Hoy podíamos desarrollar, no una homilía, sino todo un tratado desde cada una de las lecturas.
En la primera, descubrimos como los ministerios (diaconado) no fueron instituidos directamente por Jesús, sino que surgieron como exigencias de una comunidad que crece y tiene que organizarse. “Escoged a siete de vosotros... y les encargaremos de esa tarea.” (Hch 6,1-7) En la segunda, nos encontramos con la idea del sacerdocio de los fieles, recuperada por el Vaticano II, pero escamoteada por los encargados de desarrollar su doctrina. “Raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido.” (1 Pe 2,4-9) Todo cristiano es esencialmente sacerdote, porque participa del sacerdocio de Cristo. La diferencia con el sacerdocio ministerial es accidental. No se trata de quitarle importancia, pero no debemos establecer diferencias substanciales entre cristianos. Los ministros ordenados no son más ni menos cristianos. La única diferencia es que a ellos se les ha preparado para que cumplan un ministerio, es decir, una función. El contexto del evangelio de Juan que leemos este domingo, es el discurso de despedida después de la cena. En el capítulo 13 el centro es Jesús. En el 14, el centro es el Padre (aparece 25 veces). El ambiente es de inquietud. La traición de Judas, el anuncio de la negación de Pedro, el anuncio de la partida. Todo es inquietante. Está justificada la invitación a la calma y a la confianza. La clave del mensaje en este capítulo es la relación de Jesús y la de sus discípulos con el Padre. Aunque Juan pone en boca de Jesús todo el discurso, en realidad se trata de reflexiones pascuales. Lo que en el discurso es futuro, es ya presente para el que escribe y el que lee. Pero este presente deja entrever un nuevo futuro que el Espíritu irá realizando. Se percibe la dificultad que tiene la comunidad de expresar su experiencia de salvación. Esta vivencia pascual está anclada en la presencia viva de Jesús, del Espíritu y del Padre. Creed en Dios y creed también en mí. “Pisteuete eis”, no significa creer, en el sentido que damos nosotros hoy a esa palabra. Sería creer ‘en sentido bíblico’, es decir, poned vuestra confianza en… Juan utiliza esta construcción 30 veces, dirigida a Jesús. Solo en 12,44 y aquí pone como término a Dios, indicando claramente la identidad de ambas adhesiones. Está en juego la relación de los discípulos con Dios. La confianza en él y la confianza en Dios son la misma cosa. Si de verdad buscan a Dios, están en el buen camino, porque están con él. No hay diferencia entre la adhesión a Dios y la adhesión a Jesús. Esta es la razón por la que no tienen nada que temer. En el hogar de mi Padre, hay muchas estancias. No se trata de un lugar, sino del ámbito del amor de Dios. En el corazón de Dios, todos tienen cabida. También podía traducirse: en la familia de Dios hay sitio para todos. Todos los seres humanos están llamados a formar parte de la familia (ámbito) del mismo Dios. Jesús va al Padre, para procurarles un tipo de relación con Dios, similar a la suya. No hay diferencia entre unas moradas y otras. Como Jesús está “en el seno del Padre”, así todos pueden llegar allí. La incomprensión de Tomás, es recurso literario, da al autor la oportunidad de aclararse. Todo el lenguaje es mítico-simbólico. Me voy, me quedo, vuelvo, etc. no se puede entender literalmente de manera local. Son ideas teológicas clave para entender la marcha de Jesús y a la vez, su permanencia con ellos vivo. Pero aunque la verdad está formulada desde una visión mítica, el mensaje sigue siendo válido para nosotros. Solo tenemos que cambiar su formulación. Hoy tendríamos que decir que la meta de todo está en Dios. Esa identificación con Dios, de la que habla Jesús, es la que tenemos que descubrir todos y vivirla ya aquí. En Jesús, Dios ha manifestado el proyecto de Dios para el hombre. Ahora tienen que dejar que ese proyecto se realice en cada uno de ellos. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Estamos ante uno de los textos más densos, referidos a la realidad de Jesús. La meta es el Padre. Jesús es el camino, pero también la verdad y la vida. El concepto de “camino” presupone un término, el Padre. El concepto de “verdad” presupone un contenido. El contenido es él. De los tres términos, el único absoluto es “Vida”. Porque Jesús posee la Vida, por eso es verdad y es camino. Yo soy camino. Jesús es un proyecto realizado, porque recorrió el camino que le llevó a la plenitud humana. El camino es el amor hasta la muerte. El don total de sí mismos les realizará plenamente y hará brillar en ellos la presencia de Dios. Pero además de recorrer ese trayecto, Jesús se hace camino para que tú puedas recorrerlo también. En el AT el camino era la Ley. Jesús sustituye la Ley, no con otra ley, sino con su persona. Yo soy verdad, es decir soy lo que tengo que ser, soy yo mismo, soy autentico. No se trata de la verdad lógica, (la adecuación de un predicado a un sujeto), sino verdad ontológica que hace referencia al ser, no al conocer. Quiere decir que Jesús es plenamente hombre, autentico y verdadero. Es lo que tiene que ser un ser humano. Es verdad, porque la trayectoria de su vida es la que tiene que recorrer todo hombre. Lo contrario sería, ser lo que no eres, ser falso, engañoso, pura apariencia, no ser uno mismo. “Yo soy” es el nombre que se da a sí mismo Dios desde la zarza. En Juan se repite hasta la saciedad en boca de Jesús: yo soy. El complemento puede ser cualquiera: puerta, pastor, camino, vida, verdad. Si estoy identificado con Dios lo soy todo a la vez. Yo soy vida, es decir, lo esencial de mi ser está en la energía que hace que sea lo que soy. Recordad: "El Padre que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me coma, vivirá por mí." Está hablando de la misma Vida que es Dios, que se le ha comunicado a él y que, a través de él, se nos comunica a nosotros. De la misma manera que no podemos encontrar la vida biológica independientemente de un ser que la posea, así no podemos encontrarnos con un Dios ahí fuera separado de un ser que lo manifieste. Nadie se acerca al Padre sino por mí. En el cap. 6 había dicho: “nadie viene a mí si el Padre no lo atrae”. Las dos ideas se complementan. Para el que nace del Espíritu, el Padre no es alguien lejano, su presencia es inmediata. Hacerse hijo es hacer presente al Padre. La identificación con Jesús, hace al discípulo participar de la misma vida de Dios. Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre. Una vez más se refleja el “ya, pero todavía no” de la primera comunidad. El seguimiento de Jesús es un dinamismo constante. No se trata de progresar en el conocimiento, sino en la comunión por amor. El conocimiento vivencial de Jesús, hará que el Padre se manifieste en el discípulo. Lo que pide Felipe es una teofanía como las narradas en el AT. Piensa que Jesús es unrepresentante de Dios, no la presencia misma de Dios. Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo dices tú, muéstranos al Padre? Esta queja, puesta en boca de Jesús, es una clara reflexión pascual de los discípulos. En su vida pública no entendieron ni jota de lo que era realmente Jesús. Felipe sigue separando a Dios del hombre. No ha descubierto el alcance del amor-Dios ni su proyecto sobre el hombre. No se ha enterado de que Dios solo es visible en el “hombre”. Desde esta perspectiva, Jesús podía decir: quien me ve a mí, ve a mi Padre. Y al mismo tiempo: si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre porque el Padre es más que yo. Las propuestas que yo os hago no las propongo por cuenta mía. Se trata de propuestas de acción. Las obras son la manifestación de que Dios está en Jesús. ¡Ojo a este dato! La presencia de Dios en Jesús es dinámica. El Padre ejerce su actividad creadora a través de Jesús. Él, a partir de su propia experiencia, propone las “exigencias” que Dios le pide a él. Jesús a través de sus obras realiza el designio creador. El criterio para descubrir si el Padre está en Jesús serán siempre las obras. Lo quedice tendrá siempre un valor relativo. Lo verdaderamente válido son las obras. Si lo tenemos claro, descubriremos a Dios en las obras de Jesús a favor del hombre. Pero la manifestación de Dios en las obras de Jesús no es una exclusiva suya. Dios actúa en él y seguirá actuando en todo aquél que siga sus pasos. Liberar al hombre será siempre obra de Dios, sea a través de Jesús sea a través de sus seguidores. El que cree en mí, hará las obras que yo hago y aún mayores. No se trata de milagros, sino de la manifestación del amor en favor del hombre. La obra de Dios no termina en Jesús, empieza en él y se continuará siempre. Jesús está hablando de su experiencia de Dios y quiere que ellos tengan la misma experiencia. Se trata de descubrir y desplegar la misma vida de Dios en cada uno de ellos. Toda la predicación de Jesús nace de la experiencia e invita a la experiencia como plenitud de humanidad. Meditación-contemplación Yo soy el único camino, la verdad, y la Vida. Ésta es la profunda experiencia de los cristianos de finales del s. I. En Jesús descubrieron, no sin dificultades, la presencia de Dios. Mi tarea es descubrir también ese Dios de Jesús. ................... Para encontrar ese Dios en Jesús, tengo que abandonar mis ídolos. Dioses que tengo muy arraigados en lo más hondo de mí. De los que no me quiero desprender porque son fabricación mía. Con los que me encuentro muy a gusto porque responden a mis deseos. .................. El Dios de Jesús, por ser amor, me exige amar. Y eso es lo más contrario a mis deseos egoístas. Para vivir la presencia del verdadero Dios sólo hay un camino; el que recorrió Jesús amando hasta el extremo.
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Cambio de paradigma, Concilio Total para la Iglesia (J. Montserrat) por: Xavier Pikaza, teólogo5/20/2011 No lo digo yo, lo propone Javier Montserrat, profesor de dos centros clave de la Cultura Hispana (ICADE, Univ. Autónoma de Madrid), en un libro de fondo titulado: Hacia el Nuevo Concilio. El paradigma de la modernidad en la Era de la Ciencia, San Pablo, Madrid 2010 (750 págs).
