramientos puedan traer cambios de orientación. Los últimos nombramientos en la Curia son elocuentes. 2. De 1965 a 1968 La historia de la recepción de Vaticano II fue determinada por un acontecimiento totalmente imprevisto. 1968 es una fecha simbólica de la mayor revolución cultural en la historia del Occidente, más que la revolución francesa o la revolución rusa, porque atinge la totalidad de los valores de la vida y todas las estructuras sociales. A partir de 1968 hubo mucho más que una protesta de los estudiantes. Hubo el comienzo de un nuevo sistema de valores y una nueva interpretación de la vida humana. Vaticano II respondió a los interrogantes y los desafíos de la sociedad occidental en 1962. Los problemas tratados , las respuestas propuestas, las discusiones sobre las estructuras eclesiales, las ideas sobre una reforma litúrgica, todo eso había sido preparado por teólogos y pastoralistas, sobre todo desde los años 30 en los países de Europa central, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza con algunas franjas en el norte de Italia. Estaba reconstruida la sociedad europea destruida por la guerra y la Iglesia ocupaba un lugar de destaque en la sociedad. Era el gobierno en Alemania, Italia, Bélgica. Holanda y tenía participación en los gobiernos de Francia. En realidad, había perdido contacto con la clase obrera, pero ésta ya estaba disminuyendo numéricamente por la evolución de la economía hacia los servicios. El número de católicos practicantes estaba disminuyendo, pero no de una manera que llamara la atención. La Iglesia tenía un clero fiel, un episcopado bastante ilustrado, aunque poco reformista socialmente, pero identificado con los partidos demócrata-cristianos. El gran problema de la Iglesia era la tensión entre los sectores más comprometidos con la nueva sociedad y el mundo romano de Pio XII, apoyado por las Iglesias de países menos desarrollados y más tradicionalistas, como España, Portugal, América latina, Italia, sobre todo al sur de Florencia, o de los pueblos católicos del Sudeste europeo. Los problemas eran estructurales, y no alcanzaban ni los dogmas ni la moral tradicional. En 1968 comenzaba abruptamente una revolución total que atingía todos los dogmas y toda la moral tradicional así como todas las estructuras institucionales de la Iglesia como de toda la sociedad. En 1968 Vaticano II habría sido imposible, porque no habría nadie o casi nadie para entender lo que estaba pasando. Vaticano II respondió a los problemas de 1962, pero no tenía nada para dar respuestas a los desafíos de 1968. En 1968 el Concilio habría sido un Concilio conservador asustado por las transformaciones culturales radicales que empezaban. Las manifestaciones exteriores de la revolución de los estudiantes en todo el mundo occidental desarrollado fueron reprimidas con facilidad, y, por eso, muchos pensaron que sería un episodio sin consecuencias importantes. En realidad, era el comienzo de una era nueva que todavía está en pleno desarrollo hoy día. 1968 significa cambio de toda la política, la educación, los valores morales, la organización de la vida y la economía. 1968 es una fecha simbólica que evoca los grandes acontecimientos que cambiaron el mundo en la década de los 60, sobre todo a partir de 1965. a.1968 significó une crítica radical de todas las instituciones establecidas y de todos los sistemas de autoridad. Era la contestación global de toda la sociedad organizada tradicional. La crítica se dirigía al Estado, a la Escuela en todos sus niveles, al Ejército, al sistema jurídico, a los hospitales .Era una crítica a todas las autoridades establecidas que mandan por la fuerza de las estructuras y hacen de todos los ciudadanos los prisioneros de las instituciones. Claro está que la Iglesia católica está incluida en esa crítica. La Iglesia católica era el modelo típico de un sistema institucional radicalmente autoritario. Ella fue inmediatamente atacada y denunciada con vigor. Los cambios conciliares, tan tímidos, no podían convencer a la nueva generación. Vaticano II era totalmente inofensivo si se compara con la revolución cultural que partió en 1968. b. 1968 inició una lucha contra todos los sistemas de pensamiento, lo que se llamó “los grandes relatos”. Los sistemas son formas de manipulación del pensamiento, son expresiones de dominación intelectual. No se acepta ningún sistema que tenga la pretensión de ser “la verdad”. Con eso sufren los dogmas y el código moral de la Iglesia católica, y toda su pretensión de “magisterio”. Vaticano II no podía ni siquiera imaginar que fuera posible tal situación. Allá no hubo ninguna discusión de ningún dogma y todo el sistema de pensamiento nunca fue cuestionado. Ahora la nueva generación contesta todo el sistema doctrinal de la Iglesia católica, porque ese sistema no permite el libre ejercicio del pensamiento. No es que la nueva generación quiera negar todo el contenido doctrinal, pero no quiere aceptar todo un sistema sin discutirlo primero, y no quiere aceptarlo todo en bloque. Quiere examinar cada elemento, aceptar o no aceptar. c. Simultáneamente hubo la explosión de la revolución feminista. El descubrimiento de la píldora que permite evitar la fecundación y, por lo tanto, facilita la limitación de la natalidad, despertó un entusiasmo universal entre las mujeres que tomaron conocimiento de la novedad. Era un elemento básico en la liberación de las mujeres, que dejaban de ser totalmente dependientes de maternidades repetidas. Era una novedad para la Iglesia también. Nada había en la Biblia sobre esa tecnología. Los episcopados de los países más desarrollados socialmente, los teólogos consultados por el Papa manifestaron que no había nada en la moral cristiana que pudiera condenar el uso de la píldora. Pero el Papa se dejó impresionar por el sector más conservador aunque minoritario, y publicó la encíclica Humanae Vitaeque fue como una bomba. Muchos no podían creer que el Papa hubiera firmado esa encíclica. Fue una revuelta inmensa entre las mujeres católicas. Estas no aplicaron la prohibición papal y aprendieron la desobediencia. De esa fecha viene la huida de las mujeres. Ahora bien las mujeres son las que trasmiten la religión. Cuando las mujeres dejaron de enseñar la religión a sus hijos, aparecieron generaciones que lo ignoran todo del cristianismo. Muchos obispos quedaron destrozados, pero nada podían hacer porque el Concilio no había tocado en nada en el ejercicio del primado del Papa. El Papa decide solo, aún contra todos. Era el caso: el Papa había decidido contra los obispos, los teólogos, el clero, los laicos que eran informados. Por desgracia, fue obra del Papa Pablo VI, que por tantos meritos en la historia del Concilio, aparecía como hombre de apertura. ¿Porque justamente él? De otro Papa se habría entendido mejor, aunque el efecto producido hubiera sido igual. Para muchos, Humanae vitae era como un desmentido dado a Vaticano II: ¡nada había cambiado! d. 1968 y la sociedad de consumo. Hasta entonces el consumo estaba orientado por las costumbres. Había un consumo moderado y limitado. Los ricos no hacían ostentación de su riqueza. No había rendimientos escandalosos. El consumo dependía de la regularidad de la vida: comidas regulares e tradicionales, fiestas tradicionales con gastos tradicionales, dentro de un ritmo de vida en el que el trabajo ocupaba el lugar central. A partir de la década de los 60, el trabajo dejó de ser el centro de la vida. En adelante, en el centro está la busca del dinero para poder pagar las vacaciones, los fines de semana, las fiestas que se multiplican indefinidamente, y el consumo festivo. El trabajo es lo que permite el consumo. El trabajo agrícola desaparece en los países más desarrollados, el trabajo industrial disminuye, y los servicios no ofrecen ninguna satisfacción humana por ser aburridos La mismas estructuras sociales estimulan el consumo, y los que no pueden consumir se sienten rechazados por la sociedad. Desde entonces la gente gasta lo que no tiene y paga en 12, 48, 70 meses sus compras. Se puede consumir sin poder pagar inmediatamente. Se paga después de años. Los jóvenes no tienen normas, gastan lo más que pueden. e. El capitalismo descontrolado. La supresión de todas las leyes que controlan los movimientos de capitales estimula la carrera hacia la riqueza. Una nueva moral cualifica a la gente por el dinero que acumula y por la ostentación de su riqueza. En adelante los dueños del capital hacen lo que quieren y como quieren con el riesgo de provocar crises financieras de las que las víctimas son los pequeños. Hasta la queda del comunismo en la URSS el magisterio luchaba contra ese comunismo y poca atención daba al crecimiento rápido de una nueva forma de capitalismo. En América latina, la Iglesia reacciona muy timidamente a la conquista económica por los grandes centros capitalistas mundiales. En la práctica, la Iglesia va a olvidarse de Gaudium et Spes y aceptar la evolución del capitalismo descontrolado. La doctrina social de la Iglesia perdió todo significado profético porque en la práctica nada se aplicó a casos concretos. En la práctica el magisterio aceptó el nuevo capitalismo. Nada de eso fue provocado por el Concilio. No se puede atribuir a Vaticano II todo lo que sucedió como consecuencia de la gran revolución cultural del Occidente. Pues esa revolución tuvo inmediatamente repercusiones en la juventud de la Iglesia. Todos sintieron que la institución de la Iglesia estaba profundamente cuestionada y desprestigiada. Ese desprestigio no vino de Vaticano II sino de la gran crisis cultural. El efecto más visible fue la crisis sacerdotal. Unos 80.000 sacerdotes dejaron el ministerio. Casi todos los seminaristas abandonaron los seminarios. Esto fue atribuido al Concilio por todos sus adversarios. En realidad no había nada en Vaticano II que pudiera explicar ese acontecimiento, Tampoco la huida de millones de católicos laicos se explica por Vaticano II. Pero todo se explica por la revolución cultural de la juventud. Sin embargo, los mismos Papas Juan Pablo II y Benito XVI hicieron varias veces alusiones a ese argumento, aunque no se atrevieron a expresarlo más claramente 3. La reacción de la Iglesia fue lo que se podía temer. Los Papas y muchos obispos aceptaron el argumento de los conservadores de que los problemas de la Iglesia venían del Vaticano II. Varios teólogos que habían sido defensores y promotores de los documentos conciliares, cambiaron y adoptaron la tesis de los conservadores, entre ellos el mismo Papa actual. Decían que el Concilio “fue mal interpretado”. Por eso, el Papa convocó un sínodo extraordinario en 1985 por ocasión de los 20 años de la conclusión del Concilio para luchar contra las falsas interpretaciones y dar una interpretación correcta. En la práctica la nueva interpretación, la “correcta”, consistía en suprimir todo lo que había de nuevo en los documentos de Vaticano II. Una señal muy simbólica fue la condenación de la expresión “pueblo de Dios”. Se acabó la época de las experiencias, decía Juan Pablo II. Prácticamente, lo que se hizo, fue rehacer lo que hizo después de la Revolución francesa: cerrar las puertas y las ventanas para cortar la comunicación con el mundo exterior y reforzar la disciplina para evitar las huidas. Pero no se logró evitar las huídas. El problema es que la Iglesia ya no tiene un inmenso campesinado pobre. En América latina los pobres se van a los evangélicos. Desde entonces en el lenguaje