La visita de Francisco a Lampedusa, esa puerta por la que tratan de entrar al supuesto paraíso europeo los emigrantes africanos, los “sin papeles” que, esperanzados, acuden en busca de una vida digna tras cruzar un estrecho que, frecuentemente, se convierte en una tumba, constituye una clara, perentoria y amable invitación para que los cardenales, los arzobispos, los obispos, los sacerdotes, los diáconos, los religiosos y los laicos creyentes palpen con sus propias manos y vean con sus propios ojos el amargo llanto de los olvidados que, encerrados en cárceles, en hospitales y en asilos, o durmiendo en descampados y en portales, sufren las inclemencias de la pobreza.
La salida a un espacio alejado del Vaticano, el báculo de madera de cayuco, la patera de altar, el cáliz de madera o el ambón construido con restos de barcas y de un viejo timón, constituyen la traducción actualizada de unas palabras “comprometedoras” del Evangelio que, quizás por haber sido tantas veces repetidas, nos suenan como melodías celestiales entonadas por voces angelicales. ¿Recuerdan, por ejemplo, aquellos pasajes tan sabidos de “el Buen Pastor” que abandona las noventa y nueve ovejas para ir en busca de la oveja perdida? Ese llanto por los que nadie llora, la corona por los muertos en todos los estrechos, en todas las fronteras y en todos los muros, nos interpelan a todos sobre nuestras jerarquías de preocupaciones y de ocupaciones, sobre nuestra manera de distribuir nuestros tiempos, de convivir en nuestros espacios y de compartir nuestros bienes: sobre el orden de prioridades que establecemos a la hora de gestionar nuestras “agendas” y de administrar nuestras “haciendas”. El Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, monseñor Ciriaco Benavente, escribía recientemente: “Las dificultades de los inmigrantes ofrecen a la Iglesia la oportunidad y reclaman de ella la obligación de ejercer de Buen Samaritano que cure sus heridas, les ayude a levantarse y a recobrar la conciencia de su dignidad, camine con ellos, les proporcione hogar, promueva una cultura hospitalaria que favorezca por parte de todos la ayuda que se les suministre en la acogida y les preste algo de la propia vida y riqueza”. En este mismo sentido se inscribe la reflexión que varios grupos de creyentes gaditanos trasladaron, “con todo respeto”, al Obispo de Cádiz y Ceuta, sobre la actitud que la Iglesia debería adoptar ante las personas marginadas, excluidas, enfermas o abandonadas. En sus análisis, los miembros de la HOAC, de Justicia y Paz, de Comunidades Cristianas Populares, de Comunidades Laicas Marianistas, de Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera de la Iglesia San Lorenzo-Pastora y otros muchos a título individual y colectivo, como el Comité Óscar Romero de Cádiz, se apoyan en textos del Evangelio, de los Hechos de los Apóstoles, de las Cartas de San Pablo, de los Santos Padres, del Concilio Vaticano II, de la Encíclica “Caritas in Veritate” y de la Doctrina Social de la Iglesia. Como conclusión piden que el Obispo denuncie con valentía y con claridad las causas que provocan la exclusión social en muchas personas, que exija a las autoridades locales, provinciales o estatales la apertura inmediata de los numerosos locales vacíos que existen en Cádiz, que la Conferencia Episcopal pida que se cambie la ley hipotecaria del año 1909 y que apoye la ILP que ha recogido más de 1.400.000 firmas exigiendo la dación en pago para la cancelación de la deuda y convertir la vivienda entregada en una vivienda en alquiler social, cuyo pago no exceda del 30% de los ingresos de quien la ocupa. Solicitan que -además de la importante labor de Caritas- el Obispo adopte unas decisiones prácticas que sirvan para acoger a los “que están tirados en la calle, sin techo ni hogar”, y que ofrezca generosamente los locales actualmente sin uso como, por ejemplo, una parte del Seminario Diocesano. Los firmantes confiesan que se sienten reconfortados con los gestos de humildad del Papa Francisco quien, deseando una Iglesia pobre y para los pobres, “nos estimula para que los creyentes acojamos con afecto y con ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los más débiles y a los más pequeños. En resumen, los firmantes “ruegan” al Obispo que, siguiendo el ejemplo de Francisco, ejerza su liderazgo para superar esta crisis de valores y siga las pautas que están claramente trazadas en el Evangelio.
0 Comentarios
Con la muerte de Asghar Ali Engineer el islam pierde a uno de sus mejores intelectuales y a uno de los más cualificados teólogos musulmanes de la liberación. Nació en 1939 en Salumbar, Estado de Rajastán (India), en el seno de una familia chii ismaelí, de la corriente bohra. Su padre, clérigo y teólogo de esta tendencia musulmana, le enseñó la lengua árabe y las ciencias islámicas. Engineer se graduó en ingeniería civil, profesión que ejerció en la Corporación Municipal de Mumbai y que durante un tiempo compaginó con sus actividades religiosas. Fundó la Asociación Redes de Acción Musulmana-Asiática, organización internacional que promueve los derechos humanos y la comprensión y la armonía entre las religiones del mundo asiático.
Creó el Instituto de Estudios Islámicos, que promueve la paz y la no-violencia, y el Centro para el Estudio de la Sociedad y la Secularización (CSSS), y lideró el movimiento Dawoodi Bohra Progresista, cuyo objetivo es la recuperación de la matriz revolucionaria y liberadora del chiísmo ismaelí. Su activismo social, compromiso ético y trabajo intelectual fueron reconocidos con varios doctorados honoris causa y numerosos premios nacionales e internacionales. Entre estos últimos está el Premio Nobel Alternativo en 2004 en Estocolmo “por promover durante muchos años en el Sur de Asia los valores de la convivencia entre religiones y comunidades, la tolerancia y el entendimiento mutuo”. El teólogo indio ismaelí tiene una concepción racional del islam, que estudia desde una perspectiva laica y democrática. Si algo enfatiza el Corán, afirma, es la lucha contra la ignorancia, que afectaba a la mayoría de la población, y la necesidad del conocimiento, que implica el desarrollo de la creatividad y la imaginación. “El aprendizaje y la búsqueda del conocimiento se convirtieron en la quilla de la cultura islámica”, asevera Engineer, quien lo demuestra con numerosos ejemplos: liberación de no pocas supersticiones; recuperación y difusión de los saberes indios, persas y griegos; observación científica de los fenómenos del universo; desarrollo de la filosofía y de la ciencia; surgimiento de una civilización basada en la espiritualidad, la filosofía y las ciencias físicas, etc. Engineer remite los elementos liberadores del islam al Profeta Mahoma, a quien llama “el Libertador” ya que liberó a la sociedad árabe de las situaciones estructurales de opresión e injusticia, de la ignorancia y la superstición, de la esclavitud y la marginación. La teología islámica de la liberación se basa en la centralidad de la justicia, la opción por los marginados, la lucha contra la pobreza, la denuncia de la acumulación, la com-pasión y la benevolencia. Cree que el Corán proporciona a las mujeres una carta de derechos de la que nunca disfrutaron. Podían casarse o divorciarse libremente, sin atender a presiones familiares, sociales o ambientales y disponer de la custodia de sus hijos. Podían heredar y tener propiedades. ¿Y la poligamia? ¿No rompe esa tradición igualitaria? El Corán no aprueba ni la poligamia por placer ni los grandes harenes. Solo la acepta por razones de justicia. En caso contrario, lo que recomienda, más bien, es la monogamia. El Corán es un mensaje liberador para la humanidad El problema, observa Engineer, es que creyentes y dirigentes religiosos musulmanes a lo largo de la historia se desviaron de ese camino e hicieron alianzas con los opresores. Es necesario, por tanto, revertir la historia, recuperar los valores primigenios y vivirlos en la sociedad actual. La Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, en colaboración con Junta Islámica de España, ha publicado recientemente el primer libro de Asghar Ali Engineer en castellano: Teología islámica de la liberación (ADG-N LIBROS, Valencia). A él remito para un mejor conocimiento de este gran teólogo y activista social. Decir algo. Celebrando la finitud que nos abre al encuentro, y que nos urge, nos espolea, no hay tiempo que perder, el único tiempo es hoy.