Javier Montserrat es científico, filósofo y teórico de la religión. Nació el año 1943, pertenece a la Compañía de Jesús y dirige desde la U. de Comillas la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión, realizando una extraordinaria labor intelectual de diálogo entre (y con) la filosofía, la ciencia y las religiones Es uno de los directores del Blog Tendencias de las Religiones (http://www.tendencias21.net/TENDENCIAS-DE-LAS-RELIGIONES_r18.html), con dos secciones propias, una más social (Hacia un nuevo mundo) y otra más religiosa (Hacia un nuevo concilio), que definen de manera poderosa la identidad del diálogo del cristianismo y la ciencia en España. Publicó hace tiempos dos obras fundamentales y muy extensas, una de tipo más filosófico (Significación crítico-metodológica del pensamiento fundamental de Hegel, Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1974) y otra de tipo más histórico/religioso, que responde a su tesis doctoral en teología (Existencia, Mundanidad, Cristianismo. Introducción filosófico-antropológica a la Teología Fundamental, CSIC, Madrid 1974). En aquel momento publicó también una valiosa Introducción al cristianismo (BAC, Madrid 1975), entendido como fenómeno kerigmático (no ontológico). Más tarde, como profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, ha publicado diversos libros de su especialidad (Psicología y teoría del conocimiento): Epistemología General, UAM, Madrid 1981; Teoría de la Ciencia, UAM Madrid 1982; Ciencia y Psicología, UAM, Madrid 1983; Epistemología Evolutiva y Teoría de la Ciencia, Universidad Comillas, Madrid 1987; La Percepción Visual. La arquitectura del psiquismo desde el enfoque de la percepción visual, Biblioteca Nueva, Madrid 1998. En su última etapa, tras una estancia de estudio en la Universidad de Berkeley, California, ha publicado una ambiciosa trilogía donde ofrece una visión de conjunto del sentido actual y del futuro de la sociedad. En la primera parte de esa trilogía, titulado Dédalo. La revolución americana del siglo XXI, Biblioteca Nueva, Madrid 2003, expone de forma narrativa los problemas y las posibles soluciones de nuestra realidad, insistiendo en la necesidad de fortalecer la sociedad civil. En la segunda, Hacia un Nuevo Mundo. Filosofía Política del protagonismo histórico emergente de la sociedad civil, Pub. U. P. Comillas, Madrid 2005, analiza las posibilidades y tareas de la sociedad civil, a la que concibe como única instancia capaz de abrir un camino de futuro, por encima de los grandes sistemas políticos, económicos y militares, que actualmente dominan sobre el mundo. La tercera parte es la obra que ahora presentamos. Una obra apasionante donde el autor retoma y reelabora, con casi cuarenta años de distancia, en un plano más maduro y exigente, los desafíos y las soluciones que había ofrecido en su obra anterior (Existencia, mundanidad y cristianismo, 1974). J. Montserrat está convencido de que el cristianismo es un kerigma de salvación universal, fundado en la revelación de Dios y abierto a la trascendencia. Pero ese kerigma ha quedado de alguna forma oprimido (constreñido) a lo largo de casi dos mil años de historia, en los que se impuesto sobre el mensaje y camino de Jesús un paradigma ontológico-social de tipo grecorromano, en el que se supone que las cosas están ya resueltas de antemano, dentro de un esquema fijo, forzado, en el que Dios actúa desde arriba (como Realidad exenta), mientras que este mundo (con su orden social) queda sometido al “dictado” ontológico de ese Dios. En este paradigma, el cristianismo ha perdido su “virtud” (su fuerza creadora), apareciendo como un tipo de “añadido”, un retoque posterior y parcial sobre un orden definido de antemano. De esa forma, el cristianismo ha terminado cautivo dentro de una estructura o sistema de poder e imposición social (teocracia), perdiendo su carácter de “kerigma” transformador. Sólo la nueva experiencia científico-social permite (hace posible) un despertar del cristianismo, que puede ser ahora lo que quiso Jesús y la primera Iglesia. Doce presupuestos y motivos esenciales del paradigma actual y de la tarea de la Iglesia Católica: 1. La existencia de Dios no “prueba” en un nivel científico-social, en primer lugar porque no se puede (la nueva ciencia no resuelve los temas finales de sentido), y, en segundo lugar, porque una demostración de ese tipo negaría la libertad del hombre. La ciencia no demuestra la existencia (ni la no-existencia) de Dios, sino que deja abierto un campo esencial de realidad, que ha de evocarse y resolverse en otro plano, como sabe el cristianismo. 2. Lógicamente, el cristianismo no se puede situar ni entender en un plano ontológico (de conocimiento del ser en sí), sino en un plano de “kerigma”, es decir, de anuncio y compromiso gratuito de vida, como descubrimiento de nivel de realidad más alto, que los creyentes evocan y despliegan, siguiendo la experiencia de Jesús. Según eso, la Iglesia, que es la comunión de los testigos de Jesús (del Dios de Jesús), no puede interpretarse como una confirmación de algo que era ya sabido, sino como eclosión de un pensamiento nuevo, de un orden superior de realidad (en clave de intimidad personal y comunión social). 3. Por eso, los cristianos no pueden estructurarse como “sociedad total” (imponiendo de un modo ontológico su pretensión), sino como presencia kerigmática, dentro del gran campo de la sociedad civil, esto es, en una humanidad en la que nadie puede arrogarse la pretensión de un saber y hacer absoluto (ni los creyentes, ni los no creyentes; ni los cristianos, ni los fieles de otras religiones). Eso significa que existe un “valor previo” de humanidad (no de “ser” ontológico), desde el que todos pueden y deben colaborar para el desvelamiento y despliegue de lo humano, en solidaridad social. 4. En consecuencia, la Iglesia Católica (y, en general, la Iglesia cristiana) que hasta ahora había seguido moviéndose en parámetros “ontológicos” (de verdad absoluta que, de algún modo, ha de imponerse), debe cambiar su forma de ser y de actuar, recuperando, desde la modernidad (¡y con su ayuda!) las claves del mensaje y compromiso de Jesús. Eso implica un “Nuevo Concilio”, es decir, una Reforma Universal no sólo del catolicismo, sino de todas las iglesias cristianas. 5. En el fondo de esa Reforma y Concilio ha de estar la visión kerigmático (anuncio y testimonio) del Dios kenótico (o de abajamiento creador) de Jesús, que no se impone con poder desde lo alto (como clave ontológica de realidad), sino que se ofrece en Persona, compartiendo su Vida y entrando en la vida de los hombres, asumiendo así el sufrimiento de la realidad, como elemento purificador y creador, para transformar de esa manera todo lo que existe. Éste es el Dios-Amor Crucificado de Jesús, que la Iglesia ha “proclamado” (en un plano espiritual), pero que de hecho ha olvidado en la práctica social (cultural, estructural), dejando que triunfe y se imponga en su lugar el Dios-Ser Imperial del sistema greco-romano. 6. Pues bien, la modernidad (por impulso científico/social y, quizá en parte, por influjo del mismo evangelio) ha destruido ese paradigma, de tal manera que las formas de religiosidad antigua (ontológica) están perdiendo sentido y actualidad. Ya no existe una verdad previa, que pueda imponerse (ni siquiera la existencia de Dios), de manera que tanto creyentes como no creyentes han de buscar y expresar el sentido de sus pretensiones en un plano de testimonio creativo (no el imposición ontológica, en un nivel de sistema). Ni los creyentes “demuestran” que hay Dios (¡el Dios cristiano!), ni los ateos “demuestran” que no existe, sino que han de mostrar (ofrecer) su propuesta en un plano de diálogo creador de humanidad, en libertad, pues sólo en libertad puede expresarse ya lo humano. Nos encontrarnos, según Montserrat, en un momento clave de transformación. Si la teología y la misma estructura de la Iglesia se siguen aferrando al paradigma antiguo (de tipo ontológico) acabarán perdiendo su sentido (e irán en contra del mismo evangelio). Pues bien, el nuevo paradigma emergente, por el cual Dios no aparece dominando desde arriba, como ser necesario, ni impone un modelo ontológico de religión y sociedad, abre un camino nuevo para el cristianismo, que así puede y debe encontrar un nuevo camino de florecimiento, en diálogo con la sociedad civil, planteando y resolviendo sus temas en un Nuevo Concilio. Temas y documentos del Nuevo Concilio Es el momento adecuado para redescubrir y actualizar el cristianismo. Por vez primera, después de casi veinte siglos de imposición ontológica, que ha velado el mensaje de Jesús y la tarea de la Iglesia, los cristianos pueden recuperar el “mordiente” de la propuesta evangélica. No es una ocasión para pequeños cambios o maquillajes estéticos, sino para un “cambio radical”, en línea de evangelio y de modernidad. Por eso, J. Montserrat piensa que preciso un nuevo Concilio y así lo propone, una Asamblea Constituyente del Cristianismo, en el que deberían discutirse y promulgarse los siguientes temas (y documentos): (1) Habrá un primer documento Sobre la realidad del hombre, como viviente que busca la felicidad y que no tiene una respuesta dada de antemano, pues ni la existencia de Dios puede probarse, ni tampoco se puede probar el ateísmo. Por eso, en primer lugar, el Concilio Cristiano ha de aceptar al hombre como problemático, pero abierto hacia una felicidad que ningún tipo de “sistema” logra garantizarle ni ofrecerle. (2) Mensaje de Jesús. Dentro de ese mundo, que, en un plano racional (neutral) no sabe si hay Dios, de manera que, por opción existencial, puede abrirse tanto al teísmo como al ateísmo, los cristianos deben proclamar el mensaje de Jesús, como experiencia gozosa de vida, testimonio de trascendencia y compromiso de humanidad, al servicio de los más necesitados. Ese mensaje no confirma lo que ya existía (un orden anterior ya dado), sino que ofrece una experiencia y tarea superior de despliegue de sentido. (3) La Iglesia de Jesús debe aceptar el paradigma de la modernidad, superando para siempre un modelo de ciencia (conocimiento) y de sociedad ontológica, que se imponían desde fuera, a modo de sistema. Aceptar ese paradigma significa comenzar asumiendo el diálogo como medio de encuentro, para así implicarse en el camino de búsqueda humana, en solidaridad con todos los que asumen esa condición de apertura, diálogo y responsabilidad que implica (supone y exige) la Edad Moderna, en un plano científico y social. (4) El mensaje de Jesús y la vida de la Iglesia ha de entenderse como experiencia y tarea de solidaridad humana, que se dirige a superar en lo posible el sufrimiento, ofreciendo y compartiendo unos estímulos para vivir. Nadie puede apelar a una verdad previa, impuesta desde arriba (ni los ateos la tienen, ni tampoco los creyentes), pero los cristianos pueden (y deben) ofrecer un camino compartido de experiencia humana y de superación del miedo a la muerte, en línea de solidaridad (sin pretensiones de verdad antecedente o superior); de esa forma actualizan el proyecto de bienaventuranza de Jesús. (5) Hay que abandonar, según eso, un modelo que podemos llamar “ontológico”, que había venido dominando en la Iglesia y en su pensamiento, para retomar y aplicar el kerigma de Jesús, dentro de un espacio antropológico de libertad y diálogo interhumano, recuperando así el modelo de búsqueda común que utiliza la ciencia, pero en un contexto más hondo de apertura ecuménica (comunión entre todos los cristianos) e interreligiosa (de comunicación entre todos los seres humanos, por encima de sus diferencias confesionales). (6) En ese contexto ha exponerse (proclamarse, ofrecerse) la visión del Dios cristiano, que ya no aparece como Señor Impositivo (en clave del sistema ontológico), sino como misterio kenótico de encarnación y abajamiento, al servicio de la comunicación universal, dentro de la misma historia (no para un más allá ideal). El “dios” de la filosofía/teología y de la práctica “ontológica” de cierta Iglesia anterior no había sido cristiano, no se había situado en la línea del evangelio de la comunicación humana, y por eso debe ser superado. El tema de fondo para el cambio eclesial es la visión Dios. (7) Partiendo de esa base, en línea de cristianismo, se debe insistir en la “kénosis” o abajamiento de Dios, tanto en un orden de creación (mundo) como en un orden de redención (vida de Cristo). Eso significa que Dios no está en el mundo (creación) para dominarlo desde arriba (como un “ente” más alto), sino para “animarlo” (para ser su “alma”, desde dentro, en clave de participación, sufrimiento compartido y transformación). En esa línea se sitúa y entiende