oficial se hace referencia al Concilio, pero su mensaje permanece ignorado. El Concilio permanece en la memoria y en la fundamentación de las minorías sensibles a la evolución del mundo, que buscan en él argumentos para pedir cambios y respuestas a los desafíos del mundo actual. La juventud, incluso los nuevos sacerdotes, no sabe lo que fue ese Concilio Vaticano II, que para ellos no ofrece ningún interés. Están más interesados en el catolicismo anterior a Vaticano II con su seguridad, sus bellezas litúrgicas y la justificación de un autoritarismo clerical que les salva de los problemas La reacción de la Iglesia fue la vuelta a la disciplina anterior. El símbolo de esa reacción fue el nuevo código de derecho canónico en el que se mantiene toda la estructura eclesiástica del código de 1917 con a veces un lenguaje menos autoritario y más florido. El nuevo código cerró las puertas a todos los cambios que se podrían inspirar en Vaticano II. Hizo Vaticano II históricamente inoperante. En el mundo, la prioridad dada a la lucha contra el comunismo – un comunismo ya en plena decadencia – hizo que la Iglesia aceptara con silencio – los silencios de la doctrina social de la Iglesia, decía el padre Calvez – el capitalismo desenfrenado que se instaló en la década de los 70. En América latina el Vaticano apoyó las dictaduras militares y condenó todos los movimientos de transformación social a nombre de la lucha contra el comunismo. Desde el gobierno de Reagan la alianza con los Estados Unidos fue fiel hasta la guerra de Iraq que al fin abrió los ojos del Papa por un momento. En esa forma la Iglesia se aliaba con los poderosos del mundo y se condenaba a ignorar el mundo de los pobres en su pastoral real. Los nombramientos episcopales fueron altamente significativos. En América latina la reacción de la Iglesia a la revolución cultural que empezó en el mundo desarrollado, fue muy dolorosa. Destruyó algo nuevo que estaba naciendo. Pues, en América latina, Vaticano II significó un cambio real. El Concilio Vaticano II fue lo que convirtió el episcopado y buena parte del clero y de los religiosos. Antes, hubo sacerdotes, religiosos, laicos y también obispos que habían hecho una opción por los pobres. En Roma los obispos latinoamericanos se encontraron y fueron evangelizados por los obispos de la opción por los pobres. El CELAM, con la aprobación de Pablo VI, convocó la asamblea de Medellín que cambió los rumbos de la Iglesia porque sacó del concilio conclusiones prácticas. Decidió la opción por los pobres y el compromiso por un cambio social radical, legitimó las comunidades eclesiales de base y la formación de los laicos por la Biblia, por la acción política. Las CEBs fueron una estructura nueva en la que los laicos tenían una real iniciativa y un real poder aunque limitado. En varias regiones, Medellín no fue aceptada o no fue aplicada. Pero hubo regiones importantes en las que Medellín cambió la Iglesia y fue la aplicación de Vaticano II. Todo ese movimiento fue atacado sistemáticamente en Roma con argumentos proporcionados por sectores reaccionarios de América Latina. Desde 1972 la campaña contra Medellín fue dirigida por Alfonso López Trujillo. A pesar de esa campaña, en Puebla en 1979, Medellín todavía se salvó. Pero en el pontificado de Juan Pablo II la presión aumentó. Las advertencias romanas, los nombramientos episcopales, las expresiones de represión en contra de los obispos más comprometidos con Medellín tuvieron efecto . La condenación de la teología de la liberación en 1984 quería dar el golpe final. La carta del Papa a la CNBB el año siguiente limitó un poco el alcance de la condenación, pero la teología de la liberación todavía es algo sospechoso. 4. Lo que queda del Vaticano II Hoy en día, las reformas logradas por Vaticano II nos parecen muy tímidas y totalmente inadecuadas por su insuficiencia. Habrá que ir mucho más lejos porque el mundo ha cambiado más en los últimos 50 años que en los 2.000 años anteriores. De Vaticano II destacamos lo siguiente que debe permanecer como una base para las reformas futuras -El retorno a la Biblia como referencia permanente de la vida eclesial por encima de todas las elaboraciones doctrinales ulteriores, por encima de los dogmas y de las teologías. -La afirmación del pueblo de Dios como participante activo en la vida de la Iglesia, tanto en el testimonio de la fe como en la organización de la comunidad, con una definición jurídica de derechos y con recursos en los casos de opresión por parte de las autoridades. -La afirmación de la Iglesia de los pobres. -La afirmación de la Iglesia como servicio al mundo y sin busca del poder. -La afirmación de un ecumenismo de participación más íntima entre las Iglesias cristianas. -La afirmación del encuentro entre todas las religiones, o pensamientos no religiosos. -Una reforma litúrgica que use símbolos y palabras comprensibles para los hombres y las mujeres contemporáneos. Las comisiones formadas después de Vaticano II dejaron muchas palabras y símbolos totalmente sin significado para los cristianos de hoy y obstáculo para la misión. 5. Las condiciones de la humanidad actual en estado de radical transformación a. ¿Cómo entender la fe? Desde la modernidad muchos cristianos perdieron la fe o pensaron que la habían perdido, porque tenían una idea equivocada de la fe. Actualmente ese fenómeno se multiplica porque la formación intelectual se ha desarrollado y muchos se quedan con una consciencia religiosa infantil o primitiva que rechazan o pierden cuando llegan a la adolescencia. Los pueblos primitivos de cultura oral y los niños creen en los objetos religiosos como en los objetos de su experiencia. Por eso es fácil llegar a pensar que la fe es algo como la experiencia inmediata. Cuando se dan cuenta que ya no pueden creer en los objetos de la religión en esa forma porque nació el espirito crítico, creen que pierden la fe, porque la confunden con su conciencia religiosa infantil. La fe es diferente de la experiencia inmediata, del conocimiento científico o del conocimiento filosófico. El objeto de la fe es Jesucristo, la vida de Jesucristo. Es dar adhesión a esa vida y adoptarla como norma de vida porque tiene un valor absoluto, porque esa vida es la verdad, es así que debemos ser hombre o mujer. No es una evidencia que no permite dudas. Es una percepción de verdad, que nunca suprime una franja de duda, porque siempre es un acto voluntario, y porque no se ve esa verdad. El creyente no se siente obligado a creer. Es un acto de entrega de su vida, la elección de un camino. No hay evidencia de que Jesús vive y está en nosotros, pero se reconoce porque se siente una presencia que es un llamado repetido a pesar de todas las dudas. Hoy día el Papa condena como relativismo fenómenos propios del ser humano actual que ya no puede entender la manera tradicional de conocer los objetos de la religión. Estos no son parte de su experiencia de vida. La fe es conocimiento de la vida de Jesús de una manera totalmente especial sin comparación con las certidumbres que se están adquiriendo en la vida de cada día. Esta condición del ser humano actual supone una profunda revisión de la teología de la fe. Esta revisión de la teología ya se está haciendo pero no se divulga, lo que permite que millones de adolescentes pierdan la fe más que nunca, porque no se les explica lo que es. b. La religión. Nuestros contemporáneos dejan los actos litúrgicos oficiales de la Iglesia, porque los encuentran aburridos. La misa habitual es aburrida, salvo en algunas circunstancias muy especiales en las que aparecen miles de personas. La repetición de lo mismo es aburrida. La repetición de “domingos del año” durante tantas semanas es algo aburrido. El lenguaje litúrgico es peor, porque se hace en lengua popular. Cuando la liturgia era en latín, era mejor porque no se entendía. Una vez que se entiende, se nota que el estilo es insoportable. Usa un lenguaje pomposo, formalista, lenguaje de corte: “humildemente pedimos…”: nadie habla así. “Asociamos nuestra voz a la voz de los ángeles…” Formula convencional que no responde a nada en la vida. Hay cientos de fórmulas semejantes. Los carismáticos salvan la situación, pero su liturgia está lejos de ser una introducción al misterio de Jesús. c. La moral. Nuestros contemporáneos no aceptan códigos de moral y que se les impongan o prohíban conductas porque están en el código. Quieren entender el valor de los preceptos o de las prohibiciones. O sea, están descubriendo la conciencia moral que hace descubrir el valor de los actos. No aceptan la voz de una conciencia que no es nada más que la voz del “superego”. Antes la base de la moral cristiana era la obediencia a la autoridad. Había que hacerlo o no hacerlo, porque la Iglesia lo mandaba o lo prohibía. Por eso, tantas veces los laicos preguntaban: ¿esto se puede hacer? Si el sacerdote decía que sí, el problema moral estaba solucionado. Ahora bien, esto pertenece al pasado. d. La comunidad. El cristianismo es comunitario. Pero las formas tradicionales de comunidad tienden a debilitarse. La misma familia perdió mucho de su importancia porque los miembros de la familia se encuentran menos. La parroquia actual perdió el sentido de comunidad. Están apareciendo muchas nuevas formas de pequeñas comunidades basadas en la libre elección. Esas comunidades tendrán la capacidad de celebrar la eucaristía, lo que supone una persona apta para presidir la eucaristía en cada grupo de unas 50 personas. No hay ninguna dificultad de doctrina, porque en los primeros siglos la situación era esa y no hubo problema. Esto es fundamental porque una comunidad que no se une en la eucaristía, no es realmente comunidad cristiana. Los sacerdotes a tiempo completo estarán alrededor del obispo de cada ciudad importante para evangelizar todos los sectores de la sociedad urbana. Claro está que no sabemos cuándo o cómo se llegará a eso. Es poco probable que un Concilio que reúna únicamente obispos pueda descubrir las respuestas a los desafíos del tiempo. Las respuestas no vendrán de la jerarquía, ni del clero, sino de laicos que viven el evangelio en medio del mundo que entienden. Por eso tenemos que estimular la formación de grupos de laicos comprometidos al mismo tiempo con el evangelio y con la sociedad humana en la que trabajan. Vaticano II quedará en la historia como una tentativa de reformar la Iglesia al final de una época histórica de 15 siglos. Su único defecto fue que vino demasiado tarde. Tres años después de su clausura estaba cayendo en la mayor revolución cultural del Occidente. Sus detractores lo acusaron de todos los problemas surgidos de esa revolución cultural, y, con eso, lo mataron. Pero Vaticano II permanece como una señal profética. En medio de una Iglesia prisionera de un pasado que no sabe superar, es una voz evangélica. No pudo reformar la Iglesia como quería, pero fue un llamado a mirar hacia el porvenir. Aun hay movimientos poderosos que predican la vuelta al pasado. Tenemos que protestar. Cuando personas que nada entienden de la evolución del mundo contemporáneo y quieren refugiarse en un pasado sin apertura hacia el futuro, tenemos que denunciar. Para nosotros Vaticano II es Medellín. También quisieron matar Medellín. Medellín permanece como el farol que nos muestra el camino. Última reflexión: el porvenir de la Iglesia católica está naciendo en Asia y en África. Será muy diferente. A los jóvenes hay que decirles: ¡¡aprendan el chino!!