Decirle algo a la vida que nos invita, que se nos ofrece pura promesa, vértigo, catarata. Irrefrenable. Nos pide coraje para lanzarnos, para soltarnos del todo y dejarla hacer. Con lucidez, soltar lo maduro, dejar nacer, no abortar. Decirle fiat, abandonarnos a la nueva alfarería. La vida esperando, o nosotros mismos, nuestra propia verdad aún por descubrirse, profundidades mayores que buscan cauce. Tanta semilla cerrada, tanto brote por venir. Somos infinitos. Y el cuerpo, el reloj, el calendario, que nos recuerdan que somos también límite, postergaciones, quiebres, quistes de los que necesitamos liberarnos para abrir fecundidades alternativas. Somos humanos, síntesis en proceso, cargados de ardor, paz de fuego. Y la vida y tú, que nos ofrecen las llamas, ser hasta el colmo, forzando tensiones. Ser cada vez más concientes de los límites, gozar cada día más nuestro infinito. Sabernos en contacto con lo eterno, con la Vida con mayúsculas, que nos atraviesa y también se descubre a sí misma en cada faceta única -que eres tú y soy yo. Ida y vuelta. Flujo. Ciclos, abrir-cerrar, caminar-detenernos, pronunciar-hacer silencio. Espacios de plenificación. Vacíos que convocan a la creación nueva. Y si es breve qué. Habrá que descubrir un modo de concentrar el tiempo, de vivir en kairós, para que quede la simiente derramada, para que más y más semillas se partan. Habrá que aprender mayores fidelidades, para que no se escape ni uno de tus gestos amorosos, para ser testigos y transparencia, con y entre otros, de tu amor que todo lo hace eterno. Habrá que regalarlo todo en liturgia de brasas, para que el fuego valga más de lo que cueste. Habrá que derramar toda la sangre, para no llevarnos nada a donde ya no sirve. Habrá que transpirarlo todo, e inundar de sudores la casa de todos. Habrá que amar a tu manera, para que sea tu amor el que brille en los quiebres y en las potencias. Habrá que dejarse traspasar de viento para hacernos transporte de semillas de humanidad. Habrá que caer en la cuenta, ésta/éste soy, hasta aquí llegué, y dejarnos multiplicar por el encuentro. Tenemos miedo del límite, pero más aún de nuestro propio infinito. El texto que leemos es probablemente un resumen de doctrinas varias, instrucciones de Jesús pronunciadas en diversas ocasiones, reunidas aquí con el pretexto de la misión de los setenta discípulos. Destacan de todas maneras varios temas:
• el encargo mismo de Jesús, la elección de personas que sean, como él mismo, anunciadores de la Buena Noticia. • la misión en pobreza y el riesgo de la misión. • la transmisión a los discípulos del poder de Jesús. En nombre de Jesús, animados por su mismo Espíritu, sin medios materiales, armados sólo con la Palabra, en un medio hostil, más fuertes que los demonios... Es una maravillosa imagen de la Iglesia y un motivo de reflexión tan estimulante como inquietante. Se ha fundamentado a veces la iglesia con el concepto de "fundación", como una empresa cuyos estatutos y cargos directivos hubieran sido establecidos por Jesús mismo. Es más radical, y más real, el concepto de Misión: Jesús, ser temporal y espacial como cualquier humano, que terminará su vida mortal como cualquier humano, lanza un movimiento que le continúe, envía en su nombre a muchos para su misma misión. La Iglesia/fundación es más legal y tiende a dárselas de "oficial", con todos los derechos. La Iglesia/misión atiende ante todo al trabajo, a la responsabilidad y al Espíritu de Jesús. La autenticidad de la primera se funda más en sucesiones que parecen dinásticas. La autenticidad de la segunda se basa en el Espíritu, en la fidelidad el mismo Espíritu de Jesús. La misión se representa siempre en la curación de enfermedades y la liberación de demonios. Es sorprendente leer los tres primeros capítulos de Marcos: sale Jesús a su misión y parecen despertarse todas las furias del infierno, en forma de enfermos, de endemoniados y de adversarios. Y es así: Jesús, presencia del bien, desata la hostilidad del mal, en todas sus formas. Esto permite definir la actividad de Jesús como cumplimiento de su mismo nombre: el salvador, el libertador. Dios que salva. Y al ser humano como el esclavizado por el mal, por muchos males, el necesitado de la fuerza de Dios libertador. Se utiliza una vez más la imagen física para representar la ación espiritual: "pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo" no es más que una imagen. Pero es una imagen que nos ayuda a leer el mundo. Nosotros tenemos la grave tentación de leer el mundo como indiferente, inocuo, ajeno a Dios y al mal. Nos han vendido una imagen aséptica de la vida, de la naturaleza, del trabajo, de la actividad cotidiana: nos han convencido de la profanidad del mundo, recluyendo a Dios y al mal en ámbitos estrictamente religiosos. Nada tan diferente de la mentalidad de Jesús. El mundo entero es el escenario de la gran batalla que los hijos de Dios libran contra todos los males: la ignorancia, la explotación, la perversión, la humillación, la destrucción del medio y de lo humano... cada día, en cada circunstancia, se desarrolla un fragmento del gran drama: la construcción o la destrucción del Proyecto de Dios, el triunfo o el fracaso de los hijos de Dios. Jesús lee el mundo sin ninguna ingenuidad. Jesús invita al Reino, es decir, a pelear. Jesús sabe que la pelea es cotidiana. Por eso los evangelistas pueblan sus narraciones de endemoniados que reconocen a Jesús y se resisten violentamente, aunque en vano, porque la fuerza de Dios vence siempre. Es una profunda y significativa imagen del mundo y de la humanidad, una imagen de riesgos y de batallas, bastante ajena a la tibieza y componenda de nuestra manera de vivir el seguimiento de Jesús. Y es muy significativa la imagen de los enfermos y los endemoniados, porque no son ellos los malos, los enemigos, sino víctimas de sus demonios. Los enemigos de Jesús nunca son las personas, aunque le estén clavando en la cruz. Las personas son siempre víctimas de sus pecados; por eso se acerca a ellas Jesús, para curar y liberar. Esta es la enorme misión de la Iglesia: ayudar a las personas contra todos sus males: liberar al ser humano de todo lo que le deshumaniza. Esta es la misión de Jesús, y