la experiencia de Jesús, que es presencia redentora de Dios, actuando en solidaridad personal, en esperanza y sufrimiento redentor. Sin ese principio de Dios (que ha de presentarse así como “poder kenótico”) el proyecto cristiano pierde su base (su raíz bíblica) y su sentido actual. (8) Esa visión kenótica de Dios nos permite pasar del teocratismo (con un Señor dominador) a la ciudadanía, es decir, a la convivencia personal de los hombres, partiendo de un Dios que penetra en el mismo diálogo interhumano, haciéndolo posible, al encarnarse de un modo especial en los más pobres, en la línea de Jesús. El Dios Teocrático hacía juego con un tipo de ontología dominadora, y con una ciencia que impone desde arriba su verdad. Por el contrario, el Dios de Jesucristo penetra en el diálogo social, para abrir y potenciar la comunión humana, en línea de esperanza de vida, no de imposición doctrinal o social. (9) Por eso se puede y debe hablar de un designio de Dios, que es propósito y proyecto de amor, un Dios que no se impone por ley física o social, sino por desbordamiento gratuito de vida, superando el nivel de las discusiones y normas del sistema económico-social. Según eso, Dios no traza (ni impone) un designio previo, establecido de antemano, sino que abre un camino, que él mismo va recorriendo con los hombres (en una línea que había explorado, con sus limitaciones y valores la Process-theology), a la que apela Montserrat, pues el verdadero Dios no está fuera, sino en el mismo camino de la realidad en la que se encarna. (10) Cristo aparece en esa línea como expresión (encarnación) del proyecto kenótico de Dios, que se compromete desde dentro en el despliegue de la historia de los hombres, de tal forma que no sobre-viene como un simple añadido, sobre un mundo ya ordenado y definido, sino que introduce su humanidad/divinidad kenótica (al servicio de todos, desde los más pobres), en camino de muerte y reino (resurrección). Esta visión no se demuestra por ciencia, pero tiene sentido y puede entenderse desde una perspectiva de ciencia moderna, de manera que en ella cobra sentido (en ella se inscribe sin imposiciones ni condenas) el Dios de la Pascua de Cristo. (11) Desde ese fondo se entiende la nueva antropología cristiana, a la que debe volver el cristianismo, una antropología entendida como experiencia de libertad y de creatividad, en diálogo con todos los hombres y mujeres. El cristiano no querrá (ni podrá) imponer su verdad sobre nadie, pero querrá (deberá) ofrecer su propuesta, en “conversación” con la ciencia y, en especial, con la sociedad civil de nuestro tiempo y, más en concreto, en diálogo con todos los hombres. No se trata, por tanto, de condenar a los que piensan de otra forma, sino de dialogar con ellos, ofreciéndoles una experiencia y camino de humanidad cristiana, en la línea del Jesús del Evangelio. (12) De esa forma ha de surgir, en fin, la nueva visión de la Iglesia, como experiencia de comunión, abierta a los que creen en Jesús, y, de un modo más extenso, a todos los hombres, en libertad para el encuentro mutuo, sin imposición intelectual ni moral (social), pero con una gran creatividad. Hoy, por vez primera, tras veinte siglos de ontología impositiva, es posible exponer y abrir el cristianismo (la Iglesia) como proyecto y camino de humanidad kenótico-redentora, abierta por Jesús a la culminación pascual de Dios (es decir, de la Humanidad). Éstos son los doce puntos clave que, conforme a la visión del autor, podrían (deberían) plantearse como temas de los doce documentos del Nuevo Concilio, que permitirían que la Iglesia volviera a sus raíces originarias (cristianas) y pactara con la modernidad, después de casi veinte siglos de “cautiverio”, bajo el poder de un paradigma ontológico, impositivo, contrario a la verdad del hombre (de la ciencia) y opuesto a los impulsos del evangelio. Profundización ulterior J. Montserrat ha ofrecido una propuesta audaz (tras casi veinte siglos de camino en otra dirección) y yo la recibo con gozo y la comparto en gran medida. Sin embargo, para que esa propuesta sea más satisfactoria (y pueda tener éxito), debe completarse desde varias perspectivas. En este momento, a modo de conclusión, quiero destacar tres que me parecen más significativas: 1. Fundamentación bíblica. El autor supone, quizá con demasiada facilidad, que hay un kerigma cristiano que puede separarse del “paradigma ontológico de Grecia”, de tal forma que bastaría cambiar ese paradigma, para actualizar así la Iglesia. Pero no todos los teólogos están de acuerdo (de manera que algunos, como el mismo Papa Benedicto XVI, suponen que el modelo de pensamiento griego forma parte del NT). En esa línea, para volverse efectivo, el proyecto de J. Montserrat exige un estudio más hondo de la identidad cristiana, dialogando no sólo con científicos (como hace), sino con biblistas, teólogos y testigos del evangelio. En esa línea, que un cambio de paradigma (como entorno o trasfondo de sentido) importa el retorno al kerigma, con lo ese implica. Montserrat ha mostrado (y lo ha hecho muy bien) la necesidad de cambiar las “tuberías”, pero lo que más importa es el agua del evangelio, de la vida impulsada por el Reino de Cristo. Cerrada en sí misma, una labor de “fontanería” resulta no sólo insuficiente, sino que puede ser contraproducente. 2. Cambio eclesial. La propuesta de J. Montserrat me parece muy válida, pero da la impresión de que en el fondo quiere utilizar los mismos “mimbres” (eclesiales), para hacer con ellos un nuevo “cesto”. Con sus mimbres, en su forma actual de Iglesia, parece muy difícil realizar el cambio que exige el nuevo paradigma y, de forma especial, el evangelio. Además, en su libro quedan inmensas cuestiones sin resolver (e incluso sin plantear): el papel de las mujeres, la organización episcopal (en su forma histórica), la misma estructura de las iglesias. 3. Cambio social. Da la impresión de que Montserrat cree que es suficiente un modelo de democracia formal, como la norteamericana. Pues bien, somos muchos los que pensamos que ese modelo resulta insuficiente, no porque sea falso, sino porque es insuficiente. Tanto el evangelio como la historia social de los últimos siglos muestran la necesidad de cambios más hondos. Pero todo eso (con las implicaciones del cambio social) puede y debe dialogarse. En este primer momento, tras analizar su contenido, quiero saludar con gozo este nuevo libro de J. Montserrat, aunque añadiendo que su propuesta, ejemplar y necesaria, puede y debe fundamentarse y concretarse (aplicarse) quizá de un modo más radical. Ciertamente, es necesario un nuevo Concilio, pero ese concilio sólo será posible con un cambio eclesial más hondo, más evangélico, más actual. Con el asesinato de Bin Laden, Obama ha transgredido todos los códigos religiosos y morales que condenan la venganza, protegen y exigen respeto a la vida humana
Todos los códigos morales de las religiones son concordes en la prohibición de matar, hasta convertirla en imperativo categórico, si bien es verdad que las religiones la transgreden con la misma facilidad y frecuencia con que se formula. Las distintas versiones del decálogo hebreo lo expresan lacónicamente: «No matarás» (Éx 20,13; Dt 5,1). Hasta la vida de Caín, asesino de su hermano Abel, debe ser protegida. La propia ley del Talión (’ojo por ojo y diente por diente’) (Éx 21,24-25; Lv 24,17-20; Dt 19,21), presente también en el Código de Hammurabi y en las leyes asirias, que es de naturaleza social y no individual, tiene como objetivo poner límites a los abusos y excesos de la venganza. El Sermón de la Montaña, considerado por Gandhi como un modelo de programa social, corrige la ley veterotestamentaria del Talión y propone como alternativa el amor a los enemigos y la no resistencia al mal (Mt 5,38-45). El Corán se muestra más exigente al respecto: matar a una persona que no ha matado a nadie ni ha corrompido la tierra es como matar a la humanidad. Salvar la vida de una persona es como salvar la vida de toda la humanidad (Corán 5,32). Es verdad que el Corán mantiene la ley del Talión (2,178-2179), pero, a renglón seguido, invita al perdón y al acuerdo. También el hinduismo es contundente en la prohibición de matar y no admite excepciones. Un ejemplo es la figura de Gandhi, para quien la no violencia activa fue, en su vida personal, en su experiencia religiosa y en su política, un estilo de vida, un talante, una actitud ética y un método eficaz en la defensa de la independencia de India y en la lucha por la justicia y en la relación entre las religiones. ‘No matar’ es el primero de los Cinco Preceptos Maravillosos del budismo, que el monje vietnamita T. Nhat Hanh traduce como cultivar la compasión, poner todos los medios al alcance de cada uno para proteger la vida, no causar daño a la naturaleza ni a los seres humanos y practicar la no violencia, que exige en primer término «habérnoslas pacíficamente con nosotros». El monje dice estar resuelto «a no matar, a no dejar que otros maten y a no tolerar ningún acto mortal en el mundo». Según vamos conociendo más detalles de la operación contra Osama bin Laden se confirma que, con su asesinato, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha transgredido todos los códigos religiosos y morales que prohíben matar, condenan la venganza, protegen y exigen respeto a la vida humana como valor supremo y bien a defender, incluida la de los enemigos y asesinos, y condenan la tortura en todas sus formas. Dicha transgresión es más grave en su caso ya que se profesa cristiano, apela a sus orígenes musulmanes y en sus discursos cita con frecuencia textos de las tres religiones monoteístas como ejemplos morales a seguir. Veámoslos en algunos de los comportamientos más notorios de la operación. Obama obtuvo el conocimiento del paradero de Bin Laden a través de las confesiones de presos de Guantánamo arrancadas bajo torturas. La propia CIA ha reconocido el uso de dichos métodos de presión como el ahogamiento simulado. Las torturas comenzaron en la cárcel de Abu Ghraib con George Bush y continúan en el penal de Guantánamo con Obama. Y la tortura no como excepción, sino como regla general de la política de Estados Unidos, en clara violación de la Declaración de los Derechos Humanos, de los tratados internacionales y de la propia Constitución norteamericana. La muerte del terrorista saudí no ha tenido lugar en un combate, ni en un intercambio de disparos, ya que estaba desarmado y no tenía fuerza militar protectora, ni se ha producido en una situación de guerra, sino más bien ha sido un acto de guerra sucia. Ha sido un asesinato duro y puro, perfectamente diseñado y eficazmente ejecutado. La intención no era detenerlo para juzgarlo, sino matarlo, prolongando la cultura de la muerte que está inscrita en la legislación y la práctica norteamericanas y que el propio Bin Laden sembró por doquier. Tras la operación Obama aseveró: «Se ha hecho justicia». Yo creo que el asesinato ha sido todo menos un acto de justicia. Estamos, más bien, ante un acto de venganza. Y la venganza es un sentimiento en el que predomina el resentimiento y la total ausencia de racionalidad, al tiempo que asemeja al vengador a la persona vengada. «Una persona que quiere venganza -dice Francis Bacon- guarda sus heridas abiertas» y «vengándose, se iguala al enemigo». Se hubiera podido hacer justicia si Bin Laden hubiera sido detenido y llevado a los tribunales para ser juzgado. Obama ha felicitado en persona al comando que acabó con la vida de Bin Laden, ha calificado la operación de «trabajo bien hecho» y de una de las mejores operaciones de los servicios de inteligencia de la historia, y ha concedido la máxima condecoración militar a los protagonistas de tamaña gesta, al comando, como reconocimiento de sus servicios y logros extraordinarios. Es una venganza reconocida, felicitada, premiada. Y celebrada por la ciudadanía estadounidense, que se lanzó a la calle compulsivamente con irrefrenables manifestaciones de júbilo por el asesinato. El asesinato del líder de Al-Qaida convertido en espectáculo. ¡Todo muy macabro! Obama necesitaba una operación de este tipo para elevar su popularidad muy debilitada. Y lo ha conseguido. Pero, ¿a qué precio? Me quedo con el aforismo de Marco Antonio: «El verdadero modo de vengarse del enemigo es no parecérsele», que tristemente no se ha cumplido con el asesinato de Bin Laden. JUAN JOSÉ TAMAYO JUAN JOSÉ TAMAYO ES AUTOR DE ISLAM. CULTURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA (TROTTA, MADRID). | DIRECTOR DE LA CÁTEDRA DE TEOLOGÍA Y CIENCIAS DE LAS RELIGIONES DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID Mucho antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento.
Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle. Algunos expertos llaman “niños de escasos recursos” a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. Según las estadísticas, hay setenta millones de niños en estado de pobreza absoluta, y cada vez hay más, en esta América Latina que fabrica pobres y prohíbe la pobreza. Entre todos los rehenes del sistema, ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los vigila, los castiga, a veces los mata: casi nunca los escucha, jamás los comprende. Nacen con las raíces al aire. Muchos de ellos son hijos de familias campesinas, que han sido brutalmente arrancadas de la tierra y se han desintegrado en la ciudad. Entre la cuna y la sepultura, el hambre o las balas abrevian el viaje. De cada dos niños pobres, uno trabaja, deslomándose a cambio de la comida o poco más: vende chucherías en las calles, es la mano de obra gratuita de los talleres y las cantinas familiares, es la mano de obra más barata de las industrias de exportación, que fabrican zapatillas o camisas para las grandes tiendas del mundo. ¿Y el otro? De cada dos niños pobres, uno sobra. El mercado no lo necesita. No es rentable, ni lo será jamás. Y quien no es rentable, ya se sabe, no tiene derecho a la existencia. El mismo sistema productivo que desprecia a los viejos, expulsa a los niños. Los expulsa, y les teme. Desde el punto de vista del sistema, la vejez es un fracaso, pero la infancia es un peligro. En muchos países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y está haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los dueños de nada en países donde el derecho de propiedad se está convirtiendo en el único derecho sagrado? Los niños pobres son los que más ferozmente sufren la contradicción entre una cultura que manda consumir y una realidad que lo prohíbe. El hambre los obliga a robar o a prostituirse; pero también los obliga la sociedad de consumo, que los insulta ofreciendo lo que niega. Y ellos se vengan lanzándose al asalto. En las calles de las grandes ciudades, se forman bandas de desesperados unidos por la muerte que acecha. Según la organización Human Rights Watch, los grupos parapoliciales matan seis niños por día en Colombia y cuatro por día en Brasil. ¿Y ellas? Hay medio millón de niñas brasileñas que venden el cuerpo, casi tantas como en la India, y en la República Dominicana la próspera industria del turismo ofrece subastas de niñas vírgenes. “Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista”. (Información recibida de la Red MUndial de Comunidades Eclesiales de Base) Nos hallamos ante un modelo de catequesis sobre la resurrección, lleno de contenido y entrañable. Nacido de la experiencia y de la esperanza, conecta fácilmente con la sensibilidad cristiana de todas las épocas: “Quédate junto a nosotros, que la tarde está cayendo…”, dice la letra de una canción, que ha encontrado un profundo eco entre los creyentes.
La resurrección asegura la presencia del Maestro compartiendo nuestra vida. Y todos necesitamos sentirnos acompañados, sobre todo por una compañía que puede darnos sentido, confianza, amor y salvación. Sucede que, mientras estamos identificados con el yo, esa presencia buena la buscamos “fuera”…, como les ocurría a los dos discípulos de Emaús: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador…”. Lo cual nos hace vivir alienados y, lo que es más grave, potencia y fortalece el engaño de un yo separado, causa de toda nuestra confusión y sufrimiento. En el nivel mental de conciencia, no puede ser de otro modo: el yo se percibe a sí mismo como “identidad definitiva”, y hace que todo gire en torno a él. Incluso a la hora de pensar a Dios, lo hace proyectándolo a su propia imagen: si soy un “yo separado”, Dios debe ser un “Tú separado”. Y, mientras permanecemos en ese nivel, todo ello, no sólo es legítimo, sino que puede ser hasta “beneficioso”. Pero comporta un riesgo grave que, antes o después, empieza a manifestarse. El riesgo consiste en que alimenta la idea de “separación” –que no se corresponde con la realidad, sino que es sólo una lectura de la propia mente, desde su inevitable dualismo- y nos mantiene en una insatisfacción permanente, la insatisfacción típica del yo. La causa no es otra que el engaño del que parte, al considerar al yo como nuestra identidad última. Sin embargo, en cuanto empezamos a ser capaces de observar la mente (y nuestro yo-psicológico o mental), caemos en la cuenta de que nuestra identidad no es lo observado, sino Eso que observa. Y ahí se nos empieza a mostrar que Eso, no sólo no está separado de nada, sino que constituye la “Identidad compartida”. A partir de esa experiencia, todo queda radicalmente modificado: el modo de vernos y de ver la realidad; como si nos hubieran cambiado el cerebro. Y algo de eso ha ocurrido: hemos pasado del “modelo dual de conocer” (mental) al “modelo no-dual”. El rasgo más característico de este nuevo modelo es la no-separación. Siguen estando las diferencias, pero abrazadas en una Unidad no-dual. Y venimos a descubrir, no sólo que siempre estamos –y hemos estado- “acompañados” por la Presencia divina, sino que Ella misma nos constituye en nuestra realidad más íntima. A partir de aquí, la comprensión da lugar a una transformación: se trata, sencillamente, de permanecer conscientemente conectados a Ella y permitir que fluya a través de nosotros. Descubrimos, entonces, que no nos falta nada; que, a ese nivel, todo está bien… Que soy perfecto, tal como soy, porque soy expresión de esa Realidad Original…, y que los demás también lo son. Cuando se nos regala experimentar esto, sentimos que “nuestros corazones arden”: nos hemos encontrado con el Resucitado, con la Vida, con la Unidad que compartimos con todos los seres, naciendo en permanencia de la Fuente misma. El paso de un modelo de conocer a otro (del mental al no-dual) requiere una “traducción” de los textos que hemos recibido. La misma, para que sea rigurosa, debe tratar de comprender lo que quisieron expresar con ellos para, después, “releerlos” desde este nuevo “idioma”. ¿Qué quería transmitir el autor de la catequesis que leemos este domingo? Parece que sus destinatarios eran cristianos de la segunda generación, que no habían conocido al Maestro ni habían participado de aquella primera experiencia de la resurrección. No es raro que estos discípulos se preguntaran cómo encontrar al Resucitado. Pues bien, Lucas les ofrece tres “lugares” donde ese encuentro puede producirse: en la acogida al extraño, en las Escrituras judías y, de un modo particular, en la Eucaristía. Cada vez que acogemos a una persona y compartimos lo nuestro con ella, estamos encontrándonos con el Resucitado. Lo había dicho el propio Jesús: “Tuve hambre y me disteis de comer…; lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,35.40). Pero, desde el nuevo modelo, lo comprendemos mucho mejor: Jesús se encuentra en cada ser humano, y en cada rostro vemos su rostro. Desde esta “nueva” conciencia –transmental o transpersonal-, todo es “reflejo” y “guiño” de Dios. Y lo vemos siempre…, a condición de que nosotros mismos permanezcamos conectados conscientemente a esa Realidad primera. Otro lugar de encuentro, para aquellos hombres y mujeres, eran los textos sagrados, en concreto, “Moisés y los Profetas”, es decir, la Escritura hebrea. Desde el principio, la incipiente comunidad había mostrado un particular interés por “releer” la vida y la muerte de su Maestro a la luz de la Escritura…, con el objetivo de ver cómo lo escrito se “cumplía” en su persona. Hasta el punto de que, desde lo que era su propia cosmovisión religiosa, llegaron a interpretar que todo lo ocurrido con Jesús era sencillamente “para que se cumpliera la Escritura”, así como que “era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria”. Desde nuestra perspectiva, sabemos que ese “era necesario” no es sino una lectura “a posteriori” –no significa que Dios lo exigiera así necesariamente-, con la que se intenta superar el escándalo de la muerte a manos de paganos. Un tercer “lugar” de encuentro es, probablemente, el más “querido” para aquellas primeras comunidades: la eucaristía (“fracción del pan” o “cena del Señor”). Era en el encuentro comunitario donde, al recordar la acción del Maestro, “conectaban” con su Presencia. No es casual que los relatos de apariciones las sitúen en “el primer día de la semana” (el domingo) y tampoco lo es que usen la fórmula clásica, ya estereotipada, de la eucaristía: “Tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”. Es entonces, al “caer en la cuenta” de su Presencia, cuando “se les abren los ojos” y “lo reconocen”. El texto no dice que lo vieran ni que lo tocaran (un resucitado no se puede ver ni tocar) –al contrario, lo que dice es que “desapareció”-, sino sencillamente que lo “reconocieron”, percibieron su Presencia, la que siempre había estado con ellos, aunque su “ceguera” les había impedido captarla. Es un texto totalmente aplicable a nuestra situación. También nosotros estamos compartiendo su misma Presencia e Identidad, no-separados del Misterio que es la Fuente de todo lo que existe. Nunca hemos estado ni podemos estar “fuera” de él. En todo se está expresando y manifestando. ¿Qué nos impide verlo? Probablemente, nuestra identificación con el yo…, como los discípulos de Emaús. Ellos esperaban…, en una expectativa propia del ego, que busca obtener un beneficio palpable que lo afiance y consolide. Lo que sucede es que, mientras permanecemos en esa identificación, estamos tan “cegados” en el yo, que eso mismo nos impide “ver”. El yo únicamente puede captar lo que cabe en la mente…, pero se le escapa todo el Misterio que la trasciende y que, sin embargo, nos constituye. Suele ser habitual que vayamos por la vida “esperando” que, en otro momento y en otro lugar, conseguiremos –o se nos regalará- aquello que finalmente nos haga sentir bien. Eso mismo nos impide caer en la cuenta de que ya se nos ha dado todo. Que no somos el yo carenciado y vacío –siempre insatisfecho- quepensamos ser, sino el mismo Espíritu divino que vive en la forma de un yo particular. Nuestro “yo particular” –nuestra identidad relativa- es un sabor peculiar del Único Sabor. Al percibir nuestra identidad más profunda, nuestro corazón se amplía hasta el infinito e, inundado de Presencia y de Gozo, puede proclamar con el místico Ibn 'Arabi: He conocido a mi Señor por mi Señor, sin confusión, ni duda. Mi "naturaleza íntima" es la Suya, realmente, sin falta ni defecto. Entre nosotros dos no hay tiempo y en mi alma el mundo oculto se manifiesta. Después de haber conocido mi alma sin mezcla ni desorden, he llegado a la unión con el objeto de mi amor, sin largas ni cortas distancias. He recibido las gracias, sin que nadie a mí descienda, sin reproches ni motivos. No he destruido mi alma por Su causa, ni tengo duración temporal que pueda destruirme. ¿No es éste el significado profundo de la “resurrección”? Aunque el evangelio de hoy ya no hable de apariciones, no nos apartamos del tema pascual, pues afirma expresamente: “Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante”. Este es el verdadero tema de Pascua.