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Ghandi denunciaba hace muchos años que “el hambre es un insulto. Humilla, deshumaniza, destruye el cuerpo y el espíritu. Es la situación más asesina que existe”. Pero esa lacra universal del hambre no desaparece. Se mantiene, crece. A la cifra de más de mil millones de hambrientos y desnutridos del mundo hay que sumar ahora los que son condenados a esa ignominia en África oriental.
La ONU ha declarado oficialmente la hambruna en Somalia. Pueden haber fallecido de hambre ya decenas de miles de personas en las últimas semanas y cientos de miles pueden estar materialmente muriéndose de hambre también en Etiopía, Eritrea… La sequía, han argüido en seguida las mentes bien pensantes para explicar tan terrible azote. Y es cierto que hay una gran sequía en el Cuerno de África y también que bandas armadas de señores de la guerra de la región agravan la situación, dificultando incluso la ayuda humanitaria. Pero la sequía y las bandas armadas no explican la realidad global del hambre. Ni tampoco explican la persistencia de un hambre crónica en el mundo ni el escandaloso incremento del hambre. Ni siquiera en Somalia. La persistencia y el aumento del hambre en el mundo tienen hoy como eje el persistente aumento del precio de los alimentos. Un aumento que no es casual ni azaroso ni aséptico. Jean Ziegler, vicepresidente del Consejo Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que fue Relator de la ONU contra el hambre, asegura que atribuir el incremento del precio de los alimentos (y las consiguientes hambrunas derivadas) al hecho de que las poblaciones de China e India ahora se alimentan más y necesitan más, como se suele hacer, es simplista y falso. Para Ziegler, son las estructuras de orden criminal del mundo las responsables de la masacre cotidiana del hambre. Incrementadas o coadyuvadas por otros factores, como puede ser una sequía. Estructuras de orden criminal como el hecho de que los países ricos exporten productos agrícolas a precio inferior al de coste gracias a las subvenciones estatales que conceden la Unión Europea y EEUU. De esa forma los países desarrollados hunden la agricultura alimentaria de los países empobrecidos. Como Haití, por ejemplo, que vio desaparecer su sector arrocero por la importación del arroz estadounidense mucho más barato. Estructuras de orden criminal como eliminar tierras agrícolas para alimentación y establecer cultivos intensivos para biocombustibles. Oxfam Internacional, la ONG de ayuda al desarrollo mayor del mundo, ha denunciado que promover los biocombustibles a expensas de los alimentos es un escándalo obsceno que contribuye a aumentar el precio de alimentos básicos. Y, por tanto, al hambre. Y no olvidemos la especulación con el precio de los alimentos. Aumentando el precio de los alimentos, se condena al hambre a millones de personas. La especulación financiera de los alimentos se intensifica cuando, tras el estallido de la crisis en 2008, los grandes fondos de especulación emigran de los mercados financieros a los de materias primas, incluidos los alimentos básicos (arroz, trigo, mijo, maíz, lácteos…). En 2008 los alimentos se convirtieron en refugio seguro para especular para los grandes fondos de cobertura, de pensiones y de riesgo. En julio de ese año ya especulaban en el mercado de alimentos casi 320.000 millones de dólares, cuando el año anterior apenas operaban 13.000 millones. Esa especulación ha conllevado un considerable aumento de precios, pues ese es el negocio especulativo: vender a precio superior. Entre 2005 y 2008, el precio mundial de los alimentos aumentó un 80% y, cuanto más aumenta el precio de los alimentos, más dinero ganan los fondos de especulación y los banqueros. Pero más personas pasan hambre. Y enferman. Y mueren. El escritor Eduardo Galeano denuncia que “este sistema asesino mata hambrientos en lugar de matar el hambre”. Porque este capitalismo neoliberal, codicioso, sin freno, obsceno, desregulado e incontrolado es responsable del genocidio tolerado del hambre. Son responsables del hambre quienes manejan el cotarro capitalista, quienes deciden, quienes especulan, quienes impiden la regulación. Según el derecho penal, pueden ser inductores, ejecutores, cómplices necesarios, cómplices ocasionales o encubridores. Pero son responsables. Periodista y escritor Queridos amigos y amigas,
Más de 2000 personas están muriendo cada día en Somalia en medio de una hambruna que amenaza a más de 11 millones de personas. El conflicto entre el régimen de Al Shabab y buena parte de la comunidad internacional ha impedido el acceso de la población a la asistencia necesaria para evitar la hambruna. Sin embargo, algunos países clave pueden usar su influyente posición para facilitar un acuerdo que ponga fin a esta tragedia. Firma esta petición urgente para lograr una tregua humanitaria, y compártela con todo el mundo: En estos momentos, más de 2000 personas están muriendo cada día en Somalia por culpa de una hambruna que amenaza a más de 11 millones de personas. La espantosa sequía tiene a la región doblegada, mientras que la alarmante crisis alimentaria se ha visto atizada por un colapso total de la gobernabilidad y por la diplomacia internacional. Pero podemos ponerle fin a esta crisis. El área más golpeada por la hambruna está bajo el mando de Al Shabab, un régimen islámico vinculado a grupos terroristas. El aislamiento y el conflicto entre Al Shabab, otros actores locales, y la comunidad internacional, han impedido el acceso de la población a la asistencia y al comercio necesarios para evitar la hambruna. Pero algunos países clave, incluyendo a los Emiratos Árabes Unidos, mantienen relaciones comerciales con Al Shabab y tienen ahora la oportunidad de mediar para que se alcance un acuerdo con dicho régimen que rompa el actual estancamiento que amenaza la supervivencia de millones de personas. No podemos permitir que las políticas impulsadas bajo la denominada guerra contra el terror se sigan cobrando más vidas inocentes. Ha llegado la hora de que la comunidad internacional y Al Shabab lleguen a un acuerdo para lograr el suministro inmediato de alimentos a la castigada gente de Somalia. El Consejo de Seguridad de la ONU se reúne en los próximos días. Exijámosles que tomen acciones inmediatas para apoyar a los países árabes clave en un esfuerzo para abrir un diálogo con Al Shabab que logre la cooperación necesaria para poner fin a la hambruna, aprovechando esta oportunidad para impulsar soluciones políticas a largo plazo. Firma ahora la petición y corre la voz! http://www.avaaz.org/es/somalia_stop_the_famine_unsc/?vl El gobierno de Somalia desmoronó en 2006 como consecuencia de una invasión respaldada por los EE.UU., temerosos del extremismo islámico. Pero la jugada se volvió en su contra. Desde entonces, han sido grupos aún más radicales, como Al Shabab, los que han adquirido mayor poder, y gobernado con brutalidad la mayor parte de Somalia. Mientras tanto, la comunidad internacional ha venido sosteniendo a un gobierno corrupto sólo capaz de ejercer control sobre ciertas partes de la capital. Las políticas del aislamiento, la invasión, y la presión derivada de la guerra contra el terrorismo no han ayudado a nadie, y ahora miles de somalíes están muriendo cada día. Es hora de adoptar un nuevo enfoque. Los Estados Unidos acaban de dar un paso al frente para abordar la crisis, permitiendo más flexibilidad en las leyes antiterroristas que bloqueaban la asistencia a los somalíes de la región de Al Shabab. Asimismo, están surgiendo nuevas grietas dentro de los grupos insurgentes, y algunos líderes están dispuestos a permitir la entrada de asistencia exterior. Pero aún no es suficiente para romper el muro que rodea a los más afectados por la hambruna. Solo una audaz diplomacia internacional puede involucrar a todos los actores clave para garantizar que la ayuda humanitaria alcance de manera segura a las miles de familias desesperadas. Una de las principales fuentes de ingresos de Al Shabab viene de la tala de acacias para producir el carbón que exportan ilegalmente a los Emiratos Árabes Unidos y a otros países del Golfo. Estas naciones podrían ahora utilizar sus vínculos económicos con Al Shabab para desempeñar un rol diplomático importantísimo y garantizar el acceso humanitario a las áreas oprimidas por la hambruna. Necesitamos urgentemente un cambio de dirección en relación a Somalia. Apelemos al Consejo de Seguridad de la ONU para que apoye a países clave del Golfo a liderar esfuerzos de mediación que garanticen la llegada de comida y medicamentos vitales a los somalíes que continúan muriendo dentro del territorio controlado por Al Shabab. Firma ahora y divulga esta campaña ampliamente: http://www.avaaz.org/es/somalia_stop_the_famine_unsc/?vl La comunidad de Avaaz ha hecho posible la provisión de importante ayuda humanitaria a Birmania, Haití y Pakistán, tras ser golpeados por terribles desastres naturales, salvando así miles de vidas que estaban en riesgo. Ahora, mientras el mundo entero contempla horrorizado las desgarradoras imágenes de niños que mueren en Somalia a diario, nosotros podemos demandarle a ciertos países clave que muestren el tipo de liderazgo que el pueblo de Somalia necesita con urgencia. Seamos solidarios ahora y ayudemos a terminar con la tragedia en Somalia. Con esperanza y determinación, Luis, Stephanie, Maria Paz, Emma, Ricken, Giulia, Iain y todo el equipo de Avaaz Más información: Somalia: cuatro elementos que complican la hambruna http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/08/110802_somalia_hambruna_claves_jp.shtml EE UU permite a sus ONG operar en la zona controlada por la milicia somalí de Al Shabab http://bit.ly/ouUuns Situación de refugiados somalíes que escapan de la hambruna es de extrema gravedad http://www.telesurtv.net/secciones/noticias/95918-NN/situacion-de-refugiados-somalies-que-escapan-de-la-hambruna-es-de-extrema-gravedad/ ONU: La crisis en Somalia ha superado la capacidad de respuesta internacional http://bit.ly/nFyqqu “Los diez culpables” de la hambruna en Somalia http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/07/110727_africa_somalia_hambruna_causas_jg.shtml Somalia: no hay comida para romper el ayuno del Ramadán http://www.semana.com/mundo/somalia-no-comida-para-romper-ayuno-del-ramadan/161536-3.aspx La hambruna debilita y divide a los militantes de Al-Shabab (en inglés): http://www.france24.com/en/20110729-somalia-al-shabaab-famine-weakens-divides-qaeda-linked-militants Somalia: Focus sobre el Comercio de Carbón, SomaliaWatch.org (en inglés): http://www.somaliawatch.org/archiveoct00/001026601.htm ¿Quieres contribuir a construir la comunidad de Avaaz? Somos una organización enteramente sostenida por pequeñas donaciones individuales y no aceptamos dinero de gobiernos o corporaciones. Nuestro dedicado equipo de campañas se asegura de que todas las contribuciones, incluso las más pequeñas, den un alto rendimiento: Avaaz es una red de campañas global de 9 millones de personas, que trabaja para conseguir que las opiniones y valores de la gente en todo el mundo modelen los procesos de toma de decisión. El vocablo “Avaaz” significa “voz” o “canción” en muchos idiomas. Los miembros de Avaaz pertenecen a todas las naciones del mundo; nuestro equipo está ubicado en 13 países a lo largo de 4 continentes y opera en 14 idiomas. Para conocer más sobre las campañas más importantes de Avaaz, haz clic aquí, o síguenos en Facebook o Twitter. Para contactar a Avaaz, no respondas a esta dirección de e-mail. Escríbenos un mensaje en www.avaaz.org/es/contact o llámanos al +1-888-922-8229 (EE.UU.). Esta misma escena se repite en tres evangelistas. Mt.14,22 - Mc.6,45 - Jn.6-16. Falta en Lucas. El episodio se narra en los tres con notables coincidencias, a excepción de lo referente a Pedro y su camino sobre las aguas, que es exclusivo de Mateo.