la nuestra, como enviados suyos. Esta misión se realiza con el espíritu, con el estilo, con las armas de Jesús. Jesús no necesitó más medios que la palabra y el ejemplo. Jesús renunció al dinero como medio de influir, renunció al poder como medio de imponer. Su prestigio es su modo de actuar, su compasión y su valor. Su fuerza es la Palabra. Su mayor poder, la Buena Noticia. Jesús no dice que ama; Jesús ayuda. Jesús no crea sistemas filosófico-teológicos; muestra a Dios en parábolas. Jesús no predica desde la autoridad humana sino desde el servicio. Jesús se siembra, es grano de trigo enterrado y muerto; y resucita en la Iglesia, que no es una sociedad triunfal sino una levadura enterrada en la masa. La Iglesia hará florecer la humanidad del mundo si se siembra en un servicio fraternal, como Jesús mismo. La eficacia de la iglesia está garantizada solamente por la fuerza del espíritu. La Iglesia, nosotros la iglesia, solemos ser más sabios que Jesús y le enmendamos la plana. Reducimos la noción de pecado a la culpabilidad personal, trabajamos por el prestigio externo de la Iglesia y su influencia social, nos despreocupamos de los males reales para atender "a lo espiritual", valoramos la influencia política y económica, combatimos como enemigos a personas... En resumen, no ofrecemos la imagen de "crucificados para el mundo", ni el mundo nos considera como tales. Nos hemos convertido en una autentica religión convencional, con dogmas, ritos, jerarquías, prestigios, poderes, y hemos perdido la capacidad y la identidad de crucificados por la liberación de la gente. Ante todo esto, debemos prestar atención no solamente a Jesús compasivo, sino a Jesús poderoso. Las curaciones, las liberaciones de los endemoniados, tienen un mensaje primero, sencillo y definitivo: en Jesús actúa Dios poderoso para liberar. La Buena Noticia es poderosa para liberar. Pero sólo es poderosa la Buena Noticia, sólo es poderoso el Espíritu de Jesús. Los poderes del mundo sólo pueden esclavizar, son los enemigos de la Buena Noticia. Todo esto conduce a las preguntas más radicales: ¿Cuál fue el poder de Jesús? Tuvo poder de sanar, de liberar de decir la verdad a la cara de todos; tuvo el extremo poder de ser consecuente hasta la cruz. Tuvo el extraño poder de denunciar todas las falsas imágenes de Dios, de no dejarse comprar por nadie, de desmontar las pomposas teologías de los escribas con la simple arma de las parábolas, de ridiculizar la falsa santidad de los fariseos con el "a mí me lo hicisteis". Jesús pisó inmune los escorpiones y las serpientes del falso mesianismo triunfal, del honor del sacerdote, del aprecio de los poderosos; Jesús fue más poderoso que los ejércitos de la Ley, del Templo, del Poder. Jesús caminó sobre todos esos, victorioso. Esos fueron, y sólo esos, los poderes de Jesús. ¿Qué significó Jesús para su mundo? Un loco peligroso, que debía ser, y fue de hecho eliminado. Su mundo lo crucificó y lo consideró como crucificado. Y los que él envía para anunciar "ya está aquí el Reino" no llevan al mundo una buena noticia para todos. Porque el reino no es buena noticia más que para los pobres, los enfermos, los pecadores, y no para los ricos, los sanos, los que se creen santos. Los ricos, los sanos, los fuertes, los que se creen santos, reciben lo de Jesús como una malísima noticia, como una locura peligrosa. Es llamativa la imagen de Jesús: "como corderos en medio de lobos". Desarmados, pobres, sin más poder que curar y liberar. Sin más sabiduría que las parábolas. Con la estupidez mental de preferir la pobreza, el camino empinado, la fraternidad, la solidaridad... ¿cómo se puede triunfar en la vida con esas armas? ¿Cómo se puede un joven abrir paso en la selva del mundo con esos criterios? ¿Cómo se puede andar por la vida prefiriendo a los últimos, prefiriendo ser último? ¿Cómo se puede mirar con aprehensión el dinero, el éxito, el reconocimiento social? ¡La Buena Noticia es cosa de locos! Hoy es un domingo para revisar valores y criterios, para revisar nuestra situación en el mundo. ¿Qué piensan de nosotros la iglesia el poder, el dinero, el éxito? ¿Qué piensan de nosotros la iglesia los creadores de opinión, los triunfadores de la sociedad, los gobernantes que crean constantemente opresión, injusticia y miseria, los manejadores del mercado, los que viven en la abundancia? ¿Nos tienen por locos peligrosos? No puedo menos que recordar aquí una escena, retransmitida hace unos pocos años por televisión a medio mundo: una boda real, a la que asisten todos los poderes del mundo, los reyes, los príncipes, los magnates de las finanzas, los jefes de estado, los famosos de todos los ámbitos; dinero gastado a chorros, en vestidos, en coches, en fiestas, en alardes de todos los géneros. El edificio es suntuoso, las vestiduras sagradas son carísimas, el rito es solemne... Solamente estorbaba una cosa en tan magnífica ceremonia: el enorme crucifijo que presidía la asamblea entera, sangriento y agonizante, desnudo y ridículo, disonancia intolerable; deberían haberlo cubierto con un paño, o retirarlo a la sacristía para evitar que estropease tan magnífica ceremonia. Porque allí estaban todos los poderes, los criterios y los valores del mundo, todos los que crucificaron y crucifican hoy a los hijos de Dios, dueños del templo, impávidos ante el crucificado al que ellos mismo están matando. Pero eso es sólo una imagen circunstancial, pasajera, anecdótica. Una anécdota significativa: la iglesia entera está representada en ella, nosotros la iglesia, que vivimos en el mundo dando culto a un dios que no es el de Jesús, impertérritos ante los crucificados, dedicados a nuestras teologías y a nuestros poderes, nuestros prestigios, nuestras seguridades religiosas... A nosotros no nos crucifica nadie, por una sencilla razón: porque el mundo sólo crucifica a sus enemigos, a Jesús, por ejemplo. Lucas es el único evangelista que narra la misión de los 72, (de los 70 como dicen algunos códices). También relata antes, la de los doce. Seguramente ha querido acentuar el carácter universal de la predicación de la nueva comunidad. Doce era el número de las tribus de Israel. Setenta era el número de las naciones gentiles, según el Génesis.