Hay que tener en cuenta que el evangelio de Juan no reproduce las palabras de Jesús, sino una teología muy elaborada sobre su persona. Lo que Juan pone en boca de Jesús, nos está diciendo lo que de él pensaban los cristianos de finales del siglo I, en la comunidad donde se escribe el cuarto evangelio, no lo que pudo decir él cuando andaba por Galilea. Esto que vivió una comunidad cristiana, es para nosotros incluso más interesante que las mismas palabras que pudo decir Jesús, porque nos habla de una vivencia provocada por Jesús Vivo. En el v. 6 se nos dice que se trata de una comparación o semejanza. Una comparación no se puede entender si no se conocen los dos términos de la misma. El relato nos habla de la puerta y del pastor. En el fondo es la misma metáfora, porque la única puerta de aquellos apriscos donde se guardaban las ovejas, era el pastor. Si queremos entender algo, no debemos pensar en los grandes rebaños de hoy, que son explotaciones ganaderas, sino en familias que tenían 5 ó 10 ovejas o cabras, que eran imprescindibles para la economía de la familia. Por la noche, después de haber llevado a pastar cada uno las suyas, se reunían todas en un aprisco, que consistía en una cerca de piedra con una entrada muy estrecha para que tuvieran que pasar las ovejas de una en una y así poder contarlas, tanto a la entrada como a la salida. Esa entrada no solía tener puerta, sino que un guarda, allí colocado, hacía de puerta y las cuidaba durante la noche. El mismo guarda tenía que estar atento para que salieran solo las de cada propietario. Por la mañana cada pastor iba a sacar las suyas para llevarlas a pastar. Esto se hacía por medio de un silbido o de una voz que las ovejas conocían muy bien. Incluso tenían su propio nombre al que atendían, como nuestros perros hoy. Cuando oían la voz, las ovejas que se identificaban con esa voz, salían. Con estos datos se entiende perfectamente el relato. Jesús se identifica con ese pastor/dueño que cuida las ovejas como algo personal, pero no porque de ellas dependa su familia, sino porque le interesan las ovejas por sí mismas. Esta diferencia es la que debemos descubrir y destacar. Las ovejas son, en el evangelio de Juan, el pueblo oprimido por los dirigentes judíos. Estos son los ladrones y bandidos. Ladrones, porque se apoderan de lo que no es suyo. Bandidos, porque utilizan la violencia para someter a los más débiles. El relato empieza precisamente por una referencia a esos dirigentes, que deberían ser pastores, pero que en realidad son ladrones y bandidos. En el AT hay referencias muy concretas, sobre todo (Ez 34,2-5), a esos pastores que en vez de cuidar de las ovejas, se pastorean a sí mismos y utilizan las ovejas en beneficio propio. La violencia en nombre de Dios es la más dañina. “Y las ovejas atienden a su voz porque la conocen”. Una frase con profundas resonancias bíblicas. Oír la voz del Señor es conocer y obedecer. Jesús es el único que tiene derecho a entrar y salir, porque entra para cuidar de las ovejas, no para explotarlas. Su voz es liberadora. Las llama por su nombre, porque para él no existe la masa; cada una tiene nombre propio. Cada ser humano es único e irrepetible. Cada uno es necesario para Dios y para el mundo. Las que escuchan su voz, salen de la institución opresora y quedan en libertad. Jesús no viene a sustituir una institución por otra. No las saca de un corral para meterlas en otro. No son los miembros de la comunidad los que deben estar al servicio de la institución ni de la autoridad. Es la institución y la autoridad la que debe estar al servicio de cada uno. La crítica de Jesús a las autoridades de su tiempo nos debería hacer pensar. En un mismo aprisco había ovejas de muchos dueños, por eso dice que saca todas las suyas. Porque son suyas, conocen su voz y le siguen. El texto quiere dejar bien claro que las ovejas no podían salir por sí mismas del estado de opresión, porque para ellas no había alternativa. Es Jesús el que les ofrece libertad y capacidad para decidir por sí mismas. Los dirigentes judíos son “extraños”, que no buscan la vida de las ovejas, sino sus intereses. Ellos las llevan a la muerte. Jesús les da vida. La diferencia no puede ser más radical. “Camina delante de ellas”. Él camina delante y las ovejas le siguen. Esto tiene más miga de lo que parece. Jesús recorrió de punta a cabo una trayectoria humana. Esa experiencia nos sirve a nosotros de guía para recorrer el mismo camino. Para nosotros, esto es difícil de aceptar, porque tenemos una idea de Jesús-Dios que pasó por la vida humana de manera ficticia y con el comodín de la divinidad en la chistera. Ese Jesús no tiene ni idea de lo que significa ser hombre, y por lo tanto no puede servirnos de modelo a seguir. Los jefes religiosos no pueden ni quieren entender el simbolismo de la comparación, porque les obligaría a salir de la situación de opresores. Instalados en la institución, que aseguraba sus privilegios, no pueden aceptar la denuncia de Jesús. Les obligaría a cambiar a una actitud de servicio y liberación de la gente sometida. Con el pretexto de un servicio a Dios, explotan a la gente y se aprovechan de ella en benéfico propio. Esto ha pasado en todas las épocas y seguirá pasando en adelante. “Yo soy la puerta”. No se refiere al elemento que gira para cerrar o abrir, sino al hueco por donde se accede a un recinto. En el aprisco, el pastor que las cuidaba era la única puerta. Por eso dice que es la puerta de las ovejas, no del redil. Todos los que han venido antes, son ladrones y bandidos, porque no han dado libertad y vida a las ovejas. Son tres los productos interesantes de las ovejas: leche, lana y carne. Los pastores buscan ese interés. A ninguno le interesan las ovejas. A las ovejas tampoco pueden interesarles esos pastores. Entrar por la puerta que es Jesús, es lo mismo que "acercarse a él", "darle nuestra adhesión"; esto lleva consigo asemejarse a él, es decir, ir como él a la búsqueda del bien del hombre. "Quedará a salvo", porque da la vida definitiva, y el que posee esa Vida, quedará a salvo de la explotación. Él es la alternativa al orden injusto. En Jesús, el hombre puede alcanzar la verdadera salvación. "Podrá entrar y salir", es decir, tendrá libertad de movimiento. "Encontrará pastos", dice lo mismo que la expresión ya conocida en Juan: “no pasará hambre, no pasará sed”. Así se identifica el pasto con el pan de vida que es él mismo. Juan hace un juego de palabras: pasto (nomê) y Ley (nomos). La Ley sustituida por el amor. El que se alimenta de lo que representa Jesús, será plenamente un ser humano. “Yo he venido para que tengan Vida y les rebose”. El ladrón (dirigentes), no solo roba y despoja a la gente del pueblo de lo que es suyo, sino que sacrifica a las ovejas, es decir, les quita la vida. La misión de Jesús es exactamente la contraria: les da Vida y las restituye en su verdadero ser. Los jerarcas les arruinan la vida biológica. Jesús les da la verdadera Vida y con ella, la biológica cobra pleno sentido. Jesús no busca su provecho ni el de Dios. Su único interés está en que cada oveja alcance su propia plenitud. Aunque la lectura de este domingo se termina aquí, es muy importante el versículo siguiente para entender el verdadero significado del párrafo: “El pastor modelo se entrega él mismo por las ovejas”. Hay que atender con mucho cuidado a la traducción. El griego dice: "el modelo de pastor" (ho poimên ho kalos). La expresión denota excelencia (el vino en 2,10). Sería el pastor por excelencia. "kalos" significa: bello, ideal, modelo de perfección. No se trata solo de resaltar el carácter de bondad y de dulzura. La traducción “buen pastor”, queda un poco endeble y se aleja del verdadero mensaje. En griego hay una palabra (agathos), que significa “bueno”; pero no es la que aquí se emplea. Esta simple rectificación evitaría muchos malentendidos. Jesús es para aquella comunidad y para nosotros hoy, el único pastor. El único que ha puesto todo lo que es a disposición de cada oveja. Todo lo que él fue, lo puso a disposición de cada uno. "Se entrega él mismo" (tên psykhên autou tithesin") = entrega su vida. La vida (psykhên) se identifica con la persona. En griego hay tres palabras para designar vida: zoê, bios y psukhê; pero no significan lo mismo. Si no se tiene en cuenta las diferencias, puede causar confusión. El evangelio dice psykhên = vida sicológica, no biológica. Se trata de poner a disposición de los demás todo lo que uno es como ser humano, mientras vive, no al morir por ellos. La característica del pastor modelo es que pone toda su vida al servicio de las ovejas para que vivan, pero lo hace sin limitación alguna. Al hacer esto, pone en evidencia la clase de Vida que posee y manifiesta la posibilidad de que todos los que le siguen tengan acceso a esa misma Vida. Quien no está en esa disposición, no posee la verdadera Vida, y no puede comunicarla a los demás. Meditación-contemplación“Yo he venido para que tengan Vida y la tengan abundante”. Si ese es el objetivo de Jesús, debe ser también el mío. Ningún otro objetivo puede ser suficiente para mí. Ni doctrina ni culto ni moral pueden sustituir a la vivencia. .................. La VIDA ya está en mí, pero tengo que alimentarla y vivirla. Se trata de la misma Vida de Dios. “Yo vivo por el Padre”. Está en nosotros antes de empezar a existir, pero tengo que tomar conciencia de ella y dejar que se desarrolle. ................ Si no despliego esa Vida, mi humanidad quedará frustrada; mis posibilidades de SER humano quedarán disminuidas; mi conocimiento, reducido a simple ciencia; mi felicidad será siempre incompleta, porque será solo hedonismo. Agotados los relatos de la resurrección del cuarto evangelio, leeremos en adelante otros fragmentos del mismo. Este domingo parece centrar el mensaje en la oposición a Jesús, y la consiguiente oposición a la Iglesia.