En los tres, el género es "epifánico", de manifestación. En los tres, se sitúa inmediatamente detrás de la multiplicación de los panes. En los tres, la escena da lugar a un sermón, que coincide bastante en Mateo y Marcos (discusión con fariseos, puro-impuro), y diverge en Juan (introducción al discurso del Pan de Vida). En los tres, las palabras de Jesús son prácticamente idénticas: Estad tranquilos - Soy Yo - No tengáis miedo. Estas coincidencias nos muestran la fiabilidad del texto, proveniente de antiguas tradiciones probablemente de alguna fuente común a los evangelistas. Y se inscriben en la línea de la progresiva manifestación de Jesús a los discípulos y la consiguiente progresiva fe de los discípulos en él. Esta constatación falta en Juan, que la pospone hasta después del sermón del Pan de Vida, es muy explícita en Mateo ("verdaderamente tú eres el Hijo de Dios") y es reticente en Marcos -que siempre subraya la dureza e corazón de los discípulos- ("ellos se admiraron aún más, ya que no habían entendido lo de los panes sino que su corazón seguía endurecido") El episodio tiene su paralelo en el de la tempestad apaciguada, narrada por Mt.8,23 - Mc.4,35 - Lc.8,22, de género también epifánico, de manifestación a los discípulos, en el que la frase final, común a los tres evangelistas, es la clave de todos estos textos: "¿Quién es éste, que le obedecen los vientos y el mar?" Los comentaristas añaden que el género, más aún que epifánico, es claramente "teofánico", que no se trata solamente de la manifestación de Jesús como Mesías -con las diferentes acepciones que la palabra podría suponer para sus oyentes- sino de la proclamación de la fe en la divinidad de Jesús, introducida por los elementos de la naturaleza sometidos y por la expresión "Yo soy", que, en este contexto, suena como en la teofanía del Horeb. Esta parece ser la intención litúrgica, al acompañar este texto con la manifestación del Señor a Elías en el Horeb. A partir de aquí, se suele hacer hincapié en los elementos simbólicos del mar sometido, y la consiguiente resonancia de la liberación de Egipto por el paso del mar, y otros textos semejantes. No se puede olvidar que para Israel son dos los elementos de la naturaleza hostiles a Dios: el mar y el desierto, signos de caos y esterilidad. De los dos liberó el Señor a su pueblo, haciéndole atravesar ambos. Esta imagen de Jesús que hace callar al viento y tranquiliza el mar caminando sobre él, y la imagen de Pedro que puede caminar sobre el mar mientras se fía de Jesús y sólo se hunde cuando tiene miedo, hace referencia evidente a la salvación del Pueblo, que nunca se produce por sus propias fuerzas sino por la acción poderosa de Dios. Debió de ser muy duro para los judíos convertidos a Jesús ser expulsados de la Sinagoga, apartados del pueblo. Su fe israelita necesitaba sin duda una manera de recomponerse de semejante golpe. Y esta doctrina es perfecta para mantener esa fe: no es la descendencia de Abraham ni la fidelidad a la Ley de Moisés la que constituye el ser del pueblo: es la aceptación de Jesús, cumplimiento de la promesa, "el que había de venir". Esta línea conecta con el anuncio a los gentiles, que vienen a formar parte del pueblo, no por descendencia de carne sino por la fe en Jesús. Esta situación debió de ser especialmente dolorosa para la comunidad que descendía de la predicación de Juan, "la comunidad del discípulo amado", que se vio según parece especialmente perseguida y expulsada de la Sinagoga. A partir de esta exclusión, la línea de pensamiento que venía de Juan hizo una profundización valiente en la persona de Jesús, planteando una cristología muy alta, llegando a presentar a Jesús como el Logos encarnado, cristología ausente en los Sinópticos y Hechos, aunque extendida más tarde a la iglesia entera. Todas aquellas discusiones, sin embargo, son temas pasados, que nos afectan solamente en su significado más profundo, y este significado es "¿quién es Jesús?", pero no como pregunta curiosa sino como pregunta vital: "¿quién es, qué significa, Jesús para mí?". La adhesión a Jesús puede tener distintos niveles. Hay un nivel de aceptación dogmática: Jesús es la Segunda Persona de la Trinidad hecho hombre. Y aceptarlo así, sin demasiada repercusión en la vida concreta. Creo que es un nivel habitual en creyentes más bien convencionales, y más "ortodoxos" que constructores del Reino. Es la fe que no lleva a la conversión. Semejante a este nivel sería el de los "creyentes" por costumbre, los que pertenecen a la iglesia sin demasiada convicción, que aceptan la religión como una costumbre, heredada casi como componente cultural, del que es más incómodo salir que permanecer. Podríamos muy bien pensar que la adhesión verdadera a Jesús tiene siempre el componente de "sal de tu pueblo", "no ser del mundo", aunque el pueblo y el mundo sean la realidad eclesial cotidiana habitual en occidente. Aceptar a Jesús puede presentar también niveles diferentes: seguir a Jesús como una persona extraordinaria y seguirle en muchas cosas, especialmente las que concuerdan con los valores que más positivos sentimos en este momento cultural: seguir a Jesús como "el hombre lleno del Espíritu", hacer de Él la norma de la vida, creer en Él, como creyeron los discípulos que le siguieron, lo que les llevó incluso a abandonar su ser de Israelitas. Nos podríamos preguntar si nuestra Iglesia no tiene características que le hacen asemejarse a aquel pueblo de Israel que se sentía Pueblo de la Alianza por herencia y por cumplimiento de la Ley, más que por la adhesión interior a La Palabra. Y es que hay que recordar que el rechazo y muerte de Jesús no vino precisamente por la hostilidad de "los pecadores" o de "los gentiles", sino por la no-aceptación, la hostilidad de los que se tenían por justos, hijos de Abraham y seguidores de la Ley de Moisés. Jesús no murió por revolucionario sino por blasfemo. A Jesús lo mató la pureza legal, el sábado, el templo, el sacerdocio... A Jesús lo mató el ser Hijo, a Jesús lo mató el ser Palabra de Dios. La aplicación de todo esto a nuestra Iglesia es un tema que está al alcance de cualquiera, pero me gustaría volver a precisar una vez más que cuando decimos "Iglesia" no nos referimos a la Jerarquía, ni precisamente a la iglesia Jerárquica, sino a nosotros-la-iglesia, a la manera que tenemos los cristianos normales de vivir nuestra adhesión a Jesús. Podríamos considerar si no nos contenta suficientemente la tranquilidad de "estar en la verdad", "estar bautizados", "cumplir con Dios" "pertenecer a la Iglesia". La alarmante indiferencia que la iglesia -nosotros- provoca en las generaciones jóvenes puede deberse a su no-aceptación de Jesús, pero podríamos considerar si el Jesús que ven en nosotros es el mismo que fue aceptado por los discípulos o una copia lejana, entristecida y emborronada por nuestra manera cotidiana de interpretarlo. Como el domingo pasado vemos una parábola en acción. En este relato, lo que pasó tiene poca importancia; todo él está lleno de símbolos que nos quieren llevar más allá de una información de sucesos puntuales.