Si estamos en Samaría, cabe pensar que la mayoría de esos setenta eran samaritanos. Para los demás evangelistas, el límite de la gentilidad estaba en la frontera de Galilea, para Lucas se encuentra en la misma Samaria, porque estaban apartados de la religión oficial judía. El domingo pasado se hablaba del fracaso de los discípulos en su intento de preparar el camino a Jesús en su subida a Jerusalén. Probablemente, Lucas quiere poner este envío de "otros setenta y dos" para dejar un buen sabor de boca. Estos vuelven "muy contentos" de sus correrías y tienen mejor acogida que los discípulos. "De dos en dos", porque para los judíos la opinión de uno solo no tenía ningún valor en un juicio, y los misioneros son, sobre todo, testigos. También, porque el mensaje debe ser proclamado siempre por la comunidad. No penséis que se trata de enviar a un número de especialistas en comunicación. No se trata de recomendaciones a unos cuantos escogidos. El evangelio dice simplemente: "envió a otros setenta y dos". Ni siquiera dice que fueran discípulos. Se da por supuesto que todo cristiano por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive. El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos, es la mejor predicación y la que convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal. No es fácil delimitar lo estrictamente histórico de este relato. Además de que solo Lucas lo narra, exigiría un grado de organización que no se percibe en el grupo de los que han seguido a Jesús. El simbolismo del número 12 y 70 nos invita a pensar que son relatos elaborados más tarde. Por otra parte, para predicar El Reino, se necesita haberlo comprendido y experimentado. Los evangelios se encargan de manifestar que antes de la experiencia pascual ni los doce se habían enterado de nada. Las recomendaciones de Jesús son la clave de todo anuncio del mensaje cristiano. Están puestas en boca de Jesús, pero son las condiciones mínimas que debería tener todo cristiano para llevar la Buena Noticia a los demás. En ningún caso se habla de doctrina que tengan que enseñar o de normas morales que deban exigir. Se trata de comunicar lo que Dios es para todos sin condiciones ni excepciones. Esa tarea la cumplió la primera comunidad en todas partes donde se fue implantando. Es la principal tarea que tiene que seguir llevando a cabo todo cristiano en cualquier tiempo y lugar. 1.- Itinerancia. "Poneos en camino". Es la clase de vida que eligió Jesús cuando se decidió a proclamar su buena noticia. El domingo pasado nos decía que no tenía dónde reclinar la cabeza. Este desapego de toda clase de seguridades es la actitud básica y fundamental que debe adoptar todo enviado. El anuncio no se puede hacer sentados. Seguir a Jesús exige una dinámica continuada. Nada se puede comunicar desde una cómoda instalación personal. La disponibilidad y la movilidad son exigencias básicas. 2.- Dificultad. "Os mando como ovejas en medio de lobos". Cuando se escribieron los evangelios, las primeras comunidades cristianas estaban viviendo la oposición, tanto del mundo judío como del pagano. Denunciar la opresión o poder despótico, no puede agradar a los que viven desde esa perspectiva, y sacan provecho de ella a costa de los demás. Por desgracia, cuando el cristianismo adquirió poder, se comportó como lobo en medio de corderos; eso sí, con piel de oveja. Desde el poder es imposible adivinar lo que sería bueno para el otro. El provecho personal o el de la institución, no es buena noticia para nadie. 3.- Pobreza. "Ni talega ni alforja ni sandalias". Es imprescindible la pobreza material, pero solo como signo de la superación de seguridades. Significa no confiar en los medios externos para llevar a cabo la misión. El peligro está en hacer de la predicación del evangelio un logro humano. Se trata de confiar solo en Dios y el mensaje. No buscar seguridades de ningún tipo, ni en el dinero ni en el poder ni en el prestigio ni en los medios, incluidos los de comunicación. Hoy tenemos la obligación de utilizar al máximo los medios de comunicación que la técnica nos proporciona, pero no debemos poner nuestra confianza en ellos. 4.- Urgencia. "No os detengáis a saludar a nadie por el camino". No se trata de negar el saludo a los que se encuentren en el camino. "Saludar" tenía para ellos, un significado muy distinto al que tiene para nosotros. El saludo llevaba consigo un largo ceremonial que podía durar horas o días. Esta recomendación quiere destacar la urgencia de la tarea a realizar. Seguramente está haciendo referencia a la inmediata llegada del fin de los tiempos, en que las primeras comunidades cristianas creyeron a pies juntillas. 5.- Paz. "Decid primero: ¡Paz! Para entender esta recomendación hay que tener en cuenta el sentido de la "paz" para los judíos de aquel tiempo. No significaba solo ausencia de problemas y conflictos, sino la abundancia de medios para que un ser humano pudiera conseguir su plenitud humana. Llevar la paz es proporcionar esos medios que hacen al hombre sentirse a gusto e invitado a humanizar su entorno. Significa no ser causa de tensiones ni externas ni internas. Sería ayudar a los hombres a ser más humanos. El cristiano, vaya donde vaya, tiene que llevar armonía, comprensión, amor, paz. 6.- Humildad. "Comed y bebed de lo que tengan". Esta es una de las actitudes más difíciles. Ponerse al nivel del otro. Aceptar sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia... Se trata de buscar solo el estar disponible para todos, sin esperar nada a cambio, pero aceptando con humildad lo que den; siempre que sea lo indispensable, comida y alojamiento, etc. ¡Qué difícil es no imponer lo nuestro! Muchos intentos de evangelización han fracasado por no tener esto en cuenta. Más difícil todavía es aceptar la dependencia de los demás en las necesidades básicas, no poder elegir ni lo que comes ni con quien comes. 7.- Curad. "Curad a los enfermos". No se refiere solo a las enfermedades físicas. Todo aquello que impide al ser humano ser él mismo es enfermedad. De hecho los 70 solo hacen alusión a que los demonios se les sometían. Seguimos dando demasiada importancia a la salud corporal, sin enterarnos de que con una grave enfermedad, puede un ser humano alcanzar su plenitud. Curar significa alejar de un ser humano todo aquello que le impide ser él. Hoy las enfermedades físicas están cubiertas por la medicina. Pero ¿qué pasa con las enfermedades síquicas y mentales, que arruinan la existencia de tantas personas? 8.- Buena noticia (evangelio). "El reino, que es Dios, está cerca". Nada de peroratas teológicas, nada de discursitos apologéticos, nada de propagandas ideológicas, nada de doctrinas ni rituales ni normas morales... Lo único que un ser humano debe saber es que Dios le ama. Predicar el reino que es Dios, es hacer ver a cada ser humano que Dios es algo cercano, que está tan cerca, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las doctrinas ni a los ritos ni al cumplimien¬to de la norma. Dios es (está) en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo... Sin estas condiciones, la predicación se hace inútil. No es nada fácil salir de la dinámica de la propaganda, del proselitismo a toda costa, buscando más el potenciar la institución que el servicio de las personas. El que va a proclamar el Reino de Dios, tiene que manifestar que pertenece a ese Reino. Tiene que responder a las necesidades del otro. Tiene que estar dispuesto al servicio en todo momento. No debe exigir absolutamente nada, ni siquiera la adhesión. Tiene que limitarse a hacer una oferta. Meditación-contemplación Haz una reflexión sincera, trata de descubrir la verdad: ¿Cuál es tu preocupación primera? ¿Es la comida, el vestido, la salud, la casa, el prestigio? ¿Tus esfuerzos están encaminados a buscar seguridades? O ¿tu preocupación primera es vivir el Reino? ................. Procura, al mismo tiempo no caer en demagogia barata. De esas necesidades básicas tienes obligación de ocuparte. Dios quiera que alcances el mayor bienestar posible, para ti y para los demás. Siempre que la prioridad sea el desplegar tu humanidad. ...................... No te dejes llevar por lo que te pide el cuerpo. No te olvides que eres también y sobre todo, espíritu. Escucha también tu ser profundo; lo que él te pida te llevará hacia tu plenitud y felicidad. Lo que tienen que anunciar los discípulos –sea cual sea el modo como los reciban- es que “está cerca de vosotros el Reino de Dios”.