El fragmento que hoy leemos se sitúa entre dos grandes signos de Jesús, que hemos considerado en los domingos 4º y 5º de Cuaresma: el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro. Entre ellos, el capítulo 10 de Juan es una profesión de fe en quién es Jesús, mediante un discurso puesto en boca del mismo Jesús en el contexto de la polémica con los fariseos. La imagen central de esta profesión de fe es la de "El Buen Pastor", pero el fragmento de hoy se centra en una pequeña expresión parabólica: "Yo soy la puerta", dice Jesús, el acceso a Dios, de entrada y salida. El cuarto evangelio prescinde prácticamente por entero de las parábolas de Jesús. Nos resulta muy sorprendente que hubiera tenido tal atrevimiento, pero así es: el autor "enmendó la plana" a Jesús y se atrevió a omitir un género que fue tan característico del Maestro. Pero aún aparecen en este evangelio algunos restos de parábolas. El texto de hoy nos ofrece uno de ellos, y marcado con la impronta característica de Jesús: la observación de la vida cotidiana, el conocimiento del comportamiento de las ovejas y los pastores, y la elevación de Jesús, capaz de comprender el actuar de Dios y la misma vida humana a la luz de esos acontecimientos cotidianos. DIOS, PASTOR DE ISRAEL En la Escritura no se define a Dios, no se hace teología intelectual, aplicando a Dios conceptos tomados de la filosofía, sino que se aplican a Dios comparaciones tomadas de la vida natural y de la vida humana. Recordemos, la luz, la sal, el agua, el médico...El tema de Dios Pastor de Israel es de gran raigambre en todo el AT. La profesión de pastor es la de los elegidos. Abel es pastor, lo son los patriarcas. Moisés es pastor durante su destierro. Entre varios hermanos, el elegido, la figura de Cristo, es pastor (José, David) El pueblo, cuando se aparta de Dios, es "como ovejas sin pastor". Números 27, 1 Reyes 22, 2 Crónicas 18, Judit 11, Ezequiel 34, Joel 1, Zacarías 10. Tema que culmina en Mateo 23 y Marcos 6: a Jesús, la gente le daba pena porque andaban "como ovejas sin pastor". Dios se presenta como pastor de Israel. Génesis 48 y 49, Salmos 22 y 79, Sirácida 18. Isaías 40 y 63, Jeremías 31 y 43, Ezequiel 34, Amós 3. Esta es la línea que culmina en el capítulo 10 de Juan, y se desarrolla después en Hebreos 10 y 1ª Pedro 2. Los primeros cristianos representaban a Jesús no reproduciendo pretendidos retratos suyos, sino bajo la imagen del Buen Pastor. Es tan fuerte esta línea de pensamiento que extraña que los evangelistas no hayan presentado a Jesús practicando esta profesión (lo cual, de paso, es un buen aval para la historicidad de la profesión de Jesús, "carpintero", de tan poca tradición ni significado simbólico en la tradición bíblica) JESÚS, PUERTA DE DIOS Pero, dentro de esta manera de simbolizar a Dios, Jesús es presentado como "LA PUERTA" del aprisco. El rebaño entra y sale por ella: para ir a pastar y para protegerse por la noche. Y el pastor verdadero entra por ella, mientras los ladrones saltan la cerca. En la intención de Jesús, y en el contexto evangélico en que esto se sitúa, los ladrones y salteadores son sin duda los legistas, los fariseos y los sacerdotes. Jesús está proponiendo al pueblo un dilema: "éstos o yo". Y les está acusando de ser salteadores, que no quieren el bien del rebaño sino su propio provecho. Al definirse como "puerta", Jesús dice que todo Israel debe pasar por él, y excluye a los otros. Esta interpretación, y el hecho de que los interlocutores sean precisamente los fariseos, nos muestra la situación de las comunidades en que se escribió este evangelio, ya en absoluta ruptura con el judaísmo, (exclusivamente fariseo desde la caída de Jerusalén). Pero esta reflexión histórica nos lleva a otra mucho más inmediata. Jesús es nuestra puerta de acceso al Padre, y así se presenta él mismo. En la esencia misma de nuestra fe está "quién es para nosotros Jesús". Y Jesús es, para nosotros, el hombre en el cual conocemos a Dios, porque está lleno del Espíritu. En el mundo inaccesible de la divinidad, se ha abierto una puerta. El Dios-enteramente-Otro, el completamente trascendente, ha hecho una asombrosa aproximación. Resuenan en estos textos las palabras definitivas de Juan: “A Dios nadie le ha visto jamás, el hijo nos lo ha dado a conocer.” Es muy importante a este respecto interpretar correctamente los relatos de tipo parabólico. De esta imagen podríamos sacar la conclusión de que Dios sólo se manifiesta por Jesús, que todas las demás religiones son ladrones y salteadores etc. No es así. Nunca debemos interpretar una parábola más allá de lo que quiso decir su autor. Y el autor quiso decir aquí que Jesús es puerta y los fariseos no. Nada más. Otras conclusiones podrán ser muy tentadoras, pero son elucubraciones nuestras, por muy verosímiles que nos puedan parecer. Pero también nosotros estamos tentados de abrir otras puertas para acceder a Dios. La curiosidad intelectual, el orgullo de la mente humana, capaz de preguntar más de lo que puede comprender, son admirables. Pero deben reconocer sus límites. Por honestidad. La divinidad está más allá de estos límites. Reconocerlo no empequeñece al ser humano, sino que lo define, lo sitúa en su verdad. Cuando se quebrantan estos límites, y se pretende aplicar a Dios el resultado de nuestros razonamientos, nos adentramos en un mar peligroso, lleno de tentaciones: la principal es la idolatría, hacernos dioses a nuestra imagen y semejanza. "Muéstrame tu rostro" decía Moisés en la Tienda del Encuentro. Y Dios lo ha hecho ya: Jesús, rostro de Dios, rostro visible de Dios, imagen perfecta. Debemos dar rienda suelta a nuestro agradecimiento y a nuestra admiración. Podemos conocer a Dios. Hay una Puerta de acceso a la divinidad: Jesús, el de Nazaret, el hijo de María. ENTRAR POR LA PUERTA Es muy característico de nuestra religiosidad quedarnos contentos y satisfechos con "saber". Sabemos que Jesús es la puerta, el acceso a Dios; ya está. Creemos fielmente que eso es así: somos plenamente ortodoxos; ya está. Pues no, nada está. Una puerta es para entrar; saber que hay una puerta, saber cuál es la puerta, no sirve para nada si no entramos. La más perfecta ortodoxia y el más atinado conocimiento de Dios no valen para nada. Todo eso es una invitación: lo que importa es aceptar la invitación. Resuena aquí la parábola de los invitados a la boda (Mt 22,9 - Lc 14,23). La invitación queda sin respuesta, ha sido en vano. Entrar por la puerta de Jesús: ¿a dónde?. Al Padre, es decir, saberse hijo, aceptar la dignidad, el compromiso y la confianza del hijo. Y renunciar a otros dioses. Jesús es la puerta del Reino. Saberlo no sirve para nada si no entramos en el Reino. Más aún, en la historia de la muerte de Jesús que hemos considerado hace tan pocas semanas, encontramos el terrible ejemplo de los jefes de Israel que se dieron cuenta perfectamente de que Jesús era la puerta de un reino que para ellos no fue Buena, sino malísima Noticia: era el final de su religión, de su templo y de su poder. Y no sólo no entraron por la puerta, sino que quisieron destruirla. Nosotros no somos tan consecuentes como aquellos sacerdotes; reconocemos que Jesús es la puerta y adornamos la puerta con nuestra ortodoxia y nuestro culto. Entrar ya es otra canción. Y es normal, porque entrar en el Reino es cambiar de criterios y de valores, y no nos apetece nada. Es normal no entrar en el Reino: como el joven rico que no quiso seguir a Jesús porque le costaba demasiado dejar todo lo que tenía, nosotros tampoco seguimos a Jesús: nos costaría demasiados cambios. Todo esto es normal; en consecuencia de esto, nos reconocemos ante Dios cobardes e inconsecuentes, nos ponemos en la última fila, sabemos que somos últimos en el Reino... Lo que no es de recibo es que no reconozcamos esa realidad, que nos creamos algo simplemente porque estamos bien informados. Hay una pequeña y terrible expresión parabólica de Jesús contra los escribas, que se refiere al tema de la puerta: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los cielos; vosotros ciertamente no entráis, y a los que están entrando no les dejáis entrar" En la medida en que nuestra vida de cristianos produzca en otros este efecto, se nos pueden aplicar las palabras de Jesús. Salmo 22 EL SEÑOR ES MI PASTOR El Señor es mi pastor, nada me falta, pero tengo enfermedades, la vejez me acecha, me pasan desgracias. El Señor es Pastor de todos, pero en el rebaño hay infinitas calamidades, no hay más que mirar al mundo, encender la TV... ¿Dónde está el pastor? El Señor es mi pastor, pero yo soy oveja que descarría, que oye la voz del pastor y no acude.... Y sin embargo, solemos rezar este salmo porque creemos firmemente que el Señor es Pastor, que no es insensible a los males del rebaño, ni a los míos. Y porque queremos seguirle. Lo recitamos como un acto de fe. El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. El autor del cuarto evangelio recurre a distintas imágenes, portadoras de significado directamente relacionado con la vida, para hacer llegar su comprensión de Jesús: esposo del pueblo, pan de vida, camino, verdad y vida, luz del mundo, resurrección y vida, vid y sarmientos…