Este relato se parece más a los relatos de apariciones pascuales. Algunos exegetas sugieren que puede tratarse de un relato de Jesús resucitado, que han colocado más tarde en el contexto de la vida real. También hoy es la primera lectura la que nos empuja a una interpretación espiritual. Tanto Elías como Pedro reciben una magistral lección. Los dos habían hecho un Dios a su imagen y semejanza. La experiencia les enseña que Dios no se puede meter en conceptos y que es siempre más de lo que creemos. Nunca se identifica con lo que pensamos de Él. Además de Mateo, lo narran Marcos y Juan. Los tres lo sitúan inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Los tres presentan a Jesús subiendo a la montaña para orar. En los tres relatos, Jesús camina sobre el agua. También coinciden en señalar el miedo de los discípulos; Mateo y Marcos dicen que gritaron. La respuesta de Jesús es la misma: Soy yo, no tengáis miedo. El resultado de la presencia de Jesús es la calma. El episodio de Pedro es propio de Mateo. En Marcos y Mateo, es Jesús quien manda a los discípulos embarcar y marchar a la otra orilla; pero el verbo empleado en griego, deja entrever una cierta imposición. En Juan, la iniciativa es de los discípulos, pero además, se deja entender que lo hacen despechados porque Jesús no quiere aceptar la propuesta de la gente que pretendía proclamarlo rey. Hoy la exégesis es muy importante para llegar al mensaje. En todo el AT, el monte es el lugar de la divinidad. Jesús, después de un día ajetreado, se eleva al ámbito de lo divino que es su propio lugar. Como Moisés la segunda vez que sube al Sinaí, va solo. Nadie le sigue en esa cercanía a la esfera de lo divino. La multitud sólo piensa en comer. Los apóstoles sólo piensan en medrar. Para defenderse de estas tentaciones, Jesús se pone a orar. Orar es descubrir su auténtico ser, darse cuenta de lo que hay de Dios en él para poder vivirlo. Es muy interesante descubrir en los evangelios que Jesús necesita de la oración para conectar con Dios, desbaratando así, la idea simplista que tenemos, de que él era Dios sin más. Jesús, como ser humano enfrascado en la vida, tiene necesidad de contrarrestar esa inercia de la naturaleza con momentos de auténtica contemplación. Jesús sube a lo más alto. Los discípulos bajan hasta el nivel más bajo, el mar. Creen que van a encontrar allí las seguridades que Jesús les niega al no aceptar la gloria humana. En realidad encuentran la oscuridad, la zozobra, el miedo. Las aguas turbulentas representan las fuerzas del mal. Son el signo del caos, de la destrucción, de la muerte. Jesús camina sobre todo esto. En el AT se dice expresamente que sólo Dios puede caminar sobre el dorso del océano. Al caminar Jesús sobre las aguas, se están diciendo dos cosas: que domina sobre las fuerzas del mal y que es Dios. No es fácil imaginar lo que en realidad pudo pasar, si es que hubo un episodio real, que diera pie a este relato. En este relato podemos apreciar la visión certera que de Jesús tenía aquella primera comunidad. Era verdadero hombre y como tal, tenía necesidad de la oración para descubrir lo que era y superar la tentación de quedarse en lo material. Al caminar sobre el mar, está demostrando que era también verdadero Dios. La confesión final es la confirmación de esta experiencia. Esta confesión apunta también a un relato pascual, porque sólo después de la experiencia de la resurrección, descubrieron los apóstoles su divinidad. La falta de artículo en la confesión: “verdaderamente eres hijo de Dios”, deja abierta la posibilidad de que ellos también pueden ser hijos. La barca es símbolo de la nueva comunidad. Las dificultades que atraviesan los apóstoles, son consecuencia del alejamiento de Jesús. Esto se aprecia mejor en el evangelio de Juan, que deja muy claro que fueron ellos los que decidieron marcharse sin esperar a Jesús. Se alejan malhumorados porque Jesús no aceptó las aclamaciones de la gente saciada. Pero Jesús no les abandona a ellos y va en su busca. Para ellos Jesús es un “fantasma”; está en las nubes y no pisa tierra. No responde a sus intereses y es incompatible con sus pretensiones. Su cercanía, sin embargo, les hace descubrir al verdadero Jesús. El miedo es el primer efecto de toda teofanía. El ser humano no se encuentra bien en presencia de lo divino. Hay algo en esa presencia de Dios que le inquieta. La presencia del Dios auténtico no da seguridades, sino zozobra; seguramente porque el verdadero Dios no se deja manipular, es incontrolable y nos desborda. La respuesta de Jesús a los gritos de miedo, es una clara alusión al episodio de Moisés ante la zarza. El “ego eimi” (yo soy) en boca de Jesús es una clara alusión a su divinidad. Juan lo utiliza con mucha frecuencia para dejar clara la naturaleza de la figura de Jesús. Si es Él, no tienen por qué tener miedo. El episodio de Pedro, merece una mención especial. Sólo lo relata Mateo, y es muy probable que sea una tradición, seguramente legendaria, exclusiva de esa comunidad. Aunque así sea, tiene mucha miga. Pedro siente una curiosidad inmensa al descubrir que su amigo Jesús se presenta con poderes divinos, y quiere participar de ese mismo privilegio. “Mándame ir hacia ti, andando sobre el agua”; haz que yo partícipe del poder divino como tú. Pero Pedro quiere lograrlo por arte de magia, no por una transformación personal. Jesús le invita a entrar en la esfera de lo divino y participar de ese verdadero ser:ven. Estamos hablando de la aspiración más profunda de todo ser humano consciente. En todas las épocas ha habido hombres que han descubierto esa presencia de Dios. Pedro representa aquí, a cada uno de los discípulos que aún no han comprendido las exigencias del seguimiento. Jesús no revindica para sí esa presencia divina, sino que da a entender que todos estamos invitados a esa participación. Pedro camina sobre el agua mientras está mirando a Jesús; se empieza a hundir cuando mira a las olas. No está preparado para acceder a la esfera de lo divino porque no es capaz de prescindir de las seguridades. Tanto el episodio de Elías, como el relato del evangelio están llenos de enseñanzas para nosotros hoy. El verdadero Dios no puede llegar a nosotros desde fuera y a través de los sentidos. No podemos verlo ni oírlo ni tocarlo, ni olerlo ni gustarlo. Tampoco llegará a través de la especulación y los razonamientos. Dios no tiene más que un camino para llegar a nosotros: nuestro propio ser. Su acción no se puede “sentir”. Esa presencia de Dios, sólo puede ser experimentada. El budismo tiene una frase, a primera vista tremenda: “si te encuentras con el Buda, mátalo”. Lo mismo podíamos decir nosotros, si te encuentras con dios, mátalo. Ese dios es falso, es una creación de tu imaginación; es un ídolo. Si lo buscas fuera de ti, estas persiguiendo un fantasma. También hoy, el viento es contrario, las olas son inmensas, las cosas no salen bien y encima, es de noche y Jesús no está presente. Todo apunta a la desesperanza. Pero resulta que Dios está donde menos lo esperamos: en medio de las dificultades, en medio del caos y de las olas, aunque nos cueste tanto reconocerlo. Le reconoceríamos enseguida si desplegara su poder y se manifestara de forma portentosa. Eso ha sido siempre la gran tentación. Seguimos esperando de Dios el milagro. Dios no está en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego. Es apenas un susurro. ¡Qué difícil aceptarlo! Hoy tenemos que afrontar la misma disyuntiva. O mantener a toda costa nuestros ídolos, o marchar en busca del verdadero Dios. La tentación sigue siendo la misma, intentar mantener a toda costa el dios ídolo que hemos pulido y alicatado durante dos mil años. La consecuencia es clara: nunca lo encontraremos. Esta es la causa de que se alejen de las instituciones los que mejor dispuestos están. Los que no aceptan los falsos dioses que nos empeñamos en venderles. Se encuentran, en cambio, muy a gusto con ese “dios” los que no quieren perder las seguridades que les dan los ídolos fabricados a nuestra medida. Siempre nos ha interesado el Dios todopoderoso que hace y deshace a capricho, que puede emplear esa omnipotencia en favor mío, si cumplo determinadas condiciones. Si en la religión buscamos seguridades, estamos tergiversando la verdadera fe-confianza. No es el miedo lo que tiene que llevarnos a Dios, sino la confianza total. Ni como Iglesia ni como individuos podemos seguir poniendo nuestra salvación en las seguridades externas. En los acontecimientos venturosos hay peligro de encontrarnos con un dios falso. Sólo los acontecimientos adversos nos obligan a descubrir el Verdadero Dios. Como decía Job: “Yo te conocía sólo de oídas; ahora te han visto mis ojos”. La historia de la Iglesia nos demuestra esta realidad. Cuando todo iba viento en popa, se alejaba del evangelio. Cuando era perseguida, crecía la fidelidad a su Maestro. A Israel le pasó lo mismo. Meditación-contemplación “Mándame ir hacia ti… Ven” El ansia de lo divino es una constante en el ser humano. Es un anhelo positivo que está puesto ahí por Él. Nuestro fallo está en querer conseguirlo por un camino equivocado. ……………………. Lo divino forma parte de nosotros. Es la parte sustancial y primigenia de mi ser. Cuando descubro y vivo esa presencia, despliego todas las posibilidades de ser que ya hay en mí. ………………….. El secreto está en la absoluta confianza en Él. Si pretendo buscarle como un bien más de consumo, solo me encontraré con las seguridades terrenas. Solo lanzándome sin “paracaídas” conseguiré aterrizar en Él El evangelio nos ha dejado testimonios de que Jesús buscaba la noche y la soledad para orar. Sea la oración teísta (relacional o afectiva), sea el silencio contemplativo (“estar” desnudo, en el silencio mental), necesitamos conectar conscientemente con el Misterio, Raíz, Fuente, Fundamento y Núcleo de lo que somos, para experimentarnos anclados en él y para dejarnos transformar: para permitir que lo que somos, más allá del ego, salga a la luz.
Me parece que no tiene sentido comparar ambas formas de orar, porque ni son contrapuestas ni tienen por qué excluirse. Así como hay muchos niveles diferentes desde los que podemos aproximarnos a la realidad, existen también tantas formas de conectar con el Misterio como personas. Como dijera preciosamente León Felipe: “Nadie fue ayer ni va hoy ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios”. Probablemente, cada cual tendrá que fiarse de su “maestro interior” (intuición o voz del Espíritu) para, según la etapa de su vida, el momento que esté atravesando o su propio perfil psicológico, elegir aquella forma que le resulte más adecuada. Ambas formas tienen aspectos positivos y, como todo lo humano, encierran riesgos, de los que será bueno ser lúcidos. Por si sirve de ayuda, reproduzco aquí un esquema que presentaba en el libro “¿Qué Dios y qué salvación?” (p. 245). Oración relacional Meditación (Silencio contemplativo) Forma dialogal: yo - Tú. El “yo” -el pensamiento-, estado de conciencia habitual. Trampa: Confundir ese estado transitorio con nuestra verdadera identidad. La ola -el yo- “habla” al Océano. Conciencia egoica. Puede intervenir la palabra, la mente, la imagen, el sentimiento, el afecto… Orar como hablar, pensar, amar a Dios: Dios es pensado. Puede crecer progresivamente enentrega, que posibilita la trans-formación personal. Riesgo: crear un dios a nuestra medida, y terminar hablando con nuestro “doble” (narcisismo espiri-tual). Prevención: Dios no es el “Ser separado” que yo imagino; es Másque las formas que yo pueda pensar; es el Sin-forma. Silencio mental (no-yo transpersonal). El “yo” no es el estado de con-ciencia definitivo: al aquietar el pensamiento, es trascendido y emerge nuestra verdadera identidad. La ola -el yo- se reintegra al Océano. Conciencia unitaria. No-pensamiento, no-reflexión, no-razonamiento, no-yo… Orar es entregarse a Lo Que Es, que no puede ser pensado. No hay conciencia de orar, pero emerge la Unidad y la Plenitud: Dios es vivido. Trans-formación de la conciencia. Riesgo: búsqueda del aquie-tamiento como mero bienestar sensible (narcisismo espiritual). Prevención: desapropiación del yo, desapego. El evangelista, tras mostrar a Jesús orando en la noche, nos trae una escena que parece “escapada” de los relatos de apariciones del resucitado, como si fuera una “aparición pascual” adelantada. Se trata, en realidad, de una celebración litúrgica en la iglesia/barca, en la que Jesús es proclamado como “Hijo de Dios”. Se trata de la primera confesión de fe que usa esta fórmula, que constituye el título cristológico más elevado. Es evidente que ese título no significa todavía lo que la reflexión posterior –muy marcada por el pensamiento helenista, que desembocaría en los concilios de Nicea (325) y de Calcedonia (451)- volcaría sobre él. Para una comunidad judeocristiana, como la de Mateo, ese título, con ser el más excelso, no podía significar el reconocimiento de “otro” Dios junto a Yhwh –el estricto monoteísmo judío no lo permitía-. La expresión “Hijo de Dios” aludía a una especialísima relación de Jesús con Dios, con quien gozaba de una predilección e intimidad única. La celebración litúrgica arranca de una situación de temor. La barca/iglesia se halla casi a la deriva, muy lejos de tierra, en medio del mar/mal, y azotada por un viento “contrario”; y todo ello, en medio de la noche/oscuridad. La dificultad que origina el miedo no puede ser mejor descrita. Jesús se acerca “de madrugada” (originalmente, en la “cuarta vigilia”, entre las tres y las seis de la mañana). Los romanos dividían la noche en “cuatro cuartos”, de tres horas cada uno: de 6 de la tarde a 6 de la mañana. La precisión del evangelista –que, en esta traducción castellana, se ha perdido- no es irrelevante: en el Antiguo o Primer Testamento encontramos textos en los que ese momento –justo al amanecer- se presenta como el tiempo de la intervención de Dios (Éxodo 14,24; Salmo 46,6; Isaías 17,14). Precisamente a esa hora el evangelista sitúa a Jesús caminando sobre las aguas, es decir, venciendo todo tipo de mal. Es un modo poético y metafórico de decir que en Jesús reside el poder de Yhwh, el único a quien se reconocía esa capacidad: “Tú te abriste camino por el mar, un sendero por las aguas caudalosas” (Salmo 77,20); “sólo él camina sobre las espaldas del mar” (Job 9,8). Sin embargo, los discípulos son incapaces de reconocerlo; más aún, lo confunden con un fantasma, se atemorizan y se ponen a gritar. Tras estos signos, el relato parece indicar la incomprensión en la que se encuentran –y en la que pueden hallarse los miembros de la comunidad de Mateo y los propios lectores-, que les impide nada menos que reconocer la presencia trascendente y victoriosa del Señor sobre el mal y sobre el propio miedo. Pues bien, en medio de esa ignorancia de la que nace el miedo, se alza la palabra de Jesús, una palabra de ánimo pero, sobre todo, reveladora de su identidad: “Yo Soy”. El “Yo Soy” bíblico remite directamente a Yhwh – El Que Es, no como ser separado, sino como la Realidad última que constituye la mismidad de todo lo que es. En ese sentido, podemos reconocerla también como nuestra identidad más profunda. Si lo leemos en clave relacional (modelo dual), nos abrimos a Dios como el “Yo Soy” fuente de toda confianza y vencedor de todo mal, que aleja de nosotros cualquier miedo. Si lo leemos en clave transpersonal(modelo no-dual), nos reconocemos, más allá de nuestro ego o incluso de nuestro “yo particular”, como el Yo Soy universal e ilimitado –en la “identidad compartida”, con Jesús y con todos los seres, que no niega las diferencias, sino que las abraza- en el que también los miedos se diluyen. ¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida? ¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes. Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene esa capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida. Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones. Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros. Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente. No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a otras personas, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones. Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede. La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control. "Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas- la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino". Llevamos semanas en las que las noticias de muerte y violencia ocupan la primera página de la actualidad, y cuesta encontrar noticias alentadoras, a no ser aquellas en las que, a pesar de la violencia, se van recuperando espacios de libertad y plantando cara a cualquier tipo de totalitarismo alienante.