Si por “Reino de Dios”, como veíamos en el comentario de la semana anterior, hay que entender el Misterio último de lo Real (Lo que es), resulta evidente que esa es la Buena Noticia: Nuestra identidad última no es el yo, vacío, carenciado e impermanente, sino el Misterio pleno, radiante y siempre estable. La tristeza –como la soledad, la frustración, la ira, el miedo, los celos, el resentimiento, el egoísmo…- es síntoma de una sola cosa: de que hemos olvidado nuestra verdadera identidad y nos hemos identificado con lo que no somos. En definitiva, que estamos respondiendo equivocadamente a la pregunta “¿quién soy yo?”. Cuando estoy identificado con el ego, no puedo ver la vida y todo lo que ocurre, sino desde su perspectiva estrecha y engañosa. Desde ahí, no actuaré en libertad, sino que reaccionaré, según los juicios elaborados por el mismo. Pero la reacción no logrará otra cosa que inflar aún más el ego –que se “cargará de razón”-, descalificar al otro y destruir toda posibilidad de encuentro y de reconciliación. Porque juzgaré a la otra persona según responda o no a mis necesidades y expectativas, entrando en una espiral de difícil solución. Si, por el contrario, puedo anclarme en mi verdadera identidad (“el Reino de Dios”, lo llamaba Jesús), experimentaré dos cosas imposibles desde la perspectiva anterior: por un lado, quien soy no se verá afectado por nada de lo que le digan o hagan; por otro, no emitiré ningún tipo de juicio hacia la otra persona, por dos motivos: porque sé que todo lo hace no es sino fruto de su propio sufrimiento, de la ignorancia o de su “programación” cerebral; y porque, al estar situado en mi verdadera identidad, sé también que se trata de una identidad que compartimos. En todo caso, el otro hace lo que puede y lo que sabe. ¿Tiene sentido el juicio o la condena? Esa identidad se llama también Gozo. Y ese es, según Jesús, el motivo real de nuestra alegría. Mejor dicho: no necesitamos ningún “motivo” para estar alegres –ni aunque tuviéramos poder para “expulsar demonios”-, porque, cuando estamos en nuestra verdadera identidad, emerge una “alegría sin motivo”, la “perfecta alegría”, de que hablaba Francisco de Asís. Es una alegría que nunca se puede perder –“os alegraréis con una alegría que nadie os podrá quitar”, dice Jesús en el cuarto evangelio: Jn 16,22-, porque constituye justamente el núcleo de lo que somos. Aun con su peculiar estilo y sin compartir todo lo que en él se afirma, en Un Curso de Milagros puede leerse algo similar: “La tristeza es señal de que prefieres desempeñar otro papel en lugar del que Dios te ha encomendado… Comprende que tu papel es ser feliz” (Un Curso de Milagros. Libro de Ejercicios, Lección 100.5.7). “Vuestros nombres están inscritos en el cielo”: nuestra identidad, compartida y no-dual, es permanente y no puede verse afectada negativamente por nada de lo que ocurra. Se trata solo de “abrir los ojos”, caer en la cuenta, salir de las trampas laberínticas del ego, así como de sus “juegos” de etiquetas y de juicios. Los lectores de RD conocen la noticia (28.06.13). “Un prelado italiano, un exagente de los servicios secretos de Italia y un intermediario financiero han sido detenidos acusados de fraude y corrupción, en la investigación sobre las presuntas irregularidades en la gestión del llamado banco del Vaticano, el Instituto para las Obras de Religión (IOR)”.