En el capítulo 10, aparecen otras dos que, aunque unidas, conviene diferenciar: el pastor y la puerta. Lo que une a ambas es el redil: el pastor accede al redil usando la puerta, a diferencia de los salteadores. Pero enseguida la imagen de la puerta cobra entidad propia hasta el punto de simbolizar al propio Jesús: él es la puerta. La imagen del pastor había de resultar entrañable para aquel pueblo, agrícola y ganadero, que se refería a Dios como su “buen pastor”, que provee de cuidado, alimento y reposo (Salmo 23). Sin embargo, para nuestros contemporáneos, esa imagen –aparte de no evocar prácticamente nada a quienes viven en una sociedad industrial avanzada- llega tan “contaminada” por toda una historia de autoritarismo (y su correlativa inducción al “borreguismo”) que se hace prácticamente irrecuperable. Los creyentes podemos seguir hablando de su contenido y ver a Jesús como alimento, cuidado, descanso, vida… Pero la imagen misma del “pastor” o no dice nada a los habitantes del siglo XXI o, lo que es peor, evoca (e incluso promueve) actitudes tan sumisas hacia los “pastores” como las que se esperan de las ovejas hacia quien las cuida. Es una imagen que transmite demasiado paternalismo como para que pueda conectar con una cultura celosa de la autonomía. En concreto, en la Iglesia, al hablar de los “pastores”, es fácil que vengan a nuestra mente imágenes de mitras y de báculos, que poco tienen que ver con lo que fue la figura histórica de Jesús de Nazaret. Más allá, pues, de la literalidad de la imagen, conviene dirigir la mirada hacia el contenido. El texto afirma que siguen a Jesús “porque conocen su voz”. Por el contrario, “a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él”. Estas expresiones me sugieren una doble reflexión: · Aunque la historia nos ofrece testimonios palmarios de cómo la gente ha seguido con frecuencia a charlatanes y a dictadores que la ha engañado, el texto parece apostar por la sabiduría del pueblo, que le hace conectar con quien realmente le aporta vida. Por eso, cuando la autoridad religiosa se lamenta de no ser escuchada –o de que las iglesias se vacían-, haría bien en preguntarse si real y objetivamente está viviendo en “comunión” o, al menos, en sintonía con los hombres y mujeres de su propio tiempo, y ofreciéndoles Vida. · Por otro lado, a Jesús le sigue quien “conoce su voz”, es decir, aquella persona que, al entrar en contacto con su mensaje, siente un “eco” en su interior, una “resonancia” que le hace asentir. Es claro que esa resonancia puede conocer diferentes intensidades –hasta llegar a percibir que se “comparte” el propio nivel de conciencia de Jesús y su misma Identidad-, pero sin ella no puede nacer la auténtica adhesión al Maestro de Nazaret. Es ella, y no la costumbre ni los dogmas, la que nos hace ser creyentes. La otra imagen es la puerta. Lo más característico del modo como aparece en este lugar es lo siguiente: se trata de una puerta que conduce a la salvación, y por la que se puede “entrar y salir”. La referencia inicial –“todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos”- no parece sino una exageración exclusivista del autor del evangelio, en su intento de mostrar la preeminencia de su Maestro. Pero es seguro que no son palabras que salieran de la boca de Jesús; pertenecen a la teología del cuarto evangelio, pero no a la sencillez del nazareno. Jesús es una “puerta abierta”, por la se puede entrar y salir. Así leída, esta imagen evoca, antes que nada, la experiencia humana de laamistad. Se ha dicho que amigo es aquél ante quien puedes pensar en voz alta; aquél que no te ama porque te comprende, sino que te comprende porque te ama. Amigo es quien no pide cuentas, sino que te permite “entrar” y “salir”. Esa libertad, que implica un exquisito respeto a la otra persona, es también condición de su crecimiento. Aprendemos de los errores y todos tenemos derecho a equivocarnos. No es extraño que, en otras parábolas de Jesús, se perciba también esta misma libertad. En aquélla del pastor que va en busca de la oveja perdida, cuando la encuentra, no se dice que la encierre; la oveja, si lo desea, podrá volver a escapar…, aunque eso signifique su pérdida. En la otra de los dos hijos, el padre no impide que el menor se marche de casa, ni lo condena por ello; tampoco, cuando regresa, le impone la promesa de no volver a repetirlo. Que Jesús sea “puerta abierta” significa que actúa como el padre de la parábola, metáfora de Dios. Porque su objetivo –como el del Padre, a quien muestra- es uno solo: “que tengan vida y la tengan abundante”. Ahí es, en realidad, adonde conduce la puerta: ésa es la salvación. La adhesión a Jesús potencia, enriquece y plenifica la vida, a la vez que la hace “desbordarse” a favor de los demás. Este es el único criterio que valida la verdad o no de la persona creyente y de la misma Iglesia: más que el apego a unas creencias y a unos ritos, el compromiso efectivo y humilde a favor de la vida –y de la libertad- de las personas. Desde una perspectiva no-dual, al “conectar” con Jesús, nos descubrimos “compartiendo” una misma Identidad, cuyo núcleo es, precisamente, Vida y vida en plenitud (otro nombre de la Divinidad). Y, al dejarnos estar ahí, se nos hace patente la Unidad con todos y con todo. Por eso, quiero terminar este comentario compartiendo con todos vosotros y vosotras un poema que me regaló –porque “le fue regalado” a ella- una religiosa, Mari Carmen, dotada de una especial sensibilidad social y espiritual. No hay barreras, no es mi yo quien camina. En mis pasos tu ERES; y en los pasos ligeros de la gente que me encuentro por la calle. SOMOS en Ti. No hay tú, ni otro, ni yo… Nos abraza tu Presencia. Y eres abrazo y beso en el bullicio de la ciudad. No hay otros, ni formas, ni colores. Solo Belleza que sabe a Unidad. Y Música que armoniza e invita a danzar en medio de la vida… Y hacer de la vida baile, y del baile danza de Amor por todo lo que Es y Somos en Ti. Y siento tu caricia en el viento que besa mi rostro. Y tu mirada en los ojos de quien mira pidiendo y del que me mira regalando. … Y me encanta pasear por mi ciudad sola, llena y habitada por todo lo que ES. Y saberme sostenida y acompañada por mi amante …el amante de la VIDA Tú…yo…y el universo Una y todo, todo y UNO. Tal vez llegue el día en el podamos apreciar mejor retrospectivamente este período en Haití. En medio de la tragedia histórica a escala mundial de muerte y sufrimiento del terremoto de enero del año pasado, los haitianos por lo menos no han tenido que sufrir el grado de violencia gubernamental que ha marcado gran parte del pasado de su nación (a pesar de los ataques contra personas desplazadas en el interior durante desalojos forzosos, y ocasionalmente contra manifestantes en las calles)
Puede que eso cambie para peor bajo Michel Martelly, el próximo presidente. Para comenzar, quiere volver a establecer el ejército que el ex presidente Jean-Bertrand Aristide desmanteló en 1995. Como Haití ya tiene una fuerza policial para mantener el orden público y no se espera que el país vaya a la guerra, Martelly solo puede tener un objetivo al restablecer las fuerzas armadas: recuperar el instrumento utilizado por antiguos presidentes para fortalecer su poder mediante la violenta represión del disenso y de los posibles competidores. Ya hay fuerzas que se preparan para la violencia que probablemente se ejercerá a través del ejército y las pandillas. La periodista Isabeau Doucet publicó este relato de primera mano [6] el pasado mes: “Durante más de un año, en una ladera al sur de Puerto Príncipe, unos 100 ex soldados y jóvenes reclutas se entrenan tres veces por semana. Afirman que tienen una red de campos en todo el país en los que los haitianos se reúnen y entrenan, aprenden protocolos militares y artes marciales y reciben entrenamiento básico… La bandera negra y roja del partido de Jean-Claude Duvalier cuelga en su vestuario de lona impermeable… Alguien paga por esto, aunque ellos afirman que todo es voluntario y el actual gobierno hace la vista gorda, si no da apoyo tácito.” Una pregunta es cómo se podrían aliar las fuerzas de la violencia con diversos patrocinadores –una cierta combinación de Martelly y de los que rodean al retornado ex dictador Jean-Claude Duvalier [7]. Otra es hasta qué punto podrían tiranizar a un movimiento ciudadano que demanda soluciones a la falta de vivienda generalizada, el desempleo y la extrema pobreza. Dos grupos basados en EE.UU., que apoyan la organización comunitaria en Haití ya preparan reacciones de emergencia en caso de que estalle una violencia política de importancia. Más allá de los planes de Martelly respecto a un ejército, sus asociaciones del pasado suscitan preocupaciones sobre el tipo de políticas que puede llevar a cabo su gobierno. Martelly [8] hizo público su apoyo [9] a los regímenes amigos de los escuadrones de la muerte que existieron después de golpes de Estado contra Aristide (1991 y 2004). Más recientemente, Martelly ha hecho declaraciones públicas [10] como: “Yo mataría a Aristide… meterle una polla en su culo”. Martelly ganó en una segunda vuelta electoral [11] en la que menos de una cuarta parte de los votantes registrados se tomó la molestia de participar, lo que significa que fue apoyado por un 16,7% de los votantes registrados. Si esto suena terriblemente poco para un mandato, es alto comparado con el 4,6% que se cree que apoyó a Martelly en la primera vuelta. Nadie sabe exactamente la cifra, porque la elección fue tan fraudulenta que incluso el Consejo Electoral Provisional del gobierno se negó a ratificarla [12] por un voto de mayoría. Aunque legalmente esto debería haber anulado la primera vuelta, la Organización de Estados Americanos (OEA) y el gobierno de EE.UU. presionaron intensivamente [13] al gobierno haitiano para que aprobara las elecciones y enviara a Martelly a la segunda vuelta. La secretaria de Estado Hillary Clinton incluso viajó a Haití para asegurar esos resultados. Después de que se proclamó presidente a Martelly, Clinton dijo [14]: “Ahora tiene una oportunidad de dirigir y nosotros lo respaldamos. Está comprometido a obtener resultados. Quiere cumplir con el pueblo haitiano. Y nosotros estamos comprometidos a ayudarle a lograrlo.” Otras malas noticias acosan a Haití. Las vidas de los que quedaron desplazados por el terremoto se hacen más, no menos, vulnerables, contrariamente a lo que se podría esperar por el paso del tiempo y los muchos miles de millones de dólares de la ayuda que circulan. Un riesgo primordial es el cólera, que probablemente aumentará cuando comience la inminente estación de las lluvias, porque las tormentas casi diarias dejarán agua estancada y barro en la mayoría de los campamentos. Los campamentos ya son una incubadora perfecta de esta enfermedad de la pobreza [15], con sus poblaciones abarrotadas que frecuentemente son débiles y están enfermas, carecen a menudo de agua –no sólo de agua potable sino frecuentemente de cualquier tipo de agua– y sufren una escasez de opciones higiénicas y de atención médica. Un estudio reciente [16] en la revista médica The Lancet predijo 779.000 casos y 11.100 muertes de cólera hasta finales de noviembre. A pesar de que todas las agencias humanitarias e internacionales en Haití son conscientes del horrendo riesgo de esta enfermedad, que puede causar la muerte en sólo unas horas después de la infección, un 39% de los “refugios transitorios” [17] todavía no reciben agua o servicios higiénicos básicos. Michelle Karshan, estadounidense involucrada en acciones contra el cólera, informó: “Hay una escasez letal de suministros disponibles para la prevención y el tratamiento del cólera. Y la prevención más importante contra la transmisión del cólera –la creación de la infraestructura de sistemas para que el agua tratada esté ampliamente disponible– todavía no funciona, mientras la distribución de agua sigue llegando sólo a una cantidad ínfima de campamentos. La mayoría de los campamentos pobres en recursos son abandonados a que se las