El caos de Libia donde la muerte y el terror acampan a sus anchas a las órdenes de un descerebrado dictador, hace evidente el fracaso de la violencia y pone sobre la mesa la urgencia de restituir a la humanidad el derecho de vivir en paz y con dignidad. A la revuelta y al clamor de Egipto le seguirán sin duda el de tantos países que viven en la más absoluta opresión, países que observaron durante años cómo líderes mundiales –que hoy condena a los opresores- les estrechaban la mano para conseguir favores sangrientos de los que deberían avergonzarse. Hoy, éstos líderes, ven que el pueblo es el que debe tener la voz, y aunque tarde, claman por los derechos humanos y por la retirada de los opresores, hasta hace poco amigos o cómplices-. Hay como un rumor que se extiende entre la gente: No podemos continuar de esta manera, al tiempo que impotentes nos preguntamos: Y nosotros, ¿qué podemos hacer? No podemos desesperar del cambio, y mucho menos del sueño o del legítimo deseo de un mundo en el que se respeten las libertades y todos vivamos como personas: ¡con dignidad! No podemos creer que el miedo, la violencia y la explotación tengan la última palabra. Si hay una conspiración contra la convivencia humana, liderada por líderes inescrupulosos, los humanos, los hombres y mujeres de buena voluntad, de todo el mundo, podemos hermanarnos en la gran Conspiración por la paz y la justicia. No podemos permanecer indiferentes ante tanta violencia y violación sistemática de los derechos humanos, ante la opresión de pueblos enteros. Es necesario y urgente voluntad y decisión; es la hora de la gran conspiración por un mundo mejor comenzando por la voluntad personal de conspirar pasivamente para allanar los caminos de la paz. La violencia engendra violencia y la paz, la ternura, el amor, la amabilidad, engendra sin duda, la esperanza de un mañana mejor. No dejemos que la crispación salga a la calle cada día, ni que se instale en las carreteras ni en las autopistas; no le dejemos espacio en las oficinas ni en los hogares, y mucho menos le dejemos que machaque al primero que se nos cruce en el camino cómo víctima de nuestro mal humor o de nuestras frustraciones. No dejemos que nuestro entorno se convierta en un campo de concentración. Conspiremos con buenas formas, pensando antes de hablar, ensayando caminos de entendimiento, poniéndonos en la piel del otro e intentando ver las cosas desde su perspectiva. Llenemos la actualidad de nuestras vidas de pequeñas buenas noticias hechas de perdón, de tolerancia, de reconciliación, de generosidad y servicio; de solidaridad y de amor. La paz, sin duda es un don, podemos conquistarla. La justicia es un gran reto: Conspiremos por la dignidad de todos, y será nuestra. ¿Qué pasa en la iglesia? por: X. Alegre,Josep Giménez,José I. González Faus,J. M. Rambla, teólogos8/3/2011 Introducción: síntomas preocupantes
Desde hace años, se ha ido instalando en la conciencia de nuestra sociedad la percepción de una profunda crisis en la Iglesia católica. Para unos, estamos ya en la agonía del cristianismo. Para otros, se trata de lo que ha ido calificándose como involución, “invierno eclesial” (K. Rahner), “retorno a los bastiones”1, golpe de estado de los llamados “teocons” o, con la castiza expresión teresiana: “tiempos recios”. Prueba visible de esta crisis son, no los conflictos y descontentos internos, sino la tácita y multitudinaria defección de numerosos bautizados. Al redactar estas líneas, leemos el dato (que no podemos confirmar) de que “la fuga de católicos de su Iglesia (es) un uno por ciento anual”2. A eso se añade el hecho de que muchos hijos “pródigos”, perdidos tras una deriva de alejamiento, añoran algún tipo de alimento espiritual y se ponen a buscar pero, de entrada, descartan a la Iglesia católica como lugar de búsqueda. Según un reciente estudio de Demoscopia, la Iglesia es una de las instituciones menos valoradas en España: puntúa un 4′4, por debajo del parlamento y de los empresarios (que superan ligeramente el 5)3. En 1984, la Iglesia había obtenido un 5, de modo que también ahí se refleja un deterioro. El objetivo de este Cuaderno Estos son los datos; no tendría sentido ignorarlos o negarlos con políticas de avestruz. Al afrontar esta situación, no pretendemos que nosotros lo haríamos mejor (seguramente no). Sólo quisiéramos que toda la institución tenga la humildad de preguntarse si estaremos haciendo algo mal, en lugar de creer que esas encuestas obedecen sólo a afanes persecutorios. De hecho, la Iglesia española tiene hoy miembros de gran generosidad y de mayor calidad cristiana que los católicos sociológicos de la época de la dictadura. Esos cristianos admirables se merecen una institución mejor. Y para esto casi bastaría con que se dé mas cabida a todas las tendencias que existen en la Iglesia, sin pretender imponer una sola como la verdaderamente católica, desautorizando a todas las demás. Al hacer este diagnóstico, no damos carácter de síntoma a la pésima imagen que suelen dar de la Iglesia los medios de comunicación, los cuales, por lo general, sólo hablan de ella para comentar algún escándalo (preferentemente de índole sexual o, si no, de carácter económico, o de reales o supuestas peleas internas). Esta pobre imagen es solo espuma, con menos entidad del espacio que ocupa. Y ello es así unas veces por aquella regla clásica del periodismo de que sólo es noticia lo estrambótico; y otras por el dato más serio de que –por mucho que lo nieguen– los medios están en realidad al servicio del dinero y no de la verdad. Pero este detalle es ahora poco significante. Más sintomático es, en cambio, el modo de reaccionar la Iglesia ante las críticas que recibe: una reacción siempre defensiva, que la lleva a considerarse injustamente atacada o perseguida, sin parar ni un minuto a preguntarse si habrá hecho algo mal o habrá dado algún pie a esas críticas enconadas. Incluso, los medios, emisoras o redes de comunicación en propiedad de la Iglesia parecen hablar única y exclusivamente “pro domo sua” (si se nos permite la clásica expresión ciceroniana), más que para informar objetivamente. Esta incapacidad de recibir serenamente la crítica y examinarse ante su Señor, nos parece la mayor señal de la crisis. Y lleva a que, cuando la crisis se reconoce, sea sólo para echar toda la culpa de ella a la maldad del mundo exterior, y añorar en silencio una antigua situación de poder eclesial y de cristiandad. Primera aproximación Aunque a lo largo de este Cuaderno pretendemos analizar esa crisis, cabría decir que la pincelada que mejor la define es la ocupación de todo el espacio eclesial por una sola forma (la más extremadamente reaccionaria) de concebir el cristianismo, con el afán expreso de excluir, expulsar y negar espacio eclesial a otras formas de ser cristiano, a las que se etiqueta con calificativos de radical heterodoxia. Esta pretensión de absolutez, típica de todos los extremos, pretende imponer su propia verdad contra la caridad, en contra de lo que enseña expresamente el Nuevo Testamento (Ef 4,15), y en contra de la gran pluralidad de la Iglesia primera que refleja la Biblia4. Es, además, fuente de increíbles sufrimientos para muchos otros miembros de la Iglesia. Esta unilateralidad nos parece decisiva por la siguiente razón: hace más de cincuenta años se publicó un famoso libro titulado “Francia país de misión”. Era un juicio sociológicamente atinado sobre el proceso de descristianización en el país vecino. Pero, en lugar de acogerlo como tal y preguntarse a qué se debía, voces oficiales lo descalificaron sin hacerle caso, tachándolo de poco amor a la Iglesia. El resultado ha sido que ese proceso se ha ido propagando, y hoy debemos hablar de España país de misión, o de Europa continente de misión. Pero sigue habiendo demasiadas voces que prefieren desautorizar la realidad y enrocarse en torno a unas minorías ajenas a la historia (e interesadas muchas veces), limitándose a culpabilizar a los demás, para no preguntarse si es que nosotros hemos hecho algo mal, y qué tendríamos que hacer. El camino Y bien: en un continente descristianizado como el europeo, la primera misión de la Iglesia sería convertirse de (presuntamente) Maestra, en “mistagoga”: iniciadora en la experiencia deDios. La Iglesia como “madre” debería encarnar esa tarea de tantas madres que iban iniciando poco a poco a los hijos en la experiencia de confianza, adoración y aceptación frente al Misterio que nos envuelve, y al que llamamos Dios. Ese Misterio que el Señor de la Iglesia caracterizaba como Abba (Padre) y como actuante en la historia, en una marcha de liberación de todo lo inhumano hacia eso que Jesús llamaba Reinado de Dios y que significa el destronamiento de todos los poderes que amenazan la humanidad de lo humano. Pero nuestra Iglesia se revela demasiado incapaz de suscitar aquello que Rahner definió como imprescindible hace ya cuarenta años: los cristianos del futuro serán gentes con experiencia espiritual o no serán cristianos, como está ocurriendo. En lugar de esforzarse por despertar esa experiencia creyente, la institución eclesial prefiere protegerse reclamando un poder y una autoridad totalmente extrínsecos, y sintiéndose perseguida cuando la sociedad no se los concede. Las “torres” de este enroque pueden ser los cinco capítulos que estudiaremos en este Cuaderno como “llagas” de la Iglesia. Panorámica Pero antes, y aunque ahora estudiaremos la crisis desde la actuación y la imagen de la autoridad eclesiástica (principalmente de la curia romana), es justo decir que la autoridad no podría actuar así si no encontrara una buena base en muchos grupos cristianos. Tratando de enumerar algunos de ellos, intentaremos dar una panorámica sociosociológica de las formas que reviste la Iglesia, en este siglo XXI y, al menos, en Europa. 1. Existen movimientos, grupos o comunidades de excelente voluntad, que viven replegados sobre sí mismos y al margen de la marcha de la historia. Con frecuencia apelan al Espíritu Santo como clave de su existencia; pero incurren en una honda contradicción entre la universalidad del Espíritu y su propio espíritu de gueto. Cuando, en nombre del evangelio, se les pide abrir los ojos al mundo, responden “nosotros no somos una ONG” (cita literal). 