El prelado es Nunzio Scarano, responsable del servicio de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el ente que gestiona el patrimonio inmobiliario del Vaticano, un Monseñor que había sido ya destituido de su cargo… pero que seguía “trabajando” al servicio de “familias” económicas y de blanqueo de dinero. Se le acusa de introducir en Italia de 20 millones de euros desde Suiza. No se sabe si el IOR está implicado directamente, pero todas las fuentes indican que la detención ha sido posible después que el papa Francisco ha nombrado una comisión, formada por cinco altos prelados, para investigar todo lo que ocurra en el banco del Vaticano. Ciertamente, el Papa conocía la “operación policial” contra Scarano y ha dado el “placet” a la detención. También aquí, lo mismo que en los casos de pederastia, el Papa quiere “tolerancia cero”. Más que el posible “lobby gay” lo que está al fondo es un “lobby económico”, que el Papa quiere sacar a la luz y destruir Otro rumbo es posible. Cómo “blanquear” bien el dinero He presentado varias veces en el blog mi opinión sobre los cambios que debería realizar la curia de la Iglesia de Roma, empezando por la desaparición del Estado de la Ciudad del Vaticano y terminando por la implantación de una transparencia económica total (cf. 10.03.13), en línea de comunión desde la pobreza. El tema me ha interesado mucho desde viví en Roma en unos años turbios (1984-1986) marcados por la crisis del Banco Ambrosiano, el asesinato de Calvi, la increíble historia del impresentable Mons. Marcinkus, buscado como malhechor por Italia y USA, y protegido por el Vaticano, que nunca había querido “entregar” a los sospechosos de delitos económicos. Por eso, nunca había creído del todo en los cambios de la cúpula eclesial, mientras no se diera una total trasparencia económica, y parece que vamos en el buen camino. No me parece que el Vaticano sea inmensamente rico (como algunos dicen); la gran riqueza del mundo está en otros lugares. No es tampoco un grandísimo paraíso fiscal donde se blanquean miles de millones de dólares/euros…; hay otros paraísos muchísimo más turbios, que mueven y blanquean mucho más dinero. Pero el Vaticano tiene su importancia, y además su dinero debía ser “dinero para Cristo”, es decir, para los pobres. En esa línea comenté hace unos días una frase del Papa Francisco aludiendo al “posible lobby gay” del Vaticano (22.06.16). Decía allí que podía haber gays y que los había en el Vaticano, pero que su peligro no venía de que fueran “gays” (¡bendito sea!), sino del hecho de que fueran un “lobby de poder”. Echar la culpa a los gays podía ser una tapadera; el problema no era sexual sino de dinero y poder. Pues bien, lo que ha pasado ahora, con la detención de Mons. Nunzio Scarano confirma aquella interpretación. Por fin empiezan a caer los verdaderos “cuervos” del Vaticano, y yo me alegro mucho por ello. No, no me alegro por la detención de Nunzio (me gustaría que no fuera necesario detener a nadie). Tampoco me alegro por el nuevo escándalo en torno al Vaticano… Pero sí me alegro y mucho por la forma en que se ha producido esa detención (¡que ha estado en la prensa de estos días, a ella remito a mis lectores). Me alegro mucho por lo que significa esa detención. Ahora pienso que el cambio puede darse Se decía a veces ante un problema de Iglesia o Política: Cherchez la femme (buscad a la mujer culpable…). Otros están diciendo: buscad al homosexual…(el culpable debe ser un gay-mar…). Pues bien, aquí no tenemos nada de eso: La frase exacta sería: ¡Buscad el dinero…! No es que sea (digo) muchísimo dinero, millones de millones, pero es suficiente para enturbiar el agua más pura del evangelio. Y parece que empieza a aclararse el tem. Hasta hace unos días me había mantenido reservado ante los cambios de estilo y praxis de fondo del Papa Francisco, con deseo de que el cambio venga, pero sin estar seguro de que pueda darse. Ahora me estoy convencido de que ese cambio puede darse. Como he dicho, el detonante ha sido la detención de monseñor Nunzio Scarano, uno hombre de los fondos del “Banco Vaticano” (IOR), al servicio de oscuros intereses, de lobbies y mafias navieras del Sur de Italia. La policía financiera italiana (Guardia de Finanzas) ha seguido sus pasos, ha tomado nota de sus “operaciones”, con otros “mafiosos” del dinero. Hasta aquí todo es normal. Otras veces han pasado cosas semejantes. La novedad está en el hecho de que (por lo que parece) la policía italiana se ha puesto en habla con el Papa, y el Papa ha dicho que actúen, que apliquen la ley. Y así han “cogido” a Scarano con las manos en la masa, en una historia digna de novela de espionaje, llevando dinero negro desde suiza para blanquearlo al parecen en el IOR. Antes, los papas habían defendido a sus “agentes” económicos. Podían hablar de espiritualidad, pero eran poco creíbles…, porque en el fondo se escondían sumas opacas (negras) de dinero. No eran quizá sumas grandísimas, no venían de robos…, pero eran “secretas” y empañaban la imagen (y el corazón) de la “iglesia vaticana” (que no es toda la Iglesia, ni mucho menos, pero que es representativa). El Papa Francisco ha dicho “actúen”: ¡No puedo hablar de Jesús y de los pobres teniendo cuentas opacas en mi banco! Y así dejado que “cacen” a Nunzio Scarano. Ésta es, a mi juicio, la noticia más fuerte de los ciento y pico días del Papa Francisco. Así le quiero, y empiezo a apostar por él. No sé si Nunzio Scarano y sus “amigos” merecen la cárcel, pero si merecen un fuerte escarmiento. Supongo que en Italia seguirá habiendo “familias”, “cosa nostra” y mafias de diverso tipo, de manera que será difícil liberarse de ellos… En España no podemos dar consejos, pues todos los días surgen y crecen noticias de este tipo. Pero hay una diferencia: Ni Italia ni España son “estados de la Iglesia”; ni Italia ni España “juran” por el Evangelio. El Estado Vaticano “sí”: ¡Promete cumplir el evangelio! Desde ese fondo, lógicamente, el Papa Francisco ha dicho que los tipos como Nunzio están bien en manos de la justicia… y rápidamente, inmediatamente, habrá que cambiar la imagen y la realidad del IOR, el Instituto de Obras de la Religión, que ha venido actuando a lo largo de casi un siglo como Banco Vaticano. Apéndice Ciertamente, la organización de la Curia y el mantenimiento del Estado Vaticano necesitan un soporte económico, pero su cuantía no es grande, en comparación con las grandes corporaciones multinacionales, aunque resulta considerable. Tampoco parece exagerado el montaje económico de las iglesias (a pesar de que pueda suscitar escándalos). El problema no es tampoco la cantidad de dinero utilizada por la Iglesia, sino la forma de hacerlo y sus implicaciones a la hora de plantear y resolver el sentido cristiano de la riqueza, en un mundo especialmente sensible a estos problemas. Nos hallamos en un momento clave de crisis económica (2013), y las estructuras monetarias que han ido surgiendo en occidente (con la inspiración y ayuda de un tipo de cristianismo) parecen colapsar. Tenemos respuestas técnicas de diverso tipo, pero los problemas y preguntas han cambiado, de manera que se vuelven necesarias nuevas soluciones, en un campo que es no sólo esencial para la Iglesia, sino para el futuro de la