arreglen solos” [1] El Llamado de la ONU por el Cólera [16] para Haití sólo ha recibido un 45% de los fondos que necesita. La peor preocupación es por qué, cuando hay hasta 1,5 millones de personas que siguen sin vivienda después de 16 meses, se sigue hablando de tabletas de purificación de agua y retretes portátiles como si fueran una solución. La única manera de proteger a la gente contra esta enfermedad es reubicarla en viviendas decentes. Sin embargo ni la comunidad internacional ni el gobierno haitiano tienen todavía algún plan factible. El gobierno aún no ha invocado su derecho constitucional a declarar dominio eminente y reclamar grandes áreas de tierra privada no utilizada a fin de reubicar a la gente. La ayuda internacional todavía no se ha empleado signiticativamente en la eliminación de escombros. Todavía queda un 80% [16], lo que hace que gran parte de Puerto Príncipe sea inhabitable. Otro peligro al que enfrentan las personas desplazadas en el interior es a que las expulsen de sus campamentos, quedando en una precariedad aún mayor. Según la Organización Internacional de la Migración, 820.000 de los habitantes desplazados –más de la mitad– han abandonado los campamentos, pero no porque hayan encontrado una situación mejor. Solo un 4,7% se ha ido a viviendas nuevas o reparadas. El resto, como informa la Organización Internacional de la Migración [18] y como han confirmado numerosos grupos de control comunitario en Haití, ha huido por dos motivos. Uno es una reacción de que más vale irse a otra parte que permanecer en esas condiciones, que ha llevado a que las familias se hayan escapado hacia estructuras peligrosamente dañadas por el terremoto, barracas, habitaciones abarrotadas, o lo que puedan encontrar. A otras las han desalojado en una creciente ola de expulsiones –algunas violentas, muchas ilegales– las instituciones gubernamentales y los terratenientes privados. Como han hecho desde el terremoto, las coaliciones de ONG progresistas, grupos comunitarios, y comités de campamentos tratan de presionar para lograr progresos en una agenda de amplia base que incluye la participación democrática y derechos socioeconómicos. Las estrategias predominantes incluyen la educación popular, el apoyo legal para los residentes de los campamentos, planes de acción política y movilización desde la base. Una instantánea de algunas de las actividades de los grupos en el período de tres semanas que cubre este artículo incluye: una movilización de tres días del Día del Trabajo por los derechos de los trabajadores; una conferencia de tres días de crítica del capitalismo del desastre: “¿Qué financiamiento para qué reconstrucción?” y un intercambio de tres días para fortalecer esfuerzos por imponer el reasentamiento de las personas desplazadas: “Foro Internacional por el Derecho a la Vivienda”. Estos movimientos carecen actualmente de financiamiento y cohesión. En muchos puntos de la historia haitiana, sin embargo, la presión desde abajo ha demostrado ser una variable crítica en la imposición del cambio. Ante el decepcionante historial de la comunidad internacional y de la industria del desarrollo, y las perspectivas de mal agüero de la presidencia de Martelly, podría representar la mejor esperanza de Haití. [1] Email de Michelle Karshan a Beverly Bell, 27 de abril de 2011. Enlaces: [1] http://www.truthout.org/print/1949 [2] http://www.truthout.org/printmail/1949 [3] http://www.otherworldsarepossible.org/another-haiti-possible/haiti-just-when-you-think-it-cant-get-worse [4] http://www.otherworldsarepossible.org/another-haiti-possible/urgency-housing-haiti-II [5] http://www.otherworldsarepossible.org/another-haiti-possible/citizen-protests-government-violence-mount-haiti%20 [6] http://www.indypendent.org/2011/04/05/haiti-a-nation-in-fragments-faces-the-future/ [7] http://www.otherworldsarepossible.org/another-haiti-possible/haiti-we-will-never-fall-asleep-forgetting%20 [8] http://www.miaminewtimes.com/1997-05-29/news/his-music-rules-in-haiti/%20/ [9] http://www.latinamericanstudies.org/haiti/carnival.htm [10] http://www.youtube.com/watch?v=jPM9f3YxVsk&NR=1 [11] http://www.cepr.net/index.php/blogs/relief-and-reconstruction-watch/martellys-historically-weak-mandate [12] http://www.lenouvelliste.com/article.php?PubID=1&ArticleID=88742&PubDate=2011-02-04 [ 13] http://www.businessweek.com/news/2011-01-30/clinton-visits-haiti-beset-by-undecided-election.html [14] http://latindispatch.com/2011/04/21/hillary-clinton-meets-with-haitian-president-elect-michel-martelly/ [15] http://www.pih.org/news/entry/cholera-in-haiti-another-disease-of-poverty-in-a-traumatized-land/ [16] http://www.un.org/News/Press/docs/2011/sgsm13497.doc.htm [17] http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/report_0.pdf [18] http://www.nytimes.com/2011/04/24/world/americas/24haiti.html [19] http://www.otherworldsarepossible.org/ [20] http://twitter.com/share [21] http://www.truthout.org/content/beverly-bell [22] http://org2.democracyinaction.org/o/6694/p/salsa/web/common/public/signup?signup_page_KEY=2160 [23] http://www.truthout.org/user [24] http://www.truthout.org/user/register [25] http://www.truthout.org/?q=deportations-haiti-still-death-sentence/1304947719 [26] http://www.truthout.org/?q=haitis-displaced-caught-between-greedy-landlords-and-absentee-government/1303839310 Beverly Bell ha trabajado con movimientos sociales haitianos durante más de 30 años. También es autora del libro Walking on Fire: Haitian Women’s Stories of Survival and Resistance. Coordina Other Worlds, www.otherworldsarepossible.org [19], que promueve alternativas sociales y económicas. También es miembro asociado del Institute for Policy Studies. Fuente: http://www.truthout.org/haiti-just-when-you-think-it-cant-get-worse/1304829823 Juan Antonio Estrada y Antonio Piñero saludan el doctorado a Castillo
Piñero: “La teología seria recibe aquí su premio” Estrada: “Castillo es uno de los teólogos españoles con más resonancia en el mundo” Valoran su esfuerzo por “hacer accesible” a los cristianos la teología La persecución por parte de la hipertrofiada ortodoxia de Roma a Castillo olvida la enorme pluralidad de los Cristos del cristianismo primitivo Juan Antonio Estrada y Antonio Piñero, teólogos y estudiosos de la religión, han compartido venturas y desventuras con José María Castillo. Durante años, y también a través de RD, especialmente Estrada. Ambos saludan la concesión del Doctorado Honoris Causa a Castillo por parte de la Universidad de Granada, que tendrá lugar este viernes. “Hay que facilitar el diálogo de las especialidades universitarias con la teología”, asume Juan Antonio Estrada, quien sostiene que Castillo “se ha convertido en uno de los teólogos españoles con mayor resonancia e influjo”. “Desde la supresión definitiva de las facultades de teología en la Universidad (1868), ésta y la teología han vivido caminos separados, a diferencia de lo que ocurrió en otros países europeos”, opina el teólogo Juan Antonio Estrada, gran amigo y compañero de Castillo. “La teología pasó a ser monopolio del clero y en la Universidad y Centros de Investigación superiores hubo una ausencia de las ciencias de las religiones, la filosofía de la religión y la historia de las religiones, con lo que también se empobreció la universidad española. A diferencia de otros países, como Francia, en España no ha habido hasta ahora un abordaje del hecho religioso desde una perspectiva no confesional y universitaria”. “Tanto la universidad como la Iglesia, y el conjunto de la sociedad y la cultura española, han pagado por esto. La concesión de un doctorado “honoris causa” a un teólogo español, que sigue con pocos meses de distancia a otro doctorado a un teólogo extranjero (Hans Küng), es un paso en la línea de superar la “diferencia” española. Hay que facilitar el diálogo de las especialidades universitarias con la teología, en la línea a la que apuntaba el mismo Kant, y la potenciación de las distintas especialidades sobre la religión que faltan en la Universidad española, y que existen en toda Europa. La religión es demasiado importante, y tiene consecuencias sociales y políticas, como para ignorarla a nivel universitario”. ¿Qué méritos presenta el teólogo José María Castillo para merecer tal distinción? “El esfuerzo de renovación de la teología y del cristianismo, a partir de la década de los sesenta, ha tenido en José María Castillo un protagonismo indudable. A partir de una sólida formación tradicional ha evolucionado en diálogo con el Concilio Vaticano II y también con algunas teologías y movimientos post conciliares, como las teologías de la liberación, buscando un nuevo replanteamiento del cristianismo que tuviera en cuenta el nuevo contexto del mundo y de la iglesia actual”. “De esta forma -culmina Estrada-, se ha convertido en uno de los teólogos españoles con mayor resonancia e influjo, como muestran las cuantiosas reediciones de sus obras, así como la difusión que éstas han tenido en el ámbito hispano y también en otras áreas lingüísticas, especialmente la italiana y portuguesa. Por lo demás es indiscutible la cercanía de sus posturas a un planteamiento ilustrado sobre la religión, poniendo énfasis en la autonomía de la teología y en la diferenciación entre el magisterio jerárquico y el de los teólogos. Ha sabido también asumir las consecuencias derivadas de su planteamiento renovador, a nivel eclesial y social, y ha demostrado su solidaridad efectiva y no sólo de palabra, al responder a las carencias que se habían planteado en la Universidad Centroamericana del Salvador, tras el asesinato del grupo de jesuitas. Por eso, la concesión del doctorado “honoris causa” por una universidad pública, no confesional, es un refrendo académico y un espaldarazo a su trayectoria como teólogo”. Por su parte, Antonio Piñero resalta que “la concesión de un doctorado honoris causa en Granada a un teólogo de la liberación demuestra que la teología seria y bien pensada, la nueva cristología, que hace hincapié en los aspectos liberatorios de Jesús y en su talante humano, de este movimiento ha alcanzado una categoría científica y recibe aquí su reconocimiento y premio”. “Además, la persecución por parte de la hipertrofiada ortodoxia de Roma a Castillo olvida la enorme pluralidad de los Cristos del cristianismo primitivo, y el esfuerzo sincero y titánico de Castillo y colegas por hacer verdaderamente accesible a los cristianos hoy una teología un tanto fosilizada, anclada en formulaciones del siglo V. Así que me alegro mucho de la concesión”. |
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