2. Existen movimientos de un fundamentalismo cada vez más difícil de disimular, que pretenden salvar a la Iglesia recurriendo al poder y al dinero. Se da en ellos una inversión entre el Espíritu y la materialidad de lo institucional: de modo que el soplo del Espíritu sólo parece servir para robustecer la institución, en lugar de ponerla al servicio de la libertad y universalidad de Dios. Si el grupo anterior tendía al gueto, éstos tienden a la secta. 3. Hay grupos y comunidades que, ante la crisis eclesial, han tomado la valiente decisión de no avergonzarse de ser cristianos, convencidos de las enormes riquezas que el cristianismo posee y puede aportar. Pero esta actitud valiente parece confundir el no avergonzarse con el no tener de qué arrepentirse. La idea de una necesaria reforma de la Iglesia es vista por ellos como falta de amor a la madre. Por eso suelen degenerar en posiciones más conservadoras de lo que ellos mismos querrían. 4. Hay además infinidad de cristianos “sociológicos” que lo son más por inercia que por auténtica opción y convicción creyente, que se suelen limitar a un cumplimiento más bien externo y que, en situaciones difíciles de conflicto o de prueba, buscarán más bien sortear la dificultad que sentirse llamados a la generosidad. 5. Simétricos de éstos, aunque distintos y más sinceros, aparecen infinidad de “cristianos en crisis”, que suelen decir que ya no saben si creen o no. Se mueven a veces por impresiones afectivas pero, sobre todo, soportan solos la enorme dificultad de ser creyentes en medio de una sociedad más bien hostil o alejada. Aéstos, “el traje de la fe” con el que fueron catequizados, se les ha quedado como el traje “de primera comunión”: no pueden ponérselo ya, pero no tienen otra prenda religiosa con que vestirse. 6. Hay también grupos heterogéneos de cristianos profundamente descontentos con la institución eclesial. Debemos decir –aunque escandalice– que quizá es entre ellos donde se dan las mayores vetas de calidad cristiana. En unos casos sobrevive su fe porque, a raíz del Vaticano II, se produjo en ellos un encuentro personal con Jesucristo, que ha orientado y sostenido sus vidas y los mantiene en pie a pesar de la soledad eclesial en que viven la fe. En otros casos, ese descontento ha llevado a una asunción acrítica de todos los valores y desvalores de la Modernidad social, como si fuese ésta el verdadero sujeto de la verdad revelada. A estos últimos les cuesta mucho menos desautorizar una verdad oficial de la Iglesia que una verdad oficial del progresismo ambiental. Lo cual no es bueno en absoluto. Por lo general, estos últimos grupos coinciden con otros varios en los que a veces se apoyan, y que son los verdaderos testigos del cristianismo del siglo XX y XXI. En ellos ha habido figuras eximias tanto a nivel de magisterio teológico como de compromiso cristiano (el cual ha llevado incluso a martirios conocidos, y menos conocidos, vividos muchas veces en una dolorosa soledad y desamparo institucional). Esta panorámica es, sin duda, demasiado rápida. También es frecuente que los individuos concretos no reproduzcan exactamente el retrato de un solo grupo sino que manifiesten rasgos entrelazados de varios de ellos. Pero, como visión global, puede servir para enmarcar la crisis que vamos a intentar describir en este Cuaderno. Sabiduría, conflicto y tentación: dos ejemplos bíblicos Cerraremos esta introducción aclarando que la crisis no se identifica con los conflictos. La conflictividad pertenece inevitablemente a la existencia eclesial, como a toda la existencia humana. Y la unidad o la comunión eclesial no consisten en la uniformidad y ausencia de conflictos, sino en el amor que tiende puentes de cordialidad y de respeto entre ellos. Desde sus inicios, la historia de la Iglesia nos habla de una comunidad de judeocristianos asentada en Jerusalén en torno a Santiago, el hermano del Señor, a la que costó mucho superar el judaísmo y que puso infinitas dificultades a otras formas de concebir el cristianismo más abiertas (la de Pedro y Antioquía, o la más radical de Pablo). Pero fueron éstas y no aquella, las iglesias que conservaron, inculturaron y transmitieron el cristianismo. Esta tipificación podría seguirse, con mil revueltas, a lo largo de toda la historia de la Iglesia. Pero ahora debe bastarnos este apunte rápido. En un contexto así, la Iglesia debería tener la sabiduría de Gamaliel cuando, ante la obsesión de las cúpulas judías por acabar con el cristianismo naciente, les recomendaba aguardar ese juicio de la historia (o de Dios en ella desde una lectura creyente) que tantas veces deja morir lo que es estéril pero impide que muera lo que es fecundo, aunque se le persiga (cf. Hch 5,34 ss.). En segundo lugar, la Iglesia debería saber que la tentación pertenece a la elección y a la llamada de Dios la cual, de inmediato, parece conducirnos a las dificultades del desierto. También la Iglesia puede caer en la tentación de Massá y Meribá, irritando a Dios por su falta de fe, como el pueblo escogido cuando, tras la salida del Egipto preconciliar, no se ha encontrado con la tierra prometida sino con un camino difícil (cf. Ex 17, 1-7; Deut. 6,16; salmo 95,8). Ciñéndonos al caso español, para cualquier observador ajeno resultaría casi evidente que la actual crisis del catolicismo en España y la hostilidad que despierta cuanto huele a cristiano, no son obra de un gobierno malvado nacido por generación espontánea, sino cosecha de un largo pecado de nuestra jerarquía durante la época de la dictadura y antes de ella. Otra cosa será el que, dada la dinámica degenerativa que tiene todo lo humano, esa reacción de los de fuera no siempre haya sido modélica. Creemos que estos dos ejemplos explican la actitud desde la que redactamos esta reflexión, cuya estructura será la siguiente: en 1832 C. Rosmini publicó Las cinco llagas de la Iglesia5, que poco después sería puesto por Pío IX en el índice de libros prohibidos. Por una de esas paradojas que se dan en la historia de la Iglesia, el autor de esa obra va a ser beatificado ahora. Y siguiendo su título quisiéramos hablar nosotros de las que nos parecen ser la “cinco llagas” de la Iglesia de hoy. Ese será nuestro próximo capítulo. “No podemos decir con mucha verdad que ya hicimos la opción por los pobres. En primer lugar porque no participamos la pobreza por ellos experimentada en nuestras vidas. Y en segundo lugar porque no obramos frente a la riqueza de la iniquidad con aquella libertad y firmeza empleadas por el Señor. La opción por los pobres, que no excluirá nunca la persona de los ricos…, sí excluye el modo de vida de los ricos, insulto a la miseria de los pobres, y su sistema de acumulación y privilegio que necesariamente despoja y margina a la inmensa mayoría de la familia humana”. Laicos e iglesias de base lamentan que el Gobierno financie con decenas de millones de euros la próxima visita de Benedicto XVI a Madrid en viaje pastoral. Redes cristianas, un foro de curas y decenas de organizaciones políticas, sindicales y sociales expresan su disgusto por los fastos de la Jornada Mundial de la Juventud
Entusiasmo y orgullo sin límites; enfado y desencanto crecientes. Estas son las principales sensaciones del catolicismo ante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), convocada por el Vaticano en Madrid para los días 16 a 21 del próximo agosto. También crece la indignación entre sectores laicistas, religiosamente indiferentes y ateos, por la generosa complicidad, sobre todo económica, de las autoridades civiles y de poderosos grupos empresariales en el espectacular evento orquestado por el cardenal Antonio María Rouco para recibir a Benedicto XVI. Tampoco faltan voces críticas entre eclesiásticos, teólogos e intelectuales de toda condición. Según los organizadores de la JMJ, esos días acudirán a Madrid dos millones de jóvenes de 170 países. Redes Cristianas: “La visita de un seguidor de Jesús debería ser sencilla y humilde, no una muestra de poder” El Gobierno ha declarado el acto “acontecimiento de excepcional interés público”, lo que permite desgravar las donaciones “Así no queremos que vengas”, le dicen a Benedicto XVI los católicos agrupados en Redes Cristianas y el Foro de Curas. “De mis impuestos, al Papa cero”, proclama el eslogan pactado por Europa Laica con cientos de iglesias de base y medio centenar de organizaciones políticas, sindicales y sociales. Según sus cuentas, la JMJ costará unos 100 millones de euros (los organizadores hablan de la mitad), muchos de los cuales saldrán de las arcas del Estado. Contra eso se manifestarán en Madrid nada más empezar la jornada juvenil (la convocatoria es para el día 17). “No a la visita del Papa financiada con el dinero de todos; separación del poder civil de las religiones; defensa de los derechos democráticos frente a la injerencia confesional y por un Estado laico”, reza el cartel de la convocatoria. El Gobierno garantizó el jueves pasado el pacífico desarrollo de las jornadas católicas, con 10.000 policías encargados de evitar “incidentes” entre los peregrinos de la JMJ y los “indignados”. Lo hizo por boca de su delegada en Madrid, Dolores Carrión. “Tengan la seguridad de que no habrá ninguna interferencia de lo poco que queda en Sol (en referencia a los indignados del 15-M acampados en la Puerta del Sol), ni con ninguna otra concentración, derecho de manifestación, acampada o como quieran llamarlo”, dijo. Más radical, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha reclamado que la Delegación de Gobierno prohíba la que calificó como “manifestación antipapa”. El apoyo del Gobierno socialista a la JMJ y a la visita del Papa es total, sin escatimar medios o alabanzas. También lo es el de otras muchas Administraciones públicas, sobre todo las gobernadas por el PP. Es otro de los aspectos que indigna a los que se oponen a la visita papal. Pese a que la JMJ se desarrolla solo en Madrid, algunos alcaldes