vida humana. Ésta es la paradoja: La Iglesia ha de ser pobre (no tener absolutamente nada para sí)…., siendo muy rica (teniendo y administrando mucho para los pobres del mundo), en una línea contraria a los intereses no sólo de las mafias (como la de Scarano), sino de los Bancos normales (de tipo capitalista). Jesús no necesitó dinero para promover su mensaje (cf. Mc 10, 17-31), no capitalizó, no hizo operaciones financieras, pero su gente tenía pan y lo compartía… el ideal no era no tener, sino tener compartiendo, en claridad de amor y de servicio. Así se plantea un problema de base, que sólo puede resolverse volviendo (sin perder la enseñanza de la historia) a la raíz del evangelio. Ciertamente, la Iglesia de occidente tiene una riqueza incontable en bienes patrimoniales y artísticos (templos, obras de arte), pero ellos no pueden estar gestionados por gentes como Scarano, en los bordes de la mafia del dinero. Es evidente que hace falta en este campo un gran cambio. La mayoría de los bienes inmuebles de la Iglesia se están convirtiendo en museos, gestionados por la sociedad (o por los estados), de manera que el problema puede resolverse ahora con más facilidad que en otro tiempo. Estamos en un momento bueno para volver a la raíz del evangelio, recordando el comienzo del mensaje de Jesús, que no se expande con organizaciones monetarias, sino con el testimonio de la vida. Éste es un tema que tiene grandes ramificaciones, y que nos abre a la misión del Evangelio en el mundo, en un momento clave en que nos hallamos dominados por un duro neo-capitalismo, que condena al hambre a millones de personas. La Iglesia no es una simple institución monetaria, pero, sin un fuerte testimonio de comunión en el campo de los bienes económicos, la nueva Evangelización resultará imposible (y contraproducente). Quedan, sin duda, otros problemas pendientes, pero sólo a medida que se vaya haciendo camino podrán plantearse y resolverse. Promovió el diálogo interreligioso e interpretó el Corán como un mensaje de emancipación
Con la muerte de Asghar Ali Engineer el islam pierde a uno de sus mejores intelectuales y a uno de los más cualificados teólogos musulmanes de la liberación. Nació en 1939 en Salumbar, Estado de Rajastán (India), en el seno de una familia chií ismaelí, de la corriente bohra. Su padre, clérigo y teólogo de esta tendencia musulmana, le enseñó la lengua árabe y las ciencias islámicas. Engineer se graduó en ingeniería civil, profesión que ejerció en la Corporación Municipal de Mumbai y que durante un tiempo compaginó con sus actividades religiosas. Fundó la Asociación Redes de Acción Musulmana-Asiática, organización internacional que promueve los derechos humanos y la comprensión y la armonía entre las religiones del mundo asiático. Creó el Instituto de Estudios Islámicos, que promueve la paz y la no-violencia, y el Centro para el Estudio de la Sociedad y la Secularización (CSSS) y lideró el movimiento Dawoodi Bohra Progresista, cuyo objetivo es la recuperación de la matriz revolucionaria y liberadora del chiísmo ismaelí. Su activismo social, compromiso ético y trabajo intelectual fueron reconocidos con varios doctorados honoris causa y numerosos premios nacionales e internacionales. Entre estos últimos está el Premio Nobel Alternativo en 2004 en Estocolmo “por promover durante muchos años en el sur de Asia los valores de la convivencia entre religiones y comunidades, la tolerancia y el entendimiento mutuo”. El teólogo indio ismaelí, fallecido a mediados de mayo a los 74 años, tiene una concepción racional del islam, que estudia desde una perspectiva laica y democrática. Si algo enfatiza el Corán, afirma, es la lucha contra la ignorancia, que afectaba a la mayoría de la población, y la necesidad del conocimiento, que implica el desarrollo de la creatividad y la imaginación. “El aprendizaje y la búsqueda del conocimiento se convirtieron en la quilla de la cultura islámica”, asevera Engineer, quien lo demuestra con numerosos ejemplos: liberación de no pocas supersticiones; recuperación y difusión de los saberes indios, persas y griegos; observación científica de los fenómenos del universo; desarrollo de la filosofía y de la ciencia; surgimiento de una civilización basada en la espiritualidad, la filosofía y las ciencias físicas, etcétera. Engineer remite los elementos liberadores del islam al profeta Mahoma, a quien llama “el Libertador”, ya que liberó a la sociedad árabe de las situaciones estructurales de opresión e injusticia, de la ignorancia y la superstición, de la esclavitud y la marginación. La teología islámica de la liberación se basa en la centralidad de la justicia, la opción por los marginados, la lucha contra la pobreza, la denuncia de la acumulación, en la compasión y la benevolencia. Cree que el Corán proporciona a las mujeres una carta de derechos de la que nunca disfrutaron. Podían casarse o divorciarse libremente, sin atender a presiones familiares, sociales o ambientales, y disponer de la custodia de sus hijos. Podían heredar y tener propiedades. ¿Y la poligamia? ¿No rompe esa tradición igualitaria? El Corán no aprueba ni la poligamia por placer ni los grandes harenes. Solo la acepta por razones de justicia. En caso contrario, lo que recomienda, más bien, es la monogamia. El Corán es un mensaje liberador para la humanidad. El problema, observa Engineer, es que creyentes y dirigentes religiosos musulmanes a lo largo de la historia se desviaron de ese camino e hicieron alianzas con los opresores. Es necesario, por tanto, revertir la historia, recuperar los valores primigenios y vivirlos en la sociedad actual. La Universidad Carlos III de Madrid, en colaboración con la Junta Islámica de España, ha publicado recientemente el primer libro de Asghar Ali Engineer en castellano: Teología islámica de la liberación (Adg-n Libros, Valencia). A él remito para un mejor conocimiento de este gran teólogo y activista social. Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Pablo nos ofrece dos ideas magníficas. En primer lugar, la función de La Ley, la ley de Moisés, como un "pedagogo", un tutor necesario mientras el niño es niño y no puede usar bien su libertad. Hay un párrafo precioso en el capítulo cuarto:
"Mientras el heredero es menor de edad, aunque sea dueño de todo, no se distingue del esclavo, sino que está sometido a tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre. Lo mismo nosotros, mientras éramos menores de edad, éramos esclavos. Pero cuando se cumplió el plazo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que rescatase a los súbditos de la ley, y nosotros recibiéramos la condición de Hijos. Y, como sois Hijos, Dios infundió en vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: "Abbá, Padre". De modo que no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres heredero por disposición de Dios". (Un paralelo brillante en Romanos 8,15) Es una magnífica exposición, en su tiempo y ahora. En su tiempo, para mostrar que La Ley, todo lo prescrito en el Antiguo Testamento, es provisional; necesario en su momento, pero dirigido a una cumbre, Jesús, que llevará a su plenitud todo lo que allí era sólo proyecto. Y ahora, para nosotros, mostrando lo más íntimo de la revelación de Jesús: si Dios es Padre, yo soy hijo. De aquí nace toda la confianza y toda la exigencia que caracterizan a la condición cristiana. Pero esto es la cumbre, la Palabra plena, hacia la cual se arrastra el Antiguo Testamento, con aciertos y errores, que valoramos con claridad desde Jesús. Debemos aprender a leer correctamente el Antiguo Testamento. Y lo leeremos bien desde Jesús. En el Antiguo Testamento está la historia de la fe de Israel, que es la prehistoria de nuestra fe. Están todos sus aciertos y sus errores, sus provisionalidades, sus pecados. Mirándolo desde Jesús vemos qué es acierto, qué es error, qué es provisional... Por esta razón es tan ingenuo lo que hacen algunos predicadores superficiales hoy día, imponiendo mandamientos porque están en la Biblia. (Un caso típico es el de los testigos de Jehová con el mandamiento de la abstenerse de sangre). Lo que en un momento pudo ser conveniente no tiene por qué ser definitivo. Lo definitivo lo vemos en Jesús. Pablo proclama por tanto la libertad ante la Antigua Ley, ante la llegada de la Nueva Ley, de Jesús. Pero esto no es todo. La Ley de Jesús es: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas: y al prójimo como a ti mismo" Por tanto, no se trata de cumplir preceptos, sea cual sea nuestra situación interior; se trata de convertirnos al amor de Dios, descubrir el amor de Dios y responder con el mismo amor, que abarca al Padre y a los hijos. Esto significa que hacemos mucho más de lo obligado, que vamos mucho más allá de los preceptos. Pensamos, una vez más, en dos personas enamoradas, o en una familia en la que funciona un amor verdadero: los preceptos están de sobra. Si todo el mundo piensa más en los otros que en sí mismo, la ley se queda siempre muy corta. Esta Libertad de los hijos de Dios es el centro de toda espiritualidad cristiana. En una comunidad siempre hacen falta leyes, pero el Espíritu de Jesús va mucho más adelante que las leyes, se le queda pequeño lo mandado. Así, Jesús es el Salvador, el que salva de los pecados, el Libertador. En dos aspectos: · En que ya no servimos al pecado, aunque nos siga atrayendo, aunque algunas veces resbalemos; vivimos para las cosas del Padre, hemos descubierto el Tesoro y hemos vendido las baratijas que antes nos atraían tanto. · Y, además, nos sentimos libres del temor: ya no nos da miedo Dios ni nuestros pecados, porque Jesús nos ha mostrado bien que Dios es precisamente el que trabaja para liberarnos. No deja de ser preocupante que el "re-descubrimiento" de Abbá, que tanto ha hecho cambiar la espiritualidad cristiana, haya sido también para algunas personas un tranquilizador de su mediocridad. La bondad de Dios, el que siempre perdona, se convierte en el mejor pretexto para excusarles de todo seguimiento de Jesús. Es importante comprobar cómo, en este proceso, la bondad de Dios es un mensaje, no una vivencia: ha sido una información, no algo profundamente sentido. Y esto revela uno de los aspectos más preocupantes de algunas religiosidades: mucho conocimiento y escaso o nulo sentimiento. Pero seguir a Jesús, convertirse, "apuntarse al reino" es algo vital, emocional. No se trata de conocimientos sino de convicciones, no se trata de aceptar dogmas sino de sentirse querido. Nadie en ningún ámbito puede igualar a la marca de la Creación. El progreso humano depende también de la asunción de una buena carga de rendición y de humildad. Jamás, nadie en ningún laboratorio podrá dar con la leche de la madre. Su fórmula no se vende en los mercados del Nasdaq. Nadie podrá hallar la magia de su incomparable poder nutritivo. Sólo los accionistas de Nestlé y demás fans de un progreso sin alma, ponen en cuestión las grandes ventajas que para el bebé implica ser amamantado por la madre. Hoy sabemos que la salud del pequeño depende mucho de que no llegue a sorber de la tetina de caucho, de que se hunda en la ternura infinita del pecho materno.
Sin embargo ni siquiera las evidencias se imponen, se asumen. Maduro no debiera imponer en Venezuela la lactancia materna. La leche se puede cortar. La Creación es también libertad absoluta. Los postulados que cargan con grandes verdades tienen que encontrar el cauce del convencimiento, no el atajo atropellado de la imposición. La leche de la madre es caudal de salud, río de Vida y ésta nunca se impone, ésta se da y se sorbe en el más absoluto libre albedrío. Saltando mares, en nuestra propia geografía, nos encontramos con postulados que pueden ser acertados, pero que sin embargo han adoptado la misma y muy cuestionable fórmula de la implantación obligatoria. El tan discutido "Puerta a puerta" puede ser un envite ambicioso en el reciclado de los residuos, puede ser la apuesta más responsable y ecologista en lo que se refiere al tratamiento de las basuras, pero el "Atez ate" habrá que convencerlo, no imponerlo, so pena de dividir aldeas, pueblos y ciudades, como ya ha ocurrido. Es importante el "residuos 0", pero lo es más aún el mantener a una población unida y cohesionada. La imposición política nunca será bienvenida en el seno de una ciudadanía madura. Buena parte de Gipuzkoa se ha revelado contra una imposición. Su población no ha sido convencida, ha sido ordenada. Ya en Venezuela, ya en la Gipuzkoa seducida por el eje bolivariano, los postulados se proclaman, se argumentan, se contagian..., nunca se imponen a la fuerza. La razón se suicida cuando ésta es impuesta. "Aquel venceréis, pero no convenceréis" debiera quedar clavado, sin réplica alguna en su lóbrego rincón de la historia. La dinámica de los unos frente a los otros, en cualquier ámbito humano, tiene los días contados. Cede por fin el paradigma de confrontación y emerge lentamente el de la colaboración, la complementación y la comunión. Cualquier triunfo de unos sobre otros, constituye un fracaso por muy puras y brillantes banderas que se ondeen. Nadie gana realmente sobre nadie. Nadie alardee ya de "músculo" a estas alturas. Nos inquieta la prolongación de un léxico de batalla, los sueños y utopías son demasiado hermosos para ser impuestos. No deseamos que sigan siendo unos los que venzan a los otros, que no seamos todos y todas los/las que venzamos y ganemos. A lo primero ya hemos jugado demasiado. El otro es un territorio sagrado y las relaciones son tan sagradas como el cuerpo ya particular, ya colectivo, la Tierra. Cuidar de nuestros cuerpos, proteger la Madre Tierra/Amalurra, es velar también por nuestras relaciones sagradas, es consideración con el latir y el sentir del otro; es respeto a la Divinidad que al otro también habita; es convencimiento de que la libertad ha de imperar; es certeza de que sólo desde esa unión en libertad, podremos alcanzar altos y verdes prados, pura leche, puro néctar, puras y gloriosas realizaciones colectivas. "Aterpe xamur hortan lo hartu nahi dut nik..." (Quiero dormir en ese tierno refugio...) cantaba nuestro entrañable bardo Lete, con respecto al pecho de la madre. Incluso a ese abrigo sin par hemos de ir libres, con nuestra propia voluntad, sin necesidad para ello de ser empujados. |
Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando
EL BLOGEl blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida. SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...
Archivos
Febrero 2023
Categorias |