están financiando la estancia de jóvenes en otras ciudades, dentro de un programa minuciosamente planificado por los organizadores. Entre otros Ayuntamientos lo ha hecho el de Oviedo, con la disculpa de la visita de 3.000 peregrinos a la catedral de San Salvador, según el Gobierno local. El Arzobispado de Oviedo había preparado un programa religioso, cultural y festivo para los días previos a la JMJ, el 14 y 15 de agosto, y acudió al Ayuntamiento en busca de apoyo. Sin problemas. La Sociedad Ovetense de Festejos (SOF) habilitó inmediatamente 38.700 euros para satisfacer al arzobispo. Lo hizo con los votos del PP y Foro Asturias, y la irritación de la oposición. El concejal de Izquierda Unida Emilio Huerta cuestiona incluso la legalidad de la aportación. “Vulnera el principio de neutralidad de las administraciones públicas respecto al fenómeno religioso”, dice. Aporta tres razones: que la actividad no tiene nada que ver con los fines de la SOF; que se trata de una “subvención encubierta” a una entidad particular y no se ha hecho concurso público; y que “la implicación municipal en la financiación del evento religioso se aparta claramente de esos principios de laicidad y neutralidad”. El programa de actividades de los jóvenes peregrinos en Oviedo se centra en la noche del día 14, con una vigilia, y una Eucaristía el día 15. Además, está prevista una espicha (fiesta asturiana para beber sidra) con bollos preñados y otras bebidas, con un coste de 6.000 euros. Europa Laica, que lidera el exdiputado Francisco Delgado, había previsto este tipo de gastos y gestos colaterales y preparó un modelo de “moción de urgencia” para combatirlos, aportando a los concejales firmantes no solo el argumento económico, sino tesis contra “el protocolo de Estado” que se le va a ofrecer al Papa pese a venir a Madrid solo en visita pastoral, y contra las “previsibles injerencias del pontífice romano en temas de Estado que afectan a la convivencia democrática en materia de salud e incluso de orden público”. Los indignados con la JMJ se enfrentan a una organización extraordinaria, coordinada por Yago de la Cierva como director general y portavoz. Si nada se tuerce, Benedicto XVI disfrutará este agosto de la mejor y más concurrida jornada juvenil desde que Juan Pablo II puso en marcha este tipo de convocatorias el Domingo de Ramos de 1984. La de Madrid será la vigésima jornada. Además del apoyo casi general de las principales organizaciones del catolicismo, desde los jesuitas y salesianos a los nuevos movimientos (Opus Dei, Legionarios de Cristo, los Kikos, etcétera), el cardenal Rouco ha logrado el respaldo del Gobierno, de los grandes empresarios y de medio centenar de embajadores de otros tantos países. También se ha granjeado la complicidad de sectores sociales de gran atractivo. Por ejemplo, estrellas de fútbol ya retiradas (Fernando Hierro, Butragueño, Futre…) jugarán un partido para la JMJ, la selección de baloncesto regalará entradas para uno de sus partidos preparatorios del mundial, la ONCE sorteará un cupón especial con la imagen del Papa y Correos ha emitido un sello conmemorativo con el emblema de la JMJ. Entre las implicaciones del Estado con la JMJ destaca la extravagante presencia en Madrid de una compañía de la Legión, con banda de música y escuadra (150 militares), para desfilar junto al Papa en un viacrucis con estaciones entre la plaza de Cibeles y la de Colón. El traslado de esa unidad militar en agosto ha obligado a reorganizar los turnos de vacaciones en el Tercio Alejandro Farnesio, de Ronda (Málaga). Los participantes en el desfile de la vía dolorosa serán voluntarios, según el Ministerio de Defensa. No es su única contribución. También cede el aeródromo de Cuatro Vientos, a las afueras de Madrid, donde Benedicto XVI celebrará una misa el domingo 21. Cientos de miles de jóvenes habrán dormido allí la noche anterior en un campamento preparado al efecto. En definitiva, Benedicto XVI viene en loor de multitudes y será tratado con una parafernalia imponente, digna de un emperador. Pero viaja en visita pastoral, como representante del nazareno Jesús que entró en Jerusalén hace algo más de 2.000 años, también un Domingo de Ramos, a lomos de un borrico y arropado por los más pobres del lugar. Aquella exhibición de devotos excitó la ira del poder religioso y político del momento, que maquinó inmediatamente la muerte en la cruz del fundador cristiano. Ahora, el pontífice católico será tratado en España, constitucionalmente aconfesional, como líder religioso y jefe de Estado, recibido por el Rey y agasajado por el presidente del Gobierno. Este aspecto es uno de los motivos de irritación de los indignados. “Así no queremos que vengas”, dice el manifiesto de Redes Cristianas, que aglutina a 147 colectivos católicos de base. Molestos con la imagen que se transmite de un Papa como “monarca absoluto y rodeado de ricos y de lujos”, preferirían que el dinero de la JMJ se dedicase a obras sociales, transmitiendo “la realidad de una Iglesia cercana a los más necesitados”. Redes Cristianas subraya, en contraste, que la organización y financiación de la JMJ corre a cargo de la Fundación Madrid Vivo, cuyos principales patronos, presididos por el cardenal Rouco, son Emilio Botín (Banco Santander), Salvador Santos Campano (Cámara de Comercio de Madrid) y César Alierta (presidente de Telefónica). El medio centenar de empresarios donantes desgravan hasta el 80% de lo aportado al haber sido declarada la JMJ por el Gobierno “acontecimiento de excepcional interés público” en la Ley de Presupuestos Generales del Estado de 2011. “Este gesto supone un insulto para el trabajador en general, y especialmente para los desempleados. La visita que desearíamos de un seguidor de Jesús cualificado como es Benedicto XVI debería ser siempre desde la sencillez y la humildad y nunca desde la ostentación y el poder”, sentencia Redes Cristianas. También el Foro de Curas execra de la parafernalia de la JMJ y de la visita papal. “En esas condiciones, no. Así no queremos que venga”, subraya Evaristo Villar, de la Asociación de Teólogos Juan XXIII y uno de los portavoces de los 170 sacerdotes de las parroquias más pobres de la diócesis. Critica sobre todo el exhibicionismo económico de los organizadores. Benedicto XVI ya recibió el invierno pasado a algunos de los empresarios que financian la JMJ. Entonces, una de las revistas católicas de mayor prestigio, Vida Nueva, informó de la entrevista con una fotografía cuyo pie decía: “La foto del Ibex”. El Papa los volverá a recibir durante su estancia en la capital de España. “Muchas de esas empresas forman parte de lo que la prensa llama los mercados, o son sus propagandistas ideológicos. ¿Cuáles son los valores y la espiritualidad que están promocionando esas empresas, estos mercados?”, se pregunta el Foro de Curas. Se refiere al objetivo que el Papa se ha marcado en su visita: que los jóvenes “puedan vivir la experiencia del amor de Jesús”. El Foro de Curas echa de menos “cauces adecuados para la pastoral juvenil”. “Muchos jóvenes nos ven desfasados, apegados a los privilegios del dinero y del poder y sin respuesta para sus vidas. Como miembros de la sociedad en que vivimos y curas en la Iglesia a la que pertenecemos, nos preguntamos ¿por qué no estamos siendo capaces de motivar a los jóvenes para participar en el movimiento de Jesús?”. Lamenta el Foro de Curas, además, la facilidad con que los poderes públicos han encontrado dinero para financiar este acontecimiento, “frente a tantos recortes en derechos sociales como se exigen a los ciudadanos”. “No estamos en desacuerdo con la JMJ, sino con cómo se hace, cómo se ha organizado y cómo se están financiando los fastos”, denuncian Rafael Rojo y Eubilio Rodríguez, sacerdotes de Usera, la Cañada Real y Canillejas, y autores de un texto en el que detallan sus críticas, emitido con el título de Los mecenas de Rouco. Apoteosis bajo un árbol artificial que ‘lloverá’ agua micronizada El principal escenario de la JMJ, en Cuatro Vientos, mostrará a un Papa como caído del cielo, con todo su poder y esplendor. Allí oficiará Benedicto XVI una misa, arropado por los Reyes, los obispos y los cardenales, en un espacio imponente, diseñado por el arquitecto Ignacio Vicens. Será el domingo 21, apoteosis de las jornadas, sobre una plataforma de 200 metros de longitud y 24 de profundidad. Un árbol artificial hará de sombrilla y lloverá agua micronizada para bajar tres grados la temperatura y dar humedad al ferragosto. Cinco colinas de diferentes alturas evocarán el Sermón de la Montaña. El Papa ocupará la más alta. Frente a esa exuberancia escénica, los indignados echan de menos “la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalia” (obispo Pere Casaldáliga), en la que “no sea Jefe de Estado ni santísimo padre que recibe toda clase de honores y poco menos que divinizado, sino simplemente siervo de los siervos de Dios, con quien sea posible un diálogo fraterno y abierto”. El teólogo José María Castillo, exjesuita y doctor honoris causa por la Universidad de Granada -único teólogo español distinguido con ese honor por una Universidad estatal- va más lejos criticando, con la historia de la Iglesia en la mano, que el obispo de Roma tenga “el derecho de convocar concentraciones mundiales”. “¿Es que él es el obispo del mundo entero?”. Sobre las JMJ, Castillo dice: “Comprendo a quienes ven en este evento un medio para revitalizar la fe de muchas personas que, en este tipo de actos, se afianzan en sus creencias o las difunden a otros que dudan. Lo que no veo es que la JMJ se pueda utilizar para hacer turismo o -lo que no me atrevo a pensar- que haya quien utilice al vicario de Cristo para trepar, tener más fama, ganar dinero o cosas de esas. ¿Habrá quien pueda llegar a semejantes desvergüenzas? ¡Por respeto a Dios, que nadie haga eso, ni dé pie a que se puedan pensar cosas tan deshonestas! Estas deshonestidades -unas veces, sospechadas y, en ocasiones, claramente comprobadas- son las que explican el descontento de los indignados”. |
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